Partida Rol por web

Entráis en la casa pero las luces ¡Funcionan! David ilumina el interior de la casa, a la izquierda veis un comedor y a la derecha la cocina. Frente a vosotros están al final del corredor Julia y Michael con la puerta abierta del sótano y parecen dispuestos a bajar.

Michael oyó las palabras de Julia pero no pareció escucharlas hasta que no hubieron pasado unos segundos. Durante ese tiempo pareció volver a quedarse en blanco.

- ¡¿Qué?! - exclamó en voz baja. Quiso añadir algo más pero en aquel momento las luces se encendieron y aparecieron los demás. Michael no tuvo más opción que quedarse mirando a Julia pidiéndole unas silenciosas explicaciones.

¿qué ocurre?, si no tienen una buena explicación mejor salgamos de aquí.... digo nerviosa.... esto  no me gusta nada.

No entendia que ocurria, no entendia de que crisis hablaban... no entendia nada.

Scott estaba en el umbral de la puerta con un rifle de caza al hombro y una linterna en la mano, avanzo hacia Julia y la abrazo con fuerza. ¡Julia! ¿Cómo estás? ¿Estás bien? ¿Qué ha pasado? Durante el breve recorrido por la casa había estado pensando que le diría a su esposa, le preguntaría por que se había adelantado, porque había entrado tan apresuradamente en la casa con Michale, estaba pensado incluso en darle una reprimenda. Serían los celos o el miedo a que le hubiera pasado algo a Julia. Pero todas esas preguntas se desvanecieron cuando vio a Julia, solo quería saber si estaba bien.

Scott un escalofrío te invade cuando pasas por los rincones de la casa, todo es extraño y te parece feo, con un hedor horrible por todo el lugar. 

-Lo dicho, es tuyo. No gano nada mintiendo en esto. - respondo denotando sinceridad, no le quitaba la mirada para que comprendiera de que decía la verdad. Pero las luces se encendieron y tras ello las palabras de Samantha, luego Scott. 

MI esposo corre hacia mis brazos, yo estática por la sorpresa y más aún porque estaba conversando de algo importante con Michael. - Estoy bien,  llegaron justo. Estábamos por bajar al sótano. - cambiaba de tema por una simple razón, era mejor dejar eso entre aquel hombre y yo. 

Me había encogido de hombros ante la pregunta de Samantha. La verdad es que no entendía que era lo que le había pasado a Sullivan y se lo hice notar con mis palmas hacia arriba y un gesto que no dejaba lugar a dudas. Mejor sería preguntarle a él, yo no había tenido tiempo.

Por suerte nos reunimos con los dos que había dejado sin mas incidentes. Mi tío corrió hacia Julia, preocupado, y luego de que intercambiaran unas palabras intenté cruzar miradas con ella, esperando que entienda mis intenciones. Yo la respetaba, pero debía mucho a mi tío. Esperaba no tener que decírselo yo.

Pero mas allá de las vicisitudes mundanas, lo que nos situaba en aquella extraña situación era un niño y tal vez un policía en probable peligro.

- Vamos, ya llegamos hasta aquí. No hay noticias del niño ni del policía, y ciertamente no del señor Corbitt. Creo que deberíamos explorar la casa para ver si hay alguien que necesite ayuda.

Michael se limitó a mirar a Julia con el rostro desencajado. Estaba totalmente en shock y no acertaba siquiera a saludar a los recién llegados. Hasta tal punto que si hubiera tenido un cigarrillo en los labios se le habría caído al suelo.

Al encenderse las luces y ver a su amiga aparentemente en buen estado, se le quitó un peso de encima a Sylvia. Se había preocupado por Julia y era tal el alivio que sintió, que a punto estuvo de echarse a correr y darla un abrazo. Pero, pensar en la situación, en la que se encontraban, y el motivo, que les había llevado allí, la hizo cambiar de opinión rapidamente. Dando un suspiro, se acercó donde estaban los demás.

Vio como Scott abrazaba a su mujer, pero pudo notar, que había cierta tensión en la escena. Sylvia lo achacó al nerviosismo provocado por lo vivido ésta noche.

Entonces Samantha propuso salir cuanto antes de la casa. La propuesta era comprensible, pues todo indicaba, que allí estaba pasando algo raro. Pero, si Samantha tenía razón, en lo que creía haber visto, entonces una persona inocente estaba en peligro. Y Sylvia no podía quedarse así sin hacer nada.

- Opino como Daniel. - dijo - Si el señor Corbitt ha arrastrado a un niño aquí adentro, es nuestro deber comprobar, que está bien. Esperar a refuerzos puede suponer llegar demasiado tarde.

Se separó de su mujer tras darle un cariñoso beso. No me gusta la idea de quedarme en esta casa, hay algo inquietante y oscuro en ella. Pero Sylvia tiene razón, cada minuto cuenta, y ahora que estamos dentro no podemos echarnos atrás. Había leído muchas historias donde la policía llegaba a tiempo de confirmar la muerte de las víctimas, no quería que pasara eso. ¡Bajemos al sótano!

Recibo el beso de mi esposo y soy consciente de las miradas inquisidoras de Daniel. Haciendo caso omiso a esto último le dedico una mirada a Michael que aún debe estar digiriendo la noticia.

Alguno de los presentes tenía razón con respecto a bajar, yo podría intervenir rápidamente si algún herido se encontraba allí abajo. No me agradaba la idea de ir al sótano por los ruidos y demás cosas extrañas que han estado sucediendo, pero muy a mi pesar, como médico debo estar ahí. 

- Está bien, iré con uds. Tía cuida a los niños por favor. - ya que ella no quería,  al menos que mis hijos estuvieran acompañados.

El sótano

A la entrada del sótano hay un cuarto de herramientas con dos puertas una a la izquierda y otro abajo. La de la izquierda da a un laboratorio.

Laboratorio

Uno de los laterales del laboratorio está repleto de recipientes que albergan productos químicos. Hay numerosos vasos de precipitados, retortas, manos de mortero y balanzas. La mesa esta cubierta con plantas desecadas. Al otro lado de la sala se encuentra un gran armario metálico. Cuando estáis cerca del armario es posible oír el ligero sonido de un compresor eléctrico, lo cual permite percatarse de que por el cajón inferior escapa una exigua corriente de aire frío.

En otra zona del laboratorio hay botellas con soluciones de glucosa y salino. Este lugar es confuso: parece ser la sala de trabajo de un cirujano, de un químico y de un criador de plantas. Podéis preguntaros por el valor de todo este equipo: la mayoría de personas no podrían gastarse en su aficiones varios miles de dólares.

Hay otro armario en la pared sur.

Desde el cuarto de herramientas se accede al lavadero mientras que desde el laboratorio a la Sala de trabajo. Con estas dos últimas puertas se concluye los cuartos del sótano. Tanto el lavadero como la Sala de trabajo están vacías y han sido limpiadas con minuciosidad. En la Sala de trabajo se encuentra la ventana sin persiana por donde algunos de vosotros intentasteis acceder, los cristales se encuentran desparramados por el suelo debido a la horrible ventisca, y la ventana sigue dando bandazos contra el marco.

Scott contemplo las habitaciones y todo el material de laboratorio con curiosidad. Todo parecido sacado de una novela de ciencia ficción o de fantasía, aunque todo tenía un toque lúgubre y terrorífico. ¿Qué estaba haciendo el Corbitt? ¿Qué hobby era este? Si alguien le hubiera preguntado por los hobby del señor Corbitt hubiera pensado en coleccionar sellos o leer libros, no en hacer experimentos científicos.

Hecho un rápido vistazo a la habitación en busca de pistas. Creo que aquí no está el niño, habrá que seguir por la otra puerta. 

Sylvia no esperaba encontrar un laboratorio allí abajo y mucho menos uno tan bien equipado. Había visto varios durante su vida profesional pero, aunque conocía cada uno de los instrumentos, nunca los había visto en aquella combinación. ¿Qué haría el señor Corbitt con aquel instrumental?

Quizás la respuesta a aquella pregunta se encontraba en aquel armario cerrado. De naturaleza curiosa, Sylvia se acercó al armario de la pared sur con la intención de desvelar ese misterio. Giró la cabeza y miro a sus compañeros como buscando su aprobación. Con cuidado, para intentar evitar unos posibles chirridos, que los delataran, empezo a girar el pomo.

Michael se adentró en el sótano agarrando fuertemente el candelabro y echando frecuentes miradas hacia Julia. Si antes estaba confuso ahora estaba totalmente perdido. Parecía moverse como un autómata alimentado por la inercia.

Una vez que hubieron echado un vistazo a las cuatro habitaciones que componían el sótano Michael se preguntó qué se les podía haber pasado por alto.

- ¿Escucháis algo? - consiguió preguntar aunque la boca seca y su estado actual hicieron que pareciera más un graznido que un comentario humano.

No consigues descubrir nada más que lo visto.