Partida Rol por web

Mao printo se arrepintio, no habia imaginado que las corrientes iban a ser un estorbo al menos con tanto ainco. Pero algo en el le decia que debia lograrlo puesto que la informacion de las partes podria ser de ayuda para llegar a la cabeza de esta serpiente.
Tras un par de intentos el viejo tomo a la mujer luego de luchar contra la corriente con gran esfuerzo; pero producto del agua misma se escapo ahora usando el cuerpo de kuei jin para mantenerse a flote.
Bajo el agua pese al mobimiento de la.superficie todo parecia calmo, extraño como si el segundo aliento cobrara forma .

Después de ver como mi enemigo pierde todo su contenido frente a mí tras mi ataque, observo la escena completa antes de decidir como proseguir. Entre todo me fijo en Mao, que se tira al agua, quizá para salvar a alguna joven que haya caído por error.

- ¡NO! - digo demasiado tarde recordando que las aguas no serán tranquilas y que probablemente tenga problemas para llevar a la chica de nuevo a tierra firme.

Me acerco al borde del muelle y observo donde puede estar Mao, para sopesar que hacer para ayudar a mi hermano.

Debí acumular todo mi autocontrol para dejar a un lado las frustraciones que empañaban mi espíritu. Al desprecio que me provocaba comprobar el oscuro camino que había seguido uno de mis alumnos le siguió un error imperdonable en mi técnica, la cual debía depurar y perfeccionar cada noche de mi existencia hacia la virtuosa perfección de la que carecí en vida, antes del Segundo Aliento. Y todo ello se agolpaba en mis entrañas, haciendo que temiera que El Bárbaro luchase por dominarme y traicionar el camino de la iluminación que me había marcado.

Con los puños apretados a ambos costados de mi cuerpo, me mantuve erguido y rígido ante mi discípulo, quien se postró inmediatamente ante su maestro, mostrando un arrepentimiento que no podía saber a ciencia cierta si era real o fingido. Pero parecía sincero, a pesar de todo. Aún así, aquel descarriado necesitaba un castigo acorde a la falta, pues era sabido desde tiempos inmemoriales que la letra sólo con sangre entra. No hay lección que quede grabada a fuego en la cabeza y el corazón de un hombre, sin haberle hecho sufrir. Me disponía a alzar mi mano para liberarla abierta sobre el rostro de mi alumno, cuando oí la voz de mi hermana Min Liu, advirtiéndome. Ella era la experta en los asuntos de los fallecidos sin reposo, de modo que bajé lentamente mi mano, mirando alrededor.

Maestro, me llamas... -Dije, dirigiéndome a mi alumno- ...tras escupir sobre todo cuanto representa tu maestro y su escuela. -Mi voz mostraba una inflexible frialdad- Mereces el más duro castigo, que enderece la rama torcida en que te has convertido. ¡Te enderezarás o te quebrarás! Esa es mi palabra... -Dictaminé, con firmeza- Aguarda aquí mismo a tu maestro, postrado en señal de arrepentimiento y respeto. Regresaré por ti cuando me haya ocupado de otros asuntos, y te resarcirás por la mancha en mi honor que has causado... alumno.

La providencia había querido que mis dos deberes se volvieran uno. El deber hacia el honor de mi escuela y el deber hacia mi Wu se encontraban en la figura de aquel discípulo descarriado, quien debía a partir de ese momento resarcirse y regresar al camino virtuoso. Y ese regreso habría de ser a través de zarzas y espinos, pues ¿acaso no precisábamos a alguien con vida que nos suministrase información? Pues él tendría que hacer eso y más...

Hermana Min Liu, Ella es asunto tuyo... -Indiqué a mi hermana, lleno de confianza en sus capacidades respecto a ese tipo de adversarios- ...yo iré a ayudar a los demás.

Me encontraba presto a iniciar la persecución hacia el vehículo que acababa de arrancar, cuando de repente me doy cuenta de la futilidad de mis acciones. Me encontraba en una lucha sin propósito. Estaba sumergido en una espiral continua y permanente de autoengaños propagada desde los propios ancestros. Y es que, hacía muchos años había entendido que mi existencia no respondía a un propósito, sino al mero capricho de los dioses, quienes pensaron que era divertido jugar con mi alma, atrapándola en este cuerpo inerte. Tal vez ésta era la razón detrás del camino que había decidido seguir. Una razón para abandonar mi existencia actual. Una búsqueda desesperada por trascender la nada. Sin embargo, ¿Qué importancia tenía eso ahora? No había forma de que pudiese estar seguro. ¿Cómo podría cambiarse la nada en algo?

Lo único que parecía tener sentido eran aquellos recuerdos vívidos y esas pesadillas recurrentes que me recordaban mis pecados. Como mis acciones se acumulaban en una rueda kármica, paralizada en el tiempo, en una ineludible vorágine de desolación y desesperanza.

Era imposible rehuir a las consecuencias de mis actos. Esa niña, mi hermana, era tan inocente como yo lo fui alguna vez. Y, sin embargo, ahora, ella no era más que alimento de gusanos. Al menos a ella se había unido al ciclo de la vida y retomaría el sentido de la existencia, pero yo, continuaba aquí estancado buscando prolongar lo inútil. Lo vacuo.

“No” escuche una voz dentro de mí. “Te equivocas” añadió. “Eres tú el que está vació, eres tú el que no tiene propósito” Afirmó vehementemente. “Pero conmigo todo será diferente, nunca más sentirás esa duda. Solo tienes que aceptar lo que eres. Vamos acéptame” sugirió la voz.

Me encontraba confuso, desorientado, vació. Por ello, desistí de la persecución, bajé los brazos y miré al cielo infinito.

– No queda nada – susurré.

Wang agarra el cuerpo inerte del barquero. La barca se balancea mecida por las aguas de la bahía. Alzas el vuelo y puedes observar como la tripulación del barco parece encontrarse en graves problemas, mientras algunos tratan de organizar las cosas en cubierta, otro va cargando un pequeño bote. Mientras recorres el trecho que separa la barca del muelle, ves a Mao, luchando contra las aguas, arrastrando el cuerpo de la muchacha, quien presa del pánico se mueve y termina golpeando a tu compañero en el rostro. Puedes ver también como algunas de las embarcaciones que descansan en el puerto se iluminan, despertados sin duda por tanto revuelo. El vehículo se aleja y atraviesa la entrada del puerto a toda velocidad, como si se creyese perseguido por todos los demonios del Yomi Wan. Depositas al barquero, que continúa inconsciente, sin demasiada delicadeza sobre el suelo.

Huang se contiene a pesar de la afrenta que supone el que uno de sus pupilos haya terminado en los bajos fondos. Solo aquellos que recorren los Cinco Caminos del Gran Principio alcanzan su objetivo, como la flecha que a pesar del viento no yerra su objetivo. Esta contrariedad no hacía mas que desviarte, pero las grullas encuentran los peces mas grandes enterrando sus pies en el fango del río. Mientras le hablas ves como aprieta sus puños manteniendo su frente apoyada sobre el suelo, sin llegar a alzarla ni una pulgada. Cierras tus puños con fuerza dispuesto a enderezar la vara torcida, cuando tu hermana te detiene con su advertencia, no es el miedo el que detiene tu mano, sino el respeto hacia la dirección de tu hermana y vuestras obligaciones dentro del Gran Ciclo. Tiembla el joven Jintao con cada una de tus palabras, como si golpeasen su cuerpo con una vara de bambú. Y cuando terminas de hablar, tienes el firme convencimiento de que no se alzará hasta que tu mismo se lo permitas. Tras dejar el asunto en manos de Min te vuelves observando alrededor. Ves como el vehículo escapa a toda velocidad, y tu hermano Wang arroja al vapuleado e inconsciente barquero en el suelo. Yuan está pendiente de Mao, que se debate en las aguas tratando de alcanzar el muelle.

Yuan tras acabar con el enemigo mira a los lados buscando su siguiente objetivo. Cuando te das cuenta y gritas a tu hermano de Wu, este ya se encuentra en el aire y nadando a los pocos segundos. Al acercarte al borde del muelle ves, encenderse discretas luces en algunas embarcaciones, que mecidas por las olas semejan luciérnagas sobre el mar. Te vasta un vistazo rápido para localizar dos cabos que podrías amarrar y lanzarle al agua para facilitarle las cosas, luego tan solo tendría que agarrarse y tu podrías tirar, ayudándole a subir luego a la muchacha. Desde donde os encontráis puedes divisar tu refugio, ondeando suavemente sobre las aguas, su suave movimiento contrasta evidentemente con la embarcación que debía recibir el pequeño bote con las muchachas que se escora peligrosamente hacia babor, como si hubiese encallado con unas rocas y un potente motor de los que tanto gustan a los británicos continuase empujando la embarcación a pesar de ello, de seguir así no tardarán en naufragar.

Zhi continua encerrado en su propio yo. No permaneces ajeno a lo que sucede alrededor, simplemente ves a tus compañeros como meras sombras en el devenir del Gran Ciclo, arrastrados todos por el fuerte oleaje del Tiempo. El torrente de emociones que sentiste se van desvaneciendo como la bruma, dejando solo un regusto amargo, mientras tu P´o poco a poco retrocede para permanecer de nuevo agazapado en alguno de los múltiples recovecos de tu mente, esperando una nueva oportunidad para tomar el control.

Min tras dirigirse a su compañero se concentra en su propio cuerpo. Sientes el Yin de tu cuerpo fluir a través de tus brazos hasta concentrarse en las ruedas de viento y fuego. Puedes notar como se vuelven mas frías, y sus bordes mas cortantes si cabe a medida que la energía se acumula sobre ellas, hasta el punto de llegar a emitir un pálido brillo azulado. Las aferras con fuerza segundos antes de lanzarte sobre el espíritu. Te mira extrañada cuando saltas sobre ellos e instintivamente cubre con su cuerpo el del copiloto. Sientes como su corpus se rasga frente a tu ataque, dejando al descubierto una espalda desnuda salpicada por hematomas y heridas sin cicatrizar, puedes observar como la piel se ha adherido a los huesos, resultando bastante evidentes las costillas, la piel se abre mientras las ruedas se hunden donde estarían los músculos y las costillas de una criatura viva y el espíritu tiembla cuando siente el impacto. Se incorpora dando la espalda al copiloto, y la camisa que cubriría su torso cae quedando colgada. Su vientre y su pecho muestran las mismas marcas. Ves como toma aire para segundos después emitir un chillido prolongado y agónico.

Mao nada entre las aguas hasta que finalmente alcanza a la mujer. La joven que no espera ser agarrada por nadie, comienza a patalear y a mover los brazos nerviosa, impactando sobre tu rostro, no obstante consigues hacerte con ella y comienzas a regresar al embarcadero. Ves como algunas de las embarcaciones que descansan en el puerto y son la residencia de algunos de los habitantes, comienzan a encender pequeños farolillos, atraídas sin duda por los gritos de las jóvenes, que aunque poco a poco han ido disminuyendo de intensidad según se alejaban, han roto el silencio de la noche. Aunque a ti el frío no te afecta, la joven no sobrevivirá mucho mas en el agua, y una vez fuera necesitará entrar en calor para no caer presa de el frío invierno hongkonés.

Algunas de las embarcaciones que habían prendido farolillos las apagan rápidamente para evitar llamar la atención, temiendo evidentemente algún tipo de represalia. Otras permanecen encendidas y sus habitantes escrutando la noche tratando de averiguar que ha perturbado su reposo.

Te das cuenta a través de los gestos del espíritu de la profunda tristeza que le embarga y del cariño que le profesa al mortal, posiblemente tuviesen una relación en vida. Cuando te has lanzado para golpearla ella no ha dudado en proteger al copiloto, pensando seguramente que tu ataque iba dirigido hacia él y no hacia ella.

Su chillido te alcanza en lo mas hondo de tu ser, te sientes sobrecogida por la oleada de emociones, y los recuerdos se agolpan uno tras otro. El rostro de tu madre desencajado por los dolores del parto, su cuerpo inerte tras el alumbramiento, su carne putrefacta, horadada por los gusanos y las larvas, la carne desprendiéndose de los huesos, la cuencas oculares poco a poco se van vaciando a medida que los líquidos van abandonando su cuerpo. El rostro ajado de tu abuela, deformada su sonrisa por el dolor. El llanto de tu hermano pequeño llamando a una madre que nunca podrá besar sus párpados. Tú corriendo, tratando de sobrellevar toda la carga del hogar, sabiendo en lo mas profundo de tu ser que no eres mas que una mera sombra de lo que tu madre fue, un triste reemplazo. Los libros que lees mostrándote en una cruel burla un mundo que jamás estará a tu alcance por el simple hecho de pertenecer al genero equivocado. Cuando la única realidad es que eres solo un vientre destinado a procrear, un cuerpo cuyo único propósito es dar placer al hombre, y si, el único modo de hacerlo era a través de tu sufrimiento, las constantes vejaciones y perversiones solo eran lo que merecías, y si no falleciste durante tu primer parto, es porque aún debías debías traer nuevas almas a este mundo, condenándolas a los mismos sufrimientos que tu misma padecías. Convencida de que la vida no es mas que un juego monótono en el que solo obtienes dos premios, el dolor y la muerte. Te engañabas pensando que podían separarte de tu hijo, y a la hora de la verdad tu misma le abandonaste. Hasta el último momento fuiste un triste reflejo de lo que fue tu madre, ella que fue capaz de traer a varios niños a este mundo y tu frágil cuerpo solo pudo traer a uno. Y luego te quebraste bajo las responsabilidades de una esposa abnegada, no pudiendo complacer a tu esposo y dejando en este mundo desolador a un pobre niño, que lloraba llamándote. Condenada al Yomi Wan, los Mil Infiernos terminaron por vomitarte de vuelta al Reino Medio, a ti, un monstruo, un demonio que no han querido en ninguno de los Mil Infiernos. Y la Rueda de las Edades avanzando inexorable, bajo la atenta mirada del karma, como si de una cruel broma se tratase, recordándote que fuiste tu quien condenó a tu hijo, al traerlo a este mundo, feliz el niño que murió al nacer, mal feliz aún el que no ha nacido.

Así todo cobra sentido, todos estamos abocados a la muerte y al deterioro de la carne, y quién eres tú para tratar de evitar tal cosa, ¿posees acaso la arrogancia de los Wan Kuei? Podrías fácilmente enviar a la muerte a este joven que se encuentra arrodillado, no harías mas que reunir a dos enamorados, el amor que te faltó a ti en vida, podrías regalarselo a este joven al concederle la muerte, sería un acto de piedad. Estarías además ayudando a este habitante del Reino Oscuro. Quién se cree Huang para decir que debe sucederle a este joven, acaso el es mas inteligente que tú, quiere prolongar su agonía en esta vida. Pero tú no eres así, mira como tiembla, como sufre, acaba con su dolor.

Estaba todo oscuro, no sólo alrededor sino en la propia mente del kuei-jin. No terminaba de saber el propósito de los espíritus que habían por la zona. Su hermana se enfrentaba a uno de ellos pero no creía que corriera peligro pues la mujer sabía desenvolverse, como había comprobado muchas veces antes.

Se negaba a pensar, sabiendo que tenía ahora que tomar una decisión y su mente trataría de entorpecerlo todo. Intentando sentir tan sólo, notaba la urgencia porque el camión escapaba. Otro de sus hermanos estaba en el agua y sin embargo había una humana con él, por lo que era preferible que no viera a semejante criatura nocturna.

"Tengo que seguir el camión desde lo alto. Es lo que nos conviene, tan sólo espero que las cosas no se compliquen aquí o estaremos separados".

No le gustaba tener que separarse del grupo, era complicar las cosas. Sin embargo, era una forma de conseguir más información contra la tríada.

- Enseguida os busco. Hasta ahora.

Trató de alzarse, siguiendo desde las alturas al camión. Con suerte llegaría precipitadamente hasta un escondrijo de las tríadas.

Ofreciendo mi espalda a mi alumno, y permitiendo con ello que mi hermana Min Liu se encargase de los asuntos que le eran su especialidad, me dispuse a encargarme de los últimos rescoldos de resistencia que quedasen por la zona. Sin embargo, mi apresurada acometida se detuvo rápidamente, pues no encontré más mortales prestando batalla a nuestro Wu. Muy al contrario, entre los fallecidos e inconscientes, así como el que se postraba ante el futuro castigo de su maestro, se podría decir que la batalla había concluido.

Vi a Wang retomar el vuelo en su forma demoníaca, aquella que según se decía llegaba a atraer la atención de los Reyes Yama si se empleaba en exceso. Quizás era por ello que me incomodaba que mi hermano la usase, temiendo que lo hiciera demasiado a la ligera y no únicamente como recurso de necesidad. Y ello, incluso aceptando la realidad de que ofrecía increíbles ventajas, algo que no pude sino reconocer al contemplar cómo mi hermano se elevaba hacia las alturas del cielo nocturno de Hong Kong.

Tan sólo le seguí con la mirada durante un breve instante, lo que tardé en sentir el chapoteo en las aguas. Me fijé en cómo Mao luchaba contra las aguas, arrastrando a una de aquellas infelices mortales que, sin saber lo que realmente estaba en juego en aquel lugar, se resistía a ser rescatada. Me apresuré a buscar por aquel muelle algún tipo de soga que poder arrojarles, para ayudar a traerlos a suelo firme, pero al percatarme de que Yuan ya se encontraba en tal tarea, corrí a su lado para ayudarle a tirar de las cuerdas.

Encuentro dos cabos sueltos que ato entre ellos para lanzárselo a Mao y poder sacarle a el y a la chica que pretende salvar.

- Toma, agarraos fuerte - les digo cuando les lanzo la cuerda.

De pronto el sentimiento de profundo vacío y falta de propósito que desbordaba mi alma fue cediendo, y rápidamente fue remplazado por un estallido de furia tras escuchar las palabras de Min “No le hagas daño, ella está esperando a que le dañes”. Solo en ese momento me fue evidente, había un espíritu involucrado en el anterior desborde de emociones. Aún estaba lejos del perfeccionamiento de mi yo. Ni pensar que estaba seguro de haber superado aquel pasado.

De repente me vi frente a una decisión. Sucumbía ante mi ira y me involucraba en tomar venganza frente al espíritu o pensaba primero en el Wu y aportaba con algo que estuviera pendiente. Un rápido vistazo me ayudó a aclarar la situación. Min se encargaría del espíritu. Wan se encontraba a mi lado dejando un cuerpo inconsciente. A lo lejos veía un vehículo atravesar la entrada. Ese era el vehículo que planeaba detener de no haber sido por aquel maldito espíritu. Yo esperaba que mis compañeros se encargaran del piloto, pero Huang se había dejado llevar por sus prioridades personales, dejando de lado el interés general del Wu. Lo consideraba poco digno de él. Ahora esto había desembocado en el escape de un sujeto que debimos atrapar fácilmente, y lo que es peor, tal vez era también el que poseía la información que requeríamos. En estos momentos Huang se hallaba también a mi lado, con su discípulo con la frente pegada al suelo. Por otro lado, Yuan había masacrado a dos posibles fuentes de información. Otra vez se había dejado dominar por su sed de sangre, olvidando las prioridades de la misión. Nadie dudaba de su capacidad como guerrero, pero tal vez era momento de relegar su ego por el bien común. Finalmente, Mao se encontraba rescatando a una de las desdichadas. Esta insensata se había arrojado al mar helado precipitándose a una muerte segura. Claro, a menos que alguno de nosotros pudiese salvarla.

La situación estaba clara. Los objetivos aquí estaban reducidos o muertos, y lidiar con el espíritu, aunque tentado por el resentimiento generado debido a lo que había provocado, no era mi especialidad y mucho menos algo beneficioso para el Wu. Tenía que ver la manera de alcanzar a ese camión. Estaba seguro de que no podía ir directo todo el camino. Además, si bien era veloz, aún tenía una forma de alcanzarlo. Recordé con cuidado la ruta que tenía que tomar si quería salir del puerto, me perfilé en esa dirección y canalicé Chi demoniaco a través de mi ser, sería como el viento recorriendo la oscuridad de la noche. En ese momento sentí la rabia contenida recorrer mis venas y fluir hasta lo más recóndito de esta carcasa, llenando de una energía que quemaba similar al fuego, mientras el mentiroso susurraba al oído. “Todo es culpa de Huang. Debes demostrar que lo fue”, mi seño se frunció, y justo después de esas palabras mis músculos se contrajeron y explotaron en una violenta y súbita acción, corriendo en dirección de mi objetivo, tratando de interceptar la ruta del camión.

Habia logrado agarrarle, estaban volviendo cuando la voz de yuan tian se escucho, desde Mao salieron unas palabras - resiste por favor- para luego dar dos vueltas a la cuerda con su brazo y aferrarse con fuerza, pocos entenderian los motivos otros veran esto como un error de eso estaba seguro.

- La tengo- dijo refiriendose a la cuerda, esperando esa ayuda que acababa de llegar.

Huang se abstuvo de dar a su alumno aquella lección que este merecía, instándole a aguardar en aquel mismo lugar y posición hasta que pudiera regresar para castigarle. Dejando que yo me ocupara de aquel espíritu, Huang me dejó con su discípulo y con aquella mujer, o más bien, lo que había sido una mujer; retirándose dispuesto a ir a ayudar a los demás.

Me preparé entonces para hacer frente al espíritu, imbuyendo mis armas de energía Chi, pues aquella era la única manera en que podría alcanzarlo si no se materializaba. Al lanzarme al ataque, la mujer ni tan siquiera trató de evitar este, preocupándose tan sólo por proteger a aquel hombre. En ese momento lo vi claro, aquel alumno no era sólo su víctima, algo más les unía.

Logré rasgar su corpus, comprobando que su espalda estaba llena de hematomas y heridas sin cicatrizar sobre una piel que se adhería a los huesos. Las ruedas de viento y fuego avanzaron por donde se encontrarían los músculos y las costillas en una criatura viva, notando cómo la mujer temblaba al recibir el impacto. Di un rápido paso atrás mientras esta se incorporaba y se giraba, cayéndose su camisa y pudiendo ver aquellas marcas de su espalda también en su torso. Ver aquellas heridas me traía desagradables recuerdos que trataba de evitar, pues no era momento de recordar ni lamentarse, aquello tan sólo eran marcas. Nada más.

Me repetía esto cuando vi cómo al espíritu tomar aire, dejando escapar tras ello un ensordecedor y largo chillido que parecía ir a devolverme a los Mil Infiernos. Consiguió con este llegar a los más profundo de mi ser, removiendo recuerdos que día a día me esforzaba por enterrar, pues carecían ya de sentido; y provocando en mi un intenso remolino de emociones negativas. Durante unos largos instantes, me vi dominada por estos, viviendo momentos y sentimientos más que dolorosos, que me recordaban que nunca había llegado a ser lo que se esperaba de mí; ni lo que de verdad yo deseaba ser.

Sentí que lo que había podido vislumbrar en vida a través de los libros no había sido más que una burla, pues se trataba de un mundo que se me había privado desde el principio, por el mero hecho de ser mujer. También me sentí inmensamente triste al pensar en que mi labor había sido únicamente la de parir a cuantas criaturas pudiera y satisfacer las perversiones de aquel hombre que me habían impuesto, creyendo que merecía que me provocara sufrimiento y dolor para que él pudiera disfrutar. Aquellos y otros sentimientos y pensamiento negativos me provocaron un enorme malestar, comenzando a notar que me faltaba el aire, pero estos continuaban agolpándose en mi pecho sin remedio.

Me sentí entonces completamente fracasada, pensando que nunca había estado a la altura de mi madre en el cuidado de nuestra familia, y que cuando pude crear la mía propia, tan sólo había sido capaz de dar a luz una vez. Pensé en que había traído a este mundo a un niño del que no quería separarme, aguantando para ello lo inaguantable, pero que finalmente había abandonado; sintiéndome increíblemente culpable.

Aquellos pensamientos y sentimientos me ahogaban más y más, terminando por notar cómo me temblaban las rodillas. Cada vez me sentía más hundida, pensando incluso en que no era más que un demonio que no habían querido en ninguno de los Mil Infiernos, motivo por el que había vuelto a ser vomitada al Yomi Wan.

Entonces escuché la voz del Bandido, que aprovechaba aquel momento de enajenación y debilidad para abocarme a matar al discípulo de Huang, diciéndome que había llegado su hora. Trataba de engañarme con que aquello sería hacer un favor al hombre y al espíritu, terminando con el sufrimiento de él, y ayudando a dos enamorados a reunirse; hablando además en contra de Huang.

Pero no, el demonio que habitaba en mi interior no podría conmigo. Mis rodillas ya no temblaban, y volví a recuperar la tranquilidad que me caracterizaba, dejando atrás todos aquellos venenosos sentimientos y errados pensamientos.

- Si de verdad le amas, déjale ir, sigue tu camino. – le dije al espíritu con mi susurrante voz, aferrándome con fuerza a mis armas, por si la mujer reaccionaba mal a mis palabras. – Eres tú quien le está haciendo daño, obligándole a seguir un camino incorrecto. Algún día volveréis a estar juntos, pero no aún no ha llegado ese día. Si te marchas, prometo que no recibirá castigo alguno, será él mismo quien decida cómo ha de pagar por sus actos. – concluí con calma, aguardando la respuesta de la maltrecha mujer.