Partida Rol por web

- Gracias. Muchas gracias. - Contestó al hijo del posadero.

Mientras esperaba, aprovechó para acercarse al tipo que le señaló y preguntarle. Al acercarse a la mesa saludó.

- Muy buenas. Supongo que debe ser Bragel. Mi nombre es Mishella. Entiendo que la caravana de ahí fuera es suya. Me gustaría acompañarles a Casilius. Podría trabajar como escolta o cualquier otra cosa que necesiten. ¿Qué me dice? - Preguntó sin rodeos al tal Bragel.

Niebo se sentó en una mesa apartada en un rincón del "Salmón Salado". Llamó a uno de los dos meseros que estaban atendiendo las mesas del local. Pidió un plato de conejo cocinado cuyo olor le había seducido nada más entrar a la taberna y una cerveza.

Miró a un lado y a otro observando a los personajes que deambulaban por el local pensando en el consejo que le había dado el mercader: "...no viajes solo o podría acabar su viaje en tragedia...". Sin duda necesitaría de un grupo de compañeros para hacer el resto del viaje.

Con esa idea en la cabeza y sin dejar de observar al resto de clientes, disfrutó a pequeños tragos de la primera cerveza que tomaba en muchos días.

La actitud de esas personas era suficiente para constatar que eran hostiles y no merecía la pena permanecer mucho tiempo allí.

- Tranquilos, sólo veníamos a preguntar si necesitaban más escoltas. Si nos necesitan estaremos en el Salmón Salado.

Dijo en la lengua común porque no quería darles más información de la que necesitaban.

- Tengan un viaje seguro y no duden en buscarnos si les interesa.

Saludó un tanto fríamente y le hizo una señal al semiorco para que recularan.

Yergez solo respondió con una sonrisa silenciosa a la retórica pregunta sobre riquezas y conquistas del jefe de los caminantes del desierto.

Es un placer conocerlo Bragel. – Respondió educado el enano aunque no le gustaba demasiado el aspecto del tipo y la profesión “Comerciante de bestias”.

Espero que no se trate de un esclavista que quiera aumentar la cantidad de mercancía incluyéndome en el lote.

- Efectivamente, me dirijo a Casilius – dijo mientras toma un vaso de la aguada cerveza del lugar – y creo que puedo ser de utilidad en el viaje. Soy un experimentado ballestero y además tengo buena maña con los mecanismos, incluida la desactivación de trampas.

Dijo tratando de darse importancia. Sabía que aunque no destacaba demasiado como guerrero, un viajero experimentado sabe que puede verse amenazado por otro tipo de eventos.

- Creo que un precio ajustado podía ser de 10* monedas de oro por cada día de viaje más el alimento. Además de una parte del botín que se recupere de los atacantes en caso de que haya alguna agresión.

La druida agradeció al señor Barnil por la información y se despidió afablemente de el, partió hacia el Salmón Salado, se intentó mezclar entre la gente del lugar pero era difícil para ella hacerlo por su origen élfico, así que decidió tomarlo con calma y tomar asiento, dejó que el mesero llegara a atenderla.

Buena tarde, estoy buscando algo de comer vegetariano, sin carne ¿que tienen para ofrecer? dijo tímidamente en ocasiones anteriores le había sucedido en pueblos humanos que se le habían reído en la cara por pedir platos sin carne, al parecer su posición sobre la alimentación no era común casi en ningún lugar. Examinando la cara del muchacho suspiró fuerte y adivinó que este era un lugar como los otros. Mira, tan solo trae unas papas  y verduras al vapor, un pedazo de queso, pan con miel y cerveza, nada absolutamente nada de carne o que haya sido cocinado con carne por favor.

Mientra esperaba su orden revisó el lugar en busca de otros que como ella estuvieran buscando un lugar para viajar, quizás si eran más (recordando al chico que se estaba ofreciendo en la calle) podrían compartir alguna estrategia o dato importante, o por lo menos en última instancia unirse para tomar camino en compañía, los humanos tenían tan variada vestimenta que no se atrevía a pensar cual era visitante y cual lugareño, por otro lado se encontraba otro extranjero notorio, un enano. No había visto muchos en sus andares, alguno que otro cruce sin mayores palabras. 

Dudó por unos instantes antes de iniciar un acercamiento al enano. Buena Tarde Maese, supongo que al igual que yo se encuentra de paso en este lugar, mi nombre es Fawn y viajo hacia Cassilius. Hizo una pequeñísima venía a modo de saludo y puso su mejor cara.

un grupo de caminantes del desierto se incorpora y se dirige en dirección a la salida mientras un enano y uno de estos humanos parecen estar dialogando, una el hombre ríe como si le acabaran de soltar un buen chiste, -ni de broma pagaría semejante cantidad jajajaja, te ofrezco las tres comidas transporte y daré 2 monedas de plata al día al final de la travesía, eso si puedes quedarte con todo lo que le puedas sacar a lo bandidos que mates, por que te seré franco de seguro nos encontraremos con una o dos cuadrillas de esos malnacidos, pero si por alguna razón tienes una cuadrilla de aventureros y casualmente eres el líder te podría pagar hasta 6 piezas de plata al día, y eso que estoy siendo muy generoso por que de joven compartí tu curiosidad por los mecanismos, jejeje, es tu turno chico, que me pides?- las palabras del comerciante aun estaban el aire y como azúcar que atrae a las hormigas, dos chicas que no se acaban de enterar del todo de la discusión se acercaban a la mesa, la mirada de ambas se cruza pero hablan entre ellas.

una humana de figura esbelta armadura de cuero y un arco se dirige al mercader, un hombre grande de pecho descubierto, varios tatuajes y cicatrices, un rostro bastante curtido, con un una barba bien cuidad y una trenza de cabello negro que le propria llegar a la cintura, la muchacha al igual que el enano formula su oferta: - Muy buenas. Supongo que debe ser Bregal. Mi nombre es Mishella. Entiendo que la caravana de ahí fuera es suya. Me gustaría acompañarles a Casilius. Podría trabajar como escolta o cualquier otra cosa que necesiten. ¿Qué me dice? - a lo que el comerciante hace un gesto con su mano para invitarle a la mesa.

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por otro lado una elfa dejaba a uno de los meseros con rostro de haber servido a un señor orco de las montañas, sin embargo al ver que se trataba de una elfa ni siquiera se atrevió a replicar su pedido solo se limito a llevar la orden a la cocinera en la trastienda, la chica se acerca a la pareja de negociantes pero en vez de dirigirse al comerciante habla con el enano: Buena Tarde Maese, supongo que al igual que yo se encuentra de paso en este lugar, mi nombre es Fawn y viajo hacia Cassilius*

la particular reunión llamo la atención de mas de uno de los presentes, pero nadie pareció animarse a vincularse a la charla, entre los que estaban presentes se encontraba un encapuchado que disfrutaba de una buena porción de conejo espaciado, los jugos de la carne estaban en su punto, el sabor de los condimentos estaba muy balanceado y era un gusto para el paladar, quizá por esta razón su reacción fue un tanto tardía en relación con otros aventureros.

los muchachos se alejan de las carretas tratando de evitar problemas, los otros miembros de la caravana pasan junto a ustedes sin prestarles mucha importancia, sin mayor información deciden adentrarse en el salmón salado, Al ingresar al pabellón encuentra una serie de 7 mesas alineadas al rededor de una hoguera en la que cerdo, codornices y conejos estacados son cocinados con algunas especias, al fondo hay una barra en la que un hombre de mediana edad ayudado por dos meseros distribuyen sus pedidos con diligencia, algunas mesas están ocupadas por algunos aventureros trotamundos, también hay una mesa en la que un caminante de la arena y algunos a ventureros están conversando.

Yergez torció el morro ante la risotada del líder de la caravana. Nunca había trabajado como mercenario, ya que sus labores solían ser más…. independientes, y parecía haberse pasado con la oferta. En cualquier caso no le había respondido que no, simplemente un precio ridículamente bajo así que, como buen y tozudo enano, no desistió en tratar una paga ajustada a sus esfuerzos.

En ese momento interrumpían la conversación 2 mujeres que parecían interesadas en acompañar al grupo pero cuando se dio cuenta de que una era elfa, y se dirigía a él, el enano la miró con cara extrañado. No había visto un elfo tan cerca en la vida y por supuesto nunca había hablado con uno y mucho menos con una. Su primer instinto fue de mandarla por donde había venido pero teniendo en cuenta la conversación con Bregal quizás esta elfa tuviera su utilidad.¹

- Grgrgr… esto, mucho gusto Fawn. - Dijo visiblemente incómodo -  Yo soy Yergez y también me dirijo a Cassilius.

Tras reponerse un poco de la extrañeza y desconfianza que le suscitaba la orejas picudas, el astuto enano trató de sacar provecho de la situación y hablo con la humana:

- Bienhallada Mishella, mi nombre es Yergez.  Precisamente estaba negociando en este momento con Bregal los términos de un contrato para acompañarles hasta Cosilius. Quizás os interese  a ambas que unamos fuerzas y colaboremos para conseguir un mejor jornal.

Miró alrededor pensando en si podría encontrar algún voluntario más. Si quería convencer a este tipo de que era el lider de un grupo de aventureros tendría que encontrar a alguien más que dos muchachas flacuchas y sin barba.

- ¿Alquien más que quiera trabajar de escolta en un viaje a Casiulus? - dijo en voz alta para ver si otros de los que estaban en la posada se interesaban en el trabajo. Había visto a más gente solitaria y seguro que había más de un interesado en asistir al torneo del pueblo. ²

Confome entraban en la posada pudieron ver el ambiente el cual parecía ser bueno. El semielfo aprovechó para susurrar algo al oído.

- Esa caravana tiene que estar transportando algo fuera de lo normal.

Le había escamado la reticencia de aquellas gentes a hablar. Llevaban consigo algo ilegal o algo peligroso. Temía incluso que fueran esclavos, pero no podría hacer gran cosa sin apoyo del gobernante de este lugar y sin más información.

Finalmente el fibroso semielfo entró también en la taberna. Iba comentando algo con su acompañante el semiorco pero por el momento tan sólo evaluó lo que había allí dentro.

- Ese caminante de las arenas que habla con unos aventureros, quizá esté ofreciendo un contrato. Voy a acercarme un poco.

Miró un momento a Hakak y echó a andar hacia ese grupo tratando de agudizar las puntiagudas orejas que ocultaba bajo su maraña de pelo castaño. Entonces pudo escuchar las palabras del enano y tras una mirada rápida supo que ahí estaba la oportunidad que estaban esperando.

- Yo soy un buen escolta y mi amigo también.

Su aspecto era fuerte así que aportaban credibilidad a sus palabras. Además también lo hacía el gran espadón a su espalda.

Hakak seguía hambriento por lo que no quiso entrometerse en el trato con los mercaderes del desierto, sólo seguía pensando en ese trozo de carne, cuando Nathul le hizo la señal le siguió hasta la posada -La gente del desierto es muy arisca, pe...- interrumpió su comentario cuando entró a la posada y vió la carne alrededor de la hogera... Cerdo, codorniz y conejo, la boca se le hizo agua mientas se imaginaba como le hincaba el diente alguno de esos jugosos platillos. 

Ante las palabras de Nathul, asintió con la cabeza -Si amigo, te lo encargo... No puedo pensar bien con el estómago vacío, si me disculpas...- Fue lo que dijo antes de encaminarse hasta la hoguera.

Hakak quedó como hipnotizado apenas entraron al Salmón Salado, cruzó un par de palabras con Nathul y empezó a caminar hasta donde estaba la hoguera.

Yo soy un buen escolta y mi amigo también.

Cuando escuchó a Nathul, se detuvo un momento y levantó la mano con un ademán de saludo para reconocieran que él era el amigo del que hablaba el Semielfo, para después continuar hasta la comida.

-Mesero!.... Quiero un GRAN tozo de ese cerdo de ahí!- Le dijo al primer mesero que vio mientras señalaba al jugoso cerdo. -Una generosa guarnición de papas asadas y 2 jarras de cerveza... ¡Apresúrate que muero de hambre!- Frotó sus manos, se quitó el tapabocas que traía puesto y lo guardó celosamente en el bolsillo, revelando entonces los caninos que sobresalían de su mandíbula inferior, los cuales esperaba mantener ocupados mientras masticaba la jugosa carne que había ordenado.

La arquera tomó asiento, justo donde se lo ofreció con un gesto de la mano el tal Bregal, y se acomodó como pudo ya que llevaba el carcaj y el arco a la espalda y no tenía ganas de soltarlo. Escuchó atentamente las palabras del enano que estaba allí sentado y las sopesó poco tiempo.

- Encantada, Yergez. No tengo ningún problema en unirme a dicha compañía si con ello podemos llegar a Casilius y ganarnos unas monedas en el trayecto ofreciendo nuestros servicios. Se de buena tinta que el camino está plagado de maleantes y diferentes peligros. Es por ello que cuantos más seamos más fácil resultará el viaje, a mi entender. - Comentó con una leve sonrisa Mishella.

Estaba completamente conforme en participar en dicho grupo, así que, mientras esperaba respuesta del jefe de la caravana, preguntó al enano.

- Y dime, Yergez, ¿Quién más está contigo?

- ¿Alquien más que quiera trabajar de escolta en un viaje a Casilius?

Las palabras de ese enano hicieron reaccionar al clérigo y sacarlo del momento de placer que le estaba aportando el plato de conejo asado. Parece que están buscando gente para formar un grupo...

Durante un rato observó detenidamente cómo el enano conversaba con una humana y una elfa y algo más tarde, con otros dos con un aspecto extraño. Receloso, continuó observando al peculiar grupo mientras terminaba su cena, preguntándose si sería conveniente unirse...

la elfa había cometido una indiscreción imperdonable para alguien con su educación, no se fijó que el enano estaba en compañía de un mercader y en medio de una transacción comercial, alcanzó a ruborizarse al fijarse en la incomodidad del enano. 

Mil disculpas, si he interrumpido, no era mi intención entrometerme en su conversación, pero debido a que el camino a Cassilius es largo y peligroso, estaba en busca de compañeros de viaje. Saludó al comerciante con amabilidad lo observó con curiosidad y sonriendo prosiguió, para compensar me gustaría invitarlos una ronda de cervezas, miró a los presentes la mujer humana, el enano y al fornido comerciante, o la bebida que les apetezca.  hizo un gesto a uno de los meseros para que se apresurara a tomar la orden.

En ese momento escuchó el ofrecimiento del elfo, las respuestas de la guerrera y el llegado de los chicos nuevos. Por supuesto que me gustaría ir en grupo y si es con paga mucho mejor, de hecho he estado buscando hace poco alguna caravana con la que alistarme. Ignorando un poco al enano que parecía ocupado con la humana Fawn se dedicó a hablar con el mercader.

Alcance a escuchar que había sido un aventurero en su juventud, pero si usted se ve bastante joven, resistente y hábil, el desierto es un excelente maestro por lo visto.

Yergez observó complacido como un par de hombres que entraban en la taberna en ese momento respondían a su búsqueda da más miembros del grupo.

- Perfecto. Mi nombre es Yergez y este es Bregal, el jefe de la caravana que debemos escoltar. Voy a acabar de ultimar los detalles del viaje con él y ahora estoy con vosotros.

Respondió ansioso por saber si podía negociar mejores condiciones. Ni siquiera prestó mucha atención ambos sujetos aunque uno de ellos le pareció que tenía un cierto ciertamente verdoso.

Ante la pregunta de la arquera respondió señalando con las manos a los recién llegados.

- Parece que de momento estamos estos estos dos recién llegados, la eee… señorita Fawn  y nosotros dos. No parece que haya nadie más interesado en realizar este viaje. – Dijo paseando su mirada por el resto de los viajeros que se encontraban en la posada. –

Después se volvió a líder de la caravana y para ver si podía sacar unas monedas más ahora que ya podían tratarse como un grupo propiamente dicho.

- Bien Bragel, como ves ya somos un grupo por lo que creo justo que renegociemos la oferta.

El clérigo apuró su copa y se levantó. Miró hacia el nuevo grupo que se había formado a unos metros de él. 

Se acercó al grupo quitándose la capucha roja dejando al descubierto su pálido rostro.

- Bien Bragel, como ves ya somos un grupo por lo que creo justo que renegociemos la oferta.

Parecía que ese enano estaba cerrando un trato para formar un grupo. Quizá era su oportunidad. Aferrando su amuleto hizo un pequeño saludo con la cabeza e interrumpió la conversación.

- Que la Diosa Sarenrae os bendiga, viajeros. Disculpad que os interrumpa. No he podido evitar escuchar cómo solicitabais personal para escoltar una caravana hacia el norte. Vengo de Kantaria y casualmente me dirijo hacia Casilius. Quizá os sirva de ayuda mis habilidades y los de mi Diosa para juntos realizar el camino que nos resta...

El enano trata de controlar la llegada de las recién llegadas lo mejor que puede y haciendo gala de un desconocido talento para tratar con las masas, además de dar una bienvenida la humana trata de tantear el bar para ver si alguien más se anima departir con ellos, sin duda no faltaron voluntarios, un semiorco y un semielfo entran casi al tiempo que él hace la pregunta y quizá sin escucharlo del todo se ofrecen como voluntarios, sin embargo el primero de estos de momento parecía urgido de una buna comilona que seguramente los empleados del salmón saldo se esmerarían por satisfacer, en algunas mesas no faltan las miradas curiosas pero nadie más parece dispuesto para la aventura.

El humano sonríe complacido ante la repentina llegada de tantos aventureros, aprovechando las sillas que sus socios había dejado libres les invita a pasar mientras hace un gesto al caballero de la barra para que los atiendan con prontitud, al escuchar la pregunta de la Mishella este asiente y le responde: -por su puesto mi niña las carreteras del desierto no son lugares fáciles, y en estas épocas más de un bribón oportunista ve un potencial negocio en los saqueos, y muchos honrados y dedicados comerciantes pueden perder sus cuantiosas inversiones en un santiamén, por eso hay comerciantes que solo llegan hasta rio ceniza y le venden sus mercancías a personas como yo para ganar algunas monedas y evitarse el riesgo, sin embargo los intrépidos que llegan hasta la perla del desierto ven recompensado su esfuerzo con cofres llenos de oro.- para ese momento la pareja de híbridos humanos ya tomaba puesto en la mesa y los meseros presurosos servían sus primeros platos, apremiando la alimentación del semiorco en prioridad.

El hombre escucha las palabras de la elfa y le responde con un gesto bastante llamativo de modestia, -en mi vida había visto quizá un par de elfos, pero ninguno con tanto sentido del humor, mi señora a diferencia de mi raza nuestra vida es más fugaz y quizá imprudentes, pero si, en mi juventud fui un aventurero que sorteaba las dunas en busca de riqueza y renombre, me gustaría pensar que lo logre, pero el tiempo nos enseña que la vanidad y la hoja de una espada pueden ser bastante peligrosas.- el rostro del hombre parece ponerse serio por un segundo, pero tan rápido como se ensombrecía este sonríe como si se acabara de dar cuenta de algo importante, -ya veo usted quería alagarme para mejorar su paga, hahhahaha- ríe con estrepito, pero se repone con celeridad para poder replicar: -me temo que fue un buen intento pero así no se gana a un caminante del desierto-, hace un gesto al mesero para que se acerque y este último asiente con la cabeza antes de alejarse a la cocina, en ese momento el enano interviene para tratar de proseguir con la negociación, pero antes de dar oportunidad al humano de responder a sus propuestas o que el resto de aventureros reconocieran sus liderazgo y le dejaran solo, un comensal se incorpora y predicando la bendición de sarenrae, un humano se acerca a la mesa.

El jefe dela caravana toma un pequeño fruto seco de una vasija cercana a su silla, se acomoda y prosigue con la charla: -está en mi mesa y vería con malos ojos si no me permitiese invitarles, además antes de hablar de negocios me complacería escuchar sus historias, además supongo que antes que aceptare al grupo entero deberían responder unas sencillas preguntas, ¿qué talentos tienen y por qué se dirigen a casilius?-

mientras los demás aventureros toma posición en la mesa te percatas de como algunas personas miran con desagrado en esa dirección, puedes percibir algo de hostilidad y al mismo tiempo desconfianza, un hombre que se encontraba en uno de los extremos de la mesa hace una seña al mesero y deja una moneda, acto seguido sale de la tienda para perderse en el bullicio los transeúntes.