Partida Rol por web

Nada más pisar la calle donde está unicada la casa, os dais cuenta de lo mismo que se dio Artie Gumshoe cuando vino el día anterior a echar un vistazo. El barrio ha sufrido una transformación en los últimos años, y lo que anteriormente era una zona más tradicional y con lustre señorial, ahora está todo plagado de edificios altos, de oficinas en su mayoría. La vieja Casa Corbitt es como una pieza mal colocada en un puzzle, desubicada, detenida en el tiempo.

Se trata de una lujosa, en su día, casa de ladrillo ensombrecida ahora por sus elevados edificios vecinos. La entrada de la finca da directamente a la calle, mientras que la parte trasera está cubierta de malas hierbas y una verja medio caída. A ambos lados de la residencia hay entradas que dan a la parte trasera.

Os resulta estremecedor cuando, al examinarla detenidamente mientras os acercáis caminando en silencio, quedáis impresionados por la manera en que parece esconderse entre las sombras que los edificios que la flanquean le proyectan. Las cortinas de las ventanas impiden toda posibilidad de atisbar el interior. De su arquitectura emana algo amenazador, aunque os es imposible identificar qué os provoca tal sensación.

La puerta principal está asegurada con una sola y oxidada cerradura cerradura. La sensación de abandono y soledad se intensifica al llegar, pues ni los pájaros quieren sobrevolarla. Un olor áspero y desagradable, que os trae recuerdos de polvorientas habitaciones encerradas durante décadas, impregna los alrededores y que el aroma del puro de Artie no logra aplacar.

La sola visión de aquella vetusta mansión ya daba escalofríos, aunque debían de hacerlo supuesto dados los antecedentes que habían obtenido durante el día anterior en el transcurso de sus investigaciones. Si, la mansión Corbitt se mostraban imponente y desafiante ante ellos. Pero al fin y al cabo las maldiciones no eran más que supersticiones y Artie no creía en esas cosas... ¿Verdad?

- Pues éste es el lugar... - Dijo el detective remarcado lo evidente. - Quizás antes de sumergirnos en su interior, sería buena idea dar un rodeo al jardín para hacernos una idea de lo que hay fuera. Reverendo que hacerlo de todas formas, así que... Vamos a ser ordenados. ¿Les parece?

-Me parece una excelente proposición, mi intrépido amigo -sonrió amable, y con cierto nerviosismo. No era capaz de explicar bien lo que sentía, pero una extraña desazón se había apoderado de sus zapatos. Parecían querer tomar la dirección opuesta en la que caminaban, y llevarse consigo al pobre profesor, prisionero de sus responsabilidades y ajeno (de manera consciente, por ahora) de esa lúgubre y sombría esencia que desprendía la casa

Sin embargo no pudo detener a su lengua, que más vivaz de lo acostumbrado se deslizaba formando palabras para alejar -en vano intento- dicha sensación. -Me pregunto por qué aún continúa en pie. Antes era propiedad de unos italianos, quienes dudo que tuviera relación sentimental alguna con estos muros, y ahora de Jurgens. Observad a vuestro alrededor... -e hizo un gesto con la mano de izquierda a derecha, señalando los altos edificios de oficinas. -Es una zona en auge, próspera, un terreno como este valdría una fortuna si la vendieran a cualquier inmobiliaria. La cual construiría un edificio en su lugar, ganando en la transacción unos cuantos miles de dólares. ¿Por qué no venderla?
Parecía como si analizar las zonas colindantes le distrajera del verdadero motivo por el que estaban allí. Aprovechaba para dar un rodeo, antes de entrar en materia. Pero era cierto. Si Jurgens, o los tal "Macario" la vendían a una empresa que construyera un hotel, o un edificio más, o un centro comercial, o cualquier otra cosa, sacarían una buena tajada, y no entendía por qué un punto como aquel, en mitad de la nada, conseguía aún sostenerse en pie ante el todopoderoso dólar americano
En cualquier caso, tenían las llaves de la casa, y si todo iba bien no darían más que testimonio de una estúpida superstición y una funesta coincidencia...

Nada más llegar siento un escalofrío recorrerme entera, aquel lugar y aquella mansión sobrecogían a cualquiera. Miro de reojo a los demás, parece que no soy la única a la que se lo parece.

Artie propone empezar por recorrer los alrededores, supongo que no era un mal comienzo, aunque estaba deseando entrar en aquel temible edificio, podía ser que encontrásemos algo interesante fuera. 

En cuanto a la reflexión del doctor, tenía toda la razón, estaba más que claro que ese no era su lugar, la mansión no encajaba en aquel territorio, ¿por qué no la habrían vendido y utilizado el terreno para construir algo moderno?  Demasiadas preguntas sin respuesta.

- Estoy de acuerdo, veamos que nos encontramos.

Miro de reojo a Anna que aún no ha dicho nada, quizás el sitio la había sobrecogido aún más que a mí.

Me quedé sobrecogida al llegar a la mansión Corbitt. Algo estaba mal allí.....o eso parecía. Quizás fuese sólo mi imaginación, pero no me sentía cómoda. Noté como se me erizaba la piel y me agarré al brazo del profesor mientras hablaba. Tenía toda la razón del mundo. ¿Por qué no la habían vendido , demolido y construido algo útil?

-De acuerdo-​digo a Artie mientras miro a Rachel.....parece que esto no le da miedo, de modo que me rehago en el brazo del profesor.-Pero no creo que debamos separarnos. O todos juntos o por parejas, esto me da repelús.

Ya pisando suelo del interior de la finca, rodeáis la construcción buscando algo que os haga tomar decisiones en un sentido u otro. Lo que en su día fue un jardín, es ahora tierra descuidada y cubierta de malas hierbas. Hay algunos papeles viejos, metales oxidados y, en definitiva, basura que la gente y el viento ha ido acumulando por allí. La parte trasera y laterales son similares a la frontal. Ventanas ocultas por cortinas y una puerta lateral, también cerrada.

Completáis una vuelta a la casa.

Después de dar la vuelta a la casa no me sentía más segura, pero me podía la curiosidad y el morbo. De modo que pedí la llave y me acerqué a la puerta. La abrí de par en par y me coloqué a un lateral dejando paso libre a mis compañeros. Puse mi mano en la cadera y en una postura que me parecía bastante sugerente dije-​¿Entramos? -Sonreí. Era una sonrisa de nervios y de complicidad con lo que estábamos haciendo. Era como cuando de joven iba al cementerio  con los chicos malos.....solo que esto daba más miedo , pero la sensación era parecida. También había picardía en esa sonrisa. 

Y esperé lo que pasaba o a que entrasen mis compañeros.

Un escalofrío le recorrió por dentro a Artie nada más se abrió la puerta de la antigua mansión Corbitt. No fue una sensación sobrenatural, ni miedo a lo que allí dentro pudiera encontrar, sino más bien... Fue la normal reacción a la sugerente postura que realizó la señorita Vicente, acompañada de la igual de sugerente pregunta que acababa de formular.

- ¿Entramos? - Repitió el detective con una sonrisa bobalicona instalada en el rostro. - Por supuesto que entramos. Donde usted quiera... - Soltó una risotada y se dispuso a pasar al interior de la mansión. Ahora sí las cosas se ponían serías.

Si ninguno de los papeles que vemos por allí tirados es útil me acerco hacia la puerta, sin embargo antes de que llegue Anna me interrumpe, le doy las llaves de mala gana y la sigo, no entendía a que venía aquello pero no tenía ganas de montar un numerito delante de todos.

Suspiro al oír las palabras de Artie, ¿en serio?

Entro a la mansión sin esperar a nadie más, no me apetecía seguir escuchándoles.

Con Artie Gumshoe en primer lugar, el profesor se dispuso a cerrar el grupo. Ambas damas estarían a salvo entre dos varones como ellos. Si bien el profesor no poseía la juventud y rapidez de las que probablemente podría presumir el detective, la naturaleza había sido generosa dotándole de una constitución robusta que aún, a pesar de la edad, mantenía. En absoluto silencio se adentró en la casa sin mayor dilación...

La puerta chirría como si gritara de horror por sí misma y da acceso a un ancho pasillo que discurre en línea recta hasta el otro extremo de la vivienda. La luz es desigual a lo largo del mismo y la penumbra que se extiende por todos los rincones es atravesada por esporádicos e irregulares rayos de luz que se cuelan por diminutos agujeros en las paredes o rendijas bajo las puertas. El suelo es de largos listones de madera que crujen al caminar, y la sensación es familiar para la Srta. Vixen al ser similar a moverse por un entarimado de teatro. Las paredes están recubiertas de un grueso papel pintado con motivos florales de tonos apagados sobre un fondo granate. A lo largo del pasillo hay dispuestas varias lámparas que no responden al interruptor que hay junto a vosotros, por lo que deben estar desconectadas.

Junto a la puerta hay una banqueta de madera que sirve para dejar algún abrigo y sombrero, lo cual no decidís hacer pues el paso de los años ha creado una capa de polvo sobre toda superficie horizontal del interior de la casa.

Al fondo, donde casi no llega la claridad que entra por la puerta de la entrada, se aprecia un tramo de escaleras a la izquierda. En los laterales tenéis tres puertas cerradas en la izquierda y otras tres puertas, una de ellas doble, a la derecha.

Dentro de aquel lugar, el ambiente es más gélido. Se percibe un fuerte olor a cerrado, mezclado con un tono dulzón. Notáis como si la oscuridad, que ha retrocedido ante la luminosidad que entra del exterior, luchara por recuperar su terreno perdido, y os envolviese con espesos tentáculos de ofuscamiento para tirar de vosotros.

- Pues nada... - Dijo Artie al penetrar en primera posición hacia el interior de la casa.

Un largo pasillo con infinidad de habitaciones a ambos lados. Polvo, dejadez y papel pintado en las paredes de dudoso gusto y de una moda al estilo de épocas pretéritas. Era precisamente lo que podían esperar de aquella casa.

- Todo normal... - Sonrió. ...de momento. - Se giró hacia atrás colocando las manos en forma de garra y tratando de asustar a la señorita Vixen con un sonoro. - ¡Buuuuh! - Soltó una risotada. - No me he podido reprimir... ¿Abrimos la primera puerta? - Y sin esperar respuesta eso hizo. Agarró el pomo de la primera puerta a mano derecha y empujó para abrirla.

¡¡¡¡¡iiiiiiih!!!!!-​Pegué un ligero grito y me eché hacia atrás ante el susto de Artie. Después sonreí y le pegué un puñetazo amistoso en el hombro-​Artie, canalla.-después me puse a la espalda de Artie mientras abría la puerta con las manos sobre sus hombros. Tenía curiosidad por lo que había en las habitaciones.....seguramente solo fuese una casucha vieja y sucia, pero parecía que en cualquier momento podía aparecer un fantasma o algo peor.....claro que yo no creía en esas paparruchas.

Empezaba a ponerme nerviosa el jueguecito que se traían Anna y Artie, parecían niños. 

Me acerco también a ellos para ver que hay tras la puerta que ha abierto el hombre, seguramente sería más de lo mismo, polvo y mobiliario viejo, pero ¿quién sabía? quizás diésemos con algo interesante, después de todo estábamos allí para eso, para investigar porque esa casa estaba... embrujada.

Oteó por encima del hombro de la señorita Hemingway, observando también a su vez, pero sin llegar a entrar (en caso de que la misma se abriera). Por alguna extraña razón sentía que la confianza hacia un lugar abandonado se evaporaba con la gélida temperatura del interior de la casa, y decidió que la ruta de salida debía permanecer incólume. A fin de cuentas también les estaba proporcionando la luz que no había dentro

Las puertas crujen frente al empuje de Artie Gumshoe y accedéis al salón. Incluye todo tipo de muebles y objetos corrientes, como una radio de armazón de madera ennegrecida e inoperativa, un sofá mugriento el cual las arañas han reclamado para sí, sillas anticuadas y estanterías llenas de baratijas diversas. Algo en esta habitación os genera desasosiego. Como si una obsesiva y enfermiza sensación acechara en silencio desde cada rincón o escondrijo, y extendiese sus manos para agarraros cada vez que le dais la espalda.

Por un acceso sin puerta al otro lado, pasáis al comedor, con todo lo necesario para su uso y, además, una larga mesa de caoba, un aparador empotrado y siete sillas dispuestas alrededor. Sobre la mesa hay colocados tres cubiertos que no llegaron a utilizarse, y en una sopera metálica se pudre una sopa de arroz que despide un hedor putrefacto, que es probablemente el poso dulzón que se respira en la casa.

Al fondo del comedor hay una doble puerta corredera de madera que está semiabierta. Cuando la desplegáis, reveláis una cocina normal y corriente, con una nevera con un intercambiador de calor en la parte superior, una estufa de madera con horno y una despensa poco surtida. Algunos de los alimentos son todavía comestibles (hay sopa y carne enlatadas, arroz, algo de pasta y unas cuantas botellas de vino casero). Los productos que no se echaron a perder, fueron devorados por las ratas, a juzgar por el rastro que han dejado de restos de comida y heces.

- ¡Qué desagradable! - Exclamó el detective al ver el plato de comida putrefacta sobre la mesa del comedor. - Es cómo si... - Se llevó la mano a la cabeza y se rascó la sien. - ...el último morador de la vivienda se hubiera marchado de forma repentina y no hubiera vuelto nunca. Es como si hubiera quedado congelada la escena que tuvo lugar entonces...

Tras aquel obvio comentario, que bien podría haber deducido un niño de preescolar, no hacía falta ser detective para llegar a aquella conclusión, siguieron avanzando de habitación en habitación hasta llegar a la cocina y revisar la despensa.

- Ratas... - Agrió el gesto. - Odio a esas sabandijas. Son sucias, se comen los cables y la rota, transmiten enfermedades y muerden... - Se cruzó de brazos. - Pero por aquí todo normal. Salvo por la sensación de desasosiego que me produce la casa. ¿Les pasa a ustedes igual?

Asintió quedamente, y esbozó una leve sonrisa. -Supongo que cualquier casa en semejante estado de descomposición me haría sentir así, aunque admito que esta es la primera vez que piso una -posiblemente el trabajo del detective Gumshoe le haya hecho ver multitud de lugares parecidos, e incluso escenas mucho peores de las que podría imaginar. En cualquier caso, no terminaba de acostumbrarse al olor a pútrido. Extrajo un pañuelo del bolsillo de su pecho, lo agitó un par de veces en el aire para desplegarse y se lo puso sobre la nariz

-Parece de momento todo normal, a menos que se me escape algo -añadió, aunque en esta ocasión su voz sonó ligeramente apagada por el pañuelo. No sabía qué estaban buscando -si es que buscaban algo-, y de momento todo parecía estar en su lugar. Esperaba, por supuesto, que así siguiera siendo

Esto es asqueroso, huele que apesta y Artie ha tenido que mencionar las ratas. Miro el suelo buscando a una de esas criaturas asquerosas a la par que me agarro al doctor como buscando protección.-Esta casa apesta-digo comentando lo obvio, me separo del profesor cuando veo que no hay ratas y le coloco la chaqueta con las dos manos.-QUien viviese aquí murió y dejó esto tal cuál......y los de la inmoviliaria no han tenido la decencia de limpiarlo un poco. Esto está para que lo derriben y construyan un bonito centro comercial encima-abro los brazos y sonrío simulando un cartel de uno centro comercial-"Almacenes Corbitt........precios fantaaaaaaaasma".

Después de hacer la tonta y reirme interiormente de mi propia broma abro la puerta de enfrente con naturalidad y despreocupación, esperando encontras más de lo mismo.