Partida Rol por web

La mandibula de Oton se cae hasta el suelo y su cara pasa por todos los colores desde el blanco más puro hasta el violeta putrefacto, pasando por un amarillo nada saludable. Cuando logra cerrar la boca parece que la abre otra vez para protestar, momento en que su mirada se queda clavada en los germanos crucificados y vuelve a empezar el recital de extraños colores en su cara.

Finalmente logra articular palabras, exactamente dos:

- Si, decanus. - aunque su cara recuerda más a la de los germanos antes de que los crucificaran que a la de un soldado listo para la acción.

Una vez listos partis los 7 hacia Bonna, con todo vuestro equipo, mientras el resto de la centuria se queda quemando cadaveres y arreglando desperfectos en el campamento. Avanzais rapido, con Oton intentando seguir el paso y jadeando como una cerda a punto de parir. 

Bonna esta como la dejasteis el dia anterior, tranquila. No parece que haya sufrido ningun ataque y la gente se mueve por el pueblo haciendo sus quehaceres habituales. Os encaminais al Templo de Minerva, dejando la casa del gobernador a un lado. Cuando la veis, recordais que os habeis olvidado de Caesar en el campamento donde, de todas formas, estara bien cuidado.

Pasando el mercado, que debido a la lluvia y el viento no tiene demasiada clientela esta mañana, entrais en el templo que parece vacio. Una estatua de marmol de Minerva os mira desde la pared opuesta a la entrada, erguida y con lanza y escudo en posicion de combate. En uno de los laterales, se puede ver un mural del nacimiento de la diosa, saliendo triunfal de la cabeza de Jupiter. en el otro, un mural a medio terminar la representa, lanza en mano batallando, aunque las trazas son todavia demasiado confusas para saber contra que o quien lucha.

Absortos como estais mirando el templo, os sorprende una voz detras vuestro

Bienvenidos - dice. Os dais la vuelta y veis a Octavia. Esta vuelve a sonreir a Corso - Y felicidades

Delante de la sacerdotisa, el corso se siente sucio, mojado, e incómodo. Su corazón late más fuerte de lo habitual.

Y felicidades

Mírala a los ojos, Marce! A los ojos!

- Ave, servidora de Minerva! Anoche la diosa nos ayudó a resistir un ataque de los bárbaros. Venimos a traer esta ofrenda en agradecimiento por la ayuda que nos brindó.

Africanus abre la bolsa con el pequeño puerco que ha traído desde el campamento. De puro milagro se acordó de coger una ofrenda antes de venir a Bonna (*).

- No es un animal muy grande, pero es hermoso y sin mácula. Muchos de los animales huyeron durante la batalla cuando los establos fueron destruidos o quemados. Todavía estamos recuperándolos. Esto es lo mejor que podemos ofrecer hoy. Esperamos que sea del gusto de la d... de nuestra señora Minerva. 

A los ojos, Marce!

- Ejem, hoy partiremos hacia el otro lado del río, una vez más, para averiguar más sobre la amenaza que pesa sobre Bonna en tierras bárbaras. Si pudiéramos contar con la bendición de la diosa o con cualquier pista, quedaremos en deuda.

Oton se mantiene en silencio al fondo de la formación, hasta que en un momento de inspiración piensa que estaría mejor en el medio. Continua pálido todo el camino. Cuando el decano habla con la sacerdotisa frunce el ceño y en voz baja comenta:

- No se si será muy inteligente dar toda esa información sospechando que hay un traidor en el pueblo...

Vibius no le presta mucho atención a la sacerdotisa, al menos no del modo en que lo hace el Corso. Sí que echa un vistazo interesado a los frescos; siempre le ha parecido que el don de la pintura es increíble, sobre todo teniendo en cuenta que a él no le salen bien ni las pichas que garrapatea en las letrinas. Despierta un poco cuando el decano habla sobre un sacrificio. ¡Por la polla de Júpiter, pues claro! Menos mal que el jefe ha pensado en eso.

-Bueno, pero qué traidor ni qué traidor, si estamos ante una sacerdotisa de Minerva... En ella podemos confiar, ¡sajodío!

Fabio entró con el debido respeto en el templo de Bonna. Le gustaba la paz y la nobleza que había en los templos de los dioses, además de las estatuas y los frescos.

Y dentro no llovía.

Malditos griegos que nos los copiaron y resulta que valoramos sus estatuas más que las nuestras. Al menos esta parece hecha por romanos.

No prestó mucha atención a la charla de Otón y Vibius, pero sí a las palabras de su Decano.

Corsoo se había acordado de traer un sacrificio. O una ofrenda. O lo que fuera. ¿Será capaz la sacerdotisa de ver nuestro destino en sus tripas? Nunca he confiado en los augures que predicen el futuro basándose en las entrañas de un animal.

Siempre he pensado que el vuelo de los pájaros es mucho más fiable.

Y de nuevo los estúpidos acojonados de un futuro incierto alimentan a los sacerdotes, quienes solo tienen que soltar su sermón y vivir del pueblo...

Viridio aguantó como pudo la compostura en su rostro y el impulso de escupir en el templo pues sabía que el nuevo Decanum se lo haría pagar, de la misma forma que el le hubiese doblado las guardias por perder una pieza que podría servirles de comida en suelo germano.

- Las paredes oyen, incluso en los templos - replica Oton disgustado porque hasta el auxilia se le sube a las barbas... o mejor dicho en su caso a la papada. Pero calla, en el fondo cada segundo que pasa haciendo sacrificios es un segundo más que tardarán en cruzar el río.

Atento a las palabras y la figura de Octaviae, el decano no oye la conversación murmurada entre Otono y Vibio.
 

Un ataque germano? Ahora? - la sacerdotisa parece alarmada un segundo pero se recompone enseguida - Gracias a Minerva que conseguisteis repelerlo. Entiendo que ese es el motivo de tu ascenso. Lamento vuestra perdida. No tengo gran conocimiento de la ciencia de los arúspices, pero al menos el sacrificio servira para que porteis la bendicion de Minerva. Un momento.

Octavia se marcha a preparar lo necesario para el sacrificio, dejando a los soldados delante del altar con el gorrino. Al volver, procede a sacrificarlo segun los rituales romanos mientras agarrais al cerdo. Al cortarle en el cuello debe pillar una arteria, y un chorro de sangre caliente sale disparado dejando la cara y el pecho del decano lleno de sangre. El cerdo muere sin un solo ruido.

La sacerdotisa procede despues a examinar el higado y el corazon del cerdo y luego intenta quemarlos pero no parecen prender. Octavia tuerce el gesto y remueve las brasas y las entrañas con un pequeño cuchillo ornamental. De pronto, surge una llamarada verde esmeralda de casi un pie de alto, y la sacerdotisa tiene que dar un paso atras para evitar quemarse. La ofrenda prende fuego y se quema rapido despues de eso. Menea la cabeza mientras se lava las manos en la toga.

Los augurios parecen favorables. - dice - Es ciertamente el curso de accion que debeis seguir. Sin embargo, el corazon no prendia. Eso es mala señal. Representa un obstaculo que no se puede sobrepasar. Aunque luego ha prendido con esa llama... No se. Es confuso. - mira a Corso y va a decir algo mas pero al final aparta la vista - Deberiais tener cuidado. Aunque yendo al otro lado del rio, eso supongo que ya lo sabiais.

- Ave! Muchas gracias por tu ayuda. Que Minerva nos guíe y nos ayude como siempre.

Dicho esto, hace un gesto con la cabeza al resto del contubernio y abandonan todos el templo en fila. Fuera sigue lloviendo de forma ligera. El decano se da la vuelta y se queda de cara a sus hombres, que se colocan en fila.

- Deberíamos visitar a Gnaius, o Gaius, o como se llame el gobernador, o mejor pasamos a la misión ya?

Un obstáculo que no se puede sobrepasar. Pensó Fabio. ¿Qué será?

Había seguido la ceremonia con el debido respeto y devoción, hasta no vomitó cuando esparcieron las entrañas del cerdo. Y no olían precisamente bien prendidas.

Dedicó una leve plegaria a la Diosa al salir del templo. Igual hasta estaba escuchándoles.

En fila respondió a la pregunta del Decano.

—Es importante creo que hablemos con el Gobernador. Deberíamos comentarle lo que pasó ayer noche, igual tiene alguna información para nosotros. También podemos decirle que puede pasar a recoger a su perro y el comerciante a sus caballos por ahí, porque no hemos podido traerlos debido a necesidades del servicio. 

No estaría de más visitar al gobernador.  - asintió Viridio, al menos podrían fiarse de alguien más terrenal, de quien quedaba claro que vivía del resto del pueblo sin pretender darle un aire de falso misticismo.

Se había mantentido en silencio y participado lo justo en el ritual para no ser ofensivo pero ya había tenido demasiados cochinos sangrando delante suyo como para inmutarse demasiado.

Caius se mantiene detrás claramente disgustado.

- Claro, claro, mejor pongámoslo en el tablero de anuncios del pueblo, seguro que así los germanos no sabrán que vamos a por ellos - murmura cuando nadie le oye con fastidio mientras mordisquea algo de la piel del cerdo sacrificado.

Salis del templo y os encaminais a la casa del gobernador. Los sirvientes os reconocen y os llevan al salon principal donde, despues de unos minutos aparece el gobernador.

Bienvenidos de nuevo! Veo que sobrevivisteis a vuestra incursion. Que descubristeis? - mira alrededor y añade con preocupacion - donde esta Cesar?

- Ave, gobernador! Anoche el campamento fue atacado. Veníamos a comprobar que Bonna sigue en pie y sin incidentes nuevos.

A la pregunta de Caepionis, responde:

- César está en el campamento, recuperándose de varias heridas. Luchó como un valiente. Se recuperará pronto.

—Gobernador, debemos comunicaros graves noticias. Anoche una centena de germanos atacaron nuestro campamento, estaban bien armados y motivados; afortunadamente sobrevivimos y los matamos a casi todos con muy pocas bajas.

—Sin embargo el decano Ruso no sobrevivió, y el centurión nombró decano a Africanus.

—Algunos prisioneros interrogados nos han comentado que son de la tribu de los cherusci, ¿Podría indicarnos algo de ellos?

Ya sabemos quién va a limpiar las letrinas esta semana... 

El gobernador os mira alarmado pero se tranquiliza al oir el resultado de la batalla.

Nunca dude de la legion - dice

Cuando le preguntas por la tribu germana, se queda pensativo.

Los Cherusci... Curioso, no deberian estar tan cerca de la frontera. Viven mas al noroeste. Quizas han tenido una mala cosecha y han tenido que bajar a por alimento? Hace unos 170 años destruyeron, liderados por un tal Arminius, 3 legiones romanas en la batalla del bosque de teutoburgo. Una de las mayores derrotas de la epoca del gran Dios Augusto. Fueron destruidos unos años despues por Germanico pero solo se pudieron recuperar dos de las tres aguilas - se encoge de hombros - seguramente fundiesen la tercera para hacer joyas a sus mujeres