Partida Rol por web

Presencio sin ocultar mi entretenimiento el tejemaneje de poderes y acusaciones que lanzan mis compañeros a las fuerzas de seguridad locales. Esoty al 100% con ellos, y me entusiasma ver el diferente enfoque que ponen. Peter con una aseveración impetuosa, John con un cinismo hiriente.

Y a pesar del todo, la resupesta local sigue siendo de limitado valor para nuestra investigación. Y lo que es más, el omnipresente Fred, al que ya no puedo evitar mirar sin poner cierta cara de sospecha, pregunta ya directamente qué haremos lo siguiente.

- ¿Para ir largándolo por ahí a todo el pueblo? - 

Pienso con cierta preocupación por la excesiva involucración del joven agente en el caso.

- Creo que primero deberíamos tener una breve reunión, en privado - remarco esto último mientras pongo mi mirada uno por uno en mis compañeros - para poner en común lo que hemos visto hasta ahora. ¿Tenéis alguna sala de reuniones? -

Me vuelvo hacia Patty.

- Sería estupendo si pudiera traernos el café allí. - Le digo con una sonrisa.

- Eeeh... - Dice Joanna Baker, con los brazos abiertos y mirando a un lado y a otro. - No tenemos sala de reuniones aquí. Pueden acomodarse en la habitación del archivo, o hacerlo en el Bar Simpson mientras toman un café, si quieren.

En ese momento, Patty responde desde al lado de la cafetera con unas tazas en la mano: - Entonces, ¿lo hago o no lo hago?

Frunzo el ceño ante la negativa respuesta de la Sheriff.

- Jefe, usted manda, -comienzo mientras me vuelvo hacia John - pero aún tenemos pendiente visitar la escena del crímen de Elmore -

- Tal vez allí encontremos un lugar aislado dónde podamos hablar entre los cuatro, sin oídos locales que nos escuchen -

Vuelvo mi amplia sonrisa hacia Patty,

- Yo por mí no, gracias - le contesto alzando la mano y negando con la cabeza.

-Por mi tampoco- añadió a las palabras de su compañero. Estaba claro que Patty agradecería no tener que ir hasta la cafetera y poder escuchar hasta el último detalle.

Después se volvió en la misma dirección que Sullivan, esperando una respuesta ácida por parte del agente al mando Dwight, como la mayoría de sus respuestas. No iba con su carácter saltarse la cadena de mando ni cuestionar las órdenes de sus superiores, aunque la manera de expresarse de Dwight realmente le molestaba.

-El Bar Simpson no es una opción -replicó secamente John, en referencia a un posible lugar de reunión. Tampoco propuso otro sitio, simplemente guardó silencio un rato. Estaba concretado, ordenando sus pensamientos, quizá, haciendo cálculos mentales. Abstraído hasta que la señora Patty volvió a entrometerse. No, muy amable -contestó a la oferta de una manera nada amable. 

En vista de que sus compañeros esperaban que volviese a tomar la iniciativa, propuso: El siguiente paso lógico es visitar el segundo lugar del crímen. El primero arrojó algunas pistas interesantes, esperemos que la casa de Elmore sea igual de fructífera. Miró a Selina enarcando una ceja. ¿No le parece, agente Sparks?

Fue a coger su abrigo, que estaba colgado en el perchero de la entrada. Mientras se lo ponía aprovechó que la Sheriff Baker pasaba cerca para preguntarle. 

-Los testigos sitúan la hora del grito en la casa de Elmore sobre las once de la noche. ¿Saben a qué hora se descubrió el cadáver a la mañana siguiente?

- Mmm... Le puedo decir que temprano, pues el cartero pasa cuando muchos vecinos todavía no han salido a trabajar. Si quieren algún detalle más, pueden encontrar a "doble F" en su casa o en la oficina postal. - Responde la sheriff.

Selina llevaba un tiempo bastante encerrada en si misma, meditabunda. Tal vez todo esto me este viniendo un poco grande. Formar parte del equipo en un caso así, yo, una novata en el cuerpo. ¿Seguro que valgo para esto? No digas tonterías, Selina, estás en el mejor de los escenarios para hacerte valer y demostrar todo tu potencial.

Sumida en reflexiones de este estilo había pasado junto al doctor Sullivan visitando los cuerpos de las dos víctimas y también con el resto del equipo en la escena de uno de los asesinatos. Pero ya estaba bien de perderse en su mundo interior, y de hecho la interpelación directa hacia ella por parte del agente Dwight fue el último empujón que necesitaba para volver a compartir sus pensamientos con el resto de sus compañeros.

-Tiene razón, señor. Ya que hemos pasado por el escenario de uno de los asesinatos, lo lógico sería visitar el otro para ver si damos con nuevos indicios que nos aporten más luz al caso. Y también estar atentos por si encontramos nuevos restos de paja, como ya comentó el doctor Sullivan antes de volver aquí. Tal vez después de haber investigado a fondo ambos lugares podamos encontrar algún hilo del que ir tirando, algo que nos ayude a orientar la investigación hacia algún punto en concreto.

Se paró, ligeramente azorada por la parrafada que acababa de soltar. Tal vez se había lanzado con demasiado ímpetu en su comentario al ser preguntada por el jefe. Pero por otro lado quería dejar claro que no pensaba ser la mosquita muerta del grupo, así que miró con confianza a sus compañeros, esperando sus posibles respuestas.

-Puede que un testigo sea más importante que la propia escena del crimen. Aunque solo haya sido el descubridor del cadáver...- dijo con un tono más calmado, casi en voz baja, aunque lo suficientemente alto como para que todos los allí presentes le escucharan.

-Voto por visitar a "Doble F" y ver si se le pasó algún detalle cuando declaró ante la sheriff- continuó con pocas esperanzas de salirse con la suya. Mientras que Dwight siguiera al mando sería él quien decidiría los pasos a seguir y ellos meros asistentes lanzando ideas al aire para que el agente al mando las pisotease.

Aunque en ésta ocasión, lejos de echarse atrás después de expresar su opinión, se mantuvo firme con la mirada clavada en los ojos de sus compañeros. Si le iban a echar su idea por tierra otra vez, al menos esperaba que la razón fuera de peso.

Por un lado, el instinto inquisitivo sobre la escena del crimen que aún nos queda por revisar me inclina a hacerlo cuánto antes. No obstante, por otro, no cabe duda de la urgencia que tiene sacar todo lo que podamos de ese doble F. Pues a saber, lo mismo le da al indivíduo por desaparecer en cuánto Fred le solple que vamos a ir a hacerle unas preguntas... pues algo me dice que no le resultará una sorpresa vernos aparecer en su puerta hoy.

- Usted manda jefe - le digo a Dwight encogiéndome de hombros.

Lanzo una mirada de soslayo a los agentes locales. No me gusta un pelo la falta de privacidad que estamos teniendo. Tal vez esté viendo sombras y fantasmas dónde no los hay, pero esto es un pueblo pequeño dónde, como bien nos dejaron claro nada más aparecer, todo el mundo conoce a todo el mundo. Y alguien de ese primer "todo el mundo" a tenido a mal acabar con otros dos de ese segundo "todo el mundo"... 

-Peter, puede que usted tenga razón, ese individuo, Fred Foss, puede tener información útil. Quizá algún detalle que pueda proporcionarnos pueda servir para reafirmar o descartar algunas de las hipótesis formuladas. -se refería, por supuesto, a la hipótesis del doctor Sullivan, la de los cuerpos trasportados. Según él, el cuerpo de Elmore, una vez torturado y muerto por las heridas de arma blanca, había reposado varias horas en lo que se hipotetizaba podía ser un granero. Si los gritos que se oyeron fueron bien entrada la noche, dependían de la hora a la que el cartero podría situar el hallazgo del cadáver para dar o quitar peso a la versión del doctor. 

Miró a Peter Johnson y pudo distinguir en su cara un cierto atisbo de sorpresa. No sabía qué le pasaba a ese joven, parecía malhumorado casi desde que llegaron a Ashville. Sinceramente, esperaba que no tuviera nada que ver con la conversación anterior; eso sería muy poco profesional de su parte-Sin embargo, coincido con la agente Sparks: el siguiente paso lógico es visitar la segunda escena del crímen, más inclusive si lo que vamos a hacer a continuación es interrogar a un testigo que la visitó la mañana después del asesinato. El método es el método, agente Johnson, y no nos lo debemos saltar si no es por un motivo mayor. Si el señor Lewis está entre rejas ahora fue gracias al trabajo de una investigación metódica y concienzuda. La preparación lo es todo, la acción no dura más que un instante.

-Por supuesto, el método es lo importante- respondió a las palabras de Dwight de manera automática, casi sin mirarle mientras se llevaba la mano instintivamente al tatuaje de su brazo.

Semper Fidelis... 

Recordó Irak. Recordó al teniente Davis. Cómo les ordenaba sin pestañear entrar en una casa y abrir fuego sin mirar quien hubiese dentro. Las caras de mujeres y niños, sus miradas congeladas en una mueca de terror mientras sus vidas se apagaban bajo el fuego de sus M-16.

Pero sobre todo recordaba su voz resonando en su cabeza, semper fidelis, semper fidelis... mientras cumplía las órdenes sin rechistar.

Apretó los puños, pero no dijo ni una palabra más. Se había fijado en Sullivan, y las suspicacias que las fuerzas locales levantaban en él y las compartía. Esperaba que dejar a la sheriff, y sobre todo a su ayudante, comunicarse con el testigo sin estar ellos delante no supusiese un problema grave en la investigación.

La Sheriff había insistido en acompañarles una vez más y de nuevo Dwigth tuvo que pararle los pies. Estaba claro que la fuerza local no era la más indicada para llevar aquel caso y su presencia continua al lado de los agentes podría distraerlos del objetivo principal. Había reservado su petición para el final de la conversación: de ningún modo quería que los detalles de la investigación trascendieran. En aquel respecto, no tenía motivos para desconfiar ni de la Sheriff ni de su ayudante, pero nunca estaba de más recordar lo obvio. Esperaba no tener que volver a repetirlo. 

Una vez en la casa, sus compañeros en seguida se acercan al epicentro del crimen: aquella oscura mancha de sangre que no ha podido ser borrada del todo. Ciertamente, ese pequeño detalle es la única pista que podría percibir un ciudadano al uso de que ahí mismo, hacía apenas unos días, un vecino del tranquilo pueblo de Ashville había sido asesinado.

Él, en cambio, prefirió centrar su atención en otros detalles que pudieran pasar desapercibidos al ojo desatento. Se quedó cerca del quicio de la puerta de entrada, contemplando todo con su ya característica parsimonia. 

El Agente Dwight camina sin rumbo por el salón, con las manos en los bolsillos, como esperando que algo lo llame. Un indicio, una pista, una huella... Como si de un momento a otro, le fuesen a susurrar "eh, aquí, me has encontrado". De repente, el anodino salón comienza a hablar. El sillón no está paralelo frente a la televisión. Es casi imperceptible, pero algo no encajaba en la escena hasta que John Dwight dio con ese detalle. Podría tratarse de algo sin importancia, pero por las hendiduras en el suelo de madera, formadas a través de los años, las patas del sillón no estaban en sus debidos lugares. Forcejeo, es la palabra que casi de manera ininteligible pronuncia el agente para sí mismo.

¿Quién entraría en casa de un tendero, forcejearía con él y acabaría asesinándolo por un puñado de dólares a lo sumo? Nadie esperaría encontrar grandes fortunas aquí.

En sus pensamientos está cuando se detiene frente a la mancha de sangre. Es enorme, y la sangre debió salir a borbotones. Probablemente, por heridas abundantes o producidas en sitios clave.

Una vez desplegados por la escena del crimen, Dwight se puso a deambular, tratando de encontrar algo fuera de lugar. Peter por su parte caminó en sentido opuesto. Lo último que le apetecía en aquellos momento era una de aquellas miradas de "estás en mi campo de visión", empezaba a cansarse del "método".

Miró la mancha de sangre, demasiada sangre para que, como en el caso de la otra victima hubiese sido trasladado. Elmore murió allí mismo, en el lugar donde fue agredido. No tenía los datos forenses, pero suponía que toda aquella sangre sería de la víctima.

El lugar estaba por lo demás prácticamente impoluto, por lo que decidió dirigirse al dormitorio en busca de algún nuevo indicio, tal vez diese con el móvil del asesinato.

El Agente Johnson, incapaz de permanecer quieto, se aventura por la casa, escapando del frío gélido que comienza a sentir, pero es imposible. Lo envuelve todo. Avanza hasta el dormitorio mientras la madera del suelo cruje a cada paso que da. Con un horrible chirrido, abre la puerta con la mano y se encuentra una habitación pequeña, con la cama hecha, algo de ropa en un perchero y cajas de zapatos en una esquina. Sobre la mesita de noche, un cenicero sin colillas y frente a la cama, una televisión de pequeñas dimensiones colgada en la pared. Todo normal. Es como si nadie hubiera muerto allí. Como si James Elmore todavía estuviese en la tienda Alimentos Elmore y tuviese que regresar a casa. De repente, los sentidos de Peter Johnson se activan y mira hacia el armario empotrado. ¿Podría ser que...? Se pregunta él mismo. Saca el arma y avanza lentamente. Cuando está frente a la puerta, la abre de golpe y se coloca con los brazos extendidos, preparado para... defenderse de unas camisas de franela. Allí no había nada, sin embargo, revolver su pasado le hace ver fantasmas allí donde no los hay. Enfunda su arma y vuelve con el resto de sus compañeros. No parecen haberse percatado de su paseo, y él tampoco lo explica, pero cuando se detiene junto a su compañero Dwight, un crujido le llama la atención. Levanta el pie derecho y, pegadas a la suela del zapato, hay hebras de paja.

Todo impoluto, todo perfecto, todo en su sitio. Como si de una escena de Nykvist se tratase, en la que cada objeto se ha colocado en el lugar que le corresponde. Frunzo el ceño. Un hombre yació muerto aquí por varios días. El conocido aroma que acudió a mí nada más cruzar el umbral lo desveló hace tiempo. Pero incluso una muerte natural perturba el enterno de una vivienda habitual. Un sofá desplazado en la caída tras un infarto. Una cortina de ducha asida en el último respiro de un ictus. Un mantel arrastrado por una mano intentando agarrarse al último álito de vida. Un vaso de vino sobre una mesa, testigo último de una vida que nos deja. No, nada de eso. Todo puesto perfectamente en su lugar.

No soy el único que siente que una escena tan perfecta no encaja. Dwight enseguida se percata de las marcas que indican que el mobiliario ha sido colocado de vuelta en su sitio. Johnson encuentra las que empiezan a ser ya familiares fibras de paja.

Le extiendo un guante y una bolsita de clasificación en la que escribo rápidamente "casa de Elmore" para que introduzca varias de ellas y las guardemos como evidencia.

Acto seguido, me vuelvo y accedo a la cocina a ver si en ese lugar encuentro alguna pista más.

No lo llamarías "olfato", pero algo te guía hasta la cocina. Allí, como en el resto de la casa, todo está en su lugar. Sobre la encimera, un cuchillero de madera con todos sus cuchillos. Mmm... Murmuras. Con un guante de látex de los que siempre llevas contigo, estudias los cuchillos. No parecen haber sido utilizados. Quienquiera que vino, trajo su propia arma, y la víctima, el pobre Elmore, no tuvo tiempo de defenderse. En tu cabeza, una escena cobra nitidez. Alguien vino con el objetivo de acabar con Elmore, le sorprendió viendo la televisión de manera que no tuvo tiempo de defenderse, al menos adecuadamente, y tras recibir diversos cortes de arma blanca, murió desangrado en el suelo. El asesino huyó, no sin antes dejar restos de paja.

Dejas el último cuchillo en su lugar y vuelves con tus compañeros, no sin antes observar desde tu perspectiva, contraria a la de ellos, una mesa cercana a la mancha de sangre. Una de las patas de madera, la más próxima al cadáver, tiene unas huellas de sangre reseca, como si alguien se hubiera agarrado para sujetarse o intentar arrancarla. La parte superior de la mesa presenta una esquina desportillada a causa de un golpe, junto con una mancha de sangre y varias esquirlas de madera desprendida.