Partida Rol por web

Cuando Gutierrez y Monteros regresaron a la escena se encontraron con un despliegue impresionante de reporteros acampados frente a las murallas que rodeaban el terreno de la mansión. Robledo no había escatimado tampoco en recursos para mantener a raya a aquellos buitres y un ejército de policías patrullaba el perímetro para evitar que algún emocionado 'buscador de la verdad' atravesase el cerco policial. Cuando los detectives entraron a través de las puertas de la finca tras identificarse la miríada de flashes y voces aullantes les hicieron sentir lo que unas estrellas de rock antes de subir al escenario.

Al otro lado de la verja el lugar estaba sumido en un omioso silencio. Mientras aparcaban los detectives no sabían si aquello era reconfortante o no.

Patricia apuró el paso. A pesar de su afinidad con las cámaras -más de una vez le había tocado ser el enlace con la prensa- en aquel momento no quería ser interrogada. Cualquier cosa que dijera, por mínima que fuera, generaría olas. Sin embargo, a la vuelta, tendría que hablar con Robledo por este tema. Cuando la prensa no tiene sustento, se inventa lo necesario para rellenar páginas y segmentos televisivos, y para ellos, podría ser perjudicial que comenzaran a correr bulos por los medios.

Una vez dentro, comentó con su compañero.

-Sabes si ya tenemos acceso a las cámaras de vigilancia? me gustaría saber qué se ve, sobre todo porque ayer me quedó la impresión de que el asesino fue sorprendido antes de terminar su faena. Puede que ello lo haya llevado a cometer algún error, como quedar registrado en un video, por ejemplo...

Luego se dedicaría a curiosear un poco más entre las cosas de la víctima, en busca de algo que se les hubiera podido pasar en la noche: otra caja de seguridad como la de Adelaida, algo que relacionara a Bragantes con la astrología, algún otro secreto más allá del sótano, sitio al que pensaba visitar una vez más antes de dejar la casa.

Gutierrez tuvo que contenerse para no llevarse por delante a uno de los jodidos paparazzis que solo querían alimentar el morbo del programa de Ana Rosa*.

- No tendremos tan buena suerte. - dejando claro a Monteros su desánimo como lo infructuoso que estab resultando ese caso pero no iba a dejar de hacer su trabajo y revisó la libreta. - Pero el chaval dijo que hay tres cámaras de tráfico en la carretera, así que tendremos que hacer que central nos las pase. Y preguntar a los vecinos por si tienen propias de mientras los de la empresa de seguridad reciben la petición oficial para sus grabaciones, que ahora con lo de la ley de protección de datos es todo mucho más lento.

- De mientras, podré revisar el murete que rodea el terreno, para ver si hay marcas de que alguien haya saltado, ¿te parece bien?

-Perfecto, voy a ver si encuentro a alguien que me pueda decir como está el tema de las grabaciones y si aún no hay nada, empezaré a barrer la casa con un poco más de calma. Anoche estaba muy cansada y sólo me centré en el cuerpo y lo que vimos después -aunque los periodistas habían quedado atrás, las órdenes del jefe seguían estando presente en la cabeza de Monteros y no hablaría del tema del sótano hasta no estar en un lugar seguro, junto al resto del equipo.

Gutierrez llamó a la central de seguridad. Tras una rápida charla con el encargado corroboró que las cintas estaban disponibles y que un mensajero las llevaría a comisaría para su revisión¹.

Patricia echó una ojeada general a la casa revisando las estancias. El lugar estaba decorado con gusto pero daba una sensación de ser obra de un decorador. Parecía más una casa de catálogo que un lugar donde viviera alguien habitualmente. Según les habían explicado aquella casa era un hogar secundario para Bragante. No había fotos, recuerdos, nada. Rebuscó en todos los cajones, armarios, bajo la cama. Nada especial. Ninguna caja fuerte, ningún secreto especial salvo, por supuesto, la trampilla a aquel sótano estrafalario.

Gutierrez regresó a la zona del muro de árboles en busca de huellas. Lo recorrió metódicamente para ver si encontraba alguna pista y entonces se fijó en algo. Unas huellas en el suelo. ¡Había encontrado algo! Se agachó para examinarlas con más detenimiento. Eran unas pisadas que recorrían un camino desde los setos de la parte trasera de la casa hasta el parqué que rodeaba el edificio. Allí, por supuesto, se perdía el rastro. El detective revisó aquello con cuidado: podrían no ser del asesino pero desde luego resultaban sospechosas. Volvió sobre sus pasos hasta el seto. Revisó la estructura del mismo y separó unas ramas. Había una estructura metálica por la que se podría trepar con cierta facilidad ayudado por los propios arbustos que hacían de muro tras ella.

- Estoy ya mayor para estas cosas... - mumuró Gutierrez mirando la estructura metálica y poco dispuesto a romperse la crisma en una mala caída cuando tenían un montón de muchachos recién salidos de la academia y con demasiadas películas yankees en la mente que seguro que harían cola por trepar y poder contar la anécdota con unas cervezas.

Volvió a la casa para avisar a Monteros y aprovechó para indicar a los de científica que había huellas de pisada en el exterior.

- Monteros. - dijo a su compañera al localizarla. - He encontrado un rastro de pisadas desde el muro hasta la trasera de la casa, donde se puede haber trepado. ¿Cómo vas por aquí?

Aprovechó para tratar de situarse y localizar dónde podría ser el acceso si trepara la estructura.

Mientras esperaba la respuesta de Monteros el viejo agente se fijó en la estructura metálica. Cualquier punto del muro sería fácil de batir. Aquella arboleda estaba pensada más como un adorno que evitase las miradas indiscretas que como una defensa ante posibles intrusos a la parcela.
 

-Buf, nada de nada. Esto es muy frustrante... En este hogar, si es que se le puede llamar así, hay tan poca información de la víctima como en el de Adelaida... ¿Acaso estas mujeres no tenían vida? No puede ser que habitaran una especie de showroom inmobiliario... ¿Tendrá algo que ver con el móvil del asesino que estas mujeres fueran tan... impersonales? -tal vez por ello el asesino había decidido arrancarles el corazón. Lo que mostraban aquellas viviendas, era que nada parecía demostrar cariño o interés, tan solo un espacio funcional para pasar las horas cuando no se encontraban en sus respectivos puestos de trabajo.

-Así que por ahí se metió el asesino? -dijo asomándose al patio desde donde le hablaba su compañero-. Haré un llamado a la central para ver si ya han revisado las cintas de seguridad. Espero que ese sitio estuviera dentro del ángulo de alcance del aparato. Después voy abajo, yasabesdonde -dijo en un susurro. Tomó el móvil y marcó el número de la central.

- Eh, tú. - Gutierrez chasqueó los dedos hacia el primer uniformado que encontró. - Avisa a los de científica que hay un punto de entrada en el muro, que revisen bien todo y un par de vosotros echadles una mano por si hay algún rastro.

Señalaba al chaval el sitio concreto mientras esperaba que Monteros hablase con Central.

Mientras el policía al que había interpelado Ángel se ponía en contacto con la científica Montero llamaba a la central para preguntar por las cintas:

- Hemos solicitado a la central de seguridad el contenido de las cintas pero hay un problema burocrático de algún tipo y aún no las tenemos aquí. Es raro, porque el juez ha dado su consentimiento, por supuesto. Es que parece que hay otra petición desde otro departamento. Ahora mismo estamos intentando resolver el embrollo. Estoy seguro de que es una petición desde nuestro propio departamento que probablemente se tramitó con un código erroneo. Pero vamos: contad con ellas para dentro de unas horas.

Patricia colgó sin ocultar el desconcierto en su rostro. ¿Un problema interdepartamental? ¿Un error burocrático? ¿En un caso tan importante? ¿Debería preocuparse por algo?

Mientras ponía al día a Ángel habían llegado al cuartucho que ocultaba la puerta secreta. Tal y como se había notificado ningún agente custodiaba ese área. En realidad no existía para los demás por petición expresa de Robledo.
 

- En cuanto lleguemos a comisaría, hay que revisar bien que ha pasado. - dijo cuando Monteros le explicó el embrollo de las cintas. - Si se han pedido dos veces, ha sido una cagada y listo pero espero que no haya alguien pidiéndolas también porque a una señora se le ha perdido el caniche en este barrio.

Mientras hablaba, se aseguró que su linterna funcionara. Aunque el sótano tenía luz, prefería no quedarse a oscuras en un sitio con tan mal rollo como ese.

- Hacemos inventario, revisamos si hay caja fuerte o similar... - repasó en voz alta lo que tenían que hacer allí dentro por si su compañera tenía alguna otra idea.

Ambos agentes descendieron al museo de los horrores nuevamente. Las cosas estaban tal cual las habían dejado. Patricia sacó su móvil para sacar fotos. ¿Aquello iría contra las órdenes de Robledo? No habían tenido tiempo de pensarlo hasta aquel momento pero había sido una reacción un tanto rara al descubrimiento.

- Supongo que nos tocará a nosotros comprobar si hay huellas que no correspondan a la difunta. - dijo a Monteros, esperando que ella tuviera algo más de experiencia que él en pasar el pincelito.

Sacó de nuevo su libreta y el lapicero y comenzó a mirar las vitrinas mientras trataba de hacer un inventario de lo allí dispuesto.

- ¿Sabes sacar buenas fotos con el móvil? - preguntó también a su compañera. - Las mías siempre salen borrosas y supongo que harán falta en algún momento para localizar su procedencia.

Patricia aplicaba su pincel mientras respondía con sorna:

- No eres de gran ayuda ¿eh? ¿escribiré yo también el informe? Mejor no contestes... Me apuesto a que encargas la cena a un restaurante.

Nunca desaprovechaba la oportunidad de meterse con su compañero pero no había malicia en su tono, sino más bien complicidad.

- No hay demasiadas huellas, la verdad. De hecho casi no hay huellas. Y es una pena porque... espera. Aquí tenemos algo.

Le mostró a Angel una huella en una vitrina. Un pulgar gordo, grande.

- Habrá que revisarlo pero me juego a que es de un hombre. Y es curioso que sea la única huella en toda la estancia.

Gutierrez simplemente se encogió de hombros cuando Monteros le lanzó una pulla sobre su falta de colaboración en las labores más técnicas de la escena y optó por no explicarle que el último informe lo había hecho aún a máquina de escribir.

 - Esperemos que no sea de un técnico o que Montalbano o Cortés posaran la mano donde no debían. - gruñó, no tanto por la prueba como porque se temía que fuese otro callejón sin salida como estaba siendo todo el caso.

Volvió a echar un vistazo rápido, sin detenerse demasiado en ningún objeto en concreto y teniendo que quitarse las ganas de santiguarse un par de veces.

 - Vamos al laboratorio para que la procesen cuanto antes y preguntemos al resto cómo van.

Los detectives salieron del escenario dirigiéndose nuevamente al cuartel. Mientras esperaban una respuesta al Whatsapp le pasaron la huella al departamento científico. Aquello no podría llevarles más de una hora, así que mientras tanto se sirvieron un café de la máquina.

-De qué está hablando Montalbano? -Patricia estaba mal dormida y con la cabeza más puesta en el entorno que la rodeaba que en lo que estaban haciendo sus compañeros, por lo que el mensaje del otro detective le sonó a chino básico.

-En fin, espero que nos manden el resultado pronto... ya quiero dejar este lugar y seguir tirando por otro lado... Y ver qué demonios ocurrió con las cintas de vigilancia.

Ambos tardaron un rato en recordar que Espinola era el policía que había bajado primero a aquella sala. En una fatídica casualidad, como cuando fue el descubrimiento de la tumba de Tutankamón, el primero en hacer el hallazgo había tenido un accidente esa misma noche, con un escape de gas. Al parecer Montalbano se había decidido a visitarlo.

-¿Qué les pasa a los de CSI que no llega el resultado? ¿Tan difícil es cruzar una huella en la base de datos? No me digas que otra vez se les volvió a colgar Windows... -tiempo atrás había ocurrido un incidente del estilo, algo que los jefes preferían no recordar por lo bochornoso de la situación, pero entre los detectives era una broma recurrente.

-Vamos a meter un poco de presión, que lo de las cintas de video me preocupa más, y mientras sigamos aquí tomando café, su rastro se enfría.

- Una pena lo de Espinola, era un buen chaval... - Gutierrez negó ligeramente con la cabeza. - Al menos no habrá sufrido mucho.

Apuró el café mientras repasaba mentalmente el caso.

- ¿Y los gallegos? - preguntó entonces a Monteros mientras sacaba el móvil. - No nos han dicho si están viniendo o han encontrado algo.

Escribió al grupo y volvió su atención a su compañera.

- Quizá tengamos que volver a hablar con Salinas, por si conoce a Bragante, alguien tiene que haberle traído toda esa mierda, ¿no?