Partida Rol por web

Que bien me va todo, corriendo cual gacela que lucha desesperada por salvar la vida cuando de repente la patrulla. Y ... oh por los dioses, ¡¡un orco salvaje les acompaña!! Y encima me cierran el paso, que desgraciado soy. En fin, habra que hacer algo al respecto.

- Por favor, por favor, ¡¡un hombre vestido de azul ha matado a mi maestro de esgrima!! Responde al nombre de Andrue, por favor hagan algo .- Y ahora a soltar la lagrimita que siempre queda eso muy bien.- Iba a enseñarme a manejar la espada para poder ir al torneo y ahora mi maestro esta muerto.- [Sollozos]- Hagan algo por favor, salven la vida de mi maestro.- [Más sollozos desconsolados y desgarradores que enternecen hasta los más frios y duros corazones, o al menos lo intentan]

Eso lo veremos. Camina delante de nosotros.

Esas son las únicas y frías palabras del guardia, que se frota luego el emblema de su uniforme. Hace una señal a los otros dos guardias y los cuatro volvéis al campamento.

PERDONAD, por error puse para todos un mensaje que iba dirigido sólo a Robusto.

El gentío se aparta y forma un sendero por el que desfilan el joven fugitivo Robusto (más bien enclenque y cabizbajo, le sobra nombre por todos lados) a pie y tres guardias de la Entente a caballo. El guardia que cierra la marcha es un orco, lo cuál no resulta demasiado sorprendente dadas las ideas de integración progresista que lleva a cabo La Entente, si bien choca a la vista dado que lleva el uniforme en condiciones impecables.

El guardia que marcha tras Robusto, un oficial de mandíbula cuadrada y expresión entre marcial y aburrida, contempla la escena delimitada por el público. Pasea la vista por cada uno de vosotros y vuelve luego al hombre muerto depositado sobre la arena.

Vos -señala a Rognar con un gesto de cabeza, volviéndose luego a uno y otro lado- y SÓLO él, ¿estamos? -vuelve a Rognar, cuarteándolo con su fría mirada azul-. Decidme qué ha pasado aquí.

Resulta hermoso un día soleado, la brisa quieta tras una tormenta... el aire fresco ya sugiere fiesta...

Excelencia, el orco nos mira mal. El orco nos quiere partir en dos, hacerse con nuestro mágico atuendo y dar inicio a la revolución. Es un golpista, mirad su melena, ¿no huele a tabaco? ¡lo está pensando! ¡Mirad, mirad cómo valora la idea de bordar una estrella a esta boina amarilla! ¡Es un golpista! ¡Adora el caos y el mal! ¡Pedidle un autógrafo!

Brillan los vidrios de tu ventana, sin temor canturrea la lavandera mientras lava, restriega y enjuaga...

El barbaro con gesto impasible empieza a contar lo sucedido:

Nos internamos en el bosque buscando a este desconocido llamado ANDRUE por un robo la pasada noche, al encontrarlo estaba en pleno duelo con el fallecido, el cual al vernos bajo la guardia y fue herido de muerte por el tal ANDRUE, el mismo al verlo tan mal herido -señala a la persona que se lleva la guarda escoltada- el mismo dijo que deberiamos asistirle y lo traimos lo mas rapido posible buscando alguien que lo curara, ya en vano....Sobre el duelo podrán aportar mas datos los testigos del inicio -señala a los otros dos personajes- y tengan mucho cuidado con este señor es peligroso y mentiroso - dice señalando a MITIUS  con cara de pocos amigos -.

Dado que el Orco no tiene pinta de ser amigable, respeto lo de no hablar. Así que, saco un papel y empiezo a escribir. Cuando lo tengo, enseño el papel, que dice:

Buenos días Señor Capitán Orco.
Como veréis, no estoy hablando (dibujito de cara sonriente).
Sepa vuestra merced que yo en mi vida he dicho una mentira.
Todo lo que le dice el bárbaro es cierto, excepto que soy un mentiroso.
Y peligroso... ¿Alguien con una boina sería peligroso en lugar de un ser entrañable y amigable?

Atentamente, recibid un cordial saludo de Mitius (otro dibujo de una carita sonriente)

El orco ni siquiera lee la nota. Realiza una silenciosa advertencia mediante el gesto siguiente:

El oficial repasa los churretes de sangre que empapan las ropas del bárbaro. No obstante, parece que da crédito a su testimonio, pues tose, carraspea y, viendo que Robusto no se da por aludido, dice:

Vos, mozo. ¿Es el interfecto -señala al impasible Andrue- aquel a quien habéis tachado de agresor hace un instante? -Indica luego al fallecido con la cabeza-. ¿Y acaso ese otro a quien calificasteis de tutor vuestro, asesinado a sangre fría?

La situacion no era nada favorable, primero para todos, luego para Reginald y yo, y ahora solo para mi...Todos me señalaban como el asesino, al menos el barbaro lo dijo mas...en fin, la cosa era que estaba en problemas.

Huir, soldado que huye sirve para otra guerra...pero no lo creia necesario aun. ¿Acaso me condenarian? No iba a permitirlo, de ninguna manera...si me tachaban como asesino, entonces de verdad me convertiria en uno.

Lo que sea antes de pudrirme en una celda.

-... snif ... En efecto.- [Sollozos contenidos]Señalando a Andrue digo .- Ese hombre ha matado en el bosque a mi tutor.- [Más sollozos cada vez más dificilmente contenidos].- Y ahora mi tutor esta muerto.- [Sollozos desconsolados que rompen incluso el corazón más frio y duro].- ¿Ahora quien me enseñará a manejar una espada.- Esto ultimo ya es con la cara hundida entre las manos llorando como el niño que soy que jamás habia visto la muerte tan de cerca hasta ese dia.

El oficial gira su severo rostro hacia Andrue ahora. El ceño fruncido sustituye a las palabras en una clarísima pregunta:

¿POR QUÉ?

Andrue, la imagen que viene a continuación describe perfectamente la escena en espera de tu testimonio:

El gesto del oficial se retuerce en una mueca de desprecio ante el empecinado silencio del sospechoso.

Os negáis a hablar, ¿eh? Bien, adonde vais tendréis mucho tiempo para replantearos la actitud.

Como si fuese una coreografía perfectamente ensayada, el oficial desenvaina la espada y sus dos guardias desmontan de un salto. Caen sobre Andrue y lo reducen sin que este oponga resistencia, a sabiendas de que un enfrentamiento con la guardia podría costarle muy caro ante tanto testigo, cazarrecompensas y ciudadano de pro.

Mientras los guardias inmovilizan brazos y piernas al orgulloso prisionero con una soga gruesa y decenas de nudos endiablados, el oficial adopta pose de orador señalando el cadáver con la espada.

Dad sepultura a ese hombre. Seguro que entre la concurrencia hay un sacerdote.

El guardia humano sube a su caballo y ayuda a cargar sobre los cuartos traseros de este a Andrue a su compañero orco. El oficial envaina la espada y se dirige ahora a Debel Runnharek. El herrero carraspea y se yergue con pose marcial.

En dos días vendrá un corregidor a rellenar las actas. Quedáis encargado de recopilar cuantos nombres haya implicados en este asunto, por si se decidiera investigar en profundidad. Buen día.

Después de saludar llevándose dos dedos a la sien, hace una seña y parte al trote de vuelta al camino, llevándose consigo al arrestado Andrue Ikandriel.

La brisa cálida sopla desde el este, barriendo la solemnidad de la escena. El interés suscitado por el episodio se desvanece rápido con algún comentario de cierre, sacudida de cabeza o risilla cruel. Poco a poco el Campamento del Límite va despertando por segunda vez en la mañana y el torneo de Nobletierra retoma el protagonismo en gran parte de las conversaciones.

El herrero toma nota de vuestros cinco nombres. Es Robusto quien tiene que dar el de Mitius, pues este únicamente masculla algo sobre lo bien que sabe el vino cuando se bebe en tierra extraña. Después de eso da un cordial saludo y rebienvenida a Meiar y vuelve a la herrería meneando la cabeza.

Os quedáis los cinco en un semicírculo, mirandoos unos a otros. Al difunto Vulgo se lo han llevado cargado entre Qaurus, el mozo de cuadras, y un tipo de espesa barba negra y ropas norteñas.