Partida Rol por web

- ¿Le puso César a su perro? Ya se como ha acabado en la Germania Porculana lejos de Roma. - rió Fabio.

- No lo dije en voz alta en la reunión, pero el espía podría ser un rival del gobernador que quiere acabar con él. Y avisa a los Germanos de cuando es vulnerable. Cosas así se rumorea que pasan en el Imperio. Un pueblo menos y ya lo reconquistarán las legiones, pero de paso te has cargado la carrera política de un rival.

¿Alguien sabe manejar al chucho? - preguntó Viridio, quien no tenía ni idea de caballos, mucho menos de otro tipo de cuadrúpedos.

- No se, no se - Ruso niega con la cabeza - También es un hombre rico, pactar con los germanos supone que perderá casi todo lo que tenga en Bonna. En cualquier caso no es de fiar, como todos los de su calaña.

¿Alguien sabe manejar al chucho?

- Supongo que sabrá lo que espera de él. - contesta poco convencido el decano.

Cæsar menea el rabo ante las palabras del decano, se acerca a un arbusto lo olisquea y levanta la pierna para mear.

"Ven aquí, bonito, olfatea esto" dice Silo acercándo al perro a la pila de equipo y difuntos germanos. Luego empieza a andar por el camino que siguieron los que escaparon. "por aquí, chico. ¡Busca! ¡Busca!"

Cæsar olisquea alrededor pero la lluvia le impide seguir ningun rastro. Quizas al otro lado del rio sea mas facil... Precisamente el lado que os han prohibido especificamente cruzar

 Cruzais el rio, cabizbajos, ante lo que supone no seguir las ordenes que habeis recibido. Pero hacerlo siguiendo a un perro llamado Caesar ayuda a levantaros el animo. Al fin y al cabo, como antaño, lo haceis para proteger a Roma de sus enemigos, sean internos o externos.

Desgraciadamente, este Caesar no tiene la capacidad o la voluntad de liderazgo que esperariais con tal ilustre nombre y a pesar de olfatear la zona, es incapaz de encontrar ningun rastro.

- Pffff... nos han dado el peor perro del pueblo - protesta el Decano mientras golpea el suelo con fuerza con los pies para intentar secar las sandalias (*) - En fin busquemos alguna pista, si no encontramos nada tendremos que volver al campamento. - mientras habla mira al suelo, más como alguien buscando setas que como un rastreador experto.

- No sea tan duro con el pobre animal, decano. - dijo Fabio, que ya se sentía como un hermano con el leal cánido. Quizá porque compartían muchas cosas en común. - Con esta lluvia no hay olor que se pueda seguir.

El corso mira a lo lejos, como esperando que los germanos aparezcan por el horizonte cual kártakos.

"Por los Dioses, no hay forma de ver nada de nada... Habrá que intentar localizar un sendero y seguirlo un rato, pero si esto sigue así, deberíamos volver al campamento."

Mientras estais todos buscando huellas, Gallus se vuelve borroso unos instantes y, de repente, Gallus ya no está ahí. En el lugar ocupado por Gallus está Marius. Mira alrededor a sus compañeros como si siempre hubiese estado alli

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Al norte de Bonna, Lucrecia la tendera está moviendo la tinaja de aceitunas y ve a un gato negro pasar por delante de su saco de trigo. Deja las aceitunas en el suelo y ve pasar a un segundo gato negro, exactamente igual, pasar por delante del saco de trigo. Divertida, dice sin pensar:
- Apud vidi
- Cómo has dicho? ---le pregunta su marido Régulo, alarmado
- Nada, simplemente tuve un apud vidi
- Qué es lo que has visto?
- Qué pasó? ---apostilla un cliente
- Un gato negro pasó por ahí y luego otro gato negro, igual que el
primero, pasó detrás de él...---responde Lucrecia.
- Cómo de igual? Era el mismo gato? ---dice su marido, con
preocupación en sus ojos
- Puede... no lo sé
- Maldita sea! Seguro que es el gato que se come nuestras sardinas en
vinagre! Nunca le pillo y ahora ya sé por qué! Porque son dos! Uno las
roba y el otro vigila! Pero se van a enterar hoy de quién es Régulo!

Hecho una furia, coje una guadaña que tiene colocada junto a la puerta y entra en el almacén...

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Jodido chucho... casi hubiese sido mejor no traerlo. - masculla echando un repaso al suelo sin doblar siquiera el lomo.
 

- Quizá Marius pueda ayudarnos - dice el decano mientras se gira hacia Gallus Valerius. Parpadea un par de veces y se rasca la cabeza pensativo - Tengo una sensación extraña.

Lo que no sé es por qué el muchacho no ha abierto la boca en toda la jornada... - añade Viridio sin dar la más mínima importancia a esa sensación que, en su cabeza, solo puede ser la mezcla de hambre y ganas de visitar a una prostituta.

Lo que no sé es por qué el muchacho no ha abierto la boca en toda la jornada... 

La mirada de Valerius estaba perdida en el horizonte. Apenas y escucho, por detrás, las palabras de Viridio. Cayendo en la cuenta de que se refería a el, se giro para mirarlo. A el y al resto de Legionarios. Que carajos... Se sorprendió. Al parecer, de nuevo se había pasado todo el día metido en su propia cabeza y sus añoranzas por su familia y su pueblo.

Con una mirada rápida a sus hermanos, dedujo que es lo que necesitaba hacerse. Y así, sin mas y con una sonrisa, se puso manos a la obra.

-¿Abrir la boca y arruinar la diversión? Si ya sabes lo mucho que me gusta verlos meter la pata una y otra vez. -Le contesta a su amigo, mientras busca en la zona algún rastro útil.

No tarda mucho en encontrar pista del paso de los germanos. Con la misma sonrisa de antes, le indica a los demás con un gesto de su cabeza que lo sigan.

Valerius, a pesar de que los germanos intentaron esconder las huellas, las encuentra. Os poneis todos detras de el, agradeciendo a los Dioses su presencia

- ¿Meter la pata? La próxima vez te vamos a dejar hablar a tí delante de esos notables y capitostes y... - Fabio calló en cuanto le mostró las huellas de los germanos.

- Vamos... ¡Que ya son nuestros!
 

Ruso gruñe una sonrisa y pasa por alto el comentario de Marius.

- En marcha, detrás de Valerius, columna de combate - ordena - Recordar que esto es territorio enemigo.