Partida Rol por web

A pesar de la ingesta de alcohol, el dolor interno que aún crepitaba en mí y el cansancio acumulado tras varias noches de mal sueño, rompí a correr como sólo puede hacerlo un padre en pos de su hija.

Notaba cómo el aire me faltaba en los pulmones, cómo se me agarrotaban los músculos y cómo los huesos se clavaban implacables al compás de cada zancada

Perdí a tu madre... No te perderé a tí... No a ti... -Forcé todavía más el paso, a un ritmo demasiado alto para mis tiempos jóvenes, e infernal para mi edad. La gente pasaba a mi alrededor, reconocía las caras de conocidos, y parecía que para ellos todo era también confuso. No me importaban ahora mismo nada en absoluto.

Pronto llegué a la primera línea de defensas del bosque, y mi sistema nervioso sufrió un fuerte parón, mientras mis ojos analíticos observaban cada brizna de hierba, cada huella ínfima, cada pedazo de tierra descolocado, cada rama de espino torcida en una busca desespedada de mi hija.

Theonil se internó en el bosque, a pesar de que su ropa era robusta, no dejaba de sufrir enganchones. Tras unas decenas de metros su rostro tenía un par de arañazos y sus manos estaban lastimadas de apartar ramas y espinos. Era imposible ver nada en mitad de la noche, las luces mágicas apenas eran capaces de penetrar en la espesura.

Aún así insistió e insistió, pero lo más que consiguió fue encontrar la carta de Gaëlle que Nasha se había llevado, estaba prendida en un espino a más de treinta metros en línea recta por el camino que había llegado, efectivamente, con tiempo, fue capaz de trazar un camino de pisadas sueltas y hasta encontró alguna huella más un poco más adentro. Ahora no había ninguna duda de que la chiquilla se había internado corriendo en el bosque, para ese momento podía estar a un kilómetro en cualquier dirección, dado que ella podía correr por allí tan fácilmente como él por terreno despejado. 

Algo malo había pasado. A Gaëlle le costaba pensar con claridad en aquel momento, pero estaba claro que algo malo había pasado. Había visto a Nasha correr, persiguiendo al unicornio, pero hasta que se cruzó con Theonil no se había detenido a pensar en ello. ¿Que habría pasado? 

 Cuando llegó a la puerta vio a Evea discutir con el guardia. 

-¿Que ha ocurrido? - preguntó

Al ver al corcel alejarse al galope, la druida decidió seguir a la joven sacerdotisa abandonada. No era su asunto, e incluso le cohibía inmiscuírse en algo tan personal, pero no podía no hacer nada ante una situación tan horrible. Quizá pudiera enterarse de algo más y hacer algo al respecto.

Luego escucha el grito de Auria; la vió aterrada gritandole a un humano con cuerpo de luchador ¡Maldición, por qué todos los problemas pasan al mismo tiempo! es el primer pensamiento de la elfa que se angustia de pensar que la pareja faérica se le aleja más a cada momento. Pero es evidente que este humano le hizo algo a esta pequeña (Como elfa que es, la druida tiene una visión maternalista de todo ser que no haya pasado los 50 años)

-¡Auria, ya estoy ahí! - Le grita mientras corre para ponerse delante de la joven, y no necesita mirar para saber que el jabato la sigue tan de cerca como puede. -Vamos pequeña, necesito que me acompañes al bosque de nuevo ¿que quiere este hombre?

Maldije la maldita espesura del bosque... Sabía que sería imposible encontrarla. Sollocé durante unos minutos, hecho un ovillo, entre las zarzas, hasta que fui capaz de recomponerme.

Quizá... Lo más sensato... sea que se encargue Hadush y Aleena... Ellos podrán enviar batidores, o druidas del templo. Un momento... - Digo, con el ceño fruncido y mirando a mi colgante.

Intento activarlo, no teniendo muy claro como, mientras digo, intentando aparentar tranquilidad:

-Nasha... Nasha soy yo... Vuelve... Vuelve con tu padre, ¿vale? Dime que vas a volver... No te vayas también tú...

 La joven en su interior ya había esperado no convencer al guardia, pero... por suerte, Theonil venía en su misma dirección. Y para mayor fortuna Gaëlle la había visto.

 - Que suerte que me hayas visto.- Lanzando una elocuente mirada a Theonil apunta.- Mejor que sea él quien te lo cuente.

Pero Evea sólo pudo señalar, a lo lejos, a la espalda de Theonil que corría como alma que lleva el diablo siguiendo el muro de espinos por el interior de la ciudad.

Theonil centró su atención en el colgante. Nasha había prometido que algún día le usaría para hablar con él cuando se fuera con el unicornio, pero la niña no se había convertido en amazona y no habían pasado años, sólo unas horas desde esa promesa; pero, si alguna vez el aasimar había necesitado un milagro, era entonces. Apretaba tan fuerte el medallón que sus nudillos estaban blancos. Pero ni siquiera lo sentía, intentó concentrarse, maldijo, bendijo y rogó, pero el amuleto no parecía más mágico que cuando lo había recibido.

No había respuesta, Nasha se había internado en el bosque, con suerte la encontrarían las patrullas y la llevarían de vuelta, si no sólo quedaba rezar para que volviera por la mañana cuando hubiera tenido tiempo de meditar y recomponer su corazón roto. Normalmente, tal vez su mente racional le hubiera dicho que el bosque era perfectamente seguro, pero los acontecimientos del último par de días... El bosque ya no era seguro, no lo era en absoluto.

A su alrededor comenzaba a circular la gente que volvía a sus casas o que entraba en las tabernas dispuesta a aprovechar las últimas horas de fiesta. Nadie parecía prestarle demasiada atención, de una forma discreta y respetuosa, aunque algunos no podían evitar mirar al padre desesperado con cierta pena.

- Nivea, salgamos de aquí, vamos al bosque. Los hombres nunca jamás quieren nada bueno. Y mucho menos cuando osan a invitarnos a sus casas. Larguémonos.

No era ni el primero ni el último hombre que le invitaba a sus aposentos. Cualquier excusa era buena para llevarla consigo. Y esta vez no se conformaban con ella sola sino que querían que Nivea fuera también con ellos. No quería volver a pasar por eso, y hace mucho tiempo ya, juró a su aquelarre jamás volver a relacionarse con un humano y mucho menos si era un hombre. Y no podía fallarlas. Y mucho menos ahora.

Mucho menos ese día, en menos de veinticuatro horas Auria había cumplido dos de sus sueños. Un sueño prohibido y un sueño imposible. Pero así era. Ahora Auria estaba pletórica y se sentía más viva que nunca, con unas ganas de vivir que jamás había sentido. Y tenía que arreglar aquello que estaba mal. Iría con Nivea donde fuera siempre y cuando fuera en dirección a su hogar, a la naturaleza, aunque fuese una Naturaleza Muerta. 

Auria hizo un gesto de asentimiento con la cabeza a su amiga y la tendió la mano para que juntas se fueran al bosque e ignorasen al bravucón guerrero.

No haré nada aquí tumbado - Me dije. Guardé el colgante en un bolsillo interior y fui corriendo a mi piso. Abrí la puerta con un golpe, y saqué mi mejor armadura. La ajusté hasta el último detalle, tiré de todas las correas, apreté las hebillas. Desenvainé la espada élfica y la afilé apresuradamente. Aseguré los mecanismos de la ballesta, recogí todo mi equipo de investigador y me dirigí a la puerta para hablar con el resto de mis compañeros -Si Orcus se acerca... No será a mi niña.

Siento haberlas intimidado, mi señora.- el guerrero se dirigió esta vez a las dos chicas

Me envía Theonil con un mensaje de socorro. El mal se cierne sobre este lugar, y necesitamos toda la ayuda posible. Les pido que por favor me acompañéis hasta las oficinas de Theonil y allí él mismo os podrá poner al día de lo que que acontece.

El guerrero sabía que a menudo la gente rehuía a él debido a su gran tamaño. Aunque no esperaba que tales prejuicios los tuvieran aquellas dos chicas. Así que procuró tener las palmas de la mano abiertas hacia ellas y hablar en un tono algo más bajo de lo que su potente voz solía ser habitual

- Dile a Theonil que si quiere algo de nosotras venga al bosque. No tenemos costumbre de entrar en casas de desconocidos, si quiere algo que venga él a buscarnos y nos lo diga en persona. Somos mujeres de los bosques y como tal será al aire libre donde nos reunamos con otros individuos como ustedes. Hemos caído otras veces en engañifas de estas, y no volveremos a ir a la casa de ningún desconocido.

¿Nivea, tú conoces a ese tal Theonil, del que habla?

Es un alivio entender que este hombre que la dobla en tamaño no es una amenaza, la actitud de Auria le había llevado a pensar que ya le conocía y eran enemigos, o por lo menos que este humano le había hecho algo que justificara tanta agresividad. Por primera vez se pregunta si es algo normal ser tan huraño en alguien tan joven. Pero este no es momento de reflexiones, sino de acción.

Queriendo suavizar las cosas, y mientras toma la mano que la joven le extiende, se dirige primero a Auria -¿pero entonces este hombre es un desconocido? si no nos da motivos para desconfiar no es necesario ser tan agresivas con él Auria. No te preocupes, seremos precavidas- le dice sonriendo con confianza, y hablandole ahora al luchador, pero con palabras que en realidad son para la enfadada Auria le dice -es verdad que hay un mal extraño sobre este sitio, lo sabemos y queremos enfrentarlo; y si tú o tu amigo saben algo importante sobre eso, quisiera escucharlo. Pero ahora tengo algo urgente que hacer, puedo buscarlos cuando vuelva si acordamos un lugar, como la posada por ejemplo-

Y ahora sí, no queriendo perder más tiempo tira de la mano a Auria mientras le explica lo que quiere que hagan -Necesito hablar con la joven sacerdotisa, corramos a alcanzarla antes de que se adentre demasiado en el bosque