Partida Rol por web

Ingreso a la casa del Sr Corbitt y lo primero que hago es buscar a Michael. Tanteando a duras penas doy con un delgado cuerpo que conocía muy bien. -Michael... Al fin... Estaba preocupada por ti. -sujeto su brazo con fuerza y por el reflejo de la ventana que estaba iluminada por la luna distingo su cabello rubio. Suspirando de tranquilidad espero su respuesta.

Mi tío se detuvo antes de entrar en la casa y fue a buscar un arma. No me parecía muy exagerado, luego de la reacción del policía, pero también recordaba que había otro agente de la ley dentro de la casa, y no quedaría bien entrar sin permiso en un domicilio ajeno con un arma de fuego en las manos. 

Sullivan acababa de entrar. No podía dejarlo solo, ya que había posibilidades de que hubiera algo peligroso dentro. Decidí entrar tras él, esperando que todo fuera una gran confusión.

Al empezar a buscar en el coche encuentras historias de los números antiguos del periódico local, parecen interesantes.

EMPRESARIO LOCAL MUERE EN ACCIDENTE

Se ha sabido hoy que Theodore Corbitt, propietario de Corbitt Importers of America, ha fallecido en un trágico accidente mientras estaba de vacaciones en la India. Corbitt, que se encontraba en compañía de su hijo Bernard, murió al despeñarse mientras ambos caminaban entre las montañas del Punyab.

Según las autoridades, los dos hombres estaban realizando una excursión cuando fueron atacados por un grupo de bandidos que frecuentan la zona. Durante la persecución por la falda de la montaña, parecer ser que el señor Corbitt resbaló y cayó al vacío. Su hijo logró escapar y ponerse a salvo. Aún no se ha localizado el cuerpo del señor Corbitt y las autoridades temen que pueda haberse perdido, pues los perros salvajes que merodean por las montañas podrían haberlo devorado.

Theodore Corbitt deja viuda, su esposa Elaine, y un hijo, Bernard. En este momento no se sabe si Bernard Corbitt se hará cargo de la empresa familiar.

NECROLÓGICAS

Corbitt, Lynn Anne Meyers, de 22 años de edad. Murió al dar a luz en su casa. La señora Corbitt, que se graduó en el instituto de Pierpoint, se casó hace dos años con Bernard Corbitt, un hombre de negocios de la ciudad. Los sepelios de madre e hijo tendrán lugar el sábado por la tarde. La señora Corbitt deja a sus padres, Edward y Shirley Meyers, y a su esposo, Bernard Corbitt, presidente de Corbitt Importers of America.

Vecino arrestado por matar animales.

La policía informó hoy de la detención de un sospechoso en relación con la reciente ola de secuestros de mascotas en la zona suroeste de la ciudad. Aunque después fue puesto en libertad por la falta de pruebas, Randolph Tomaszewski sigue siendo el principal sospechoso del secuestro de casi una docena de perros y gatos que desaparecieron de las casas y jardines de los alrededores del Central Hospital. Tomaszewski trabaja en el hospital.

Una enfermera, hospitalizada tras un accidente en la casa de un paciente.

La señorita Mona Dunlap, enfermera profesional, ingresó ayer en el Sanatorio Central tras sufrir un accidente que ocurrió en la casa de un paciente. Su diagnóstico es grave.

Parece que la señorita Dunlap, contratada por el señor y la señora Corbitt para asistir a esta última durante el parto, sufrió una apoplejía cuando trataba ella sola de traer al mundo al bebé de los Corbitt.

Al entrar en la casa escucháis la voz del señor Corbitt ¡Oh vaya! Esta alfombra está sucia sucia dice cuando seguidamente sacude la alfombra polvorienta que estáis pisando, os embarga de repente un olor raro esparcido por el aire que penetra en vuestras fosas nasales... Allí en la oscuridad frente a vosotros la figura humana del que suponéis que sea el señor Corbitt ríe esperando que aquella sustancia que ha echado en la alfombra y espolvoreado por el aire os cause el efecto deseado. Después oís las pisadas que se alejan con paso apresurado, a los lados suponéis que están la cocina y el comedor y un pasillo que se adentra en la oscuridad que rodea a toda la casa.

Ves a Sylvia que está rebuscando en el coche del señor Corbitt, en sus asientos, en la guantera y en el maletero del coche. Algo le llama la atención pues se queda quieta observando algo que ha descubierto en su interior.

Daniel, Julia y Michael entran en la casa y te parece escuchar una voz que les interpela desde el fondo del pasillo, a la vez que ellos parecen llevarse las manos a la cara.

Scott entra en la casa y empieza a rebuscar en el sótano en busca de su arma.

Apenas entramos nos recibe la voz de quien presumo es el Sr. Corbitt, que no parece ser el respetable vecino que esperaba en un primer momento. O sus facultades mentales están seriamente alteradas, o sucede algo mas que no llego a comprender. No llegamos a decir nada cuando sacude la alfombra y la estancia se llena de polvo. Sacudo el aire frente a mi para intentar respirar normalmente, pero en un lugar tan cerrado es prácticamente imposible.

Mientras me pongo a toser incontrolablemente* mi instinto me dice que algo de cierto habría en lo que vio Samantha, lo que quiere decir que aquel niño o lo que fuera, puede necesitar ayuda. Sin embargo, necesito recomponerme, por lo que doy unos pasos hacia atrás, en dirección a la puerta por la que he entrado, en busca de aire fresco.

Te adentras en el sótano de tu casa, tienes que abrirlo ya que está con cerrojo, allí has puesto un montón de cosas algunas inservibles, otras que ocupan demasiado espacio en la casa y otras como el rifle que es mejor mantenerlo fuera del alcance de tus hijos... Una vez dentro no te lleva mucho tiempo encontrar el arma y su munición que la dejas siempre cerca del arma.

Ahora era tu opción de cargarla o no, sabes que una vez que hayas armado el arma no habrá marcha atrás o sí, ¿será suficiente para poder enfrentarte a lo que sucede en esa maldita casa?, o puede que el arma controle tus actos y te precipites a una acción sin vuelta atrás...

Más que esclarecer algo la situación, la búsqueda en el automóvil había abierto nuevos interrogantes. Sylvia aún no era capaz de juntar las piezas del puzzle y darle una explicación al misterio, que parecía envolver al señor Corbitt. Pero si presentía, que algo muy extraño y posiblemente peligroso se escondía detrás de todo aquello.

Al volver a la entrada de la casa, se encontró únicamente con Samantha, la cual parecía encontrarse en estado catatónico y no paraba de pedir ayuda al cielo.

Sujetándola por los hombros, la sacudió sin violencia pero con cierta energía, para intentar sacarla de su aparente estado de trance.

- ¡Señora Finch! ¿Dónde está Julia? ¿Ha entrado en esa casa?

Viendo, que no alcanzaba la reacción deseada, continuó, usando directamente el nombre de la mujer.

- ¡Samantha! Ud. tenía razón. El señor Corbitt parece no ser la buena persona, que todos ven en él. Su sobrina puede estar en peligro en este momento. - Por último, Sylvia dio una orden directa a Samantha, para llamar así su atención y hacerla volver al presente. - ¡Por favor! ¡Acompáñeme Ud. adentro!

Dudo unos instantes si cargar el arma o no, pero finalmente decido cargar el arma y ponerle el seguro. Las armas por si solas no son un peligro, el peligro está en quien las maneja. Claramente Scott no se consideraba una persona peligrosa y desequilibrada que disparara a alguien inocente. Finalmente se colocó el arma al hombro, cogió las linternas y salió a la calle donde esperaba encontrar al resto del grupo. 

Arriba escuchas la voz de Sylvia mientras cargas el arma y coges las linternas.

- ¡Señora Finch! ¿Dónde está Julia? ¿Ha entrado en esa casa?

Viendo, que no alcanzaba la reacción deseada, continuó, usando directamente el nombre de la mujer.

- ¡Samantha! Ud. tenía razón. El señor Corbitt parece no ser la buena persona, que todos ven en él. Su sobrina puede estar en peligro en este momento. - Por último, Sylvia dio una orden directa a Samantha, para llamar así su atención y hacerla volver al presente. - ¡Por favor! ¡Acompáñeme Ud. adentro!

Empiezo a subir las escaleras mientras grito. Esperen, voy yo también. Tantos gritos sin aparente sentido estaban empezando a poner nervioso a Scott ¿Qué es lo que estará pasando arriba? ¿Qué querrán decir con “El señor Corbitt parece no ser la buena persona”? Considero que no era prudente preguntarlo a gritos, sus hallaría las respuestas a estas preguntas dentro de poco, no era el momento de entrar en pánico.

Mientras subo las escaleras con las dos linternas en la mano, pregunto a Sylvia, que parecía la más cabal en esos momentos. ¿Qué ha pasado? Creí que íbamos a entrar todos juntos, que sería más seguro. ¿Quién ha entrado? Espero que no haya sido Julia. Añadió con preocupación.

- ¡Scott! ¡Gracias a Dios! - Suspiro Sylvia aliviada de ver al marido de su amiga. - Fuí al automóvil a buscar algún tipo de pista, que pudiera aclarar algo las cosas, y al volver, Julia ya se había ido. Debe de haber entrado en esa casa con tu sobrino y ese tal Michael.

No estaba segura, si debía continuar. Al fin y al cabo no tenía ninguna prueba concreta, que justificara sus temores. Después de dudar un segundo, decidió poner a Scott sobre aviso, a riesgo de que la tomará por loca.

- No entiendo lo que está pasando aquí, Scott, pero no me gusta nada. He encontrado unos recortes de prensa, que hablan de extrañas muertes de familiares y un caso de locura en torno al señor Corbitt. Debemos de entrar ahí y andar con mucho cuidado.

Con mano temblorosa le tendió una de las linternas a Sylvia.  ¿Julia está dentro? Pregunto con incredulidad, como había sido tan estúpido de dejar a su mujer sola, la tendría que haber llevado con él a buscar el rifle. Creí que habíamos quedado en entrar todos juntos. ¡Esto es una locura! Seguro que todo es culpa de Michael.

Voy, hay que entrar. Dijo con tono decidido, la idea de ver a su mujer en peligro basto para que Scott recuperara la confianza y la firmeza. Sylvia no hace falta que me siga esto puede ser muy peligroso, lo mismo de digo a usted Samantha, pueden quedarse aquí fuera y esperar los refuerzos de la policía. 

La cara de Scott mostraba una preocupación comprensible. El temor, porque algo le pasará a Julia era compartido y quedarse allí esperando, sin hacer nada, no era algo, que se le pasará por la cabeza a Sylvia.

- Entrar sólo en esa casa es una imprudencia, Scott. No sabes lo que te vas a encontrar y puede que necesites ayuda.

Mirando fijamente a los ojos de su anfitrión, para mostrarle, que no tenía miedo de lo que podía estar esperándoles, terminó con decisión.

- No pienso salir corriendo como una niña y abandonarte en estos momentos. Ni a ti, ni a Julia. Voy entrar ahí y ayudarte a desvelar este misterio.

Suspiro, el entrar con Sylvia no lo había planeado, ni siquiera había planeado que Julia entrase. El era el hombre, el que tenia que correr con todos los peligros. No podía permitir que las mujeres corrieran peligros innecesarios. Ese es el espíritu de un buen caballero. Vale, pero ven detrás de mí, no puedo permitir que te pase nada. Pero si pasa algo quiero que salgas corriendo de la casa.

Samantha, se puede quedar aquí esperando a los refuerzos de la policía y explicarle que está pasando.

Finalmente empezó a caminar hacia la casa.

Pero... pero que esta pasando ahí dentro... - dice en voz alta-  parece que Michael esta... ¿asustado?... oh por Dios, ohhhh señor... me han dejado sola en este lugar, ¿qué hago?, ¿qué hago?... lo que este pasando ahí dentro No esta bien, no  no no...

Me pongo en la puerta con una postura como si estuviera muy nerviosa, me asomo sin entrar, muy asustanda, algo me dice que la policia no va a volver.

Esto no me gusta... no me gusta.

Escucháis el sonido de un niño, un niño pequeño ¡Socorro, socorro! ¡Ayudadme! ¡No quiero morir, no quiero morir! Unas risas se escuchan después, risas de hombre, un hombre que no está en su sano juicio, los ruidos parecen provenir de la planta de arriba. Después delante vuestra oís el sonido de una mecedora, sí parece la silueta en la oscuridad de una mecedora y la figura de un hombre al lado, que guarda algo en la mano, mientras con la otra mece al niño cada vez más rápido, más rápido hasta que veis que con un leve gesto de su brazo, parece sacar algo que os oculta...

Vuestra vista poco a poco se van adaptando a la oscuridad, y en el pasillo que estáis podéis discernir lo que es la silueta de una cocina a vuestra izquierda y de un comedor a la derecha.