Partida Rol por web

Ese es el hombre que puede que nos proporcione alguna información o indicio de lo que podemos encontrarnos en el Liceo. El caballero indica con un gesto de cabeza a Leila la dirección en la que se encuentra Thseodo.

El caballero se sorprende de que una muchacha se encuentre a unas horas tan intempestivas levantada escuchando las historias del juglar. En su cabeza las palabras del bardo resuenan con mayor fuerza. Parecía que de nuevo había caído en la tentación.

El caballero se dirige directo hacia la mesa en la que se encuentra el bardo, no sin antes indicar a Leila, con un gesto de cabeza, que le siguiese.

Parece ser que vuestros pesares pronto se han disipado, maese Thseodo. Dice una vez ha alcanzado la mesa en la que se encuentran. Siento interrumpiros, pero es necesario que mañana dispongáis un poco de tiempo para mi compañera y para mí, si no es mucha molestia... mira al bardo esperando que dirija su atención hacia el caballero y la muchacha.

A mi compañera y a mi nos gustaría que nos deleitaseis con aquellas historias que habéis mencionado en nuestro anterior encuentro. Si pudiéseis reuniros con ambos al amanecer en el piso inferior de la taberna, os lo agradeceríamos, pues querríamos partir en la mañana. Ya sabéis cuanta importancia tiene para nosotros...

Como era de esperar, no ignora vuestra presencia y mientras os acercáis susurra a la muchacha algo que ninguno de los dos llegáis a escuchar. Con una amable y picaresca sonrisa  os invita a acercaros junto a él -La risa de una dama en su bello rostro vuelve a los cobardes hombres valerosos, a los viejos vigorosos y a los tercos candorosos más...si bien también cuentan que los pobres se sienten ricos por dentro...-Dice revelando y agitando un saquillo que por el ruido solo debe contener las monedas que le entregaste anteriormente y poco más-...Mis pesares siguen tan al día como cuando me despedí de vos.-A continuación sostiene la mano de la chica y, a aun que os habla a vosotros, permanece encarado hacia ella continuamente - No obstante puede que se disipen esta misma noche. He hablado con el padre de esta encantadora señorita y por lo visto le iría bien que alguien le devolviera los ánimos a su clientela con un poco de música. Gracias a vuestra ayuda he podido pagarme una fianza a pesar de que los beneficios son realmente escuálidos...Lo son querida- Se lamenta cómicamente al percatarse de la reacción de su interlocutora- y se dará cuenta en el mismo momento en que me oiga tocar que valgo diez veces más que cualquier otro cuentacuentos, pero no os preocupéis, es algo a lo que estoy acostumbrado y al fin y al cabo no quiero ganar más de lo que justo necesite para vivir.- Tras un suspiro de cansancio parece que va a abordar el tema principal pero, para vuestro descontento, se dedica a preguntarle a su acompañante cual es su canción preferida. Por suerte, la fija y disciplinada mirada del caballero irrumpe el chismorreo y vuelve a centrar-se en vuestros asuntos- Vuestros pesares también han menguado,  -Comenta socarrón mientras hace una falsa reverencia a Leila- ¿Iréis a explorar las ruinas mañana mismo? Lamentablemente sabéis, y si no os lo aseguro yo, de que hay demasiado peligro en las afueras como para que os acompañe. Para tocar hoy me valgo con una cuerda de menos pero para adentrarme en esas ruinas necesito mi instrumento en perfectas condiciones...-.

Por primera vez la muchacha deja de sonreír  para preguntar  en un arranque de admiración y temor -¿Ibas a recorrer los campos hasta el templo maldito? –Ahora dirigiéndose a todos en general con una vocecita llena de incredulidad- ¿A caso no habéis oído en todas partes que está maldito?-

El bardo sonríe afectuosamente para tranquilizarla antes de ponerla al corriente de la situación que os atañe -En efecto preciosa, este respetable caballero de Solámnia, que responde al nombre de Tyriael, me sugirió ganarme unos honorarios como explorador, lo único que temo es perder la cabeza a garras de una patrullas de draconianos...-

-Y de que te puede servir un viejo laúd contra esos monstruos.-

-¿Viejo?, ¡no es viejo Galdi! Es que ha viajado mucho, como yo. Además no es un laúd, y si fuera nuevo sonaría mucho peor. Verás, un instrumento suena mejor cuando su dueño...

-¡Lo que me enoja es saber cómo pensáis escapar de sus  horribles garras sin nada más que eso!-

-Secretos de bardo- Dice cerrando la réplica de Galdi levantando un índice tras su mejor sonrisa- Se podría decir que el Liceo es un almacén mágico que pertenece, o mejor dicho perteneció, a la antiquísima orden de la Alta Hechicería. Que yo sepa su cometido no era otro que formar e instruir a los novicios pero las historias y canciones que hay revelan muchas cosas sobre los acontecimientos que tuvieron lugar durante la Era del Poder a raíz del alzamiento del Príncipe de los Sacerdotes. Podéis entender al menos lo antiguo que es.

Con mucho gusto os pondré al corriente, pero el saber popular que almaceno en mi mente es extenso y requiere, si queréis escucharlo entero, tiempo suficiente para exponeros el tramado de...-Sus palabras se pierden cuando, abajo, alguien vocifera un poco de atención a los presentes y Galdi baja de un brinco al piso inferior- Nos encontraremos aquí al amanecer, pues- Dice recogiendo sus pertenencias y apurando la bebida- Hacer esperar al publico siempre es signo de buena actuación pero, personalmente, no  comparto esa máxima-.

Leila sube al segundo piso de la taberna acompañando al caballero, manteniendo cierta distancia. En cuanto están arriba se quita la capucha y se sacude el cabello. Tyriael le indica quien és y se dirigen con paso decidido, la joven con un semblante serio y atento.

Mira de reojo a la joven, esta era muy atractiva y femenina, todo lo contrario que ella. Leila no podía evitar tenerle cierta envidia ya que su cuerpo era delgado y con pocas curvas... a veces la confundian con un muchacho.

En cuanto el bardo comienza a hablar lo escucha en silencio, ya tendrían tiempo para conversar con tranquilidad, ahora no era el momento.

El guerrero escucha paciente, si podría decirse de aquella manera, la conversación del bardo. Llega a desesperarse en más de un momento,cuando la conversación se desvía continuamente para conseguir impresionar a la muchacha y su semblante lo demostraba: miradas directas, rostro serio, cejo fruncido....El rostro del caballero es un poema de desesperación. Se tuvo que morder la lengua en un par de ocasiones.

Odiaba los rodeos cuando sus objetivos dependían de situaciones cómo aquella. Alguna mirada disimulada hacia Leila le hizo entender que el caballero podría perder la paciencia si aquella conversación se demoraba mucho más. Sin embargo la educación le obligaba a mantener la compostura y escuchar pacientemente.

En verdad que en cuanto a música desconozco su talento, pero en embaucación, por los dioses, que es un experto.

Nos veremos, pues, mañana. Os deseo suerte en vuestra actuación.

Con una leve inclinación de cabeza se despide de la muchacha y de Thseodo cuando estos abandonan la estancia y les sigue con la mirada. Cuando se encuentran sólos, se gira hacia Leila y le comenta de forma sarcástica: Cómo mañana desvíe tanto la conversación, será mejor que prestéis toda la atención del mundo. Mi paciencia puede hacerme obviar algunos relatos. El tono del caballero al hablar hace dudar si lo dice en serio y molesto o, en realidad está bromeando.

Ya conocéis a Thseodo, lady Leila. Esperemos que consigamos lo que necesitamos. Confío en que mañana me ayudéis a ello. Le dice mientras se dirige hacia abajo para abandonar la taberna y dirigirse a la posada, no sin antes pararse unos segundos a escuchar al bardo y localizar a la joven hija del tabernero. Los dioses te hagan sensata. Piensa para sí mientras la observa.

Asegurándose que Leila le acompaña, abandona la taberna.

Mientras salís, Thseodo empieza con una actuación más propia de los feriantes que de los pulcros músicos convencionales-¡Buenas noches y mejor mañana habitantes de Turog!- hace una cómica pausa-Aunque eso de “mejor mañana” va a ser difícil para algunos- dice refiriéndose a un grupo de marinos en alto estado de embriaguez que ríen jocosamente demostrando al unisonó que no temen a una jarra más. –Veo gente muy variopinta por aquí...gente de Kalaman, Estwilde, Vingaard, Lemish, Phalantas... ¿Qué tal si empezamos con un tributo a los navegantes de las Islas del Mar Sangriento?-

­Los marinos, ahora lejos de su hogar y la mar, convertidos en soldados claman con fuerza y a base de golpes su reconocimiento mientras gritan a voces “El lamento de Priscila”, posiblemente la canción más emblemática. A su vez el resto lanza un alud de silbidos a la facción de aguerridos hombretones reclamando para sí la primera canción.

-Que canten fatal pero sus canciones sean de las más bellas y frágiles de todo Krynn es algo que nunca entenderé- Risas ­mientras afina su instrumento– Antes de nada, yo también necesito un trago para ponerme...”a tono” ­–Más risas- Pero lamentablemente estoy sin blanca. Os propongo un juego. Me apuesto mi única pieza de cobre a que soy capaz de beberme toda esa jarra de sidra de un solo trago, repito, ¡De un solo trago!- Dice mientras saca una reluciente moneda de su bolsillo.

A continuación, en la mesa de un viajero con ganas de dejar en ridículo al charlatán acepta el desafío y Thseodo coge su jarra con ambas manos y separa innecesariamente las piernas. Como era de esperar, apenas iba por la mitad cuando se detiene abruptamente para respirar, lo que provoca otra avalancha de risotadas. –Uf..., tenéis razón..., no soy ni la mitad de hombre que vos...aquí tenéis vuestra moneda. Estaréis contentos, me he quedado totalmente... “seco”. – Risas. El confiado viajero contempla satisfecho su victoria cuando se da cuenta de que todos le miran riendo a él. Entonces os dais cuenta de que ¡La sidra que se ha bebido bien puede valer 10 monedas de cobre en total!

-¡Maldito bastardo! ¡Me has timado!- dice más impulsado por el ridículo general que por la afrenta económica. Sorprendentemente el bardo tiene otro as en la manga, dirigiéndose al lastimado vencedor de un modo sorprendentemente serio y temperamental.- Guardad vuestro odio hoy mi señor, puede que lo necesitéis mañana. Pues para eso estamos aquí ¿Verdad? ¡Para amarnos...odiando juntos!- Tras unos gritos de complicidad prosigue rodeando el fuego central- ¿Estamos aquí para pelearos entre nosotros o para hacernos fuertes frente al mal que corre a sus anchas por ahí fuera?-Gritos- ¿Vamos a dejar que la Reina de la Oscuridad nos llene de tristeza y temor?-Gritos-¿Es que vamos a dejar que sus secuaces se regocijen de nuestra desdicha?-Gritos- ¿Es que vamos a dejar de reír y cantar entre nosotros cuando dejemos de luchar contra ellos?- Gritos- ¡Esta noche es nuestra! ¡Empecemos con “El lamento de Priscila” y mandemos a esos condenados de vuelta al abismo!

Dejáis el umbral con la imagen de Tsheodo, puño en alto, sosteniendo su alargado instrumento por encima de su cabeza, gritando a viva voz frente al anillo de fuego y coreado a su vez por toda la multitud. Justo salir empiezan a surcar el aire las primeras notas, el suelo retumba ante centenares de botas marcando el ritmo y la letra de la conocida canción sale hasta del corazón del desengañado y descontento viajero.

Gritan tan fuerte, que parece que canten para demostrarles a los mismos dioses que, pese a la guerra, siguen ahí. Tan fuerte, que incluso sus voces puedan llegar al fondo del abismo para decir que tienen miedo, pero que también tienen risa.

La noche es extraordinariamente fría en contraste con el cálido refugio que ofrece esta noche la Cerveza Roja. La vuelta a la posada transcurre sin incidentes ya que cada vez hay más brumas y menos gente.

Que descanséis Leila. Dice al caballero a la puerta de la habitación de la muchacha cuando esta se dispone a entrar para descansar. Seguidamente él se dirige a la suya y enciende una vela. Sacando de su equipaje el diario comienza a relatar sus informes.

Día primero....

Llego a la villa de Turog y me dirijo directamente a la taberna la Cerveza Roja. Es allí dónde confirmo las sospechas del Consejo Supremo...

El caballero redacta su informe de la manera más meticulosa y detallada que le es posible, pues no quiere obviar detalle, que aunque pueda parecer insignifcante, pueda ser primordial.

Finalmente agotado por el duro viaje y los hehcos recientes se dirije al lecho dónde se recuesta, no sin antes implorar la bendición de Paladine.

La noche transcurre rápidamente, pues a su parecer, el caballero no haría ni cinco minutos que apoyó la oreja para dormir, cuando el gallo anunció el nuevo día. Sin embargo muchas horas habían transcurrido por medio.

Se lavó la cara y se vistió sin prisa pero de forma rápida. Estaba acostumbrado a vestirse rápidamente en campaña.

Dedicó unos minutos, en los que se arrodilló y con las mnos sobre el mango de su espada, apoyada en el suelo, pidió de nuevo la bendición de Paladine, Kiri-Jolith y Habbakuk. Patrones y dadores de vida de Solamnia. Tras unos pocos minutos, salió de la habitación y golpeó de formafirme la puerta de Leila.

Después de hablar con el bardo se dirigen de nuevo a la posada, el caballero se despide debidamente y se dirige hacia sus aposentos. –Buenas noches…-le responde la joven, durante unos segundos se queda enfrente de su puerta viendo como marcha y desaparece, en cuanto lo pierde de vista entra en su habitación para descansar, había sido un día largo y con sorpresas.

Una vez dentro se quita la capa y se deja caer encima de la cama entrando en un profundo sueño casi de inmediato.

Al día siguiente Leila esta estirada en su cama, un rallo de luz entra por la ventana dándole justamente en el rostro se gira para intentar seguir durmiendo. Al cabo de unos minutos alguien pica en la puerta, simplemente gira la cabeza y observa las vistas que hay desde su ventana, en silencio. Vuelven a picar, decide levantarse- ya va…- dice a la vez que se arregla y se lava la casa. No era una mujer que perdiese mucho tiempo en prepararse, muchas veces ni lo hacia ya que acostumbraba a vivir en lugares peores que aquel o directamente en la calle.

Se dirige hacia la puerta- buenos dias...-saluda mostrando aun una cara de medio dormida y pegando un bostezo.

Despues de un agradecido descanso kuroth se despìerta temprano , 

mucho antes de acudir a la cita , porque aunque necesita descansar el corpulento guerrero decide salir para estirar sus musculos pues a pesar de kis anteriores acontecimientos lleva tiempo sin blandir de verdad su espada.

recoge sus pertenencias i sale sin hacer mucho ruido, al salir de la posada observa como el cielo aun no se ha despojado del manto de la noche aunque ya empiezan a divisarse los primeros tonos azules.

decide irse a las afueras del pueblo dado que qualquiera que le viera practicar podria interpretarlo como una amenaza.

ahi comienza sacando su acero i zarandeandolo en el aire describiendo  curvas amplias i levantando algo de polvo mientras hace eso se relaja descargando tensiones del dia anterior que no quedaron acalladas,

Para cuando el sol ya a salido completamente el horizonte sus brazos estan llenos de sudor por lo que envaina su espada i dando un profundo suspiro de cansancio"devo volver pronto, para que cuando se despierten esos podamos ir al mercado".

kuroth finalmente se dirige hacia la posada

Despues de dormir poco mas de 4 horas Leinard se levanta, faltando aun mas de 2 horas para el citado encuentro. Sentandose en la cama se coloca el frio cinto. Saca uno de sus estoques y lo examina con un aire nostalgico, como recordando la historia que estos le cuentan, y al encontrarse con sus ojos vidriosos por el recien develado sueño frunce el ceño y retorna al estoque a su vaina labrada en elfico. Se levanta baja las escaleras sin aire apresurado, no mas que la rafaga de viento que lo empuja. El fresco todavia nocturno heriza el vello de su nuca y sin dirijir nada mas que un cabezeo a la mujer del posadero sale a la calle, desierta a estas horas, en pos de algo que le distraiga. Le viene a la cabeza la idea de preguntar a algun guardia si alguien a desaparecido y su descripcion con la esperanza de identificarles si se los toparan. Tam bien quiere recaudar algo de informacion adicional del lugar, ya que no puede conciliar el sueño y eso mantendra su mente ocupada.

"Que los dioses nos amparen en dias como estos" se susurra a si mismo.

Curiosos campesinos observan resguardados en sus casas como Kuroth corta los primeros apices de luz solar hasta que ha desenturmecido su portentosa musculatura en la gelida mañana y ha practicado suficiente para el momento de la verdad.

Turog es un pueblo trabajador y de buena mañana ya se hoye repiquetear el ruido metalico del martillo sobre el yunque. De camino a las afueras se observan varias fraguas y herrerias por lo que, al parecer, el sector metalurgico es una de las pricipales bases economicas de la villa, aunque por otro lado, teniendo en cuenta los tiempos que corren todo lugar que pueda fabricar armas y herrar a los caballos es explotado con creces a causa de las imperiosas necesidades de la guerra.

Cuando vuelves a la posada ya empieza a haber un poco de actividad general. El olor del almuerzo (o a lo que los humanos quieren hacer pasar por almuerzo) que sale de la cocina consiste en unos panecillos calientes sin sabor y una ración de una papilla dulce que algun comensal madrugador ha empezado a deborar despedazando el pan y mezclandolo con las gachas dulces. También reparten basos de leche o agua y aunque hay licores variados ninguno entra gratuito en el menú del desayuno.

La mujer del amo de la posada entra y sale de la cocina llevando los platos en las mesas que hay junto a la chimenea para que se sirvan los clientes y su marido empieza a gestionar sus cuentas aún con el camisón y la bata de dormir deseando candidamente los buenos dias a todo aquel que baja, entra o sale.

-Buenos dias maese Curót ¿Hace frio esta mañana, verdad?- dice sin vacilar cuando entras por la puerta. Ha pronunciado mal tu nombre y está claro que ni siquiera espera una respuesta porque no se molesta en despegar su pluma del papel, sin embargo, es de agradecer que al menos alguien te trate como a una persona respetable.

Cuando subes las escaleras a tu habitación todo está intacto pero al parecer los elfos deven tener otra franja horaria o un sueño muy corto porque Leinard ha salido y ha cerrado su puerta tras de si.O puede que sea todo lo contrario, y siga durmiendo a pierna tendida, en todo caso, nadie contesta por más que llames.

Aun queda tiempo hasta que se haga el mediodia y por lo visto los demás tambien tienen sus "recados matutinos".

Parece que Laurana sigue en su habitación pero es de saber que los magos requieren dormir mucho y largas horas de estudio para luego poder lanzar su magia. Tyriael también ha desaparecido pero justo cuando pensabas ir a preguntar al amo de la posada donde se fueron te encuentras al caballero perfectamente equipado llamando a la puerta de Leila.

Los guardias se encargan de defender, y si Turog no tiene murayas bien tiene entradas principales y edificios importantes que vale la pena custodiar. Sin animos para buscar una patrulla de madrugada te encaminas por la calle más ancha hasta la salida principal, esta entrada se encuentra dirigiendose hacia arriba en el camino donde hay la taberna de la Cerveza Roja. Lejos de este punto de encuentro apenas hay alguien por las calles.

Ahora el lugar parece mucho mas calmado, acercandote al edificio puedes ver que horas antes hubo una buena juerga a pesar de los altercados en los que te viste involucrado. Un bardo hace sonar una cancion lenta y tranquila en comun junto al anillo de fuego. Por la letra parece una especie de elegía al amor de una mujer que terminó muriendo por alguna desgracia. Sin emvargo la melodia es calida y agradable como una nana que invita a los ebrios guerreros a caer en la inconsciencia del sueño. Tal vez sea su ultima cancion ya que el dueño empieza a cominar a los ebrios guerreros a dormir en cualquier otro sitio que en su taberna y las camareras van limpiando las mesas y apilando las sillas vacias encima de estas.

Camino arriba, llegas al final de la ciudad y bajo un grande y bonito arco de piedra hay dos guardias medio muertos de frio, aunque no se necesita tu vista de elfo ni la luz de las varias antorchas que han encendido con animos de calentarse para darse cuenta, están aferradamente envueltos en sus capas y vigilan los oscuros campos del exterior cubiertos del viento por los pilares que soportan el arco de la entrada.

La noche transcurre placidamente (incluso a pesar de los portentosos ronquidos de Kuroth) en el calor de la Posada de Turog. Hoyes que la mayoría despierta antes de que amanezca ya sea por la férrea determinación de madrugar y consagrarse al ejercicio, al estudio, a la preparación o a la oración.

Como todo mago, para ti el descanso físico es un elemento básico e imprescindible para el uso efectivo de la magia por lo que no te levantas hasta haber descansado unas reparadoras ocho horas.

El aroma del desayuno sube hasta las habitaciones y a juzgar por el olor parecen panecillos cocidos al horno. No obstante la comida puede esperar al menos una hora hasta que hayas consultado en el Libro de Conjuros que sortilegios vas a preparar y que necesitarás para el duro día que justo ahora empieza.

Con la cabeza en alto y poniendo especial atencion a lo que ve, Leinard se dirige hacia la entrada del pueblo, para ver si los guardias alli apostados pueden darle alguna informacion. Por el camino hace un repaso de todo aquel con el que se tope. Una vez llega hasta el guardia:

- Saludos, guardia. Dedcidme, ¿que nuevas vienen de las afueras?

A diferencia de los guardias que entraron en la posada, estos llevan encima del cuero negro corazas y cotas de mallas que tintinean bajo las capas cuando castañean los dientes y tiritan de frio. También llevan espadas en lugar de porras de madera.

-Esperemos que ninguna, hace ya un tiempo que todos dormimos tranquilos.- Dice autoritario, pero no desagradable, pues posiblemente no vean a nadie más hasta el cambio de guardia y un poco de distracción para que el tiempo pase más deprisa siempre es de agradecer.

-Hace días que ya no hay secuestros- aclara su compañero.- Antes, los draconianos campaban a sus anchas. Los campesinos están obligados aún a tener una hoguera lista para encender en caso de que avisten alguna patrulla en sus campos...

Es un buen sistema. Desde la entrada puedes ver como se extienden campos y campos de cultivo en la oscuridad de la noche. Si un campesino encendiera su hoguera, no tardaría en ser avistado desde aquí.

 Por lo visto los secuestros rara vez han tenido escenario en la villa de Turog. El caso es que los campesinos son un blanco muy vulnerable a las patrullas de draconianos ya que sus hogares están separadas los unos de los otros por grandes extensiones de tierra y campo...y la mayoría  tiene poco que hacer contra tales malignas criaturas aunque tengan armas en casa.

-Pero casi nunca sirven de nada, la mayoría de las veces no lo consiguen o las apagan enseguida...- se lamenta el primer soldado- ...Y para cuando llegamos ya no hay ni rastro de ellos.

Ante la muestra de pesimismo el segundo soldado replica enérgicamente- Al menos advierte a los demás para que puedan escapar.

El guardia hace caso omiso de la réplica y medita sobre lo que parece evidente al observarte: Nadie se acercaría hasta esta entrada si no pretendiera atravesarla y seguir su camino. No le dieron la orden de no dejar salir a nadie porque nadie en su sano juicio abandonaría la seguridad que proporciona la ciudad no obstante nunca se abstendría de advertirte. –Es mejor que esperes que se haga de día para salir. A pesar de lo que habrás oído siguen siendo caminos muy peligrosos para un solo hombre.

- Gracias por el consejo y la información.- Leinard asiente a los guardias en muestra de agradecimiento y esboza una pequeña sonrisa de gratitud. Pero al formluar la siguiente pregunta vuelve a adquirir un tono serio.

- Pero decidme; ¿Sabeis si los secuestros siguen algun tipo de patrón?¿Y se sabe algo de los secuestradores?

El guardia levanta una tupida ceja en un gesto de incredulidad. Al parecer te ha tomado por un viajero incauto y intenta inducirte miedo de la oscuridad y los peligros que acechan al exterior -¿Patrón? Si. Entrar brutalmente en cualquier casa y llevarse a todo aquel que no tengan que matar para conseguirlo.  Y no solo en las casas y de noche. A muchos los apresaron salvajemente con redes y lanzas a plena luz del día en los caminos.- Se interrumpe impulsado por la curiosidad y el deber de identificarte, comprensible, dado que eres un montaraz, extranjero, sobrio, haciendo preguntas a altas horas de la madrugada y como vera enseguida de raza diferente a la suya.

Cogiendo una de las antorchas, te la acerca al rostro tanto que por un momento el calor te abrasa la piel. Sin ánimos de que se interprete con un gesto amenazador, el guardia retira la fuente de calor una vez comprobada tu identidad.

Ha sido suficiente para que tus rasgos de elfo queden ensombrecidos y bien delineados por la luz del crepitante fuego. Ambos intercambian miradas y un forzado silencio para comprobar que el otro también se ha percatado de tu origen racial. A ninguno parece importarle demasiado y el guardia más alejado concluye lo que te estaba contando el otro tras la pausa.

- En la última semana han pasado cosas más extrañas que esta...pero los ultimos seis secuestros han ocurrido en mitad de la noche. De forma silenciosa y nada violenta.-

-Desapariciones- Aclara severamente el otro guardia- Ni los Grupos de Resistencia ni los vecinos...Nadie se percataro de como vinieron y se fueron. Pero despues de eso todos los batidores imformaron que los draconianos han levantado los campamentos y se han hido.-Tras otra pausa - ¿Que estas investigando, elfo?

­No hay animadversión en las palabras de este hombre, simplemente eres demasiado inusual como para que no se dé cuenta de que tramas algo y su deber de agente del orden y la ley le obliga a asegurarse de que no se trata de ningún crimen.

Tras una larga hora de preparación de hechizos, Laurana recoge sus nimias pertenencias y sale de la habitación, con cuidado de no dejarse nada. Recorre las escaleras hasta el piso de abajo para desayunar y saciar ya su cada vez más voraz apetito. Al llegar, recorre la sala con la vista en busca de caras familiares.

El caballero espera a que la muchacha abra la puerta. Parece ser que continúa medio dormida por lo que con voz serena comenta: Buenos días Leila, desperezaos y terminad de preparaos. Desayunaremos en la taberna.

Sin más se da media vuelta y desciende las escaleras y espera a la muchacha abajo. Aprovecha para echar un vistazo para comprobar si el resto de compañeros ha amanecido ya o aún descansan en sus habitaciones.

Cuando Leila desciende las escaleras con un escueto vamos, deja de apoyarse sobre la barra de la posada y encamina sus pasos en dirección a la taberna.

En la posada ya empieza a haber un poco de actividad general. El olor del almuerzo que sale de la cocina consiste en unos panecillos calientes sin sabor y una ración de una papilla dulce que algunos comensales madrugadores han empezado a devorar despedazando el pan y mezclándolo con las gachas dulces. También reparten vasos de leche o agua y aunque hay licores variados ninguno entra gratuito en el menú del desayuno.

La mujer del amo de la posada entra y sale de la cocina llevando los platos de madera en las mesas que hay junto a la chimenea para que se sirvan los clientes y su marido empieza a gestionar sus cuentas aún con el camisón y la bata de dormir deseando cándidamente los buenos días a todo aquel que baja, entra o sale.

Se trata de una gran posada pero muchos de los viajeros entregan la llave y se van sin siquiera desayunar. Por lo que una amable ama de llaves irrumpe su tarea de limpieza para envolverles la ración en unas desechables anchas hojas de cáñamo.

Justo antes de bajar aparece Kuroth a tu derecha desde el fondo del pasillo. Su habitación es, junto a la del elfo, la más alejada del salón y están tan al final del pasillo que prácticamente duermen encima de lo que es el establo. Una inteligente arquitectura ya que si bien son los aposentos más alejados de la chimenea, el calor de los animales ayuda a calentar las estancias superiores.

El sabrá algo de los elfos. Tal vez si su compañero Leinard sigue durmiendo o si Laurana ya despertó.

En la posada ya hay una gran actividad general. El olor del almuerzo que sale de la cocina consiste en unos panecillos calientes sin sabor y una ración de una papilla dulce que los comensales han empezado a devorar despedazando el pan y mezclándolo con las gachas dulces. También reparten vasos de leche o agua y aunque hay licores variados ninguno entra gratuito en el menú del desayuno.

La mujer del amo de la posada entra y sale de la cocina llevando los platos de madera en las mesas que hay junto a la chimenea para que se sirvan los clientes y su marido empieza a gestionar sus cuentas aún con el camisón y la bata de dormir deseando cándidamente los buenos días a todo aquel que baja, entra o sale.

Se trata de una gran posada pero muchos de los viajeros entregan la llave y se van sin siquiera desayunar. Por lo que una amable ama de llaves irrumpe su tarea de limpieza de vez en cuando para envolverles la ración en unas desechables y anchas hojas de cáñamo.

Las única cara familiar que encuentras es la del amo de la posada. Pues ni Tyriael, ni Leila, ni Kuroth ni Leinard parecen estar en ella, seguramente, madrugaron para dedicarse a sus quehaceres y desayunarían y saldrían mientras preparabas los conjuros. Al menos tuvieron la decencia de no molestarte pero tampoco estaría de menos avisar o siquiera dejar una nota.

Todavía quedan unas dos o tres horas para el mediodía, momento en el que acordaste encontrarte aquí con ellos para partir hacia el Liceo.