Partida Rol por web

La cabeza de Gaëlle tardó algunos segundos en centrarse y analizar lo que había escuchado. ¿Un gran mal? ¿Adoradores de un príncipe demonio? De pronto algunas cosas a las que no había dado importancia cobraban sentido. ¿No había mencionado Theonil algo relacionado con artes oscuras antes? ¿No le habían dicho el día anterior algo relacionado con dioses? De pronto todo parecía ir en serio. 

Aquello cambiaba las cosas. Su plan de emborracharse y autocompadecerse tendría que esperar. Ellos la habían ayudado, y se habían preocupado por ella, ahora a ella le tocaba devolver el favor. Puede que todo hubiese salido bastante mal hasta entonces, pero era una luchadora competente y tenía habilidades que podrían serles útiles. 

-Cuenta conmigo - respondió con seriedad - Voy a buscar mi espada y mi armadura. ¿Nos reuniremos en la tribuna como ha dicho Theonil? 

Anticipando cual sería la respuesta echó a andar en dirección a la posada con paso firme y veloz zancada. 

A Auria le empezaban a encajar algunas cosas de las que estaba notando. Cosas que estaban sucediendo y que quizá aquello tan extraño que sucedía en el bosque tuviera algo que ver con lo que había escuchado.

 - Creo que has escuchado parte de mis palabras.- Dice sin reproche alguno.- Eso me ahorrará el tener que repetirlas, antes durnate la celebración de la llegada del unicornio me pareció que tenías gran aprecio a esta tierra. ¿Si este es el caso? ¿Te unirás en nuestra búsqueda?

- Así es, la gente de tu raza no está acostumbrada a susurrar y nuestros oídos élficos captan muchas más cosas de las que imagináis. Es cierto, siento aprecio, no solo por esta tierra sino por cualquiera. Algo le está sucediendo al bosque, algo malo. Quizá tenga que ver con eso que estáis hablando. ¿Cuando dices "Unir a nuestra búsqueda", a quién te refieres exactamente? ¿Con qué gente te mueves y cuál es tu nombre? ¿Y cómo has averiguado todo lo que sabes?

 Evea contestó después de asentir a las palabras de Gaëlle.

 - Sea pues. Mi nombre es Evea, hace años que voy con aventureros y aventureras, hasta que hace cosa de unos meses, junto a mi mentora, nos metimos en un asunto feo en el que andaba metido... un príncipe demonio.- Parecía que no le gustaba la idea de pronunciar su nombre abiertamente.

Tras unas semanas de exploraciones logramos causar bastantes problemas a su culto. Pero al parecer este no había sido exterminado del todo. Mi mentora, Lady Tianna, noble paladina del Caballero Rojo, tuvo visiones acerca de una peligrosa misión, encomendada por el Caballero Rojo según ella.- La joven suspira un momento antes de terminar la presentación.- El caso es que partió sin mi hacia una peligrosa misión. Desde entonces he estado vagando en busca de información acerca de su actual paradero. Durante mi estada en Zoquejo he tenido varias... revelaciones. Todo apunta a que siervos de este príncipe demonio acuden a Zoquejo, alguien les ha llamado. Es posible que traigan a Tianna, retenida o poseida... no lo tengo claro, pero la cosa está mal.

 Con un gesto de cabeza señala al guerrero

 - Él es Karlack, y ella.- Señelando con una mano a la juglar que parte en busca de sus cosas.- Es Gaëlle. También está en esto Theonil, el padre de la aasimar que se marchó tras el unicornio.

El guerrero saludó con un gesto de la cabeza cuando Evea dijo su nombre

Gaëlle abandonó la plaza a grandes zancadas. Seguía con un batiburrillo de ideas mezcladas en la cabeza, pero ahora había una que sobresalía a las demás. Casi olvidándose de que estaba cansada, deprimida y mareada se plantó en la Limyè Maten y subió las escaleras con prisa hasta llegar a su habitación. 

Se quitó el maltrecho vestido y lo dejó el cama. Suspiró al verlo, iba a costarle trabajo devolverle el esplendor, pero no estaba perdido. Se miró las rodillas, las manos, estaba hecha una desgracia... pero aquel no era el momento. Se lavó la cara a prisa y se recogió el pelo en un moño. Buscó entre su ropa de viaje, unos pantalones y una camisa cómodos, y unas botas, es era lo que necesitaba en aquel momento. Se ajustó la armadura sobre la ropa, sobre la cadera el cinturón con la funda de su estoque, y cruzado en diagonal sobre su torso el del carcaj. Sujetó el arco a su espalda, metió el estoque en su funda, y escondió su daga en bajo la doble piel de su bota derecha. Muchas malas experiencias durante sus viajes le habían enseñado que llevar una daga oculta nunca estaba de más, y en su experiencia las manos de quienes querían registrarla nunca se fijaban en sus pies.*

Cuando terminó de preparase bajó y se dirigió a la barra de la posada, buscando a alguno de los señores Buenamesa, o a quien estuviera allí al cargo. Preguntó si habían visto a Karlack dejando allí un montón de cosas. Antes se había olvidado de preguntarle que había hecho con lo que le dejó antes, después tendría que preguntárselo.

También pidió un par de copas de vino élfico, las pagó, y se las bebió rápidamente. Visto como le había ido el festival seguro que iba a acabar metiéndose en algo peligroso, y si iba a hacerlo al menos quería beber un poco de valor y osadía antes. Además, tendrían que bastar para adormecer a su conciencia hasta que tuviese tiempo de emborracharse hasta olvidar todo.

Tras acabarlas abandonó la posada para volver a reunirse con Evea y Karlack.  

Mientras caminaba hacia la posada en las afueras, Gaëlle pudo apreciar el gran contraste que había en la ciudad respecto a las últimas horas, a medida que se alejaba de la plaza, el ruido y el jaleo se veían amortiguados, el resto de la ciudad ya no tenía demasiado tránsito y nada de música. Cada vez menos gente cruzaba por las calles, sobre todo en las últimas calles y no se cruzó más que con un guardia en todo el paseo. Incluso las luces habían quedado limitadas a las permanentes de iluminación, las decorativas cada vez más escasas a medida que su magia se agotaba y nadie la renovaba.

La joven bardo volvía a ir cargada, sus cosas las seguía teniendo Karlack, de modo que aprovechó el viaje para poder dejarlas a buen recaudo en su habitación. Probablemente el muchacho no había tenido tiempo ni de salir de la Plaza, con la ceremonia y todo el barullo posterior.
A la trovadora le costó mucho convencer a los señores Buenamesa de que estaba bien, aunque la posada estaba hirviendo de actividad con la mayoría de huéspedes cenando para retirarse a dormir, el aspecto que traía la maestra Bellerose les sacó de sus actividades para interesarse por ella, sólo después de una brillante muestra de oratoria y, tal vez, una menos hábil de mentir, consiguió que se mostraran un poco menos alarmados. Incluso más le costó convencerles de que no necesitaba una copiosa cena mientras trataba de tomar sus dosis de “valor”, pero finalmente consiguió salir.

Ninguna de sus palabras de calma o sus muestras de bienestar evitó que los Buenamesa dirigieran una última mirada alarmada a la aventurera, no se les había pasado por alto que la chica iba equipada con poco menos que equipo de guerra. Los parroquianos que cenaban tranquilamente, aunque sin alarmarse, también parecían haberse fijado en lo mismo y, al salir, llegó a escuchar conversaciones murmuradas haciendo referencia a los luctuosos hechos de la noche anterior, con bandidos, muertos y bolas de fuego reduciendo a cenizas almacenes.

Mientras las chicas hablaban pudieron ver a Theonil dirigiéndose hacia el centro de nuevo, tras su informe. Probablemente a cumplir con su intento de conseguir refuerzos, entro junto al guardia y pudieron ver que apenas necesitaba abrirse paso porque los elfos se apartaban unos enfadados y deseando evitar codazos y otros con pena en los ojos. 

Theonil, antes de volver a internarse a codazos por le arco, pudo ver cómo Evea y Gaëlle hablaban entre ellas, y luego se separaban, la bardo corriendo apresurada hacia las afueras y la morena exploradora hacia el par de mujeres elfas, mujer y niña más bien, que habían estado hablando con Karlack.

Al investigador no le costó en exceso deducir en qué mansión festejaban los prebostes. Probablemente sería la que estaba custodiada por la guardia real. Cuando trató de colarse en la fiesta, una de las elfas de la guardia se interpuso en su camino, vestía una elegante (y cara) armadura élfica y su espada, incluso envainada, titilaba suavemente. Era gente con la que no se podía bromear, probablemente una guerrera o maga-guerrera veterana y experta.

Con voz suave y dulce, la elfa le apremió a detenerse.

-“Lo lamento, caballero, la reunión es sólo con invitación. No puedo permitirle el paso. Le ruego que dé media vuelta, ninguno de los invitados puede ser molestado en éste momento. Si quiere contactar con alguien deberá dejar un mensaje y un sirviente se lo hará llegar tan pronto como sea posible.” – esbozaba una sonrisa amable, pero su mirada era seria.

Suspiro agotado ante la mujer elfa y le digo, casi echándole las culpas:

-Dile a Hadush que su nieta está perdida en el bosque, con un dolor inimaginable, sin localizar y a punto de cometer saben los dioses que locura. Dile que he intentado buscarla, pero que en las zarzas le perdí el rastro. Dile que si no organiza una batida ahora mismo seré consecuente con lo que ocurra. - Hago un gesto serio con la cabeza-Tenga a bien de considerarlo de alta prioridad, me da igual el brillante culo que tengan que patear por interrumpir la fiesta. El vino puede esperar. Tenga muy buena noche.- Dicho eso salgo de nuevo a toda prisa hacia el templo; quizá Eliaster conozca a algún druida que me pueda ayudar.

La mujer abrió mucho los ojos al oír las palabras de Theonil. Su sonrisa desapareció y su mirada se suavizó notablemente, adoptando un aire triste.

-"¡Oh!" - exclamó sorprendida - "Lo siento." - añadió con un gesto de disculpa - "Debéis de ser el 'sangre de Arvandor' padre de la joven iniciada del sagrado Rillifane. Tu mensaje llegará al Señor Capitán. Pero, sabe, descendiente de eladrines, que los batidores disponibles han sido despachados en su búsqueda por orden del Señor Capitán. No creo que sirva de mucho, considerando las habilidades propias de una iniciada de Rillifane, pero tampoco es como si tuvieran nada mejor que hacer ahora que la fiesta ha terminado. Salvo descansar, pobres hombres. Espero que a la chiquilla se le pase pronto el disgusto y vuelva a casa." -Con una última mirada de compasión, volvió a su puesto a medida que Theonil se alejaba. Cuando se había alejado unos pasos pudo oír una campanilla y unos metros después el sonido del portón al abrirse; cuando miró atrás le pareció distinguir un criado vestido con la librea de la Casa Real que acudía presuroso hasta la mujer de la coraza.

La druida escucha atentamente y va atando cabos ¿Una aasimar? claro, el pelo y todo eso. Y aquel Theonil que tenía cosas importantes para decirnos es su padre... bien, es bastante buen motivo para que podamos confiar en él.
Entonces toma una decisión y se pone en medio de Auria y los otros para llamar su atención
-Buenas noches Evea, y Karlak. Mi nombre es Selen, y soy una druida proveniente del bosque de los Tres Ríos, unos dos meses al noroeste de aquí. Nosotras -dice acercándose a Auria- hemos visto señales de que algo muy malo está sucediendo en esta zona. Lo que dices de un culto asociado a algun demonio podría ser la misma cosa. Tendríamos que hablar más. Pero ahora mismo creo que es muy importante encontrar a esta niña aasimar; estaba saliendo en su busca ¿crees que estará con su padre? -en ese momento se lo ve a theonil abriéndose paso entre la gente- ¿o que él sepa donde está?

-Le perdí la pista en los zarcillos defensivos- Dije, jadeando - Me entregó un amuleto para poder comunicarme con ella, pero no funciona. - Miro a la druida, clavando mis ojos en los suyos y digo en un tono neutro - Encuéntrala. Por favor. - Miro al resto de mis compañeros y añado- Nosostros esperaremos por aquí; preparándonos. No sabemos de donde vendrá el mal ni cómo. Más vale estar listos.

- Nivea, si quieres que te ayude lo haré. Busquemos a esa chiquilla entre los matorrales. Nosotras podemos andar con mayor facilidad a través de ellos. ¿Alguna de vosotras es capaz de moverse ágilmente entre la maleza? Nos vendría bien un apoyo. - Se notaba que en aquella pregunta la pequeña elfa remarcaba que se refería a las mujeres que estaban en el grupo.

 La muchacha de tez oscura asiente.

 - Estoy acostumbrada a moverme rápido por cualqueir lugar, tal vez no me libre de la espesura, pero sí que me podré mover más rapido que cualquier de mis compañeros. Si queréis os puedo acompañar.

 Se ofrece.

Negando con la cabeza le contesta a Evea -No es buena idea, creo que esos espinos te harían mucho daño.

Nosotras vamos a volver lo más rápido posible, no es posible que nos lleve mucha ventaja

Sin más charla tira de la mano de Auria y trota hacia los espinos, hacia el punto donde se fue Nasha.