Partida Rol por web

Dai no limpió su rostro, notó la sangre caliente correr por su mejilla. Estaba siendo consciente de que era un gran enemigo a batir, así que debía esforzarse todo lo posible.

Dai comenzó a concentrarse para atacar a su enemigo, pero antes de que estuviera del todo dispuesta vio una oportunidad y se precipitó contra él, dando un golpe menos certero y fuerte de lo que esperaba.

Kane empieza a estar debilitado por la pelea, y sus movimientos se vuelven mas lentos y menos precisos. A Dai no le cuesta abrir una brecha en sus defensas, pero esta vez el golpe solo consigue desgarrar su chaqueta. Kane se libra de los restos de su destrozada ropa, quedándose solo con los pantalones.

- ¡Oh joder, era a medida! ¿Sabes lo que cuesta una chaqueta así?

Contraataca a Dai con un tajo ascendente de su hoja, pero el movimiento es demasiado lento y predecible y no le cuesta nada detenerlo

Dai puede leer mucho mejor a su adversario ya que se ha vuelto más lento y predecible. Concentrada y sin apartar la vista de su enemigo, le golpea fuertemente con su katana.

El corte fue certero y preciso, cruzando el pecho descubierto de Kane de un lado a otro y abriendo una profunda herida. Kane trasbilló y retrocedió hasta quedar con la espalda apoyada en la pared. Escupió sangre y se mantuvo apoyado sobre la pared, jadeando y con la guardia baja. Parecía que el combate había terminado.

O no.

- Zorra santurrona... No te imaginas con que poderes te la estás jugando...

Kane clavó su katana en el suelo y pronunció lo que parecia en parte plegaria y en parte exigencia

- ¡Mikaboshi, anata no musuko no inori ni shusekki! ¡¡SOKU NO KUMI, ANATA NO CHIKARA O SHUCHO!

Un humo negro brotó donde Kane había clavado su arma y comenzó a cubrirlo. Los tatuajes de su cuerpo parecieron cobrar vida y moverse en torno a su cuerpo, mientras las heridas de su cuerpo sanaban. El rostro de Kane se vio cubierto por una especie de máscara de porcelana que solo representaba un rostro frío e inexpresivo. Un rostro que ya habías visto antes.

Mikaboshi, Titán de la Oscuridad.

Aquel hombre estaba invocando su poder.

- ¡BASTA!

Eso fue lo único que precedió a lo que ocurrió a continuación. Un gigantesco fogonazo blanco, breve y poderoso como un relámpago, golpeo a Kane en un costado, con tanta fuerza que lo arrojó por la ventana del despacho que daba a la calle, destrozándolo todo a su paso. Casi de inmediato le siguió un rugido parecido al de un trueno, y luego el olor a ozono que se queda después de una tormenta intensa.

En la puerta había un hombre, de pelo castaño, y porte varonil y atractivo, vestido con un traje que parecía algo arrugado, como si su portador hubiese estado corriendo. Su mano derecha apuntaba hacia donde antes estaba Kane; ahora solo quedaba su katana, clavada en el suelo.

El hombre te miró; su expresión era de alivio.

Dai había sonreido al asestar un golpe tan fuerte y certero, pero no bajó la guardia. Sin embargo, la plegaria de Kane la hizo recular un paso, apretar con fuerza su katana y mucho más los dientes. No sabía qué ocurriría y debía estar atenta y preparada.

Pero todo ocurrió más rápido de lo que imaginaba y no le dio tiempo de reaccionar, Kane se transformó y un hombre le arrojó lejos por la ventana.

Dai se volvió hacia el hombre, no tenía claro si era amigo o enemigo, pero bajó su arma sin dejar de estar alerta.

- ¿Quién eres? preguntó sin mucho don de gentes.

- Soy el padre de Valeria. Supongo que es a ti a quien debo agradecer que mi hija siga viva...

La mujer le miró de arriba a abajo, todavía hay que sacarla de aquí, no hemos terminado. No quería ser irrespetuosa pero no iba a quedarse de charla allí mientras la mujer podría estar todavía en peligro, vamos, dijo mientras se daba la vuelta y se iba rumbo a la puerta donde creía que esta Valeria.

- No te preocupes, ya me encargo yo del resto. Creo que tengo una charla pendiente con mi hija.

El hombre se acercó a la estructura donde Valeria estaba atada y comenzó a desatarla

- Siento no haber intervenido antes; de hecho se supone que no debería haber intervenido. Pero aquel hombre estaba empezando a usar unos poderes que no deberían ser usados, y alguien tenía que pararle los pies.

- Creo que antes de que hables con tu hija, deberíamos llevarla a un lugar seguro y tranquilo, no será una conversación fácil para ella. Mi misión es protegerla y no acabará hasta llevarla a un lugar seguro, se dio cuenta que hablaba con alguien con mucho más poder que ella, pero aun así insistió, por favor.

El hombre terminó de desatar a Valeria y la cogió en brazos. Seguía inconsciente, aunque no parecía tener ninguna herida o daño.

- Tu dedicación es verdaderamente admirable. Tengo el coche ahí fuera. Si quieres acompañarnos...

- Por supuesto, dijo la joven y sonrió al Dios griego. Le parecía un hombre amable y agradable. Me alegro de que esté bien, temí no llegar a tiempo.

Dai acompañó al hombre mientras observaba a Valeria respirar inconsciente, su vida va a cambiar por completo, espero que lo lleve bien y sea un honor para ella.

Al salir del almacén, lo primero que notas es que Kane no está por ningún lado. Hay restos de vidrios rotos en la calle, donde tenría que haber caído, pero no hay ni rastro de él. Cuesta creer que hubiese salido vivo después de una descarga semejante, por no contar la caída, pero aquel hombre había dejado claro que no era normal ni mucho menos.

Había un lujoso coche aparcado no muy lejos del almacén, un BMW negro blindado y con los cristales tintados. Un vehículo que utilizaría alguien importante, de categoría, como un pez gordo de los negocios, y por lo que te había contado Karma de Valeria, su padre era justo eso. El hombre dejó a Valeria en la parte de atrás del vehículo, y se montó en el asiento del conductor. Abrió la puerta del copiloto y te invitó a entrar.

- ¿Alguna sugerencia?

No era difícil ver por que Zeus era tan popular entre las mujeres, tal y como decían los mitos griegos. Era apuesto, caballeroso y viril, y en aquella situación tenía además un aire paternal que relajaba un poco la idea de saber que te encontrabas ante no solo un dios, sino el líder de todo un Panteón.

Dai asintió y pidió permiso para entrar, algo más de ritual que realmente una solicitud.

- Yo tenía pensado llevarla a mi hotel y tenerla cerca, vigilada, pero tal vez sea mejor que usted decida dónde estará más segura. No iba a perderle el respeto al lider de un panteón, pero sin duda ese aire paternal le recordaba a su padre, pero a la vez sentía una extraña atracción por aquel hombre tan apuesto. Lo cual la turbaba más aún, era como sentir algo hacia su padre, algo que no solo sería una deshonra, sino también algo completamente antinatural.

- Tengo una residencia privada en las afueras. Creo que será el sitio más seguro al que ir. Si quieres que te deje en algún sitio de camino... Porque está bastante lejos, no llegan autobuses hasta allí y tendrías que pedir un taxi para volver a Las Vegas.

Dai dudó un momento pero luego se puso el cinturón de seguridad, me parece bien. Me gustaría estar con ella hasta que despierte y ofrecerle mi ayuda, dijo sin vacilación, si no le importa, claro.

Sabía que estaría a salvo en casa de su padre, siendo quien era claro, pero su misión era clara, su protección a cualquier costa, no iba a dejarla así sin más. Además quería presentarse ante ella para ofrecerle su ayuda y darle su contacto para que pudiera contar con ella si algo extraño le ocurría.

No le importaba estar lejos de las Vegas, si era un hombre rico como parecía, seguro que tendría otro coche para llevarla cuando hiciese falta.

Al cabo de media hora más o menos, llegais a un chalet en las afueras de la ciudad. Parece bien protegido y bastante lujoso; los guardias dejan pasar el coche sin hacer preguntas, y el hombre aparca el coche en un garage. Se apresura a coger a Valeria en brazos y la conduce hasta el salón principal de la casa, dejándola acostada sobre un sofá y sentándose a su lado.

- ¿Puedo ofrecerte algo? Una bebida, o algo de comer