Partida Rol por web

Tras derribar con éxito uno de los bandidos y ver como Jacklin y Khya se encargaban del otro, el último de los secuaces vino a por mí… aunque cargó con ferocidad, la presión y el nerviosismo por ver caer a sus compañeros mientras el “jefe” sólo les gritaba le hizo fácilmente esquivable.

- Odio esta gentuza, tu no? - dije mientras daba un paso lateral, apartando al bandido de mi trayectoria y centrando mi disparo en su líder.

A pesar de que Ed falló su disparo, el jefe de los bandidos ya estaba en su límite. Veía como no paraban de caer sus aliados y ya solo quedaba otro bandido que apenas se podía tener en pie. Finalmente optó por la opción más cobarde y de un salto bajó de aquel tronco para comenzar a correr y abandonar a su suerte al otro bandido.
-¿Je...jefe?
El bandido no logró decir nada más cuando de pronto una flecha salió de entre los árboles del bosque y atravesó su garganta. El bandido se llevó las manos a la herida al mismo tiempo que se desplomó en el suelo. El grupo trató de buscar de donde vino aquella flecha. Para la sorpresa de todos, de entre los árboles aparecieron 6 hombres, tres a cada lado, todos con ellos armados con arcos y apuntándoles a ellos. De pronto una voz se escuchó entre los árboles.
-¡No está nada mal! ¡Sabéis defenderos!

En cuanto vi como el jefe de los bandidos empezaba a correr mire al bandido que quedaba. Mi mano aun sostenia el cuchillo por si intentaba algo.- No te muev…- Una flecha que no pertenecia a ninguno de nosotros volo para clavarse en su garganta.

Me gire hacia la dirección que había aparecido para encontrarme como mas gente armada salía del bosque. Al ver la cantidad de personas que eran deje caer el cuchillo de mi mano. No sabia quienes eran, únicamente sabia que aquella ultima muerte no era necesaria.

Un pequeño sonido del filo del cuchillo introduciendose en la tierra húmeda sonó de mi lado. Mi mano se dirigio al hombro izquierdo, el cual seguía en parte herido. Me daba igual quienes fueran aquellas personas si peleábamos contra tantos estábamos perdidos.

Al final lo habíamos conseguido, de hecho, aunque aquella flecha de no sabía quien no hubiese aparecido nos las habíamos apañado bien, bueno, en realidad yo no había podido hacer mucho pero algo sí. Sonreí a mis compañeros mientras me sacudía las ropas y miraba que estuviesen razonablemente bien.

- ¿Todo bien chicos? Aún tengo la fruta que encontré, deberíamos aprovecharla antes de que se pudra...

Miro de reojo hacia el bosque, aún con mis armas en la mano por si tenía que volver a utilizarlas.

Tras ver cómo era atravesada la garganta del bandido que tenía mas cerca mientras su líder huía como una rata me planteé intentar abatirlo… al fin y al cabo era más importante esa rata cobarde que los pobres secuaces a los que les habíamos sesgado las vidas, pero el cansancio, el entumecimiento del brazo a causa del golpe y los seis arqueros que nos apuntaban me hizo replanteármelo.

Aún así, preparé una nueva flecha sin hacer ningún movimiento brusco ni llegar a tensar la cuerda… aunque parecía que ese grupo nos había salvado, quizás sólo habíamos ido de mal en peor, a fin de cuentas, nos apuntaban con sus arcos como si fuésemos delincuentes.

- ¿Quiénes sois? - grité en dirección a la voz que se había pronunciado y aún permanecía oculta.

En cuanto vi que el jefe huía gire sobre mis talones y me puse frente a Khya. Le puse una mano en su hombro, en mi cara se podía claramente lo preocupado que estaba.

-Khya, ¿como te encuentras? -mire la el golpe de su cabeza y me mordí el labio inferior- Es mi culpa pelee muy torpemente con uno de ellos y te deje sola frente al otro. Lo siento, prometí protegerte pero a la mínima he fallado.

Vi de reojo como el último bandido era rematado y unos hombres salían de los árboles. Al escuchar la voz que nos hablaba, agarre con mas fuerza la espada aunque sabía que no debíamos pelear mas.

-¿Que es lo que quieres? Muy pocas personas ayudan a otras de forma caritativa aunque ya nos estáis apuntando así que es obvio que no venís en son de paz.

Con mi brazo libre rodee a Khya y la pegue a mi. Estaba decidido a protegerla la próxima vez.

Un séptimo hombre salió de entre los árboles. Su aspecto era algo descuidado, con un pañuelo en la cabeza y una daga en la mano. Algo alejado, acabó poniéndose frente al grupo.
-No hace falta que os preocupéis. Esto solo son precauciones. No hemos podido ayudaros hasta que no saliera corriendo un testigo, pero habéis hecho un buen trabajo. Mi nombre es Morrig, y estáis frente a los bandidos del colmillo blanco. No todos ellos, claro...

Mantengo mi actitud reservada frente a esta gente.

-Así que hemos salido de una pelea contra cuatro bandidos desorganizados y mal preparados para encontrarnos con ocho miembros de una banda organizada y con mejores planes. Es decir estamos peor que antes y tu dices que no nos preocupemos.

Se habían autodenominado bandidos eso para mi era suficiente para desconfiar de ellos, ninguna buena persona se llamaría a si mismo bandido.

-Ahí es donde te equivocas.- El hombre enfundó su daga.- No queremos mataros ni robaros. Todo lo contrario... Queremos felicitaros y agradecéroslo. Esos tipos no paran de hacer los caminos peligrosos. Quisiera que nos acompañarais. Al jefe seguro que le encantaría hablar con vosotros.

Cuando Jacklin se acerca a mí en actitud protectora sonrío, quizás él sentía que me había fallado pero yo no, le estaba agradecida simplemente por intentarlo.

- Estoy bien, nada que no pueda solucionarse con una buena noche de descanso no te preocupes.

El tipo que dice ser un bandido vuelve a hablar, sin embargo parece no tener malas intenciones aunque ¿realmente podemos fiarnos de él?, no le conocemos de nada y no nos ha dado motivos para ello.

Me acerco más a mi amigo para susurrarle.

- Deberíamos seguirle, parece que son más que nosotros, pero con cuidado...

Por muy poco que me gustara al idea Khya tenía razón ya estábamos bastante heridos como para combatir de nuevo y encima en inferioridad numérica. Enfunde mi espada y agarre la mano de mi amiga.

-No te separes. ¿Quien sabe que planean estos tipos?

Miraba de reojo a cada uno de los que nos rodeaban aún dudando si alguno iba a disparar su arco en algún momento.

-¿Y porque a vuestro jefe le interesaría un grupo como el nuestro? Aparte de porque le eliminamos la competencia -seguía demostrando con mi tono de voz que no me fiaba ni lo mas mínimo de ellos- Es decir somos un cazador, una trovadora, una jovencita interesa por los libros y un aspirante a caballero.

-¡Precisamente por eso!- Morrig hizo un gesto y todos los arqueros bajaron su arma. -Sois personas simples que han podido acabar con esos malnacidos. Seguro que el jefe querrá hablar con vosotros. ¿Me haríais el favor de acompañarnos?

Pasado el tenso encontronazo inicial, parece que no teníamos más remedio que acatar sus deseos, así que, tal como hizo Jacklin, guardé la flecha en el carcaj y colgué el arco en mi hombro como de costumbre para luego, juntarme de nuevo con mis compañeros.

- Creéis que podemos confiar en ellos?

Estaba cansada de pelear y casi todos habíamos recibido heridas, unos por el árbol que había caído y otros por las armas de los bandidos. Y allí estábamos, frente a un grupo mas numeroso que el primero que pedía que, como el anterior, pedía que les acompañáramos.

Me agache a recoger mi cuchillo y lo guarde en su funda. Mis compañeros, al igual que yo parecían recelosos, pero si peleábamos ahora lo tendríamos difícil.- No, no podemos, pero no tenemos otra.- Respondí a Ed cuando escuche su pregunta.

Aunque era mas que evidente que no quería asentí con la cabeza ante la pregunta de acompañarles a ver a su jefe.

-Exactamente, hay que mantener la guardia alta.

Esta situación hacía que me diera mas cuenta aún de todo lo que tenía que mejorar pues las historias sobre caballeros enfrentando solos a grupos de varios eran numerosas y yo en cambio estaba atado de pies y manos por la desventaja numérica y heridas previas. Aunque incluso si estuviera en perfecto estado no podía defender a los demás a la vez que peleaba.

-Adelante, guíanos.

En el momento que Jacklin aceptó, el resto de bandidos volvieron a internarse en el bosque, desapareciendo de la vista. Entonces Morrig con una sonrisa les hizo un gesto para que le siguieran. Junto con Morrig, se desviaron del camino, internándose en el bosque. Tras un buen tiempo con un silencio incómodo por la preocupación, finalmente llegaron a lo que parecía una gran cabaña en medio de un claro.
-Aquí estamos. No seáis tímidos. Adelante.

Tras una caminata incómoda y sin soltar a Jacklin, cuando el bandido nos señala la cabaña tiro un poco de mi compañero hacia delante para ser los primeros en entrar. Tenía muchísima curiosidad acerca de lo que nos íbamos a encontrar allí y quería ser la primera en verlo, pero no sola, sabía que si iba con él todo sería más fácil, su compañía me hacía sentir más tranquila.
 

Habíamos andado ya un buen rato cuando llegamos a nuestro destino… una cabaña en medio de un claro. Aunque la tensión en el ambiente iba en aumento, el silencio me permitió fijarme mejor en el entorno para intentar situar mejor el camino de vuelta al sendero principal.

Vi como Khya tiraba de Jacklin para entrar en la cabaña, y me di cuenta de que también sentía curiosidad por ese sitio… ¿que tenían pensado para nosotros? Si nos querían robar, hubiese sido más fácil hacerlo en el bosque, pero ¿por qué molestarse en llevarnos a su guarida?

Me mantuve todo el camino con el ojo puesto sobre el hombre que nos guiaba, esperando en cualquier momento que se girara para con un grupo escondido atacarnos ahora que estábamos del camino donde pudieran ayudarnos. Pero por suerte no ocurrió nada, al menos por ahora. Al ver la cabaña enarco una ceja pero poco mas debido a los tirones de Khya por acercarnos a los cuales respondo aumentando mi velocidad.

-Que raro, de unos bandidos no me esperaba que vivieran en una cabaña, mas bien me imaginaba un campamento fácil de montar y desmontar.

El grupo acabó entrando en la cabaña seguidos de Morrig. Y lo que allí se encontraron fue bastante distinto de lo que se esperaban. Era una gran sala con mesas y bancos, todas llenas de bandidos, y en una esquina, una barra con otro bandido sirviendo cerveza. Todos reían y se divertían. Algunos incluso tocaban para llenar la sala de música y todo parecía una fiesta. Morrig os guió entonces hasta la barra pasando entre todo ese alboroto.
-¿Queréis tomar algo?