Partida Rol por web

Demasiado excitado para decir nada, Kanu se apresuró a trepar por el tronco para unirse a los demas y explorar la oquedad
 

El agujero en el árbol es igual de fácil de trepar que para subir, el hecho que sea un árbol enrollado hace que su forma y el sentido de las rugsidades provean de un agarre casi perfecto, así que aunque algo preocupados por el hecho que sea muy oscuro y parezca demasiado profundo, Rashid empieza a trepar por él lentamente hacia abajo. La verdad es que pasado unos metros la oscuridad parece comerle, sin embargo, aunque la mayoría no sabéis a qué se debe, vuestros ojos son capaces de discernir entre la oscuridad.

Rashid sigue bajando cuando de repente, la oscuridad se lo come de verdad, y aunque hace unos segundos parecía que lo teníais a la vista, el chico ha desapareido.

A Rashid le ocurre algo similar, y es que llegado un punto, observa como pierde de vista a sus compañeros recién conocidos y  todo es oscuridad. Sin embargo, sus ojos pueden ver perfectamente, y aunque no sabe a qué es debido, puede que tenga algo que ver con el extranjero. Cuando mira hacia abajo puede ver por fin suelo a unos escasos 2 metros.

Cuando por fin bajais al suelo puede observar un magnífico y minúsculo bosque de hongos que se esparce por doquier. Los hongos, que alcanzan alturas de hasta medio metro son de un color blanco terroso y en el suelo del bosque puede observar multitud de variados insectos terrestres algo más grandes de lo habitual. Una fauna y flora realmente extraña y extravagante que os recuerda a algunos cuentos infantiles. Desde luego, el lugar es realmente extraño: nunca habíais visto nada igual.

La cavidad por la que avanza el bosque de hongos parece terminar a unas pocas decenas de metros, 50 quizá y el bosque acaba estrepitosamente, sin embargo la cavidad parece avanzar, quizá un cambio de rasante os impide ver más alla, sea lo que sea, deberéis cruzar el bosque de hongos.

Tras el ritual, Nikolai se apoyó contra el tronco del árbol con la frente perlada de sudor. Siempre era así, esforzarse se cobraba su precio. Agradecía ser aún era joven y enérgico, no tardó mucho ponerse de nuevo en marcha descendiendo con los demás por aquél hueco angosto.

Cuando llegó al suelo quedó visiblemente asombrado. Toda una pequeña colonia de hongos bajo el clima de aquella zona ¡Y de que tamaño! ¿De verdad aquello podría ser la guarida de un espíritu? Fuera lo que fuese era una tierra extraña, y se sentía extrañamente vulnerable. Decidió desenfundar su estoque, solo por si acaso.

- Nunca había visto nada igual.

Sin tan siquiera esperar a que los demás decidiesen que harian, me puse a bajar por el agujero. Al principio, todo era normal, aburrido, para nada el misterioso descenso que me esperaba, pero llegado un punto, y sin previo aviso, deje de poder ver a los que aun se encontraban arriba y  todo se volvió oscuridad... a pesar de lo cual, era capaz de ver perfectamente a mi alrededor.

Esto ya está mejor- pensé, emocionado por lo que estaba pasando, a pesar de que no tenía ni idea de que estaba pasando. Al mirar hacia abajo pude ver que el suelo se encontraba apenas a unos 2 metros, por lo que me apresure en terminar el descenso.

Vaayaaa...- dije sin poder evitarlo, pues nunca había visto algo similar: hongos de hasta medio metro, grandes insectos como nunca había visto... y tan solo estaba al comienzo del túnel -Esto promete- me dije, mientras intentaba recordar si alguna de las historias que me había contado Thimba. Tuve que esforzarme para esperar a ver si iban a bajar o no antes de seguir avanzando por el túnel.

Aquel paisaje subterraneo estaba más allá de lo que Kitnawa hubiera podido imaginar. Había visto muchas cosas en sus pocos años, y había conversado con los espíritus de la jungla acerca de parajes que no habían sido pisados por pies humanos en milenios, pero un bosque de hongos... ¿Serían venenosos, quizás? En la jungla crecían muchas cosas, y la mayoría eran letales. Avanzó con cuidado entre los grandes hongos, manteniendo a Usiku a su lado y con el arco tenso y preparado

Kanu había permanecido muy en silencio, siguiendo a sus "compañeros" y absorto en la nudosa y retorcida belleza del legendario árbol. Cuando los otros hablaron de un hueco e hicieron pruebas para comprobar su profundidad, se molestó un poco; parecía que no se creían lo que les había estado diciendo acerca de una puerta entre este mundo y los dominios de los Ofidios. El ritual del extranjero le llamó mucho la atención, al final iba a resultar que si que era una especie de shamán o sacerdote. 

Siguió a sus compañeros cerrando la marcha con Adhyra muy de cerca. Al joven no le gustaba mucho la actitud del tal Rashid ante su guardián, la consideraba un poco irrespetuosa, como si su pantera fuera poco mas que un cachorrillo gracioso a la que hacerle carantoñas. No obstante, un shamán debe ser serio y no dejarse influenciar por cosas tan banales... o al menos eso creía. 

El pasaje de los hongos le parecía casi irreal, como si entrase en un sueño rebosante de nuevas formas de vida y de ignotos espíritus. Avanzó con cuidado aún a la cola del grupo, lanzando alguna plegaria y dejando unos pocos de pétalos de flores que llevaba para pedir educadamente permiso a las entidades del lugar un paso seguro y tranquilo. 

Avanzáis a través de los hongos con precaución, sin embargo, toda la precaución es poca y ni siquiera las plegarias de Kanu consiguen protegerle de algún traspiés que da contra uno de los hongos gigante. Otras veces debéis apartar los hongos, pues el camino se cierra ante una tupida multitud de setas de distintos tamaños reduciendo vuestro avance. Parece que, aunque angosto, la travesía por el bosque de hongos es posible. Pero poco a poco os vais dando cuenta que las pequeñas esporas que hay en el aire están haciendo mella en alguno de vosotros, empezáis a notar molestias en la garganta y los pulmones, para cuando os dáis cuenta y os tapáis los orificios con algún trozo de ropa, Kanu y Rashid ya han empezado a sentir los efectos de las esporas.

Con penurias y ayudando a los dos afectados por las esporas, conseguís avanzar y llegar al final del bosque de hongos. El bosque acaba abruptamente, y el suelo con él a unos escasos metros del bosque. Esta vez parece un túnel con alguna que otra irregularidad pero bastante redondo, y cuando enfocáis la luz de las antorchas hacia el suelo, observáis observáis que estáis a unos tres cuartos de altura del túnel, parece que tras el bosque de hongos hay una caída de 9 metros hacia el túnel. Cuando inspeccionáis un poco más cómo bajar, os dais cuenta de una cuerda en un lateral de la apertura. Por la cuerda ha trepado  hacia abajo alguna clase de enredadera, siguiendo la guía de la cuerda, y aunque esta parece que está algo vieja, diríais que podríais descender gracias a la enredadera. Así que uno a uno descendéis con precaución. No es demasiado complicado pero la situación de Kanu y Rashid la complican un poco.

Una vez abajo obseváis el túnel. Tallado en pura piedra y con cortes perfectos, estáis seguros que este túnel no ha sido obra del ser humano. El corte en las paredes está tan pulido que parece brillar con vuestra antorcha. Las diferentes tonalidades de las paredes mezcladas con la luz de la antorcha dan al lugar un aire psicodélico y muy anti-natural. Observáis alrededor, este túnel es de roca viva y no crecen hongos, pero en algún trozo, donde la piedra es más porosa, se puede observar algunas poblaciones de musgo que han conseguido crecer. Pese a eso, no hay rastro de seres vivos.

Os preocupáis durante unos momentos al no saber que dirección del túnel tomar, hasta que oís un claro siseo proveniente de uno de los extremos del túnel. El siseo ha sido demasiado breve y no sabríais distinguir si algún ofidio viene hacia vosotros, si se aleja o si está inmóvil, pero podéis estar seguros que habéis encontrado algo.

- ¿Habéis oído eso? - dijo alzando un brazo para que se detuvieran, aunque estaba seguro que tendrían que haberlo escuchado.

Durante un momento permaneció quieto y escuchando, preocupado de que pudieran ser atacados, pero finalmente se decidió a avanzar en la dirección por la que no habían escuchado aquél ruido. Mientras caminaba volvió a recitar aquellos extraños salmos y a hacer gestos con las manos como si formase símbolos con ellas.

Si, lo había oído, y no le había gustado aquel sonido. Kitnawa preparó su arco y apuntó hacia delante, esperando que apareciera cualquier cosa en el umbral de aquel extraño pasadizo. Hizo unos gestos a Usiku para que permaneciera alerta, dispuesta a saltar ante cualquier peligro.

Fui avanzando con dificultad a través del bosque de hongos, no solo porque en varias ocasiones tuvimos que apartar varios hongos para poder seguir avanzando, sino porque además, las malditas esporas hacían que cada vez fuese más difícil respirar.

Malditas... cof... gemelas- pensé mientras seguía avanzando con la ayuda de Nikolai y Kitnawa. Al final llegamos al final del bosque, y tras él, el suelo acaba de forma abrupta en lo que parece un túnel, al cual bajamos... aunque cansado como estaba tras salir del bosque, a mi me costó más de lo normal. Aun así, ello no me impidió disfrutar del espectáculo que suponían las diferentes tonalidades de las pulidas paredes del túnel mezcladas con la luz de la antorcha.

Vaya...- murmuré con infantil asombro. Justo en ese momento, escuché algo en una de los extremos del túnel, y al parecer no había sido el único -Yo sí que lo he oído- le dije a Nikolai -Vamos a ver que es- añadí un instante después. Si resultaba ser algo peligroso, probaría mis garras... aunque en realidad, esa posibilidad no se me pasó por la cabeza, pues solo pensaba en descubrir algo interesante.

Tras el despliegue de poder de Umar, en el que podéis observar como el suelo casi cristalino crece rodeando al brujo para acabar formando, tras un ligero destello de luz, una vistosa armadura, continuáis avanzando por el hermoso escenario. Pronto descubrís que la cueva esta no era más que una gran cavidad y las cuevas y túneles que siguen no son espaciosas, de hecho, en algun momento, y tras un largo rato de deliberación sobre quién pasa primero, debéis haceros paso entre túneles por los que no pasais agachados.

En algunos tramos debéis pasar arrastrándoos, y lo que hace unos minutos era una preciosa cueva casi tallada ha dado lugar a túneles rocosos y escarpados, llenos en algunos casos de cristalizaciones de algún mineral. El avance sigue siendo costoso: Kanu y Rashid aún sienten los efectos de las esporas y la alerta a que os somete el continuo siseo os pone en una situación constante de estrés. Sobretodo aquellas veces en que el siseo ocurre cuando pasáis uno de esos tramos a rastras. Por suerte para vosotros y para vuestra salud mental, el camino, de momento, parece único y no ha habido ninguna bifurcación ni nada parecido, y aunque hay tramos en los que debéis ir a rastras, otros muchos son más llevaderos y aprovecháis para descansar y tranquilizaros.

Seguíis avanzando, cada vez parecéis estar más cerca pues los siseos y sonidos se hacen más claros, cuando de repente un chillido de sorpresa y miedo inunda los túneles, es Lira y parece que ha despertado. Por lo menos podéis asegurar que de momento está viva pero, durante cuánto tiempo? En ese momento se escuchan siseos de nuevo y el grito cesa. El tiempo juega en vuestra contra. Apretáis el paso cuánto podéis, ayudando a Kanu y a Rashid. De repente un fuerte sonido inunda los túneles, y poco después, una fuerte corriente de aire entra por los túneles. Avanzáis hasta que poco antes de que el aire y el sonido cese, llegáis a una gran cavidad. Como los túneles anteriores, la cavidad es rocosa y escarpada, llena de  cristalizaciones afiladas por las paredes y techo. Sin embargo podéis observar el suelo desnudo en grandes zonas, zonas que a la luz de las antorchas se os antojan caminos.

Mola...- pensé al ver el despliegue de habilidades de Umar, por lo que mientras seguimos avanzando por la cueva, mantuve un ojo puesto en el, por si hacia más cosas.  El camino no era precisamente fácil, oíamos el siseo de manera constante  y aun respiraba con dificultad por culpa de esas malditas esporas, pero no era nada que no pudiese aguantar. Además, algunos de los túneles por los que pasamos estaban llenos de algún tipo de mineral cristalizado, y cogí un par con formas chulas de recuerdo.

Las gemelas- pensé cuando tras un rato avanzando escuchamos un chillido, seguido de mas siseos, por lo que aun con algo de dificultad, apretamos el paso hasta llegar a una gran cavidad.

De repente, Kitnawa i Nicolai observan algo moverse en el fondo. Está demasiado oscuro, y la luz de las antorchas apenas os deja ver lo suficiente, pero algo se está moviendo y no os cuesta demasiado imaginar el qué. Por lo que habían escuchado antes, había más de un siseo a la vez, así que esperáis más de una serpiente. Sin embargo, no estábais preparados para la visión que os acontecía. Una inmensa serpiente se desliza directamente hacia vosotros y se alza en todo su esplendor. Aunque fina y delagada, el tamaño de la serpiente es simplemente descomunal y su presencia os hace dudar de que haya sido una buena idea perseguir a estos seres.

-Ssssssss.... masssss humanossss!!

Os sorprendéis de escuchar a ese ser hablar, y algo en vuestro interior se remueve.

- Sssssseréisss unos buenoss bocadossssssss.

En un primer momento Nikolai estuvo a punto de quedarse paralizado, sin embargo consiguió dominarse y mentalizarse para atacar o defenderse si era necesario.

No quería precipitarse, por el ruido creía que podría haber más de aquellas criaturas. Repasó mentalmente todo lo que sabía o creía saber acerca de criaturas innaturales como aquellas, tal vez hubiera algo que le sirviese para defenderse.

La criatura sorprendió a Kitnawa, pero no se asustó; el que estuviera esperando que algo así surgiera de entre las sombras desde que entró por aquel hueco en el árbol debió ayudar en algo. Tensó el arco y se preparó para disparar, al tiempo que ordenaba a Usiku que atacase.

Una serpiente gigante- pensé en cuanto vi a la inmensa serpiente deslizarse directamente hacia nosotros, alzándose en todo su esplendor -¡Y habla!- me dije al escucharla, mientras notaba aumentar la excitación en mi interior -Seguro que Thimba no me cree cuando se lo cuente- pensé mientras intentaba recordar si alguna vez me había contado alguna historia sobre un ser como ese. Por desgracia parecía que prefería comernos a hablar.

No te creas... puedo ser bastante indigesto- le dije a la serpiente con una sonrisa, mientras me agachaba, poniéndome en posición. Las piernas flexionadas, listas para impulsarme en cualquier dirección; el cuerpo inclinado, paralelo as suelo, preparado para esquivar cualquier ataque; los brazos extendidos, las garras listas para desgarrar a mi oponente. Puede que aún no me hubiese recuperado del todo de las malditas esporas, y tampoco sabía que podian hacer los que me acompañaban, pero eso no me iba a impedir actuar.

Rashid recuerda en el momento de ver la descomunal serpiente la descripción de Thimba del tótem serpiente, el dios de las serpientes de la selva. Una criatura simplemente descomunal, tan grande, que si se estirase, podría tocar con su cabeza y su cola los límites este y oeste de la gran selva de Nanwe. Una serpiente tan vieja como la selva misma, se representa en todos los cuentos como una serpiente llena de colmillos en su boca, más parecida a la boca de un cocodrilo que a la de una serpiente con sólo colmillos. Por la descripción, está claro que no llega a ser exactamente la misma, la serpiente que tenéis delante es grande, muy grande, pero como para atravesar la selva de nanwe? Además, su boca tiene únicamente dos colmillos, típicos de la familia viperina.

Rashid observa en ese instante como la serpiente fija su vista en el pobre Kanu. Sin dudarlo un segundo, se lanza hacia el cuello levantado de la serpiente intentando desviar su atención. Con una velocidad de espanto, se lanza saltando con sus garras por delante en un ataque preciso y letal para cualquier animal, sin embargo, a la sierpe solo consigue clavarle unos pocos centímetros del las afiladas garras. Es entonces cuando, asombrado se da cuenta de sus asombrosas escamas. Con una velocidad endiablada, gira sobre si mismo para arrancar la garra del lugar y volver a desgarrar con su garra izquierda la zona colindante antes de caer al suelo.

Sin embargo, la colosal serpiente parece casi ni haber notado el golpe, decidida se lanza a por Kanu ignorando todos los allí presentes. No es hasta el último momento que Adhyra, su guardiana, salta hacia él, empujándole y apartándole de la trayectoria, cuando la serpiente cierra su boca en un mordisco que suena bastante mortal, sólo consigue arañar el lomo de Adhyra.

Aprovechando la ocasión Nikolai y Usiku se lanzan al contraataque. Aprovechando la situación de la cabeza, Nikolai se avalanza sobre la serpiente con su magnífico estoque. Un ataque vertical que busca entremeterse entre escamas consigue hacer un importante corte en el cuello de la serpiente, no mucho más atrás que la cabeza. Usiku, algo más alejada, se lanza con su zarpa hacia el enemigo consiguiendo apenas rascar la dura piel.

Kanu, apartado del peligro por su guardiana, observa como ésta recibe el rasguño y sin dudarlo, empieza a hacer gestos con las manos.

Para cuando Kitnawa está a punto para disparar con su arco, La serpiente se ha retirado de su primer asalto. Sin embargo, el alcance del arma aún le permite hacer algo. Apunta con urgencia y suelta la flecha, que vuela hacia el cuerpo de la serpiente. Pero las gruesas escamas logran hacer saltar la flecha del enemigo, partiéndola por el golpe contra la muralla de escamas y dejando una marca apenas visible en la escama.

Parece que el combate va a ser algo difícil cuando escucháis un quejido, miráis hacia atrás para ver como Adhyra, que apenas había recibido un arañazo, se desploma en el suelo entre quejidos. La situación se vuelve peliaguda, estáis seguros que eso que tiene Adhyra se llama veneno y no sabéis sus efectos, aparte que parece doler muchísimo.