Partida Rol por web

El joven se repuso, poniéndose en pie acto seguido para atacar al oso que había destrozado a sus compañeros.

-¡Madre! ¡Cubre el flanco! -indicó, como si no fuese obvio ya, mientras se ponía justo delante de Tassabra y hacia frente a la bestia de pintura.

Con un grito de rabia lanzó un tajo sobre el oso, pero falló estrepitosamente.

—¡Voy!

Tassabra lanzó dos estocadas al aire con tu bisarma, fallando el enorme corpachón del oso por mucho.

El oso convocado por Ruru estaba haciendo su trabajo, comerse el cuadro de abajo, masticando el lienzo como si fuese la tela más deliciosa del mundo. El círculo pulsó una vez más y todos sabían perfectamente lo que iba a pasar. Una nueva copia del mago apareció detrás de Tassabra. Los dos comenzaron a conjurar a la vez y lanzaron sendos chorros de pintura sobre la Cazadora.

El oso había perdido de vista a su objetivo y se centró en el más inmediato, el joven guerrero que le estaba haciendo frente. Se levantó sobre las patas traseras y dejó caer las zarpas en lo que podría haber sido lo último que Alexandar viera en su vida, pero esquivó los ataques por los pelos en el último momento, interponiendo la espada para evitar los terribles golpes.

Ekarion se acercó al cuadro esquivando a la nueva figura de Everik, y lanzó cuatro misiles mágicos hacia la pintura que iba perdiendo color poco a poco. Debían destruirla antes de que convocara otra imágen y sólo quedaba esperar que su destrucción afectara a los constructos existentes.

El muchacho avanzó para atacar, pero la suerte se le había acabo, su ataque pasó por encima de la cabeza del oso. Esta vez lo pensó mejor y retrocedió junto a su madre.

Tassabra lanzó un gruñido de frustración y se detuvo un par de latidos de corazón para volver a concentrarse en el combate. Lanzó dos ataques rápidos, menos cargados de potencia y, ahora sí, logró impactar al oso, que cayó al suelo en un charco de pintura.

—¡Vamos! —digo girando sobre sus talones para encarar a los dos magos—. ¡Avanza, hijo! ¡Aquí es donde mostramos nuestra valía!

Érase un verde bosque de eterna primavera,
y érase un enano iluso que vagaba al azar...
El enano entró en el bosque siguiendo una quimera;
entró en el bosque... Y nadie lo ha visto regresar.

El círculo pulsó, crispando los nervios de todos los combatientes. Una nueva copia del hechicero brotó de entre sus grietas, en el lugar en el que había estado antes el terrible oso de pintura. Los tres magos conjuraon al mismo tiempo, el ya sabido conjuro que lanzaba venenosas rociadas de pintura. 

Dos flechas púrpuras volaron hacia Tassabra, pero impactaron contra su armadura, impregnándola de pintura. La tercera, lanzada por la copia nueva, dio de lleno sobre Alexander, que maldijo de un modo que su madre no había escuchado jamás.

Ekarion volvió a conjurar la energía arcana mientras se seguía acercando al cuadro, lanzándole cuatro proyectiles más que impactaron en su superficie.

El muchacho cargó contra la copia del mago con todas sus fuerzas, abriéndole un tajo a la capa de pintura de la túnica.

Tassabra esperaba que Ekarion supiera lo que estuviese haciendo. Dedicándole una mirada de reojo atacó a uno de los Everiks, atravesándolo y cubriendo su preciosa túnica de un montón de pintura.

—¡Akraleuka, Akraleuka, Akraleuka! —gritó avanzando para plantarse en la cara de los magos. 

El maldito círculo continuaba latiendo bajo los pies del grupo. Un nuevo mago apareció junto al último, apuntando a Alexandar con sus conjuros. La pintura voló en todas direcciones, solo una logró impactar sobre la no ya tan reluciente armadura de Tassabra.

Ekarion lanzó la última carga de sus proyectiles contra el cuadro, esperando que la destrucción del mismo hiciera desaparecer los constructos, aunque imaginaba que todo lo que lograría sería que dejaran de formarse.

Alexandar agitó la espada con fiereza, y aunque impactó en el cuerpo del mago, no le hizo ningún daño.

-Pero, ¿¡qué es esto!? -gritó, desesperado-. ¿Por qué no mueren?

—¡Vale, retrocede! ¡El enano tiene un cinturón! ¡Actívalo y trata de que se levante!

Tassabra retrocedió, buscando cubrir a su hijo, y tiró una lanzada que envió al infierno a otro mago más. 

Un espasmo provocó que de la boca del glotón saliera sangre. Esos hijos de una zorra que tenía por compañeros dejarían que se desangrase hasta la muerte... ¡Y lo bien.qur hubieran ido para el combate unas zarpas de oso y unas garras de glotón!

El círculo comenzó a brillar, presto para invocar un nuevo mago, sin embargo no acabó de formarse y se apagó. La imagen del lienzo que Ekarion había destruído comenzó borrarse, la pintura resbalando por la superficie y goteando hasta formar un charco en el suelo. El único cuadro que quedaba estaba intacto. El oso miró al dragón mientras masticaba lienzo.

El mago que quedaba frente a Tassabra intentó moverse, pero la Cazadora le atizó con la bisarma en la cara, abriéndole un feo surco en la cara que mostraba su interior hecho de pintura mágica. Intentó conjurar, pero perdió la concentración y no logró finalizar el conjuro.

Atrás, los dos magos que enfrentaba a Alexandar conjuraron a la vez y lanzaron sendas flechas de pinturas sobre el joven. Pero el muchacho ya había aprendido la lección por las malas, de modo que se movió para esquivar y los ataques salpicaron sobre su armadura.