Partida Rol por web

 Una vez descansados y habiendo comido, el grupo se dispuso a sacar el agua clara de esa situación.

 Con la puerta liberada del exceso de peso de los troncos, ahora apilados a un lado, Nuño abrió la cerradura de la puerta. Entonces con la ayuda de Liam y Jack abrieron la pesada puerta de madera. El grupo ya esperaba encontrar en esta unas pruebas claras de que era la misma puerta que vieran la noche anterior que les impedía avanzar, pues en la superficie de esta había manchas oscuras de sangre reseca y arañazos... ante ellos había unas escaleras que descendían en la oscuridad...

 Ahora, con luz de día, y tras haber examinado el túnel por el otro extremo parecía menos temible. Y el hedor, aunque presente aún, era menor. Los aventureros bajaron de nuevo en busca de una prueba.

 El pasillo los llevó de forma inevitable al vestidor de los vestidos de mujer, donde descansaban los restos de tres cadáveres en tres sillones distintos, las puertas de los armarios permanecían como Jack los dejara en un rápida inspección de la noche anteriro.

El capitán Davenport improvisó una antorcha mientras que el bardo abría la puerta. Insistió en entra primero con la espada en su diestra y la fuente de luz en la siniestra. Con el corazón acelerado avanzó a la penumbra. Esta vez iluminó cada rincón, no quería dejarse ningún rincón sin inspeccionar.

- Busquemos cualquier cosa, por inverosímil que nos resulte.

Cuando llegó al vestidor tragó saliva y se acercó a uno de los sillones que contenía restos humanos.

Iasana estaba muy contenta con que Nuño hubiera accedido a enseñarle la melodía. El bardo era un excelente profesor y en el rato que habían tenido de ocio la mujer había logrado su cometido. Debería practicarla mucho más para llegar a tocarla con maestría, pero la base ya la tenía.

Cuando el capitán ordenó ponerse en marcha, la maga saltó casi como un resorte. En cinco minutos tenía empaquetadas sus cosas y estaba lista para explorar aquel túnel y ver si podían hallar algo más.

Uno a uno descendieron por la trampilla, cuidando sus pasos que la falta de luz podía hacer tropezar y tras recorrerlo al completo, corroboraron que salían al lugar donde habían estado la noche anterior, el sótano debajo de la cabaña.

-Muy bien capitán. A esta altura creo que nada me resultará inverosímil en este lugar- mientras Liam inspeccionaba los cuerpos secos de la antesala, Iasana se dirigió al cadáver de la mujer que los había atacado la noche anterior. Si ella era un subproducto de la magia, era probable que su dos veces cadáver presentara signos extraños. Venciendo su repugnancia y aguantando el olor, la registró de arriba abajo antes de proseguir por las estanterías y los rincones del lugar.

Después del merecido descanso llegaba la hora de ponerse en marcha. Jack esperaba que la segunda visita al subterraneo no fuese tan violenta. No había razones para que lo volviese a ser, pero el origen de esa mujer... desconcertaba hasta las suposiciones más precavidas.
Obviamente la moral del grupo era bastante mejor que la del día anterior, por lo que la travesía fué bastante más liviana y, según el criterio del marino, más corta.

Todo estaba tal y como lo dejaron. Por lo que sus compañeros empezaron a investigar los cadáveres a la búsqueda de cualquier detalle que les ayudase a comprender qué sucedió aquí, y ya de paso... saber más sobre Sir Hugo.

Jack volvió a registrar los armarios, en busca de algún tipo de insignia o vestido que pudiese parecer de alguna organización. Incluso buscó en la lenceria, lugar que le dedicó más tiempo, maravillado por las prendas que guardaba. Examinándolas con detalle, fascinado por la mente que las ideó. De esto no tienen en los burdeles de puerto.

 Los aventureros estuvieron inspeccionando con paciencia las tres habitaciones, es decir, los dos vestidores y el dormitorio. Buscaron en los cadáveres, que eran poco más que una pila de huesos, también con la críatura poseída que en tantos problemas les metiera, buscaron en armarios y ropas.

 Mientras examinaron todo llegaron a algunas conclusiones, por ejemplo que el maniquí de hueso del vestidor con ropa de hombre, estaba creado apartir de fragmentos de los tres cadáveres del vestidor de las ropas de mujer.

 Rebuscando por todas partes el grupo encontró varias cosas interesantes. Entre los restos de los cadáveres del vestidor de mujeres, se encuentran cuatro pequeños bolsitos, en su interior hay varios enseres de belleza personal ricamente adornados, como un zapillo en madera de ébano con incrustaciones, un espejo enmarcado en plata, empolveras y pequeñas alhajas. Iasana, en su exploración en los restos de la mujer da con un juego de pendientes y colgante finamente labrado en oro, con incrustaciones de ágata. Así como un sello personal en su dedo meñique, sin lugar a dudas Iasana lo reconoce, pertanece a una noble familia, los Monteplano. Tal vez la familia estuviera interesada en saber algo al respecto, ¿quíen sabe?

 Pero sin lugar a dudas lo que más llama la atención, es una daga, finamente trabajada en la que Iasana detecta cierta aura mágica. Pero lo más sorprendente es que se encontró envuelta en un paño de terciopelo negro, que era capaz de ocultar su naturaleza mágica. El grupo encontró la daga bajo el colchón de la cama.

Nuño hizo que miraba por aquí y por allá, pero realmente no hizo demasiado esfuerzo en buscar con atención. Le daba un poco de repelús poner sus delicadas manos en según que lugares sucios y malolientes. Al cavo de un momento desistió de tan ardua tarea y se dedicó a deambular de un lugar a otro canturreando, sin nada preciso que hacer salvo tropezarse con los compañeros, y pedir disculpas con su mirada inocente. 

Justo eso es lo que su lenguaje corporal exteriorizaba a gritos.

La mujer terminó su examen y compartió con el grupo sus hallazgos. Algunas joyas y un sello que identificaba a la dama como una Monteplano era todo lo que había podido hallar. Eso y la daga.

Iasana examinó con atención el objeto, asombrada por el detalle de haberla pasado por alto. ¿Acaso la tela que la cubría también tenía poderes mágicos? Antes de examinar aquello con mayor detenimiento, volvió a dar una mirada al cadáver. Lamentablemente era difícil determinar si en aquel cuerpo había alguna herida que no hubiera sido provocada por ellos mismos la noche anterior. Es que, salvo aquel objeto de poder, la hechicera no había podido encontrar nada que indicara qué había convertido aquella mujer de noble cuna en un súcubo salido del averno.

Luego estaba el tema del maniquí de huesos. Aquella marioneta que habían encontrado al asomarse por vez primera en el lugar estaba formado por los restos de los acompañantes de la dama. ¿Qué quería significar todo aquello? La chica no pudo decirlo y exasperada se rindió en su búsqueda. Al parecer, algo se les estaba escapando y ella no lograba verlo.

-Bueno, no sé si tiene mucho sentido continuar aquí. Yo no veo nada más de interés, no sé ustedes- Iasana se fijó en el bardo y tuvo que reprimir una sonrisa. La incomodidad y el aburrimiento de Nuño eran palpables. Lo cual llevó a la mujer a preguntarse qué hacía tan peculiar personaje en esta misión de rescate. Tal vez luego pueda preguntarle. Volviendo su atención a los otros tres, continuó.

-Si están de acuerdo, quisiera conservar la daga en mi poder. Quisiera estudiarla más a conciencia y ver si logro hallar alguna conexión entre el arma y las aberraciones que hemos visto en este lugar.

El capitán se detuvo a observar los objetos que Iasana mostraba.

- Insignificantes objetos, reflejo de la vanidad de los hombres y objetos de orgullo para las mujeros-  comentó en voz baja con desprecio - tienes razón, ya aquí no hacemos nada.

El humor de Liam había decaído desde que habían bajado al sótano de la cabaña. Estaba más irascible y su humor era irritable, se encontraba pálido y no se mostraba un poco lacónico. 

-Bien...
Jack se reunió con el grupo a la vez que se guardaba la más exótica de las prendas en el petate: Un dulce recuerdo de una pesadilla.
El ruido que habían hecho entre todos mientras buscaban ayudaba a que el ambiente fuera menos opresivo. A decir verdad, ahora los miedos ya no estaban en el sótano, si no en la misma figura de sir Hugo.

-Por aquí, nada interesante... ¿qué habéis descubierto? ¿algo sobre los muertos? ¿quien era la mujer-loca?

Todo lo que pudiesen saber sobre los Torquemar antes de devolver a la vida a sir Hugo podría ser útil

 Entre Iasana, Nuño y Raúl describen la familia de los Monteplano como una de las familias nobles de la región, bastante allegados a los Torquemar. La familia tiene dos líneas descendentes, fruto de dos varones. Ahora ya mayores rondando los cincuenta años cada uno de ellos. Uno de ellos, sir Ramón de Monteplano, tiene tres hijos Jorge, Rubén y Raimundo Monteplano. Sin embargo, su hermano, Alberto Monteplano solo tiene un descendiente, lady Ana Isabel de Monteplano.

 El grupo da un nuevo vistazo al cuerpo, exhaustivamente registrado, de la mujer poseída... ahora, con más calma, sus ropajes de telas lujosas, y las joyas que están en vuestras manos, pero sobretodo el sello, os deja una extraña sensación en el cuerpo.

¿Acaso era posible? ¿Ana Isabel de Monteplano enredada en brujería y magia negra? No era que Iasana creía que los nobles no hacían cosas deleznables; por el contrario, la mayoría de las veces le había tocado lidiar con seres de castas altas de lo más abominables. Pero a su conocimiento no había llegado ningún rumor que pudiera corroborar lo que parecía ser evidente en aquel momento. La heredera de Don Alberto se había enredado en fuerzas que no pudo controlar y aquel era el resultado. Lo que sí resultaba extraño a los ojos de la maga, era que hubiera necesitado de brujería para enredarse con el joven Torquemar; era sabido que el tío no esquivaba ninguna falda que se le cruzara y una joven de la alcurnia de la supuesta difunta habría sido un bocadillo de lo más apetecible. Sin saber bien qué más hacer, la mujer decidió hacer eco de sus palabras anteriores aunque una extraña y persistente sensación le decía que no estaba todo cerrado.

-Bien, creo que debemos irnos y dejar atrás este antro maldito. Tal vez debiéramos prender fuego al cadáver de la señorita como una precaución más, pero no aquí. Debemos hacerlo en el exterior.

Por otra parte, se nos ha ido el día... Si bien el basilisco tiene su morada relativamente cerca por lo que nos ha dicho Raúl, el sol ya está cerca del horizonte. Sería mejor que aprovechemos a descansar y planificar nuestros pasos para mañana. ¿Les parece?

- Buena idea Iasana, es un buen momento para descansar - responde un tanto pensativo Liam  - mañana continuaremos y si, quemaremos el cadáver.

El capitán se alegró de volver a la superficie, llevando el cadáver envuelto por los pies mientras el moreno Jack lo hacía por debajo de los brazos. ´Durante su recorrido hasta el aire fresco temía que el cadaáver volviera a la vida, le tamblaban las manos. Aguantando el hedor daba pasos a trompicones, en parte aturdido por el olor y en parte turbado por sus confusos pensamientos.

- Me alegro de respirar aire puro - comentó una vez llegaron a la superficie - que memos esta cosa y distribuyamos las guardias.

Raúl había permanecido largo tiempo en silencio, respondiendo solo cuando se le preguntaba directamente, pues la idea que el nombre de su amigo Ser Hugo se viera envuelto con todo aquello no le gustaba nada. Seguía pensado que aquélla desdichada escuadra habían sido tan solo victimas de algun infortunio azaroso. Y que por ende el heredero era inocente. Lo de no ir al encuentro de basilisco hasta la mañana siguiente le alegraba, no tenía mucha prisa por acortar su vida, pero pasar otra noche en ese cabaña era de lo más engorroso.

De pronto, las palabras de la maga y el capitán le sacaron de su ensimismamiento. -¡Eh!¡EH! ¡¡Esperad, esperad!! Insensatos.- Protestó sonoramente y bastante exaltado. -¡No podemos quemarla! Es la hija de una importante familia. Es una prueba de lo que aquí ha ocurrido. ¿Qué hareis cuando su familia lo investigue y sus pasos los lleven hasta aquí? ¿No veis que vuestros actos podrían poner en conflicto el reino? ¿Direis que esta maldita harpía hija de alta cuna era una bruja y la quemasteis sin más?- Quizás exageraba o lo veía desde el punto más pesimista, pues el trauma había sido muy grande, o quizás era el único que le quedaba sentido común. Por suerte esto no nos toca a nosotros juzgarlo, sino a aquellos aventureros que de forma improvisada formaban un grupo.

Limpiándose las manos escuchaba cómo sus compañeros administraban lo que quedaba del día. ¿Quemar la bruja? Parecía buena idea, no le apetecía encontrarse con su espíritu.

Y a Raúl le dió para empezar a pensar en las consecuencias.

-Chico... la hemos matado... y nadie de esos... como los llamáis ¿nobles? (que palabra tan graciosa que tenían los blancos de tierra firme)nos van a creer. ¿Les dirás tú que estaba endemoniada... poseída? Quemémosla y que su espíritu descanse

Ante las palabras de Raúl, el capitán se acercó para cogerlo del brazo y lo arrastró hasta dónde estaba el cadáver envuelto:

- Yo mejor que tú sé lo que estás diciendo - Liam se giró hacia Raúl y le cogió de un brazo obligándole a arrodillarse junto al cadáver. Destapándole la cabeza le obligó a mirar su rostro - ¿Cómo piensas explicarle esto a su familia? ¿Acaso quieres que resucite de nuevo, no merece descanso eterno? 

Liam reconoció que Raúl quizás tenía su parte de razón pero ¿qué debían hacer? No podían arriesgarse, ¿en qué tesitura se vería envuelta la familia Torquemar si se le relaciona con esos asuntos turbios. Se trataba de salvaguardar la seguridad de dos familias importantes. 

- Mejor sería que esto no saliera a la luz - dijo el capitán Davenport - olvidémonos de todo esto y vayamos a buscar ese basilisco y el joven Torquemar que para ese menester se nos ha contratado, no para sacar a relucir asuntos turbios que puedan enfrentar a dos familias allegadas - ordenó con voz firme - me enfrentaré a todo el que no se oponga. Es una orden.

Tanto Jack como el capitán habían expresado lo que Iasana sentía. No valía de nada guardar el cadáver. Como mínimo, sería una afrenta para sus parientes verla así, casi irreconocible a causa de la hechicería; y por supuesto, todas las miradas acusatorias irían sobre ella.

Pero eso no era el problema principal a sus ojos. La maga temía que la mujer, pudiera volver a levantarse. No habían encontrado indicios que pudieran echar luz a lo ocurrido, ni como se había visto la señorita Monteplano involucrada en semejante asunto, con lo cual, no era seguro que no hubiera alguien más poderoso en los Arcanos involucrado en todo aquello y si una vez la había levantado, podía volver a hacerlo. Sin embargo, la chica no dijo más nada. Creía que la autoridad de Liam sería suficiente para convencer al trapero.

-Vamos, terminemos cuanto antes con esto y preparemos el campamento. No es buena idea vagar de noche en este bosque. Como poco, podemos toparnos con lobos o la mula puede enganchar su pata en algún hueco que no veamos...- la mujer se acercó hasta el capitán y el trapero. -¿Podrían... encargarse ustedes?- le dijo señalando a Jack, a Nuño y a él mismo. En ese momento, Iasana creía que lo mejor era que Raúl estuviera lejos de allí cuando armaran la pira. -Yo... puedo acabarlo luego si no les apetece tener problemas, pero ahora quisiera ir montando la cena- dicho esto, tomó amablemente al chico del brazo para sacarlo de allí. -Ven Raúl, necesito que me ayudes...-una encantadora sonrisa se dibujó en su rostro -...por favor.

No merecía ese maltrato, no al menos… en su opinión. El joven aguantaba el desprecio, los insultos, las preguntas inquisidoras y les había servido en cuanto le pedían llegando incluso a poner en riesgo su pellejo. ¿Y que recibía? Tan solo aquella ignominia. Aquel maltrato y uso de la fuerza, que le hicieran sentir pequeño, impotente y débil.

Cuando se libró de la presa, se frotó el hombro dolorido por la brusquedad y el tirón. Su rostro estaba lejos de mostrarse feliz. –¡Haced lo que os plazca!- Gruñó. Si aquél era el precio por haber manifestado su opinión se guardaría bien de dar otra. Esta vez si había grabado en fuego el maltrato, si aquél grupo se había ganado alguna simpatía, por pequeña que fuera, acababan de perderla, pues ni una voz se había alzado a defenderlo.

La maga ordenó aquí y allí un par de asignaciones, Raúl parecía haberse librado pero no fue así. –Claro, señora, como no.- Dijo sarcásticamente. –A servir en lo que pueda.- No se fiaba ya de las sonrisas ni de Iasana ni de nadie.

Nuño asintió a las palabras de Liam, a las palabras de Jack, a las palabras de Iasana, e incluso a las palabras de Raúl. Aunque claro, la voz autoritaria del capitán y su amenaza sutil, hicieron que no se pronunciara a favor del joven trapero.

Es más, hasta hizo ver que buscaba leña seca. Escogiendo con esmero los troncos más delgados y livianos, fue trayendo de uno en uno las ramas escogidas. No le entusiasmaba la idea de clavarse una astilla, y no quería ensuciarse sus finos guantes de gamuza con resina seca, así que tomaba especial cuidado en la selección del material. Y con especial cuidado me refiero en que tardaba un mundo en hacer nada, y de nada servía lo que hacía.

La maga levantó ligeramente la ceja izquierda ante el tono del trapero pero no borró su sonrisa. Aunque el chico estaba portándose como un crío, la mujer deseaba calmar los ánimos de la compañía. Cuanto más durara la calma, más posibilidades de éxito tendrían.

-Vamos entonces, veamos que podemos hacer con las provisiones que contamos- dijo amablemente, pasando por alto la actitud de Raúl, aunque por dentro soltó un largo suspiro imaginario. De haber sabido que iba a tener que ir de niñera, hubiera pedido paga doble.

 El grupo se organizó en las distintas tareas, de hecho la pira era sencilla, pues hacía muy poco habían hecho un montón de leña desbrozando los troncos más grandes de los árboles antes de apartarlos. Mientras Liam, Jack y Nuño montaban la pira, pues no era solo un fuego de campamento, sinó que tendría que ser suficiente como para reducir a cenizas el cuerpo de la difunta mujer, Iasana y Raúl se fueron a la cabaña para preparar algo para la cena.

 El tiempo se sucedió sin contratiempos. El grupo trabajó diligentemente, con pocas palabras pues los ánimos en general no eran los mejores.

 Una cosa d euna hor amás tarde ya estaba todo listo, por un lado la leña que serviría para quemar los restos de Anabel Monteplano, a cierta distancia de la cabaña, en un lugar un poco despejado, pues tampoco queríanque el fuego se les escapara de las manos y prendiera el bosque. La cena, estaba lista para entonces, en la mesa de la cabaña.