Partida Rol por web

(Mientras discutían, Elendorn alcanzó sus proviones resecas y les fue lanzando una porción a cada uno).

No le importaba que ellos tuvieran sus propias provisiones, fue su modo de recordarles que debían comer, también se acercó a Elendin, para ayudarle a comer. Así mismo, también le ayudó a montar.

Mientras esperaba una resolución por parte del grupo, ultimé los preparativos y acomodé las cargas en la grupa de Avathar. Cuando terminé y viendo que no terminaban de decidirse, decidí darles un pequeño empujón.

Venga, partamos ya. iremos por el camino. no podemos demorarnos más, y tanto Elendin como Fjalar no se encuentran en condiciones de vadear el rio de nuevo. Durante la travesía ya discutiremos si acampamos en la noche o continuamos camino.

Y sin mas dilación, monté y empece a guiar al caballo hacia el camino.

Rudigar estaba contento de que la líder del grupo estuviera de acuerdo con él. Normalmente pensaba que su opinión contaba en la misma proporción que su tamaño, puesto que la gente grande tenía más costumbre de tratar temas graves o afrontar peligros, pero en esta ocasión Elendin decidió que irían por donde él pensaba. Esto le llenaba de orgullo.

De orgullo estaría lleno, sí, pero Elendorn consiguió que se diera cuenta de lo muy vacío que estaba por dentro. ¿¡Cómo había podido estar tantísimo tiempo sin tomar siquiera un pequeño tentempié!? Agradecido por la ración ofrecida, la tomó y la devoró distraídamente mientras buscaba la suya en las alforjas de su montura, que sería la próxima en "caer". ¡Demonios, cuánta hambre despertaba el ejercicio físico y el enfrentarse a orcos!

11 de Hithui
8:00 - 12:00

 Fue duro dejar atrás el castillo. Tirar de los caballos hacia el bosque con los músculos agarrotados y doloridos. Las cabezas les dolían por el sueño. Y además, las ganancias habían sido escasas.

 Los montaraces se repartían el trabajo, mientras Elendin se encargaba de dirigir al grupo, Elendorn se orientaba según el moho de rocas y tocones para viajar hacia el sur-este. Era lo poco que habían calculado para encontrar el camino.

 Esperaban que fuera suficiente...

11 de Hithui
12:00 - 16:00

 El grupo hizo un alto para terminar de comer pero pronto se pusieron de nuevo en camino.

 Los ojos les picaban por el sueño y el dolor de cabeza parecía haberse incrementado en Elendorn y Tirlindë, aunque mantenían su visión élfica intacta. Ragnar bostezaba y se rascaba sus ojos almendrados como un verdadero beórnida. Fjalar se mostraba más taciturno de lo habitual y Rudigar parecía haber empezado a comer a escondidas.

 Cada uno lo llevaba a su manera.

11 de Hithui
16:00 - 20:00

 Tras pasarse toda la tarde rastreando, Elendorn encontró al fin el camino que llevaba a la posada.

 Sí, por supuesto aún seguían en el bosque de los trolls y la noche sería larga, pero era muy difícil que los orcos supiesen dónde se encontraban y, si superaban la noche, al dia siguiente cabalgarían por el camino hasta dormir en la posada, a seguro y calentitos.

 El grupo montó el campamento en la linde del camino y se preparó para los horrores de la noche.

11 de Hithui
20:00 - 8:00

El grupo se fue a dormir no sin antes establecer un horario de guardias. Sabían que la noche sería larga y complicada. Las armas descansaban cerca de sus propietarios. Las monturas atadas, cerca del fuego. Los aventureros alimentarían la hoguera durante las diversas guardias para mantenerla encendida. Aunque pudiera atraer a los enemigos, sería una fuente de luz en caso de combate.
 

Elendin estaba cansada, pero se mantenía alerta. Aquel bosque no le agradaba ni lo más mínimo, y la posibilidad de tener que entablar combate otra vez antes de poder llegar a la posada la llenaban de terror. Al final el cofre había sido una total decepción, pero no era culpa de nadie, salvo de la propia avaricia y curiosidad innata en todos los que apoyaron la idea. 

Sentada, vigilante y ligeramente amargada por llevar todo el día sin poder usar los brazos, decidió que esa noche nada ni nadie se movería sin que ella lo viese, ignorando incluso los breves temas de conversación que su amado le ofrecía de tanto en tanto. 

Deseaba llegar a la posada, asimilar todo lo que habían averiguado sobre Turlin y el ataque a su grupo... por fin se había cobrado esa pequeña venganza, pues de una patada había acabado con su vida finalmente, ya que incluso a pesar de no tener brazos nada pudo separarla de darle su final. Todo aquello habría tiempo de hablarlo, incluso con Ragnar, que se había visto claramente afectado... pero tendrían que esperar. 

La cama y la comida de la posada seguramente merecerían tal espera.

Cita:

 Elendin fue la primera en verlos. Tan atenta como estaba, cortó a su amado en mitad de una interesantísima historia con un clásico ¿Has oído eso?

 Dunedan y noldo agudizaron su oído y sus ojos. 

 Efectivamente, una partida de cuatro orcos estaban batiendo el terreno... buscándolos... Cuando se dieron cuenta de que habían sido descubiertos se encontraban a treinta metros del campamento. Dos se apostaron en el lindar del bosque con sus arcos cortos, cargándolos, y dos más desenvainaron sus sucias cimitarras y ciñéndose sus escudos, cargaron.

El noldo soltó una maldición cuando aquellas horrendas criaturas osaron interrumpir su discurso, mas no había tiempo para lamentaciones, había que actuar. Así que, teniendo en cuenta el estado de cada uno, le dijo a Elendin:

-Amor mío, ve tu a avisar a los demás, yo los retendré... -expuso con actitud heroica a la vez que se giraba hacia el enemigo y empuñaba su arco, dispuesto a lanzar un letal proyectil...

Elendin se levantó lo más rápidamente que pudo y se dispuso a despertar a los demás a gritos, corriendo hacia ellos y dando pataditas a los dormidos.

- ¡¡DESPERTAAAAAAD!! ¡¡NOS ATACAAAAAAN!! - su voz se elevaba todo lo que su garganta le permitía.

¿Alguien gritaba fuera?

 Era una voz aguda, ¿que era lo que gritaba? Era imposible de escuchar bien....

 Tirlindë retrocedió tres metros mientras preparaba las armas para defenderse.

 Elendin intentó sacudir las tiendas y avisar a los demás.

 Los dos orcos, ahora a trenta y tres metros, cargaron los arcos.

 Los otros dos avanzaban lentos hacia el noldo. Se encontraban ahora veinti trés metros de él.

¿Gritos? O su propio sufrimiento e incapacidad de esgrimir su arma? Aquella molesta pesadilla no le dejaría meditar tranquilo.

El noldo, tras encordar su flecha, probó un nuevo disparo con su arco, esperando que al menos ralentizara a los orcos que se acercaban peligrosamente hacia él. No obstante, la sensación de peligro le pasó factura y su disparo salió bastante desviado.

Miró hacia atrás impaciente, preguntándose cuándo pensaban levantarse los demás, a la vez que maldecía para sus adentros a aquellos necios que habían optado por aquel maldito camino...

El aire fresco de la noche golpeaba suavemente mi rostro, y las briznas de hierba, demasiado pequeñas como para resistirlo, se mecían al compás dando lugar a un apacible y somnoliente sinfonía.

Mis ojos se cerraron lentamente al principio, y poco a poco, mi mente se hundió en una profunda neblina, empujada por las fatigas de un cuerpo que empezaba a costearse los excesos acometidos durante el día anterior.

Mas allá de la nada que me rodeaba, empezaron a formarse inquietantes imágenes. Visiones provenientes de un pasado distante, aunque no tanto como para que el dolor dejase de atormentarme.

Rostros distorsionados de bellas facciones, a los que una vez había amado y que ahora se desvanecían en un torbellino de lagrimas y sangre negra.

Los ojos ennegrecidos del hechicero de Rhudaur, tomaron forma a través del remolino de imágenes, con sus pupilas llameantes dominándolo todo. entonces una risa grave y atronadora reverberó en los confines de mi mente...y al fondo se oían gritos de auxilio...

Nooo, Lienna...!!

 Ragnar escuchó las dos cuerdas del arco al tensarse. Las dos flechas, con sus escasas plumas, poniendose sobre una tripa de gato demasiado tensada.

 Ragnar se puso en pie. Agarro sus lanzas y olisqueó el ambiente... cuatro orcos. Dos iban a disparar contra quien estuviera de guardia y dos más cargaban, sudando, con armas oxidadas en las manos.

 Escuchó gritar a Elendin y pedir ayuda. Agitó la tienda brevemente incluso.

 Y el otro de guardia... Ragnar abrió la puerta... el hedor a arrogancia le golpeó en la cara...