Partida Rol por web

El laberinto del bufón

IV - Mucho más que un secreto

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27/01/2017, 15:24
Aldar

La ocurrencia de Freya me obligó a hacer acopio de fuerza para no estallar en carcajadas. La bárbara a veces no se daba cuenta de cómo eran las cosas, tan inocente seguía siendo. La miré de medio lado y logré únicamente sonreír.

Me temo, cariño, que a mí no me han dedicado una sola mirada. -Le confié, con picardía- Y que ninguno de ellos te ha mirado a la cara precisamente...

Tras despedirnos de la guardia de la entrada, al menos de ese mozalbete que temía estuviera metido en más de lo que aún era capaz de manejar, tomamos el camino indicado. Me vi sorprendido por el estado del lugar, dudando incluso de que fuera el indicado, aunque el letrero concordaba con las indicaciones de Corum y del guardia, de modo que ese debía ser el establecimiento del amigo del leñador. Dediqué una muda plegaria entre dientes por que el material a la venta fuera de calidad muy superior a lo que se antojaba desde fuera. Aunque con ese aspecto, también esperaba que los precios fueran, como mínimo, algo a la baja. Al menos, en cuanto al material a la venta se refería.

Descendí del caballo con un reniego, nos dedicamos a amarrar los caballos y coger el material del que nos íbamos a desprender. Dejé que Freya cruzara el umbral de la puerta en primer lugar, y me quedé algo retrasado inspeccionando el lugar, comprobando el material expuesto para valorar calidad, cantidad, y lo que se veía a disposición que pudiera ser de utilidad. Freya se encargó de establecer contacto con el dueño, si es que era él, de modo que les dejé hablar sin alejarme demasiado, escuchando por si me veía en situación de intervenir.

Notas de juego

Al final me ha dado tiempo :P

Si ves que Hace falta alguna tirada por estar mirando, me dices :)

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29/01/2017, 17:39
Balakar

Aguardé cruzado de brazos a que Zafira obrase su magia con aquel pobre mensajero. Enarqué una ceja al comprender que se estaba limitando a usar sus mundanos conocimientos, dándole agua fresca y un poco de respiro. Ni un emplasto, ni una infusión de hierbas malolientes. Sólo agua y un par de consejos que cualquier matrona enana podría haberle dado. No sabía si alabar su discreción o sentirme tremendamente decepcionado. Opté por mantener aquella pose de que nada de aquello tenía que ver conmigo. Y, ante las preguntas del guarda, tuve que morderme la lengua para no aclararle que, si estaba allí, era por el amor de una mujer.

Afortunadamente, Zafira informó debidamente y yo sólo tuve que poner los ojos en blanco, consciente de que, con nuestra suerte, la persona responsable a la que debíamos informar iba a a ser aquel sargento de guardia que acababa de recibir una buena bronca frente a nosotros.

Oh, barbas de Moradín... Protege a tus hijos.

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30/01/2017, 12:12
Monje de Fharlanghn

Las palabras elegidas por Asdra para eludir de una forma educada el pago de la limosna parecieron surtir efecto, pues el monje no tardó en bajar el cuenco de monedas con un visible interés en su mirada. Y es que si había algo en el mundo que más interesase a los seguidores de la fe de Fharlanghn eso eran sin duda alguna el aprendizaje y los descubrimientos como resultado final de un viaje. Aquella triste historia tenía todos los visos de ser una prueba impuesta por la mismísima deidad a los desgraciados huérfanos a fin de que extrajesen de su viaje las experiencias que su padre, debido a su abandono, no había sabido transmitir.

Tristes palabras para describir su historia, jóvenes caminantes. - Asintió con la cabeza, inmutable. - Pero no dejéis que anide la desesperanza en vuestros corazones, el Eterno Caminante os ha guiado en la dirección correcta, pues, en efecto, es aquí donde hallaréis tales protecciones.

Se giró lentamente sobre sus talones e hizo un gesto con la mano para que le siguiesen los tres compañeros hasta los primeros escalones que ascendían a la plataforma del templo. Allí, apartados en parte de todo el bullicio que se daba en la plaza, el monje volvió a adoptar la postura erguida y serena que caracterizaba a todos los profesos de la orden. - Digan qué protecciones necesitarán y los servidores del Señor del Horizonte se las tendrán antes del ocaso. Nuestros hermanos escribas estarán encantados de saber que su trabajo servirá para hacer más seguro el peligroso camino que ha de emprender usted, su hermano y el caminante Avlin Tuercegrís. - Un leve atisbo de humanidad se dejó ver en las inamovibles facciones del monje. - Estoy seguro de que la Gran Ermita de Fharlanghn contribuirá de una forma apreciable en los costes de sus protecciones a cambio de que, a su regreso, nos leguen una transcripción con las experiencias de su viaje. De esa forma, el Hogar del Señor de los Caminos también se verá beneficiado con el conocimiento que, por servir dentro de Venatus, nos está vedado en estos tiempos.

Notas de juego

Haced la lista de pergaminos que necesitaríais y la añadís en las notas. Podéis hablarlo en el off topic.

A cambio de que narréis vuestro viaje y le entreguéis el manuscrito a la vuelta, la Gran Ermita os haría un descuento del 20% del total.

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30/01/2017, 14:29
Bloermund Hulmenar

 El hombre, al escuchar la voz de Freya, abrió los ojos y se apartó con dificultad los largos y lacios cabellos blancos que le caían sobre el rostro como si despertara de un profundo letargo. No llegó a abrirlos del todo; el mismo vino que le había dado fuerzas para comenzar la mañana era el que ahora le impedía mantenerse centrar la mirada en un punto fijo. Observó con los ojos entornados la silueta de la recién llegada y su acompañante, ambas recortadas bajo el quicio de la puerta por la claridad que entraba desde el exterior, antes de levantar la cabeza por completo y apoyar las manos sobre el mostrador en claro esfuerzo por mantenerse erguido.

¿Co...Corumf? ¿Venfderf? - Logró balbucear cuando la mujer depositó toda la mercancía sobre el mostrador. En aquel instante, el agrio aroma del vino y del sudor reseco alcanzó la nariz de la mujer.

Asfí que efe viejo perrof no ze olvida de lof amigof. - Su cuerpo se escoró peligrosamente hacia un lado cuando utilizó la mano izquierda para palpar con poca delicadeza los bultos que había soltado Freya.

Mientras el hombre - que más bien parecía un anciano por lo descuidado de su barba y cabellos – confirmaba a duras penas que en efecto se trataba de Bloermund, Aldar paseó tranquilamente inspeccionando las despobladas y polvorientas estanterías. Si bien las mercancías que allí estaban depositadas no eran en absoluto de mala calidad, lo cierto es que el desorden imperante, su escaso número y la poca limpieza eran motivos suficientes para quitar las ganas a cualquier comprador potencial de franquear la puerta para echar un vistazo más detallado.

¿Vennnder? - Preguntó a la vez que examinaba el interior del saco. ¿Para que se lo lleven los fantafmáf? - Prosiguió. Bloermund se sirvió de nuevo de la mano izquierda para tantear en busca de algo bajo el mostrador, una vez localizadas las dos muletas que utilizaba para moverse, las colocó bajo sus axilas y se enfrentó a lo que parecía imposible: sostenerse en aquel lamentable estado sin chocar con una estantería o acabar tendido por el suelo nada más abandonar el taburete. Milagrosamente, aunque todo se lo debía a la práctica, el tendero supo moverse sin demasiadas complicaciones hasta rodear el mostrador, donde acabó recostado. Hmmmm…¿por qué fno? - Se dijo, encogiéndose de hombros. - Total, a vfer si refviemftan con todo lo que me fhan rofado… - Continuó presa de la frustración.

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30/01/2017, 15:01
Guardia de Venatus (Sargento)

El soldado, jadeante después de ingerir todo el agua posible, asintió a todo lo que Zafira le indicó con ternura maternal. Por supuesto, cumplir la mayoría de aquellos consejos bajo la estricta disciplina a la que se veían sometidos los primeros años de servicio era algo imposible y él lo sabía, no obstante, debió pensar el joven, de poco servía decir que no a la amable elfa.

Pero si poco dijo el soldado a la druida aparte de un par de débiles «gracias», todo lo contrario sucedió con el resto de soldados cuando escucharon lo que Zafira tenía que decir.

¿Ogros? ¿Partidas de saqueo? ¿Alrededor de la Calzada? - Los murmullos no se limitaron a lo que los soldados más bisoños se preguntaban entre ellos, sino que también alcanzó a miembros de la guardia más veteranos tan pronto estos supieron de la información que portaba la druida.

Fuese por aquel murmullo e inquietud creciente en las filas de soldados o porque el mayordomo ya había dicho todo lo que tenía que decir, el caso es que éste cesó su regañina hacia el sargento y volvió grupas hacia el centro del pueblo, a donde se dirigió al trote tras espolear a su montura sin contemplaciones.

Libre al fin pero visiblemente cabreado, el sargento se volvió hacia sus hombres. ¿QUÉ PASA? ¿QUÉ ES TODO ESE CACAREO? Por el Caminar Lento de Fharlanhgn que parecéis viejas… - El sargento, pese a que había visto claramente a la druida y a su barbudo acompañante, los ignoró por completo hasta que uno de sus hombres le comunicó la causa de tal revuelto y quiénes habían traído tal información.

¿Ogros decís? ¡Pero vamos hombre! ¿Cómo demonios va a haber ogros entre Saduj y Venatus y no los ha visto nadie? - Incrédulo, aunque con una cierta incomodidad apreciable en su curtido rostro, el sargento se volvió hacia los recién llegados.

¿Es eso cierto? ¿Hacia dónde se dirigían? - Una orgullosa sonrisa se dibujó en sus labios. ¿Cómo es que ninguna granja ha sido asaltada? - Añadió con prepotencia.

Notas de juego

Dejadme una tirada de avistar en oculto cuando posteéis.

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30/01/2017, 15:54
Balakar

Esbocé una torva sonrisa al escuchar las preguntas del sargento de la guardia.

"Odio tener razón tan a menudo."

El muchacho que se había desvanecido por culpa del cansancio solo sabia sonreir y asentir como un idiota ante las palabras de Zafira, tal como la mayoria de humanos se comportaban en presencia de otros miembros de su raza. Por suerte, las revelaciones de mi acompañante habian conseguido atraerla atención de los demás milicianos... Y del sargento, que se habia presentado ante nosostros, gritando a voz en cuello, tratando de imponer orden.

Desvié la mirada hacia el improvisado deposito de armas y me resqué los nudillos.

- Buenos días a usted también.- Ladré, dejando claro que aquello no era más que una formula de cortesia.- Si aquí mi compañera afirma que ha visto huellas en las proximidades, es que las ha visto. Si dice que son recientes, es que lo son...- Una vez sentadas las bases de la conversación, giré la cabeza para dedicarle una mirada interrogadora a Zafira, reconociendo a regañadientes que las dudas del malhumorado sargento eran bastante acertadas.

- Tiradas (1)

Notas de juego

Ahora sí.

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30/01/2017, 19:45
Avlin Tuercegris

Al gnomo se le iluminaron los ojos al oir la petición del monje. Debía reconocer que, por el momento, no había empezado a trazar los mapas y tomar las notas de viaje como solía ser su costumbre.

De hecho, más que su costumbre, era una costumbre familiar. Los Tuercegris siempre han proporcionado a la sociedad gnoma grandes viajeros y caminantes que, de regreso de sus viajes, traían grandes historias y mapas que los bibliotecarios transcribían. La gran biblioteca de Turdan, su ciudad natal, es en la que empezó a descubrir las grandes historias de sus antepasados. Donde se forjó su amor por la exploración y el saber, por la alquimia y la magia y allí espera regresar algún día con grandes relatos que contar.

Así que, lo que le monje de Fharlanghn le estaba pidiendo, es que hiciera exactamente lo que tenía planeado hacer desde que abandonó Turdan, hace ya tanto tiempo. Sin duda Garl del Oro Luminoso le hablaba a través de aquel monje del camino para recordarle la obligación para con su pueblo. Una obligación que ya había olvidado.

- Será un placer enorme relataros nuestros descubrimientos, hermano- sonrió Avlin- precisamente conmigo llevo siempre tinta y pergamino para dejar constancia de mis viajes. Lo que sí os pediría, con humildad, es que los copiarais más me devolvierais los míos. Es una obligación familiar llevar esta misma información a la gran biblioteca de Turdan, mi ciudad natal. Así lo han hecho mis familiares desde varias generaciones y yo quisiera seguir honrando esa tradición.

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31/01/2017, 05:47
Zafira 'Ithildin

 

Hay caminos que toma una druida que difícilmente son tomados por otros, sargento, gracias a ello vi esos rastros.  Y si no han atacado granjas sólo puedo adivinar que lo hacen por estar fraguando un ataque más artero y estratégico.  Eso es lo peligroso.

Pero mejor no hablemos en el aire, vayamos a un mapa para que pueda enseñarle con precisión donde los vi.   Usted juzgará qué tan importante realmente es lo que alcancé a ver.  Quizá no lo es tanto.  Le puedo describir también el número, tamaño y distancia de sus pisadas; con eso podría adivinarse armas o armadura que llevan, y velocidad de desplazamiento.  Ustedes soldados saben más de eso.  

Si quiere llevarnos luego con su jefe de scouts, o su capitán, después de escucharnos y juzgar valioso lo que vimos, con gusto vamos.  Que vean que tienen ustedes la confianza de los exploradores como nosotros.  Eso siempre ayuda a hacer más segura una ciudad.

-Ah estos elfos con sus convencimientos. 

- Tiradas (2)
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31/01/2017, 10:48
Aldar

Paseé por el lugar, con aire curioso, dejando que fuera Freya quien se acercara al mostrador. Sonreí al oír el golpe seco y tosco con el que depositó los enseres sobre la superficie de madera, mas no tanto ante la apagada y aparentemente beoda voz del viejo amigo de Corum. Sin duda, había vivido tiempos mejores.

Como aquel negocio. Curioseé los estantes, uno por uno, comprobando el material, su calidad, y su deplorable estado de conservación. No es que estuviera estropeado o en mal estado, pero el polvo que lo cubría era más que evidente, además del desorden con el que había sido amontonado. Pareciera que, tal como le llegara, lo dejaba en el primer sitio libre que veía, de forma que pude detectar tres carcajs distintos en diferentes puntos del local. Aquello no tenía sentido. Además, al mover un saco de dormir polvoriento, descubrí un saco de abrojos oculto justo debajo. Tuve que poner los ojos en blanco, sintiendo que era una lástima el modo en que desatendía su negocio ese hombre.

Me fui acercando al mostrador, manteniendo la distancia pero atendiendo a la conversación. Al parecer, Bloermund agradecía que sus viejos amigos se acordasen de él, quizás único motivo por el que alguien elegiría aquel establecimiento para abastecerse. En ese instante comenzaba a rezongar acerca de esos fantasmas por los que le tenían por demente. Me crucé de brazos apoyándome en un mueble cercano, haciéndole un gesto a Freya para ver si le tiraba de la lengua. Quería saber más acerca de esos fantasmas, o ladrones, que hacían desaparecer su material.

Quizás si lográbamos desentrañar ese misterio, obtendríamos una buena rebaja...

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31/01/2017, 10:54
Asdra

- ¿Lo ves? Sabía que aquí encontraríamos ayuda.- Dijo tirando de la camisola de su "hermano".- Siempre fui fiel a la fe del Eterno Caminante pues mi vida siempre ha sido justo eso mismo, un eterno caminar.- Las palabras de Asdra parecían realmente sentidas. Una vez en un lugar más tranquilo la mujer se sintió muy satisfecha con lo que les ofrecía el monje. Pero Avlin se le adelantó, ofreciéndose él a hacer el relato. El primer pensamiento de Asdra fue que no iba a haber pergamino suficiente para recoger su relato. Eso la hizo sonreír.- Será un honor.- Confirmó dando así por hecho el trato.- No creo que la herencia que vayamos a recibir sea gran cosa- Se mostró apenada y falta de esperanza.- y primero debemos ir a cobrarla. Pero necesitaríamos lo básico. Pergaminos con las bendiciones de Señor del Horizonte, protecciones contra el mal que pueda acecharnos por el camino e incluso algo para evitar los alzamientos de cadáveres.

Notas de juego

Pergaminos Nivel 1 clérigo: 25po cada uno (los que yo veo útiles)

- Bendecir.

- Protección contra el mal.

- Santuario.

- Convocar monstruo.

- CHL (Asdra puede inscribir uno al día si todo va bien, así que creo que podemos ahorrárnoslo)

- Esconderse de los muertos.

- Detectar muertos vivientes.

 

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31/01/2017, 11:18
Balakar

Notas de juego

-Ah estos elfos con sus convencimientos.

¿Perdón? ¿No querrias decir "Estos humanos con sus convencimientos"? Entiendo que "convencimientos" es similar a prejuicios, ¿no?

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31/01/2017, 11:35
Jake O'Sullivan "Sully"

La suerte nos sonreía. Las habilidades de comunicación de Avlin, por no decir su verborrea incesante, finalemente había encontrrado utilidad. Los monjes iban a soportar las historias de Avlin, y encima nos iban a hacer un descuento en la compra de pergaminos para Asdra.

De todos modos, aquello de momento no nos servía de mucho si no sabímos de cuanto dinero dipondríamos para la compra.

Tenemos que saber de cuanto dinero dispondremos para comprar. - miro a Avlin - Bien hecho. Creo que a estos monjes le encatarán tus historias, y además nos harán un descuento. Ojalá a más gente le guste escucharte hablar, así nos abasteceríamos con poco dinero.

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31/01/2017, 13:19
Monje de Fharlanghn

Así se hará caminante Tuercegrís, es un gesto que dice mucho de vos. No temas, nuestros hermanos escribas transcribirán todo lo que nos traigáis con una celeridad sin parangón en esta tierras. Después, podréis llevar consigo el original a la maravillosa y culta ciudad de Turdan. - Contestó. - La cual debe sentirse orgullosa de la familia Tuercegrís.

El siervo de Fharlaghng asintió una y otra vez sin alterar su semblante a medida que Asdra enumeraba la serie de pergaminos que les harían falta para su viaje. No llegó a tomar nota en aquel momento, simplemente se limitó a escuchar y a confirmar cada petición hasta que la muchacha concluyó con la improvisada lista. Cualquier otra persona, casi con total seguridad, hubiese preguntado nada más terminar la enumeración que cuál era aquel destino al que se dirigían para tener que pertrecharse con semejante protecciones contra muertos vivientes. Sin embargo, los monjes de Fharlanhng no eran como el común de los mortales, siempre permeables a los chismes y cotilleos; no, ellos buscaban la información sustentada en las vivencias, en aquello que el transmisor había sentido, tocado o visto. De poco valía que aquellos dos hermanos y su acompañante gnomo le contasen que se dirigían a tal o cual sitio si a la postre, al final del día, sería el mismísimo Fharlanhng quien decidiría qué camino abrir ante sus pies y qué destino alcanzarían.

Aquí los tendréis esperándoos, caminantes. - Dijo tras una leve reverencia. Venid a recogerlos tan pronto creáis que es el momento adecuado. Que la Bendición del Señor del Horizonte esté con vosotros allá donde vayáis. - Aunque sólo se limitó a desearles un buen viaje, lo cierto es que una calidez más allá de toda explicación se adueñó de sus corazones por unos instantes. Cuando ésta finalizó, el cansancio había desaparecido por completo de sus cuerpos, sintiéndose como si hubiesen despertado del más maravilloso y reparador sueño de sus vidas.

Notas de juego

¿Nos movemos?

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31/01/2017, 13:30
Mayordomo de Lord Plaurmincop

Notas de juego

Avistar:

Crees que el mayordomo, cuando dejó al sargento, no se fue de una forma totalmente indiferente a los rumores que se habían levantado entre los soldados. En un momento, dado sus ojos coincidieron con los tuyos antes de que espolease al caballo y desapareciese calle abajo.

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31/01/2017, 14:13
Zafira 'Ithildin

 

Zafira notó una mirada extraña en el mayordomo de Lord Plau (así le decían).  Trató de usar su intuición para saber que significaba, que había pensado aquel hombre.  

Bien hicimos en platicar con los albañiles de esto, y con los guardias en general.  Muchos sabiéndolo, poco podrán hacer quienes quisieran bloquear la información. 

 

- Tiradas (1)
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31/01/2017, 14:56
Guardia de Venatus (Sargento)

La forma en que Balakar contestó al sargento hizo que éste se volviese hacia el enano y lo observase con semblante fiero durante unos segundos; los justos para que su sentido común le recordase que el enano, con su hacha y armadura, no era un albañil o un comerciante asustadizo que pudiese plegarse a su antojo con una voz más alta que otra.

La intervención de Zafira sirvió para que el sargento volviese su atención hacia la elfa y escapase de aquella situación sin menoscabo para su orgullo, bastante herido ya de por sí tras la visita del mayordomo de Lord Plaurmincop.

Zafira había tenido tiempo para pensar también en aquella misma visita pero por unos motivos bien distintos. La indiferencia del mayordomo a la hora de volver grupas, en su opinión, no había sido tal. En sus adentros estaba convencida de que éste había tomado buena nota de lo que los soldados cuchicheaban entre ellos antes de concluir su regañina. ¿Por qué sino sus ojos habían coincidido antes de que espolease a su montura? Sin embargo, por muchas vueltas que le dio Zafira, no consiguió desentrañar los pensamientos que pasaron por la cabeza del mayordomo, hombre muy curtido en controlar sus emociones y en la forma en que éstas se exteriorizaban, ambas facultades completamente imprescindibles en el desempeño su oficio.

Acompáñenme. - Ordenó de forma brusca el sargento cuando comprendió que no estaba hablando con alguien que creía haber visto huellas de ogro, sino que estaba bien segura de ello. 

No fueron muy lejos. Aneja a una de las torres de vigilancia existía una casa de piedra propiedad de la guardia. De ella habían surgido los soldados con los pellejos rebosantes de agua y vino cuando su compañero cayó desfallecido frente a las puertas de la villa. Dado que su interior no era demasiado amplio, su mobiliario se reducía a tres sillas de tosca manufactura pero completamente funcionales, una mesa en la que se distinguían una pluma sobre un tintero y varias hojas de pergamino, un par de tinajas, un par de soportes para armas y un hogar en el que aún latían algunas brasas. Una jaula de hierro, estrecha y oxidada hasta el extremo, ocupaba un rincón de la estancia. Ahora se encontraba vacía pero no era difícil imaginar que estaba dedicada expresamente a retener a sospechosos, borrachos o alborotadores hasta que estos eran trasladados a otras dependencias más acordes a sus crímenes o eran puestos en libertad. Nada más entrar, el sargento mandó fuera a dos soldados que haraganeaban allí haciendo como que limpiaban sus armas, las cuales estaban tan pulidas como un espejo de acero.

Utilizando un pergamino con más manchas que polvo tenía el suelo, el sargento garabateó a grandes rasgos el terreno circundante, incluyendo algunas granjas y puntos de referencia, como era el caso de la cabaña de Corum.

El ver que la ubicación en la que Zafira aseguraba haber visto las huellas estaba entre la cabaña de Corum y la Calzada Real no sentó nada bien al sargento. Éste, por lo bajo pero audible por los dos compañeros, meditó varios segundos la información a la vez que mentaba numerosas veces a todos los representantes de las familias de los exploradores de Eltsembar con un colorido repertorio de insultos. - Pero vamos a ver… vamos a ver… - Dijo al fin tras una fuerte palmada sobre la mesa que hizo saltar pluma y tintero. - ¿A dónde demonios se dirigen? ¿Dónde se cobijan para que no los hayan visto? Si ese bosque está más peinado que la cabeza de un rey.

Notas de juego

3 - Saduj

4 - Venatus

5 - Argentea

12 - Cabaña de Corum

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31/01/2017, 15:31
Balakar

"Un tipo listo, di que sí."

Afiancé mi hacha, agradeciendo su tranquilizador peso en su arnés y eché a andar a paso vivo en pos de mis compañeros. Ambos caminaban a prisa y sospechaba que, si bien Zafira no era consciente de que su elástico caminar la alejaba de mí, tenía claro que el sargento estaba vengándose a su manera dando largas zancadas para aprovechar y dejarme atrás.

"Que pedazo de..."

Ahorré saliva y resuello, siguiéndoles hasta lo que parecía un puesto de guardia, dejando salir elegantemente a los dos pobres que se habían refugiado allí para pasar el rato, contando conque el sargento tardaría bastante en volver. Cosa que no había sido así.

Mientras el sargento rebuscaba entre sus mapas, me permití echarle una ojeada critica a la calidad de la construcción y al trabajo de forja de la celda. A mi pesar, regruñí algo aprobador, consciente de que cumpliría perfectamente la función de mantener a buen recaudo a cuatro o cinco borrachos pendencieros. A juzgar por el olor, o por la ausencia de este, hacia tiempo que no se usaba y se mantenía regularmente baldeada a pesar del lamentable estado de los barrotes.

Me acerqué a la mesa donde el sargento y Zafira estudiaban el mapa y el primero maldecía florida e imaginatibamente a los guardabosques forestales de sus señor. Me rasqué la barba, pensativo.

- Ni idea, sargento.- Respondí, sin importarme si había sido una pregunta para si mismo o para nosotros.- Nosotros hemos venido para informar y avisarles de lo que hay.

"Porque somos así de majos... Y porque Freya me tiene calado, copón."

- Usted sabrá que hacer con esta información.- Sentencié, esperando que comprendiese que lo mejor era hacerle caso a Zafira y tomar medidas.

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31/01/2017, 17:48
Asdra

- ¿No es increíble?- Preguntó Asdra a sus compañeros una vez fuera de oídos indiscretos.- Esto no puedes ser más que un buen augurio para nuestra peligrosa empresa.- Dijo sin detenerse a pensar que había mentido al pobre monje. ¿Qué mas daba si le iban a dar un relato de lo más entretenido? Ella se ocuparía de que el gnomo no pusiera cosas en él que les comprometiera . Pero lo primero era poder contarlo y para eso tenían que sobrevivir.- Vamos a ver cómo les ha ido a los otros. Me encuentro como si acabara de levantarme de un sueño reparador.

Notas de juego

Por mí sí.

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31/01/2017, 21:35
Avlin Tuercegris

- Qué maravilla- comentó Avlin entusiasmado- parecía un simple sirviente, tal vez un interlocutor del templo pero sin duda es mucho más.

Los ojos del hombrecillo brillaban de excitación mientras caminaba por la plaza camino al caballo.

- Tú también lo has sentido, ¿verdad?- la pasión por el oculto conocimiento podía observarse a la legua en el rostro del gnomo- ha sido magnífico.

Los niños seguían correteando y jugando por la plaza como si nada de aquello hubiera pasado pero la oscura pasión de Avlin por el saber y las artes arcanas había despertado de nuevo, como cada vez que tenía acceso a un nuevo secreto sin revelar. Pensó que tal vez parte de aquel poder clerical estaría inscrita en algún tipo de libro de conjuros. No era habitual pero tampoco extraño que clérigos y magos intercambiasen conocimiento...y poder.

Notas de juego

Por mí, adelante.

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01/02/2017, 13:27
"Apestoso" Kefflen

Los tres compañeros tomaron los caballos por las riendas y se dirigieron hacia la vía del ocaso, que era el nombre que los habitantes de Venatus habían dado al tramo de calzada real que atravesaba la población de oeste a este partiéndola en dos sectores muy bien diferenciados. La parte sur, aquella por la cual se movían en esos momentos, era la más popular y ruidosa. Atestada de negocios familiares organizados en gremios, localizar lo que uno buscaba era algo sencillo, pues sólo había que preguntar a un lugareño y éste de inmediato apuntaba hacia la calle en cuestión: la de los aladreros, la de los hojalateros, la de los alfareros o la de los silleros fueron sólo algunas por las que pasaron Asdra, Avlin y Jake.

El que escaparan de las inmediaciones del centro de mercadeo no respondía sólo una forma de hablar. Realmente dejar la zona comercial no era algo sencillo, y mucho menos para tres personas que tenían escrito con grandes letras en su frente la palabra «forastero». No hubo sillero que no tratase de verderles una silla, ni zapatero que no les saliese al paso con un molde de madera en su mano ofreciéndoles unas nuevas botas para sustituir aquellas «poco agraciadas abarcas», que era la forma despectiva con la que se referían al calzado actual de los compañeros. Lo que en un principio comenzó siendo agradable, puede que hasta gracioso, acabó convirtiéndose en un auténtico suplicio para todos menos para el feliz Avlin, que agradecía aquella atención por parte de los habitantes de la localidad.

Sólo cuando llegaron a la vía principal aquella sensación de acoso y derribo, de ser meras bolsas cargadas de monedas, desapareció en parte, pues el recuerdo así como los gritos de los vendedores persistían por encima del bullicio de la atestada calle. Pocos carros circulaban a esa hora por ella, pero los que lo hacían se movían a gran velocidad transportando alpacas de paja, leña o multitud de vasijas repletas de agua que dejaban grandes charcos a su paso. Todos ellos eran conducidos por gentes de Venatus que, a voz en grito y a golpe de fusta, aprovechaban que las caravanas comerciales habían dejado la villa por unas horas para poder transportar sus mercancías con relativa calma. Y es que Venatus, tal y como acababan de ver, se volcaba por y para el comercio, anteponiendo la felicidad de los mercaderes de paso a las necesidades del paisano. Pero, ¿se quejaban estos? La respuesta es: claramente no. La mayoría de las gente, por no decir todos, se habían acostumbrado a aquella forma de vida; para el Venatiense autóctono, el moverse entre carros, caballos a la carrera o mercaderes empalagosos era algo que se daba por sentado y estaba completamente asumido y aceptado como parte de su vida.

Al poco de cruzar la calzada, uno se daba cuenta de que el paisaje que se abría ante sí era diametralmente opuesto. Las calles eran poco más amplias que las de la mitad sur pero las casas, en comparación con las sencillas viviendas de los artesanos, eran auténticos castillos por la cantidad de piedra empleada en su construcción. Aquel era el lugar donde los mercaderes y venatienses que habían aceptado que en Saduj serían poco más que mendigos habían decidido erigir sus llamativas propiedades. Desde luego no eran nada del otro mundo para aquel que había visitado grandes urbes pero para el habitante medio, todos sus anhelos, esperanzas y ahorros estaban reservados para poder comprar una de aquellas magníficas casas.

Cruzaban frente a una de ellas, atestada de macetas con vistosas y olorosas flores que atraían a todas las avispas de Eltsembar, cuando un hombre alto, de amplios hombros y fuertes brazos les salió al paso desde el otro lado de la calle llamándoles la atención. Cubría con un paño roñoso uno de sus ojos, lo que desviaba un tanto la atención sobre sus numerosas cicatrices pero acababa realzando más aún su siniestro aspecto.

- ¡Oye! ¡Oye! Sí, vosotros. Vosotros tres. - Se acercó a grandes zancadas, con sus sucias y desgastadas botas de viaje abriéndole paso por el medio de la multitud. Sus ropas, de colores apagados y parcheadas hasta el extremo se habían lavado tan poco como el que las vestía.

¿No estáis buscando una carreta, no? Las tengo bien buenas, y baratas… A ti guapa, te las dejo por cuatro perras...- Antes de que se hubiese detenido frente a ellos, la peste a sudor reseco y alcohol le sirvió de presentación. Ni el aroma de las rosas podía competir con lo que desprendía aquel hombre por los poros de su piel.