Partida Rol por web

El hombre desplazado posa la mano sobre su hombro.

- Sois un ángel -murmura. Luego añade: - Quedaos a descansar, lo necesitáis.

Cuando ve mejor a la paladín, empieza a hablar sobre el caballero de su orden.

- Fue uno del campamento quien lo vio. Sepiel se llama. Nos contó que fue tras su llegada que cerraron las puertas a los desplazados. Por seguridad, dijeron los soldados. Sepiel se apostó con ellos que se colaría en las murallas, y les ganó jejeje este Sepiel, muy ágil, es de un pueblo al pie de los Riscos y se le da bien escalar. De todas formas no duró mucho dentro de la ciudad: los Renacidos lo identificaron enseguida y lo sacaron. No le aplicaron ningún castigo, sino que lo retaron a que lo intentara otra vez, que esta vez no iba a traspasar ni la primera muralla jejeje y ¿qué está haciendo Sepiel? Pues volviendo a apostar con los soldados jejeje.

De repente su diversión se corta y su rostro toma una expresión más sombría.

- Eso sí, lo que gana en las apuestas no lo comparte. Pero aquí hay algunos así. No sé cuánto duraremos si siguen con las puertas cerradas. ¿No podrías hablar con ese paladín para que las abran? Aunque sea para acampar entre las murallas, algo más guarecidos del fío a las noches. Seguro que a vos te escucha. No sé cómo se llama, Sepiel seguro que te lo puede describir. Esperadme aquí, voy a buscarlo.

***

El hombre vuelve con un chico flacucho, jovencito, con diversión en su expresión. Sonríe pícaramente a Serra.

- ¡Pero qué afortunados mis ojos! A vos... ¡a vos te cuento cómo era el señor paladín y todo lo que quieras! Si quieres más cuentos puedes quedarte a dormir que tengo mucho más entretenimiento...

Tras un guiño de ojo y una sonrisa divertida -divertida solamente para él, el hombre parece estar un poco avergonzado ante el comportamiento del chico con Valeria-, describe al paladín que vio dentro de las murallas. Cuenta que tras ser identificado fue llevado ante él, quien lo vio de cerca. Y que fue él mismo quien decidió echarlo sin otro castigo, desafiándolo a entrar de nuevo "para ponernos a prueba a los Renacidos", dijo.

- Me pareció extraño que se incluyera a él mismo entre los Renacidos. Porque entró como Paladín de Serra y no estoy seguro de que se pueda pertenecer a los dos.

Por la descripción, podría tratarse de Sir Damontir El Loco.

Apoyada en su espada, Valeria se reincorpora. 

-Estoy bien, estoy... bien.

Sus palabras no tienen mucha convicción. Escucha atentamente las palabras de Sepiel:

-Otro miembro de mi orden en Puerto Bornh...

En su cabeza se agolpan preguntas sin respuesta: ¿Quién es? ¿Por qué se permite que los niños pasen hambre? ¿Qué males hay dentro de la ciudad que requieren tanta atención como para dejar de lado a inocentes?... pero intenta calmarse: los paladines de Serra no son omnipotentes y se están enfrentando al Fin del Mundo. 

La humildad es la virtud más difícil de conseguir.

-¿Quién es? 

Pero en su corazón empieza a anidar una sospecha cuando le describen a  un hombre de ojos refulgentes, mostacho pardo y barba blanca . 

Una mujer os interrumpe al entrar a la tienda, agitada:

- ¡Socorro! ¡Están a los hachazos! -trata de recuperar el aliento-. Creo... ¡creo que ha matado a uno de los de Aiján! El... el enano. Los está matando.

La mujer le implora a Valeria:

- ¡Por favor, corred! Tal vez a vos te haga caso.

Valeria alza las cejas al ver sus pensamientos interrumpidos:

-¿Que...? iMierda!

Se tapa la boca a continuacion y enrojece violentamente: el lenguaje soez no es propio de los paladines de Serra. Con fin del mundo o sin el, las formas deben mantenerse.

No, por favor. Otra vez no.

Hakk y Valeria han corrido varias aventuras juntos. Sin embargo, el viejo enano parece abocado a una espiral de destruccion (suya y de otros) que con el tiempo va a peor. La muchacha se ha propuesto sacar a la luz la mejor parte del enano, el espiritu noble y tenaz que caracteriza a su raza, pero parece enterrado bajo una montaña de amargura y furia asesina.

Valeria coge su espada y sale corriendo de la tienda. Lo que le espera afuera es un espectaculo desolador.

Valeria alcanza al grupo de aldeanos que corre hacia una explanada fuera del campamento, donde debe de estar Hakk. La noticia ha corrido como la pólvora y la gente está angustiada.

Lo que presencian al llegar es horrible: los cuerpos de tres leñadores yacen en el suelo, sus cuerpos destrozados y desangrados. En medio, el enano guerrero empuña su enorme hacha mientras dice algo que no se alcanza a oír a un último leñador, el cual está paralizado, desarmado. Con un rápido y fuerte movimiento, el enano describe un arco con su hacha que termina en la cabeza del leñador, partiéndosela en dos y llegando hasta el tronco. La sangre brota a borbotones, y el cuerpo inerte del leñador se desploma.

- UUUURRRRGGGGG!!!!!! -grita Hakk roncamente, lleno de júbilo y con una amplia sonrisa, mientras alza su hacha cubierta de sangre.

Durante unos segundos, se hace el silencio en la explanada.

A lo lejos, desde lo alto de la muralla, los soldados parecen estar entretenidos con la escena.

Entre los desplazados se oyen gritos de horror. Una mujer cae de rodillas, se oyen sollozos.

Un chico grita, se zafa de la mujer que lo estaba sujetando, y corre hacia el lugar de la masacre.

- ¡Papaaaá! - grita con voz quebrada, las lágrimas corriéndole por las mejillas.

- ¡Espera, Noel! ¡No! -grita la mujer que lo sujetaba.

Los desplazados que parecen más curtidos miran furibundamente al enano. Algunos murmuran entre ellos, o para sí, los dientes y puños apretados.

Jadeo levemente tras el combate que acabo de terminar. Una multitud se arremolina alrededor de la escena, entre ellos se encuentra Valeria. Un chico corre gritando, llorando, hacia uno de los cadáveres. Comprendo que es su hijo: - Tu padre luchó con fiereza. -digo al chico.- Pero eso no fue suficiente para salvar su vida. - Mi tono es solemne, he vivido escenas como esta una y otra vez. Ahora el chico, si juzga injusto lo ocurrido, deberá jurar vengar la muerte de su padre, tomando la senda del guerrero y dándome encuentro algún día.

Noto miradas hostiles entre los presentes. No entiendo bien qué ocurre. Es normal que estén enfadados si estas tres sabandijas eran de los suyos, pero al mismo tiempo ha sido un combate abierto y justo, que ha terminado mal para ellos. El honor debe prevalecer por encima de riñas o quejas de débil nodriza. Escudriño a la multitud para intentar adelantarme a ellos, en caso de que la cosa se ponga fea, me pregunto qué está a punto de pasar, de qué son capaces estos insensatos. También miro a Valera en busca de una señal. Busco a Jonah pero no le veo.

-¿Qué...?-la voz de Valeria tiembla -¿Qué ha pasado?¿Qué has hecho?

Todavía tiene la espada en la mano pero su acero también tiembla. Un vistazo rápido le basta para entender que no hay nada que pueda hacer ya por los caídos : les faltan demasiadas partes. 

-¿Qué has hecho?-repite. 

Puede notar el miedo y la tensión creciendo en la multitud. A pesar de las aventuras vividas juntos, el viejo enano sigue siendo un misterio para ella. Su código y su sentido común le gritan que proteja a  los inocentes mientras que su corazón está encogido de congoja: ¿cómo ha podido ser tan estúpida?

El murmullo empieza a crecer en intensidad y algunos empiezan a gritar, insultando a Hakk y escupiendo al suelo.

- ¡Asesino! ¡Malnacido! ¡Cobarde!

Empiezan a dejarse ver martillos, mazas y otras herramientas de trabajo, entre aquellos que gritan. Muchos de los que no tienen herramientas se arman con lo primero que encuentran. Todavía nadie se anima a tirar la primera piedra, pero el ambiente se está caldeando.

El chico Noel coge el hacha del cadáver de su padre.

Un ligero temblor vertical se siente a través de los pies. Se oyen campanas de alarma. Una bandada de pájaros os sobrevuela tierra adentro. Muy a lo lejos, las nubes sobre el mar adquieren un tono rojizo. En ese punto está pasando algo.

En la muralla se ve movimiento de los guardias hasta que desaparecen.

Tras unos segundos, el temblor se deja de sentir.

Se hace el silencio en la explanada, excepto por el tañido de la campana, que sigue sonando. El semblante de los desplazados cambia de odio a miedo.

Valeria se muerde el labio. Hace un gran esfuerzo para no echarse a temblar. Las lagrimas se agolpan en sus ojos. La mano con la que sujeta la espada esta blanca del esfuerzo. La tension esta a punto de quebrar su espiritu:

-¿Qué has hecho?-grita desesperada-¿Qué has hecho, maldito seas?

Cuando veo al chaval recoger del suelo el hacha de su padre me siento orgulloso, puede verse un brillo especial en mis ojos que lo afirma. La multitud empieza a cercarme, pero ni les considero una amenaza. Me dirijo al chico: - Chaval, tu padre estaría muy orgulloso de ti, por tomar su arma y querer vengar su muerte, es muy honorable por tu parte. -respiro- Pero no seas necio. Crece y entrénate, y cuando seas diestro en el uso de un arma, búscame, y gustosamente me batiré contigo en duelo.

Luego Valeria se acerca, temblorosa, no sé muy bien por qué, preguntándome insistentemente qué he hecho. Noto decepción en su mirada. Puedo que incluso ira, o miedo, o una mezcla de estas emociones y puede que otras, no entiendo nada. Ni siquiera acierto a responder. Sólo la miro confuso. No sé si se unirá a mí o si se pondrá contra mí en caso de que la turba quiera bailar.

En este momento el cielo ruge de rojo, Ast brilla y me insinúa algún peligro lejano en el horizonte, me susurra horrores y mi mente se recrea con imágenes de batallas, de sangre... cuando vuelvo en mí veo el mismo rostro de Valeria, que sigue insistiendo, parece no haber prestado atención a lo ocurrido allá a lo lejos ni al temblor bajo nuestros pies.