Partida Rol por web

La criatura había levantado sus ensangrentadas manos para agarrar al policía cuando la barra de metal le golpeo en el brazo con fuerza, se oyó un golpe sordo y la criatura se giró hacia Rogers dando un manotazo, que por suerte el profesor pudo esquivar. Gracias a aquel desesperado ataque el profesor había salvado, probablemente, la vida del agente de la ley pero ahora la criatura lo amenazaba a él...

Cuando la criatura se giró hacia el profesor, Alexander aprovechó para clavar el cuchillo en su cuerpo. Una sustancia viscosa bañó sus manos mientras apretaba con todas sus fuerzas.

In nomine Domini amen. 

Aprovechando la distracción de aquella cosa, Michael volvió a asegurar el tiro y disparó una vez más, confiando en derribar por fin al monstruo.

BANG!

El padre Brandt se lanzó hacia delante contra la abominación cuchillo en mano. La sangre de la criatura, aunque escasa, salpicó al cura que la miraba asustado mientras rezaba un plegaria. Pero pronto se escuchó otro estallido. Una bala le atravesó el pecho abriéndole un agujero, los trozos de huesos y la sangre salpicaron en todas direcciones. 

Un grito mucho mas largo y agudo se escuchó en la sala como si proviniese de otra garganta, mientras el monstruo caía en el suelo, pesado como el plomo. Se retorció durante unos agónicos segundos ante las miradas atónitas de los investigadores, para después quedarse inmóvil para siempre. Un sonido siseánte se empezó a escuchar procedente del interior del cuerpo, y la piel se empezó a pegar a los huesos, los músculos se deshicieron y poco a poco la criatura empezó a consumirse hasta quedar simplemente los huesos en un charco de sangre negruzca.

El Agente Parker se levantó sin dejar de apuntar a la criatura, a sus pies estaba Sybil empapada en su propia sangre. El profesor y el cura miraban a la criatura atónitos, sin encontrar aún una explicación para aquello...

Tras la caida de la criatura me dirijo hacia Sybil para intentar taponar la herida y aplicarle unos primeros auxilios rudimentarios pero los nervios de la situción me impiden concentrarme y mis movimientos son más torpes de lo habitual.

- Aguante Señora Leefolt. Aguante. - es todo lo que acierto a decir.

El agente Parker miró durante exactamente tres segundos aquella cosa. Por su cabeza pasaron miles de preguntas, tan entremezcladas que ninguna de ellas llegó a hacerse clara en su mente. Luego hizo algo que jamás había hecho... soltó su arma.

Era poco a poco consciente del dolor de su hombro y de los temblores que le atenazaban ambas manos. Pero no soltó el revólver por eso. Inmediatamente se arrodilló junto a Sibyll, manchándose los pantalones de sangre, y se esforzó en taponar la herida de la joven.

- Hay que sacarla de aquí -dijo, frunciendo el ceño por el dolor de su propia herida-. Y rápido...

El agente, ignorando el dolor que sentía, trató de cortar la hemorragia como le habían enseñado en el cuerpo pero la herida era aun muy grande y no conseguía hacerse con ella. Sus manos se manchaban rápidamente de sangre mientras apretaba desesperádamente tratando de salvar la vida de la joven.

- Rápido. Hay que llevarla al Hospital. - digo mirando al Agente Parker. De paso también deberían de revisar su hombro. Tiene mala pinta.

Alexander seguía sujetando firmemente la daga en sus manos. Estaba cubierta de la sangre de aquel ser, así como sus manos. Miró alrededor y al ser. Entonces fue cuando volvió en sí y vio como el profesor y el policía intentaban auxiliar a la señora Leefolt que se estaba desangrando en el suelo.
Giró sobre sí mismo y volvió a poner la daga donde la habían encerrado las dos veces anteriores.

Está perdiendo mucha sangre.

Alexander intentó ayudar, pero las manos le temblaban demasiado y no pudo hacer mucho. Decidió estarse quieto para por lo menos no empeorar la situación.

El padre se giró tratando de buscar algo para poder llevar a la señorita hacia arriba, algo que pudiera hacer de camilla cuando vio algo. Entre los huesos de la criatura, que ahora parecían mas humanos que cuando estaba viva, vió una cadena plateada de la que colgaba una piedra negra, limpia y oscura como el azabache.

Observo el colgante que hay en los restos de la Criatura mientras lo observo detenidamente.

- Agente Parker, llévese a la Señora Leefolt al Hospital. El Padre y yo terminaremos de investigar esto. - digo. Si no les parece mal a ninguno de los dos, claro. En cualquier caso yo me quedo a terminar con la investigación. Cuando termine me reuniré con ustedes en el Hospital.

Michael pensó en replicar por un momento, pero lo dejó correr. Ya había visto suficiente y sólo quería salir de allí. Además, la señora Leefolt necesitaba atención médica urgente, y su hombro no estaba mucho mejor.

- Tengan cuidado -advirtió, echando una última mirada a aquella... cosa.

Luego salió del sótano en dirección a la calle, llevando a la señora Leefolt a cuestas, encima del hombro que no tenía herido. Se dirigiría a su coche patrulla para llamar rápidamente por radio a una ambulancia.

El padre Brandt observo como al agente de policía se llevaba a la señora Leefolt. Cuando volvió a mirar al profesor se dio cuenta que este estaba observando el colgante que había visto puesto en aquel ser.

¿Me permite observarla? Um, no me dice nada

Volvio su cabeza hacia el cubo que aprisionaba la daga.

No deberíamos dejar eso aquí. Ni a este ser tampoco.

Cojo un palo o algo similar (tenazas, la barra, ...) y con cuidado engancho la cadena y la levanto para ver la piedra más de cerca.

- Padre, ¿sabe que es esta piedra? - le pregunto acercándosela para que la vea pero sin tocarla no vayamos a joderla ahora mismo.

La piedra parece un azabache poco pulido, aunque no parece que tenga ninguna particularidad además de su precio como reliquia o tesoro.

Agarro una bolsa y meto la piedra dentro para poder examinarla con mayor detenimiento.

- Con respecto a la daga ... - digo. Dejarla ahí puede ser contraproducente pero llevárla con nosotros puede ser muy peligroso.

- Busquemos una caja donde poder meterla y desacernos de ella enterrándola o arrojándola al mar o algo así. - añado poniéndome manos a la obra.

En el momento en el que el profesor fue a coger la piedra ésta se disolvió en su mano, transformándose en un liquido oscuro que cayó al suelo. Además del el contacto frío con el liquido el profesor no sintió nada mas. 

Tras encontrar la forma de guardar el cuchillo, que ahora no parecía tener ganas de lanzarse a la cara de nadie, pero que seguía manchado con la sangre del policía subieron las escaleras.

Justo al subir vieron como llegaba una ambulancia. Y tras recoger a los dos heridos marcharon al hospital. El Profesor Rogers y el padre Brandt la siguieron hasta el hospital...

La piedra que, aunque Steve no lo sabe, contenía el poder que hacía que Corbitt se mantuviese con vida se disuelve en tu mano. No notas nada especial pero algo de su poder se ha transferido a tu cuerpo y tu alma.