Partida Rol por web

Sonríe complacido de tener una audiencia tan distinguida y parece gozar de ser el centro de atención: 

-Disculpe, señorita Elizabeth pero la planta a que vos os referís creo que debe tratarse de cáñamo, también llamada "la hierba del rey". Sus efectos son interesantes pero tan solo parece tener cualidades aptas para fomentar hábitos ociosos y artísticos. No desprecio ninguna de las dos cosas pero esto...- señala a la flor- esto es diferente. Su nombre es opio y su capacidad se basa en dar paz al espíritu, frialdad a la mente y al corazón.- espera unos segundos para aportar cierta expectación y dramatismo al momento mientras preparaba una pipa siguiendo un ritual serio con cuidados movimientos de manos- la medicina china está muy avanzada en este sentido, empiezan a practicar cirugías con pacientes adormecidos por esta flor y son capaces de evitar muchas muertes y sufrimientos gracias a ello. Así mismo, como decía, también es utilizada para calmar los ánimos en las arduas negociaciones, evitando conflictos innecesarios.

A ninguno os pasa desapercibido cuando Elizabeth pasa una mano por el brazo de Catherine, como si intentará confortarla.

-Les convertía en asesinos despiadados. Sin temor alguno a las consecuencias. Quizá no hablamos de la misma planta Thomas.- Vuelve su atención a la flor de Opio. -Mi corazón ya está suficientemente frío, aunque me intriga lo de dar calma al espíritu. ¿Creéis que en mi causaría efecto?-

-Perdonad Señora, pero cuando os referís a Ricardo y palestina.. Solo se me ocurre una persona-

- ¿A que es maravilloso? - le responde a Cristopher, confirmando sus sospechas

La planta tiene un efecto relajante para el cuerpo, no puedo hablar por las propiedades para el espíritu- añade- pero desde luego, si es para relajarse esa planta es útil. 

Elizabeth coje la flor y la hace girar entre sus dedos mientras la observa. -Me gustaría conocer esos efectos-

-Mi misteriosa señora, eso tiene muy fácil solución. -dice con una enigmática sonrisa y extiende la pipa ya preparada hacia Lady Elizabeth, y, cuando ésta la coja, él mismo enciende una cerilla y espera a que la noble de una calada del artefacto para encender la brasa que ha de quemar la flor- no he conocido persona mortal que no sienta los efectos del opio. Sobre si las divinidades pueden sentirlo...es un misterio para mí.- confiesa mientras espera con la cerilla cerca del pedernal, sin encenderla aún.

-Señora.. No creo que sea prudente. Por lo que sabemos nunca se ha probado antes- El tono de Lees esta cargado de temor por las desconocidas consecuencias que pudiera tener la oferta de Thomas. 

Elizabeth parece dudar después de escuchar a Robert, pero termina aceptando la pipa que le ofrecen. -Ahora supongo que debo aspirar-  Lleva la boquilla a la boca y aspira profundamente. ​​​​​​La expresión de su cara es de espectativa -No percibo ningun efecto señor Hidenstone - 

Hay que esperar- dice Elisabeth- tarda un poco en hacer efecto. En cualquier caso, tómeselo con calma y relajase. Cuando empiece a surtir efecto lo notará. 

Thomas asiente con la cabeza y toma también una larga calada de la pipa, expulsando el humo con suavidad, dejando que salga por su nariz sin soplarlo para no lanzarlo sobre la cara de alguno de los presentes:

-Eso es, lady Elizabeth...ningún remedio hace efecto al momento de tomarlo, todos toman sus breves momentos. Entre tanto...¿alguien más desea probarlo? Este producto aún no existe en Londres, amigos, no es posible que lo hayan probado en otra ocasión, tal vez esta sea su oportunidad de probar algo realmente exótico y desconocido en nuestra patria. ¿Quién sabe? Tal vez el día de mañana puedan decir "yo fui el primero en probar el producto de Hiddenstone"- añade con una sonrisa tentadora y ofreciendo la pipa a los demás con un gesto de la mano.

Alzó ligeramente la mano mostrando la palma mientras acompañaba con un gesto negativo con la cabeza

- No tengo tanta curiosidad, gracias... - estaba claro que la idea de aspirar humo le parecía entre inapropiada y poco femenina

- Siento un ligero entumecimiento, como cuando despierto, pero nada más.- Hay un ligero tono de decepción en su voz. -Creo que la unica forma de tener sensaciones es a través de otros. De toda manera me parece interesante esta planta; conozco a un médico del Hospital de San Barth que quizá sepa cómo sacarle partido. Una vez en Londres se lo presentaré, señor Hidenstone-

Deja la pipa con cuidado sobre la mesa y dirije su mirada a Marlowe. 

-Esta muy callado Sr Marlowe. ¿Un actor sin palabras? Soy consciente que he hablado más de la cuenta-

-No todos somos buenos actores, por fortuna para mí, Señora. No os preocupéis, no desvelaré el final de la chanza-

...¿cómo cuando despierta...? repasa Hiddenstone en su mente mientras da otra larga calada a la pipa y luego la deja en la mesa para que se apague por si misma, algo que pasará en unos pocos minutos.

Expulsa despacio el humo de nuevo por las fosas nasales con la mirad prendida de la mujer, como si estuviera descubriendo un antiguo y precioso objeto largo tiempo olvidado y tapado con una vulgar y raida manta...

-¿Tiene un amigo médico en San Barth? Vaya, que coincidencia, yo traje a Londres a un médico de San Barth en mi barco hace solo un par de días...mas no me viene ahora a la mente su nombre...maldita mi mala memoria...- dice afligido y poniendo esa cara que se suele poner cuando uno tiene un nombre en la "punta de la lengua".

-Corderly.. Albert Corderly. Llegó en un barco de la Compañía de la Indias desde Flandes. Sería el suyo Señor Hidenstone.. Que casualidad-

Empezáis a daros cuenta que Elizabeth de Gwynned esconde mucho más de lo que parece a simple vista. 

-Ciertamente...más que una casualidad, parece algo destinado. Sin duda acepto ir de visita con vos para ver al señor Coderly...le prometí hacerlo, pero los negocios me han mantenido demasiado ocupado. Y es evidente que el destino o la diosa Fortuna desean que le visite.- añade asintiendo despacio con la cabeza mientras su cabeza trabajaba a grandes velocidades, recordando cada palabra de su conversación con Coderly, buscando alguna pista que le oriente con Lady Elizabeth.- Podría ser mañana mismo, si lo desea.

Aquella mujer tenía más contactos de lo que parecía, eso era más que evidente. Estaba claro que no era una noble cualquiera, lo que podía abrir buenas oportunidades, siempre y cuando le cayera en gracia. Elisabeth poco tenía que aportar en esos momentos, pero en su mente debía intentar averiguar algo más de esa mujer. 

-Mañana será imposible, llegaremos tarde y seguramente me estarán estarán esperando en el embarcadero. Pero puede venir a visitarme cuando quiera, pueden venir- en un gesto que incluye a todos los presentes. -Tu también Catherine. Me gustaría seguir hablando contigo y disfrutar de tu compañía, además tienes que llevarme a ciertos sitios-

-Señor Marlowe, doy por acabada la chanza. Espero merecer algún aplauso. Amigos, me retiro ahora a mi aposento a esperar a mañana - 

Con una leve inclinación de cabeza, Elizabeth vuelve hacia la casa. Robert hace una ligera revencia cuando se va, con un quedo "Señora". Marlowe da unos pasos antes de hacer una prolongada reverencia, más propia de terrenos más protocolarios, haciendo un único comentario.

-Majestad-