Partida Rol por web

Gerard había descabalgado de su montura para esperar a ver que información obtenían sus compañeros. Les iba observando, acariciando distraídamente la crin del caballo, cuando escuchó al matatrolls hablar, por lo que optó por decirle:

- Recordad, monsieur Gurnik, que el duque llamó a monsieur Angran igual que a nosotros. Así que supongo que confía en él de cierta manera: dudo que vaya a irse así como así.

Resha le devolvió la sonrisa sacudiendo la cabeza con suavidad.

-Cuando tengamos una temporada de relajación y nos pudramos en oro nos retiramos un tiempo allí a disfrutar de la vida ociosa-rió mirando hacia las barcazas- apúntalo a la lista de tareas pendientes, Aenalor...-apartó el caballo del camino donde el bullicio ponía nervioso al animal- si Angran no ha conseguido un buen precio será mejor que aun así paguemos el precio y les tapemos la boca a Gurnik y a Grii antes de que se pongan a despotricar-hizo una pausa adelantando a Aenalor como si estuviera jugando- si alguno se pone difícil podemos intentar dejarle sin sentido y hacerle pasar por equipaje. 

Encogiéndome de hombros ante la posibilidad que nos ofrece Aenalor, desmonto de mi caballo y paso junto al carro, dejando ahí las riendas para que la multitud que nos rodea no lo haga alejarse, o se lo lleve. Caminar entre la multitud nunca ha supuesto algo negativo, aunque sea una multitud mucho más enorme de lo que tengo por costumbre desde hace años, y lo único que tengo en la cabeza mientras nos acercamos al que claramente es el patrón de la nave es que enviar a dos elfos, uno de ellos una salvaje y el otro un pordiosero -cosa que hasta a mí me disgusta, yo en sus condiciones me hubiese ido de la ciudad para vivir en el bosque-, y un enano no parece ser la mejor estrategia para conseguir entablar una buena relación con un humano... pero ya es tarde para traernos al caballero con nosotros, y parece más preocupado por su caballo. Y por lo que parece, la diferencia entre tomar esta nave y la otra es varios días de lapso, y quién sabe qué esfuerzo adicional por que la barcaza navegue hasta nuestro destino.

-Eso parece. -Digo respondiendo a Angran. Tampoco es que le preste mucha atención, mientras considero cómo abordar la situación y la vía más inteligente para usar. Cosa que mis dos acompañantes no parecen hacer. Así que, todavía sin llegar a poner un pie en el barco pero desde una distancia suficientemente cercana para que el humano se de cuenta de que me dirijo a él, me detengo y hablo en voz clara y alta. -¿El encargado de la nave? Busco pasaje para mí y mis compañeros. -Con eso debería ser más que suficiente para llamar su atención... y la de su bolsillo.

Sonriendo, asiento a la kyslevita.

Vayamos entonces a ver qué ha podido hacer Angran y hablemos con el resto.

Tras esto, doy la vuelta al caballo y, con cuidado de no chocarme con el de Resha me encamino donde está el resto.

Tras una breve parada, nos damos la vuelta y volvemos donde está el carro, Grii, Gurnik y Gerard. Al llegar allí, niego con la cabeza

Creo que ninguna de esas barcazas nos vale. La primera viaja hasta Gerdouen río arriba, la segunda va hacia Dorna rio abajo, pero el trayecto es demasiado corto y deberíamos buscar una nueva embarcación una vez que lleguemos allí y la última va hacia Ryazan, Kyslev.

Por gracia o por desgracia, solo nos queda ver qué puede conseguir Angran. Debemos de confiar en él, puesto que el Duque le ha elegido, debemos de darle un voto de confianza, a pesar de sus apariencias.

Ignoro las palabras del elfo y continuo andando dos metros mas, observando el mecanismo del barco, rascándose el mentón y pensando. Se acerco a uno de los hombres que por allí estaban -Jovenzuelo -indico con la mano -quien es el hombre que hace el mantenimiento de ese.. -se detuvo para observar y siguió hablando -maquina de vapor -indico haciéndose el experto

Resha y Aenalor habían regresado ya, aunque no con buenas noticias. A su criterio, seria inútil tomar la barcaza por la dificultad de tiempo y el tener que transbordar de puerto en puerto. Sin embargo, era claro que no habían abordado a ninguna de las tripulaciones por lo que una negociación tampoco había existido con respecto a llegar hasta Talabheim.
A lo lejos, los allí reunidos podían ver al resto de sus compañeros; Angran y Arianne se encontraban hablando con el que parecía ser el encargado o dueño de aquel barco mientras un tanto mas lejos, se encontraba un curioso Grii que parecía examinar el barco.

Aquel hombre, mirando con cierto desinterés a la elfa en señal de que estaba muy ocupado, extendió la mano hacia el cartel. -Viajamos a Talabheim, allí esta el precio por persona- exclamó al tiempo que apuraba a los trabajadores que llevaban cajas al interior del barco, -partimos en dos horas, a lo mucho tres-.

El hombre de poca edad al que Grii se había acercado lo miro extrañado y encongiendose de hombros le respondió -No le conozco, lo he visto un par de veces mientras esperamos en puerto, el capitán debe saber.- Dijo señalando al hombre con el que hablaban Arianne y Angran. -Nunca viaja con nosotros, solo viene a examinar que todo funcione bien de ves en cuando, probablemente sea algún trabajador de los astilleros- puntualizo señalando la zona industrial mas al este.

Gracias joven -seco y educado a la vez

Grii se volvió a acercar al capitán y sus compañeros -Bonito barco Capitan -señalo las aspas del barco -un motor de vapor verdad, una magnifica tecnología -se rasco el mentón -hicimos bien los enanos en enseñaros a usarlo, pero merito vuestro usarlo para los barcos -asintió y sonrió mirando hacia arriba a Arianne -como os ha dicho mi amiga queremos pasase en su barco y me sentiría horado de poder ver una maquina tan hermosa como esta en su interior y mas en funcionamiento -volvió a sonreír siempre fruncía el ceño pero con al tener aquella maquina delante estaba deseo se ver el funcionamiento

Me muerdo el labio, guardándome un comentario que le podría haber soltado al patrón con su increible tono para captar clientes a ese precio que parece ser un robo, y que significa buena parte de lo que tenemos en las bolsas cada uno. Y cuando ya tenía algo que decir, viene Grii y abre su bocaza largando frase tras frase, en una mezcla de halagos y autobombo que parece ser lo único que los enanos hablan. O al menos, es lo único que he oido desde el contacto que tuve hace años con ellos, porque tenemos un par de piezas en el equipo que vaya dos... Reprimo otro par de frases, esta vez para mi acompañante, que parece no haberse dado cuenta de la situación, o que tiene la memoria tan larga como la de un pez. ¿O acaso con eso va a conseguir que acepten nuestra carreta, caballos y ahorrarnos precio?

-No sé qué es lo que pretendes conseguir con eso, pero la opción de que un extraño desmonte el motor no me parece un gran aliciente para llevar a alguien en mi barco, o disminuirle el precio del pasaje. A menos que esté roto y pretendas arreglárselo como pago. -Le digo a Grii, volviéndome hacia él y bajando ligeramente el tono para que no se escuche arriba. Y luego me vuelvo otra vez hacia el Sr. Humano DonOcupado. -¿Y si le digo que tenemos que llevar cierto peso, seguirá cobrándonos por persona? Viajamos con caballos y un carro, y Ser LeBlanc no estará muy contento si la nave pretende que los dejemos atrás. -Hago especial énfasis en la presencia de un caballero entre nosotros, y si lo entiende como que pertenecemos a su compaña y es lo suficientemente importante como para mandar a otro en su nombre... bueno, probablemente no nos haga demasiado mal. Y tampoco es como si hubiese mentido, o algo igual de horrible.

El supuesto capitán del barco miró curioso a la elfa y su acompañante, la primera parecía decidida a entablar un trato mientras el segundo, característico de su raza, empezaba a mofarse demasiado. -3 monedas de oro por cada caballo y quince por un carro. Si van a partir les aconsejo empezar a abordar pues esto será un caos pronto, tengo que llevar mucha carga y vamos atrasados.- clamó el hombre en un tono contundente y poco preocupado por las palabras de la elfa, si esta intentaba regatear, tendría que hacer mucho mas.

Mientras Gerard, Aenalor, Resha y Gurnik esperaban pacientes en el puerto cerca de las barcazas; Grii y compañía se encontraban conversando con aquel hombre frente al barco, probablemente intentando conseguir un buen precio, aunque por sus expresiones, probablemente las cosas no estaban saliendo bien.

Claro...viajar en barco de vapor, con su ruido infernal y el riesgo de explosión es más caro. Directamente pedían monedas de oro. A Angran le preocupaba mucho el asunto del dinero, especialmente cuando el precio no le parecía justo. Ese dinero podría ayudar a mucha gente. Se contuvo, pues temía que sus compañeros no le apoyarían dijera lo que dijera.

¿Por qué será un caos pronto, marinero? ¿Hay algo que deberíamos saber?

La cara del enano cambio al escuchar las palabras de la elfa, se contuvo con brevedad pero tan solo escuchar las palabras del humano -Maldita sea vaya estaba la que nos propone, quince coronas por el carro y tres por cada caballo, desde luego no creo que tengamos que hablar con el Duque Domenor para que nos explique por que razón deja navegas por este rió a un autentico estafador -zanjo con un rápido movimiento de su mano derecha -y cuida tus palabras en presencia de un noble enano -señalo con el indice al que se suponía que es el capitán -soy Grii XI Melenarroja hijo del señor del clan, noble por derecho propio así que se reconocer una estafa en cuanto la veo, quince coronas por un carro -se intento tranquilizar como pudo

Quince monedas por el carro, y tres más por cada caballo que tenemos ocho, y siete por cabeza que son siete... voy contando, tamborileando en la espalda con los dedos y tratando de sumar monedas como si cada una fuese importantísima. Y cuando llego a la cifra final, no puedo sino abrir los ojos de sorpresa, pues si mis compañeros consideraban que siete ya eran una cantidad cuantiosa... -¿Ochenta y cinco monedas de oro? -se me escapa entre los labios, tras la cuenta. Me muerdo el labio, mientras Grii habla, considerando la situación. En mala hora han enviado al lado de precio costoso a una elfa que no sabe manejarse entre monedas, una persona que nunca ha vivido con demasiadas, por cómo las mira y las revisa de vez en cuando casi sin darse cuenta, y un enano. Apoyo la mano en el hombro de Grii, tratando de calmarlo. Y ni aunque consiguiese reducirla al precio púramente del grupo, y no tener que pagar por el carro o los caballos, sería un buen precio. Y eso sería casi la mitad... de ninguna manera. -No le gastaremos más de su preciado tiempo. No nos interesan tratos con ladrones ni aprovechados. -Y dicho eso, me doy la vuelta haciéndole un gesto a mis dos compañeros, sin volver una mirada atrás.

Angran no se pudo contener, esta vez, se giró hacie el enano y tuvo que bajar su cabeza para hablarle al oído.

No menciones su nombre -después apartó por su el enano tenía una previsible respuesta violenta frente a casi cualquier cosa.

La nobleza enana, si tal cosa existía, no iba a impresionar al barquero, el dinero era su ley.

Coincido, no vamos a pagar una fortuna por viajar en ese barco. Unos troncos de madera son todo lo que necesitamos, no malgastaremos nuestro dinero.

85 coronas...Angran no había hecho la cuenta, no era una mente brillante y él lo sabía. Quiso hacer la cuenta él mismo, por amor propio; cunado terminó la cifra no coincidía con la de Arianne, pero se cayó.

Probaremos suerte en otro lado.

El capitán del barco, algo indignado de que lo rebajaran a un simple marinero, respondió a Angran –Pues por que será, por que vamos atrasados. Teníamos que haber partido hace 30 minutos y ni siquiera hemos terminado de cargar todo esto, cada minuto que pasa es dinero que perdemos. Y si el clima no nos beneficia quizá sea tenga que vender mi barco-. Era claro para todos que el hombre exageraba, aunque mucho de verdad probablemente habría en sus palabras.
El siguiente en hablar fue Grii quien no disimuló en absoluto su descontento ante la situación y la aparente estafa de la que estaban siendo victimas. El capitán y quizá dueño del barco dadas sus palabras, se mostraba ahora sumamente ofendido y solo se detuvo de estallar en maldiciones y amenazas por las palabras de Arianne. –Ochenta y cinco monedas de oro?!!, por…- se contuvo en su clara y expresiva sorpresa para detenerse a contar con los dedos. Por esa suma debía de tratarse de siete viajeros con un carro y siete caballos, en circunstancias normales, con mas clientes y mas tiempo no se habría molestado. Pero 85 monedas de oro no era algo que podía dejar pasar en ese momento.
-Esperen, esperen!- Clamó el hombre en cuanto estos le dieron la espalda con la ineludible intención de macharse. –Creo que podemos llegar a un acuerdo. Sí ustedes están listos, y no les importa que el carro y los caballos viajen un poco apretados, podríamos dejar el asunto en unas… setenta monedas de oro- formuló chasqueando los dedos y notoriamente emocionado por poder solventar sus problemas. –Vamos, es una ganga, pueden preguntar en el puerto, nadie les cobrara tan poco-.