Partida Rol por web

Más preocupado por evitar la espada y la daga del contrabandista y vigilar las acciones de Brien que de su ballesta, Theonil disparó demasiado pronto y el virote se perdió en la oscuridad del campo.

Las tornas volvían a ponerse del lado de los bandidos.

Mientras en el punto más alejado de la batalla, un espectacular duelo de espadachines continuaba, las espadas volaban siendo bloqueadas por el broquel mientras el estoque de Gatuzzo rechinaba contra la cruz formada por las espadas de Drieric.

En un momento determinado las espadas de Drieric se dirigieron a las rodillas de Gatuzzo, quien saltó para evitarlas. A la velocidad del rayo el joven de la cicatriz en la mejilla se enderezó y lanzo ambas espadas contra el rostro desprotegido del criminal. La sangre salpicó las hojas de las espadas mientras Gatuzzo gritaba de dolor, una X de sangre y carne cortada ocupaba la totalidad de la mejilla derecha de Gatuzzo que trataba en vano de contener la hemorragia.

Con una furia salvaje por la herida de su rostro, sin hacer caso de su gravedad, que comenzaba a amenazar su vida, el veterano pícaro se lanzó en una serie de furiosas arremetidas que pusieron a la defensiva a Drieric.

Con una sonrisa de suficiencia, el joven se limitaba a retrocer hurtando el cuerpo mientras golpeaba con el plano de su espada zurda la fina hoja de Gatuzzo cuando la estocada era un poco más certera. Las apariencias eran que había habido un gran cambio en la habilidad relativa de los espadachines desde el último enfrentamiento.

 Evea, viendo lo complicado de la situación hace una finta ante los pícaros, dejando caer la larga lanza, para luego salir hacia su espalda eludiendo las hojsa y los filos de los maleantes, su cuerpo se contorsiona con gran habilidad en el aire a la vez que sus pies abandonan el suelo al saltar hacia atrás, nada más llegar más allá del alcance de las armas de estos la joven se desplaza haciendo gala de una sorprendente velocidad, encontrando el flanco de estos a la vez que saca un arco y encoca una flecha para lanzarla al más cercano de los sorprendidos bribones...

 tanto el proceder como la habilidad de la joven tomaron con la guardia baja a los cabrones, que ven incrédulos como la muchacha con piel de ébano le clava una flecha en las tripas al más cercano de ellos.

El contrabandista sintió como la flecha se le hundía profundamente en el vientre, incapaz de reaccionar a los movimientos eléctricos de la joven, retrocedió un par de pasos mientras dejaba caer sus armas y se derrumbó de rodillas tratando de no moverse demasiado para evitar que la herida se agrandase, con los ojos desorbitados de terror mientras murmuraba de forma ininteligible palabras que no sonaban nada agradables.

El contrabandista del interior del almacén siguió con su juego del gato y el ratón con Karlack, usando el dintel como escudo al igual que había hecho el mercenario trató de acuchillarlo con un una rápida sucesión de estocadas con sus hojas.

La espada se limitó a hendir el aire inofensivamente, pero la daga se dirigió peligrosa hacia el cuello del guerrero, obligándole a levantar el escudo del suelo para golpear la mano del pícaro y evitar la cuchillada.

El tipo al que Evea acababa de ensartar se hizo un ovillo en el suelo alternando gimoteos con balbuceos ininteligibles de carácter claramente ofensivo e insultante. Parecía haber perdido todo el espíritu combativo.

Tras ver los horribles esfuerzos de Theonil con su ballesta y enfrentarlos al letal disparo de Evea, el tercer contrabandista pareció decidir que la muchacha merecía más su preocupación que el hombre. Tal vez las palabras de Brien habían ayudado a que pensase que era algún tipo de líder de la ciudad y no un guerrero.

El caso es que en unos pasos atajó la distancia que le separaba de la chica y lanzó una veloz cuchillada con su espada, pero su seguridad en su estocada resultó excesiva pues la muchacha la esquivó con toda facilidad sin necesidad ni de adoptar una posición defensiva.

El guardia hizo honor a su rendición y se apartó a un lado del combate que se desarrollaba a escasos metros de él entre Karlack y su compañero, mientras trataba de reducir la sangre que manaba de sus dos heridas que parecían bastante serias.

En mitad del fragor de la batalla, entre choques de acero, sangre salpicada y proyectives volando, entre gritos, carreras y conjuros, había algo que llamaba la atención. En mitad de todo aquello, junto a un enorme guerrero de impenetrable coraza, una muchacha, también involucrada en el combate, se había quedado durante un instante petrificada. Su rostro reflejaba el más absoluto asombró, mientras su mirada se dirigía hacia la recién llegada que pocos segundos antes había gritado su nombre. 

Si, es ella... ¡¡es ella!! - pensaba

-¿¡¿¡Pia!?!? - exclamó entonces Gaëlle - ¿Que estás haciendo aquí?

Cuando aquella tarde había creído verla de refilón a través de la ventana de la posada lo ultimo que esperaba era encontrársela en una situación como esa, en medio de un combate, con la guardia de Zoquejo involucrada. Aunque a decir verdad si alguien le hubiese dicho esa misma tarde que ella iba a estar metida en medio de aquel berenjenal probablemente se hubiese echado a reír.

¿Cuanto tiempo hacía desde que sus caminos se habían separado? Le costaba calcularlo, en sus recuerdos parecía ayer. Aun soñaba en ocasiones con aquella mañana, cuando la luz del sol la despertó y se encontró sola en la habitación de aquella posada, sin ninguna pista que le indicase a donde se había ido...

Aquel recuerdo no se limitó a cruzar su mente. En lo más profundo de su ser algo se liberó en aquel momento, algo que llevaba tiempo encerrado. Durante unos instantes sintió perder el control sobre si misma, sintió que una sola parte de ella lo controlaba todo. Completamente por impulso, contra lo que su cerebro dictaba, contra lo que le parecía más prudente, Gaëlle no alzó su arma contra ninguno de sus enemigos. En lugar de eso, de sus labios comenzó a brotar una melodía. Una melodía triste a la par que bella, una melodía que inevitablemente se adhirió al espíritu de sus compañeros, renovando sus fuerzas, regalándoles una extraña calma, un mayor sentido de ellos mismos, su arma y del entorno donde se encontraban, una claridad de ideas no enturbiada por la angustia del combate.

Brien miró un breve momento a la nube de humo que envolvía a su compañero, después se fijó en la bruja de ojos desorbitados que corría hacia él. Por un breve segundo trato de apuntar a Theonil, dispuesto a rematarle antes de huir, pero más allá de Karlack y Gaëlle era un tiro difícil y arriesgado.

Se fijó en la espalda de Gaëlle y los gritos que intercambiaba con la bruja que había estropeado su emboscada y por simple crueldad dirigió su disparo a la espalda de la barda. La flecha voló certera e impacto con fuerza en su espalda, por un segundo Brien sonrió al pensar que atravesaría el esbelto cuerpo de la mujer de lado a lado, pero un sonido metálico cortó su sonrisa que se torció en una mueca de enfado cuando distinguió el brillo metálico de la camisa de malla que el vestido rasgado dejó ver.

Inmediatamente el elfo giró sobre sus talones y echó a correr en dirección al muro de espinos que separaba Zoquejo de su Arrabal, una muralla infranqueable salvo escalando. Mientras huía gritó:

-"¡Maldito seas, Bremârk, me las vas a pagar, creéme! ¡Esto no acaba aquí!" -

La nube de humo se intensificó durante unos segundos, era imposible ver nada dentro de ella. Si Karl estaba vivo o muerto no podía saberse.

La nube de humo se intensificó durante unos segundos, era imposible ver nada dentro de ella. Theonil y Evea reconocieron claramente entones la naturaleza del humo. Era humo alquímico, una sustancia usada mucho por asesinos y procedente del Este lejano, una o varias botellitas debían haberse roto con el violento golpe contra el suelo del pícaro.

Sabiendo qué buscar ambos echaron una breve ojeada más allá del humo, Evea apenas distinguió una sombra fugaz que podía ser cualquier cosa que se movía rápido. Theonil, con su visión de los planos celestiales, distinguió la demacrada figura de Karl corriendo como alma que lleva el diablo en diagonal hacia el Centro, a esa velocidad, probablemente habría llegaría en esos breves segundos al muro de espino, o poco le faltaría.

Pía continuó su carrera con ojos desorbitados hasta llegar junto a Gaëlle, se puso a su lado espalda contra espalda y preparó su lanza para desviar cualquier posible ataque contra la bardo, movía la cabeza como posesa alternando su atención para asegurarse que Brien no se daba la vuelta para disparar a Gaëlle de nuevo y que ninguno de los contrabandistas decidían hacer presa en ella.

-"Tranquila, Gaëlle, ese cerdo de Deveraux no te hará daño. Yo me encargo de todo, ya lo verás." 

El contrabandista estuvo apunto de atravesar sus defensas, pero con un rápido movimiento consiguió esquivarlo y golpearle

El tajo de Karlack se dirigió con precisión contra la mano de la daga que trataba de retirarse para montar un contraataque, pero en el último instante la daga desvió ligeramente la hoja de guerra del aventurero que se estrelló violentamente contra el dintel de la puerta haciendo saltar astillas y trozos de madera en todas direcciones.

Al tipo que se escondía al otro lado se le quitó la sonrisa de los labios al ver tan de cerca la muerte. 

Sorprendido por la sucesión de acontecimientos decido intentar hacerme un hueco para perseguir a Brien, sacando mi espada y escudo.

¡No te escaparás tan fácilmente, Brien! 

Dando un pequeño rodeo para evitar dar la espalda al contrabandista que trata de acuchillar a Evea, Theonil emprende la persecución del delincuente elfo. Aunque logra mantener la distancia con Brien, éste llevaba mucha ventaja, pero el aasimar confía en recortarle cuando llegue al muro de espinos y tenga que rodearle. Tampoco es que tenga muchos sitios a donde ir, puesto que en dirección al Arrabal, se ve a lejos carreras de los primeros guardias al servicio de Aleena Recta que acuden al ruido de la trifulca que tiene lugar en el almacén.