Partida Rol por web

¡¡¡GUARDA CON LOS DESTINATARIOS!!!

Llegas a un pueblo motivado por el conocimiento de que aquí una afamada mujer recide en un pueblo de mala muerte. Un lugar de paso entre dos ciudades donde las carretas se detienen a recambiar monturas y seguir camino para así tardar menos tiempo entre un lugar y otro.

Los motivos por los cuales la hechizera está en este lugar te son desconocidos, pero siempre hay gente estrafalaria y ella podría ser una. Tu interés radica en que ella podría instruirte en conjuros para aumentar tu libro y por consiguiente tu poder. Quizás con la llegada de esto último menos gente cuestionaría o hablaría de tu rostro. A cambio tu podrías ofrecerle algo, pero no tienes seguro que.

Cansado de que hablen tanto, cansado de que siempre murmuren, cansado de todo….

¿Habré encontrado el lugar? , ¿Será este pequeño rincón donde se esconde lo que busco?

No creo haberme merecido esto, una vida marcada por un rostro, una herida que me ha perseguido hasta en mi propio nombre. Lignindor ¡¡Carasapo!!! ….puag….

Si conociera más hechizos, si mi magia fuera más amplia, eso podría ayudarme a realizar grandes hazañas, ganarme el respeto de la gente, de los ciudadanos. Tener mayor poder.....

Ya no se fijarían en mi rostro, me juzgarían por mi destreza, por combatir el mal, por ser un pequeño héroe.

Sera mejor que no me retrase y busque a la mujer, empezare preguntando por la taberna,  allí seguramente a alguno se le escape la lengua con mas facilidad si es que es necesario.

Me intento dirigir al centro del pueblo para preguntar a alguien por alguna taberna, o si veo alguna a simple vista

Tu camino ha sido largo un peregrinaje en búsqueda de una señal que te indique como porceder. Todos los días son una prueba de tu fe, de mayor o menor manera. Pero nada de lo que has enfrentado hasta ahora puso en duda tu camino, tu motivación es hacer el bien donde sea y sin discriminar a los demás.

Tus pasos te han traido a un lugar de paso entre dos ciudades donde las carretas se detienen a recambiar monturas y seguir camino para así tardar menos tiempo entre un lugar y otro. Nada interesante que ver o hacer. Te quedas en el medio del lugar y las carretas pasan sin prestar atención a un joven clérigo de un gran dios. No te extraña esa actitud, dado que es algo común la indiferencia y la cortesía hacia los demás.

No te decides en ir a la posada o ver con alguna autoridad del pueblo en ver como puedes ayudarlos, brindándo tus servicios a los más necesitados.

Logran dejar a Sedelon en una cama ayudándose entre todos, unos llevan sus pertenencias y otros cargan con el ahora relleno o mejor dicho, inflamado compañero. Si fuera un barril, estaría lleno hasta la tapa y el corcho metido con una presión terrible.

Los demás bajan a la posada donde un variado grupo de gente entra y sale como siempre del lugar, pero su atención recide en que el grupo de mercenarios que hace un par de días estaba haciendo de las suyas, ahora está de vuelta en una mesa. Al notarlos, se dan vuelta, los miran un momento y se vuelven a hablar todos juntos. Uno todavía tiene una benda por los golpes sufridos en aquel altercado.

Cansado del largo viaje, poniendo mi fe a prueba en todo momento, decido caminar plácidamente hacia la posada, y llegando a ella, me fijo en todos los parroquianos que la está regentando.

Camino con la cabeza bien alta hacia el posadero, y le saludo:

-Buenos días tengáis, maese posadero, bendito seas. Soy un clérigo que vengo en busca de alojamiento, pero no quiero engañarle, por la orden en la que estoy, actualmente me encuentro sin dinero. Necesitaría una habitación para poder descansar un par de días y proseguir mi camino. Si usted me la pudiese facilitar, yo no dudaría en ayudarle de la mejor manera que pueda, y así pagarle, si no pudiese ayudarme, lo comprendo, ya que usted está aquí para ganarse la vida.

Espero su contestación con una gran sonrisa, intentando parecer lo mas apacible que puedo.

Si no me deja el alojamiento, que le vamos a hacer, tendré que buscar a alguien que requiera de mi servicios y me pueda dar una habitación, o dejar que me hospede en su casa.

Me puse tensa al ver a los mercenarios. Había subido para ayudar a Tharas y al resto de los chicos a cargar con el cuerpo de sedelon pero al regresar y ver a aquellos salvajes que originaron todo el problemon de la taberna  no pude evitar ponerme nerviosa.

No quise afrontarlos. No les temía pero me causaban una cierta sensación de intranquilidad. Me puse detrás de Tharas, queriendo pasar desapercibida porque estaba algo temerosa de que quisieran volver a molestarme.

Otra vez ellos...

Se supone que ando dormido y no veo los mensajes de mis compañeros, verdad??

Espero entonces, a decir verdad me cae de perlas esperar varios diitas mientras me descongestiono de tanto trabajo que me tiene agobiado.....

Verdad.

El transporte del curpo de Seledon a la cam ahabía sido toda una aventura en sí mima. Los cautro componente del grupo portando a un enjuto elfo por unos pasillos estrecho y subiendo unas escaleras empinadas y llevando todas las pertenencia del susodicho... lo dicho, toda una aventura.

Después de dejarlo, en el camino de regreso todos comentaban la jugada y lo difícil de su transporte entre risas y chascarrillos. Pero al llegar a la sala común y ver quienes se habían personada en la taberna, sus expresiones cambiaron por completo. En una mesa estaba otra vez el grupo de mercenarios con los que habían tenido problemas hace unos días. La primera reacción de Tharas fue, instintivamente, echar un brazo atrás para proteger a Zenobia y a sus compañeros... pero sobre todo  a la chica. Luego, cominó diligente y se sentó en la mesa donde estaban y les dijo a todos.- Comed tranquilos no tiene por qué pasar nada- les dijo a sus compañeros comienzando a comer, sin quitar un ojo de los mercenarios.

Cuando estás ingresando en la posada, vez como varias personas entran y salen de un lugar. Posada o taberna, ningún lugar a dudas. Vas hacia allí y entras, todas las personas que están dentro están metidos en sus asuntos. Elfos, enanos y humanos, incluso un par de medianos que están en la barra con sus cortas piernas.

Parece ser que la enorme mayoría osn mercenarios que están aquí momentáneamente, hasta incluso vez algunas mujeres. Y ahí te quedas, pensando a quien de todos estos preguntarle para saber si este es el lugar donde vive la hechizera.

El dueño del establecimiento te observa con detenimiento, tranquilo te deja hablar hasta el final y no te interrumpe. Pero su rostro impávido antes tus palabras te responde. - Hazte mercenario y tendrás con que pagarme o búscate trabajo en la iglesia de aquí. - Te quedas pensando sobre lo de la iglesia, no viste ninguna de tu orden, l oque si viste es una pequeña capilla de Ilmater, así que supones que a eso se refiere.

Los cuatros se quedan sentados en la mesa, ahora recuperándose un poco tras el esfuerzo de haber movido a su compañero más equipo a esa habtación. Un mundo de gente va y vuelve y más ahora con la noticia de que la fiesta está próxima, se nota que es un gran evento y la emoción rodea el lugar.

El joven guardia que ha estado con ustedes hasta ahora entra en el lugar otra vez y se acerca directamente a su mesa. Siempre con su sonrisa saluda atento a Zenobia y luego a los demás. - Saludos de nuevo, tengo noticias para ustedes. - Toma una silla libre y se sienta. - Permiso, pero se que ustedes no están en un buen pasar económico. - Es ahí cuando recuerdan que su dinero fue tomado por el Capitán para pagar por los daños en el local durante la gresca. - Y vengo a proponerles un trabajo pago. Es sencillo y espero les interese. - Les deja un momento a la reflexción dado que sabe que más de uno quisiera ver al Capitán pero no de la mejor forma.

El clérigo escucha esas palabras y niega con la cabeza. - Perdone señor, pero me di cuenta de que mi vida no está hecha para la aventura. Lo mío es ayudar a la gente de este lugar con la palabra y los poderes que mi gran dios Ilmater me dan, pero no con la acción que proveen los caminos. Lo lamento, pero me iré a cumplir mis deberes en mi capilla para con mis feligreces. - Se levanta despacio y una vez en pie toma su jarra, la alza en señal de saludo a los que se quedaron en ella. - Señorita y señores, me despido de ustedes, espero que les vaya bien por la vida y si no es así, pueden ir a mi capilla a solicitar ayuda siempre. - Bebe el resto y se va, saludandolos cortésmente a todos.

Más de no se queda perplejo por la reacción del clérigo, incluido el guardia que esperaba contar con los poderes del clérigo que al parecer por el relato del cocinero fueron útiles. Mientras en una silla estaba sentado el artista del grupo, que durante las palabras de despedida de Jan le dió vueltas a su jarra. - Señores, creo que lo mio tampoco es la aventura, siempre fue artista y me doy cuenta de que siempre lo seré, no les aseguro que siempre podré ayudarlos como dijo Jan, pero si que podré sacarles una sonrisa con alguna canción. - Mira hacia la barra y más precisamente hacia la escalera donde está su puerta donde guarda sus cosas, es un lugar incómodo y apretado, pero es lo único que le queda de sus grandes momentos de espectáculos y ahora se quiere aferrar a ellos. - Yo no acepto Menthor, me ganaré mis monedas aquí con mis habilidades con la música y la voz, que se muy bien que siempre que las tenga, me asegurarán un lugar aquí. - Toma su resto de cerveza y se queda mirándolos un momento. - Tampoco es que me duela tanto despedirme que solo llevamos un par de días conociéndonos. - Dice sonriendo ampliamente. - Pero ahora les brindaré un buen espectáculo. - Se levanta y con su instrumento en la mano se pone a cantar para ustedes y los demás. El posadero lo estudia un momento porque todavía se acuerda de que él estuvo metido en el altercado que llevó a graves daños en su local, pero la sonrisa del bardo le logran hacer una pequeña mella. No lo admite y no lo admitirá nunca, pero le agrada la compañía de su amigo y también sabe que mientras Taigus cante, la gente consumirá más y eso es bueno para el negocio.

Decido acercarme a los medianos con tranquilidad para preguntarles sobre la hechizara.

Espero no causar una mala reacción por mi aspecto, será mejor empezar con buen pie.

Me dirijo a la barra al lado de los medianos y pido 3 pintas.
Intento ocultar un poco mi rostro tras el sombrero bajando la cabeza un pequeño ángulo.

Tabernero, póngame 3 pintas, para mi y mis dos amigos

Espero a que nos sirvan las pintas, y comienzo a hablar.

Perdonad amigos, llevo unos días viajando para venir a este lugar, ya que ha llegado a mis oídos que aquí se encuentra una afamada hechicera. Supongo que por aquí, todos os conoceréis bien, y seguro que ustedes dos saben de quien estoy hablando y donde se encuentra.

Tomo un trago y espero a ver si alguno me dice algo.

Al escuchar las brutas palabras del posadero, le respondo:

-Muchas gracias igualmente, posadero, si requerís de mi, buscadme, aún estaré algún tiempo por aquí.

Decidido gracias al consejo del posadero, voy a visitar a mis hermanos de Ilmáter.

Ellos me pondrán un poco al día de la situación en esta zona, y puede que me den cobijo para dormir.

Decidido, me voy hacia el templo.

Entro dentro de el, y espero cerca del altar a ver si vienen a recibirme.

Genial, otra vez forzada para trabajar para el simio con galones y todo porque decidió secuestrar las pocas joyas que conservaba para pagar un problema que yo no causé y para recompensar a esos borrachuzos mercenarios. Al menos ahora parece que me darán una limosna a cambio de mis servicios. ¿Cómo pueden Tharas y Sedelon querer quedarse en este horrible lugar?

Llevo la copa hasta mis labios y doy un breve sorbo de vino.

Falta Sedelon. Es uno de los nuestros, aunque ahora está.... eh... descansando, y por eso no está entre nosotros, pero quizás  trabajamos juntos, al igual que... Tharas...

Miro dubitativa a Tharas. Esperaba que él aceptara que el grupo estuviera todavía unido porque no estaba segura de querer afrontar un trabajo sola. Y de momento prefería fiarme de ese par de elfos que del monje libidonoso o del rudo capitán o de cualquier otro desconocido.

Era cierto, no tenían con qué pagar lo que estaban comiendo, pero Tharas no estaba preocupado lo másmínimo. Sabía que si se lo pedía u padre le prestaría lo que necesitara. Nunca antes le habíapedido nada y siempre le ayudaba en su trabajo para el pueblo sin pedirle jamás nada de lo que le pagaban.

Además escuchó como Taigus y Jan pensaban igual que él. Tenían sus quehaceres y sus trabajos, no trabajar para alguien que les había quitado el dinero y encima decía devolvérselo si trabajaban para ellos... aunque fuese fácil.- Pues yo tampoco...- empezó a decir, pero calló cuando la joven muchacha comenzó a hablar.

Al escucharla y, sobre todo, al mirarla, descubrió nuevamente lo sola que se encontraba. Cuando acabó la mujer, el elfo le sonrió y dijo al guardia.- Yo me apunto y creo que Seledon también se apunta... pero esperaremos a que se le p... despierte- cambió rápidamente el elfo.- Pero cuéntenos, de qué se trata- preguntó Tharas.

Los medianos te miden un momento, te estudian con su ojos pícaros danzando de un lado al otro con una velocidad inusitada, pero sin voltear demasiado el rostro.  Asienten a tus palabras y te señalan el centro de la posada. Allí vez una joven mujer con túnica con un elfo como compañero y vez a un guardia hablando con ellos. La voz de un bardo comienza a sonar acompañado por su laud, opacando el ruido que hay en el lugar.