Partida Rol por web

"Otra vez... ¿Por qué, oh, Emperador bendito, tus hijos tienen tanto orgullo acumulado?" pensó Septimus, ésta vez viéndose casi obligado a hablar.

-No es mi intención hablar por nadie, hermano marine de asalto Isiah, pero lo cierto es que cualquier marine, o cualquier otro miembro del Imperio, en la forma de cualquier cuerpo o pertenencia, tiene como función prioritaria la obediencia total y absoluta al Emperador y a sus más allegados, bajando por toda la cadena de mando. La sugerencia del hermano Phalanax es sólo una sugerencia... Pero si nuestro líder el hermano tecnomarine Storm, o nuestros añadidos Inquisitoriales Lady Beryl o Lord Severus ordenan una maniobra de distracción por parte de los marines de asalto, debe ejecutarse. 

- ¡PERO ESE NO ES EL MODO DE LUCHAR CORRECTAMENTE! - Volvió a gritar iracundo. ¿Que cadena de mandos ni que ostias? Vamos, aquellos eran una panda de marines que bien, servirían al Emperador, pero no comprendían cual era su lugar en la batalla. Cada uno tenía una función bien marcada en el Codex, y era algo que había aprendido de neófito. - No somos cobardes. No nos obliguéis a actuar de esa forma.

La situación cada vez le agradaba menos. La mayoría parecían afines al plan, pero él no. Nunca estaría de acuerdo con una acción tan... estúpida. Él mataba. Él no hacía de cebo. Tácticos de *~$%$.

Por dios, sé encargarme de esos bichejos. Soltadme en su horda y mataré a cada uno de ellos con mi espada y mi pistola en el nombre del Emperador. Ese es el modo correcto y que nos han enseñado. Combate al enemigo y disfruta de su sufrimiento, sabiendo que el fin les espera pronto...

Leah miró al marine y, con deliberada lentitud se separó de la mesa, pasando por las espaldas de los allí reunidos con media sonrisa taimada que no auguraba nada bueno.

-Quizá esté insinuando que nuestra forma de cumplir con la voluntad del emperador es errónea.-dijo con su habitual susurro que sin embargo estaba impregnado de acidez- quizá no comprende que es el tecnomarine quien está al cargo-con suavidad todos pudiero oír el sonido de la pistola deslizándose hasta ser desenfundada mientras Leah rodeaba al marine.
Tras esa mortífera y sutil indicación de lo que iba a pasar, Leah apoyó el cañón de la pistola en la parte posterior de la cabeza de Isiah y habló de nuevo con despreocupación, como si ello fuera un juego.

-Quizá no lo ha entendido, marine, si se le ordena algo su deber será callar y obedecer o le juro por el Dios Emperador que le vaciaré el arma en el cráneo en el momento en que detecte una mínima vacilación en usted, da igual que sea mental u oral. Desparramaré sus sesos donde haga falta y como haga falta-dejaba claro su determinación por ejecutarle en favor de la misión, ya fuera con una ejecución a pistola o realizando otros medios menos físicos que no requerían de su presencia allá donde estuviera el marine.

Guardó silencio unos instantes, dejándole la opción de contestar, incluso de pensar algo para rebelarse, sellaría su destino y tendrían que avisar para que les mandaran a un desgraciado que le sustituyera, retrasándoles.

Isiah soltó un gruñido al notar el frío cañón del arma sobre su sien. No había tomado demasiado en consideración a aquella inquisidora, quizás por su aspecto ridículo. Una mujer, una mujer lo estaba amenazando. Sin embargo, la que tenía la sartén por el mango era ella, y no tenía ninguna otra opción sino retraerse de sus palabras.

- Está bien. - dijo con tono de voz marcadamente cabreado. Acababa de tomarla personalmente con aquella mujer, y si bien no iba a cuestionar su palabra no iba a ser demasiado amable con ella. - No seré yo quien discuta eso. Pero nadie mejor que un marine de asalto para saber lo que tiene que hacer un marine que asalto. Tengalo en cuenta.

El Jefe de la escuadra de asalto miró furibundo a Isiah- Si de verdad quieres servir al Emperador, cierra esa puta bocaza de una vez, ¿o te tengo que recordar que aún estás en el punto de mira de la Inquisición? -miró a Lady Leah, una de las primeras mujeres con todos los implantes de astartes y con la servoarmadura. Siempre había tenido que demostrar todo por ser la primera, pero no la pidió ni piedad por su compañero ni nada. 

Era una Inquisidora, y ella era la Ley. Ni Codex ni mierdas.

Isiah podía sentir una sensación incómoda en su cabeza, quizá un sondeo. La mujer sondeaba su cabeza sin molestarse en ocultar su presencia, como recreándose en lo que allí encontraba. Cuando esa sensación se detuvo la voz de la mujer se hizo clara en su mente.

"Mal chico".

-Por el Emperador-dijo ella con tono cantarino pero frío y cortante.En ese momento apretó el gatillo de la pistola no una ni dos veces sino que no cesó de disparar hasta que se oyó un "click" repetido.

Cuando el cuerpo del marine cayó al suelo el rostro de la mujer y su armadura estaban salpicados por motas carmesí, que contrastaban con la palidez de su piel y el tono gélido de sus ojos.

Sacó el cargador vacío y lo dejó sobre la mesa, yendo a por un cargador nuevo a los cajones de munición. -Sigamos donde lo dejamos-dijo esbozando una sonrisa amable y despreocupada al regresar.

7/2+5 =4(redondeando hacia arriba)+5=9

El arma tembló en la mano de Leah mientras tres atronadores descargas surgían del arma directas a la cabeza del marine de asalto que no paraba de parlotear y que estaba cerca de su ejecución.

La cual llegó inmediatamente.

Las tres balas atravesaron la cabeza directamente de Isiah, haciendo que este cayera al suelo mientras su cabeza se convertía en una nube de sangre. La Oficial de Mando Carmille se había escondido debajo de la mesa y cuando se alzó tenía los ojos como platos.

La inquisidora acababa de ejecutar a un hermano de batalla y no podía creérselo. El problema fue cuando empezaron a sonar las alarmas por uso de armamento en una zona de carga de explosivos. Esas sirenas aullaban como si fuera el lamento del mundo.

La primera baja de esta guerra era por un ajusticiamiento.

Blitz vió como se empezaban a resolver los hechos. Escucho al Astarte hablar sobre los retrocohetes. Algo que no había tenido en cuenta, pero no había tenido tanto tiempo ni conocía de antemano el equipo de las escuadras como para haberlo tenido en cuenta. No, eso era una simple excusa. Escuchó como Phalanx intentaba darle otro tipo de táctica, buena, si quisiesen exterminar a todo Xenos, pero su objetivo principal era la toma de control de la base. Fue entonces cuando el marine de asalto saltó. Él no había dicho una palabra sobre cómo hacer nada y un marine ya se había tomado la libertad de creer lo que le venía en gana. Observó como la inquisidora se acercó al marine por detrás y le puso el cañón en la cabeza. Maldita sea! pensó al escuchar el disparo. Es que era tan débil que ya había algún marine que se pasaba de listo antes de salir?

-Basta! Callaos!- dijo con un tono serio aunque no muy alto.- Es una orden! Acepto y agradezco cualquier sugerencia. Pero no tolero que se discutan los planes. Si nuestro Emperador lo desea, me guiará con una buena estrategia para que todos volvamos a casa victoriosos. Y si esa estrategia implica tener a un marine de asalto vestido de conejo, se hará!

El tecnomarine había sido seco y conciso, miró a la inquisidora. No le gustó que el número de efectivos bajase en una misión tan importante y con tan pocos recursos. Esperaba que la inquisidora supiera lo que hacía.

- Con vuestros retrocohetes nos podremos desplazar más rápido por el piso superior. Las ideas de Phalanx serían buenas de no ser porque tenemos una prioridad más importante: Tomar los mandos de la Forja cuanto antes. Así que Phalanx, tomarás el piso inferior mientras los retrocohetes nos ayudan a avanzar en el piso superior. Alguno tiene alguna sugerencia más?- la palabra sugerencia sonó pausada y clara.

"Irá con Blitz"… siempre tan atenta Leah… lo cierto es que o ibas tú o iba yo… será la parte más dura y debemos asegurarnos de su éxito personalmente…

Lo cierto es que el navegante era un hombre reservado aunque su silencio esta vez venía dado por una extraña sensación… algo inesperado, entrópico, estaba a punto de suceder y no tardó demasiado en ocurrir.

Uno de los hermanos gritaba una suerte de comentarios de lo más desafortunados, insubordinación, orgullo desmedido, egoísmo, irrespetuosas palabras… no es algo común fuera de los pocos capítulos casi heréticos como los Hijos de Fenris… dramático observar a un marine fallar en su ánimo, ver quebrada su voluntad… deponiendo su fe en el Emperador…

El navegante dejó actuar a la inquisidora, con un gesto crítico en el rostro observó la escena y a los presentes, no habían comenzado su misión, apenas pasó tiempo desde que se había creado el capítulo y ya podían observarse frutas podridas… muy inquietante, habrá que someter a una especial atención a todos ellos… esto prueba que no es todo tan limpio como cabía esperar

En ese momento observó como alguien se escondía bajo la mesa y tras la ráfaga de muerte posó su mirada sobre la Oficial de Mando Carmille; los ojos del inquisidor eran negros, vacíos e inhumanos mas incluso así la mujer podía entender que no había nada que temer ya y debía recuperar la compostura.

El asesino que hacía la escolta del Sumo Inquisidor apareció de la nada y se mantuvo a distancia de los astartes. Era menudo, del tamaño de un humano medio, pero menudo en comparación con las armaduras y el tamaño de los astartes, pero no aparentaba miedo.

Al contrario, daba la sensación de que podría matar a varios de los presentes antes de caer. No habló, solo colocó el rifle enorme en el hombro apuntando al suelo, como preparado para todo lo que pudiera ocurrir.

Lord Feboss apareció corriendo con una escolta de tropas de asalto inquisitoriales y, al aproximarse, aminoraba el paso hasta llegar delante de todos. Caminó y con un gesto de mano hizo callar a todos los presentes. Iba mirando uno a uno, y todos los presentes notaban una fuerza sobrehumana en su cabeza, una presencia que podría manipularlos como si fueran pequeños maniquíes.

La mirada se posó un tiempo en Leah, y durante este tiempo la tensión se acumulaba, después se llevó una mano al cuello alto de su chaquetón y habló con él- Llamad a Zael, tenemos el cadáver de un traidor -tras decir esto solo hizo una ligera reverencia y se apartó del grupo- Vosotros -indicó a su escolta- separar el cuerpo de ahí -y los soldados comenzaron a arrastrar entre todos y con gran esfuerzo el cuerpo para separarlo- Buena caza, y sobretodo, recordad. Os estamos vigilando.

Esa amenaza era algo mucho más dura y creíble. Parecía que era capaz de ver el alma de cada uno de los presentes.

Tras éste espectáculo que le costó a la Compañía Drachonian una baja y un tiempo precioso para la preparación, el sonido atronador de las thunderhawk hizo que todo temblara y comenzaron el aterrizaje- Un minuto para subir -dijo la Oficial de Enlace que parecía haber recobrado la compostura- Por numeración de escuadra. Primera Escuadra a la Thunderhawk Uno. Segunda Escuadra a la Thunderhawk Dos. Tercera Escuadra a la Thunderhawk Tres. Cuarta Escuadra a la Thunderhawk Cuatro. Escuadra de Asalto a la Thunderhawk Cinco -se giró y miró a Leah un instante y después a los demás- Apotecario, Inquisidores y Tecnomarine, pueden subir a la Thunderhawk que quieran, pero ya.

El tiempo corría y las cosas iban rápidas.

Leah devolvió la mirada a Blitz quizá desafiándole a reprocharle su acto. Igual que había disparado a uno, podría dispararle a él, todo en nombre del Emperador. Estaba tan ocupada en aquél diálogo visual que no reparó en que Carmille había perdido la compostura y la dignidad.
Seguramente eso la había salvado, pues si no podía soportar eso no merecía estar donde estaba.
Las alarmas tronaban a su alrededor y la respuesta no se hizo esperar. A su espalda apreció la presencia de Izius, todo un detalle el dejarse notar pues eso era más amenazante que el haberse mantenido oculto hasta que su escoltado hizo aparición.

La inquisidora no perdió la compostura, saludó formal a Lord Feboss y aguardó su turno. La mirada del hombre era terrible y su presencia en su mente era opresiva, desagradable. No le gustaba ser cuestionada, pues su expediente era intachable pero, pese a ello, replegó su propia energía a favor de la de Feboss mientras la tensión entre ambos se hacía evidente incluso para aquellos sin poderes. No la estaba castigando, la tensión era inevitable cuando Leah se obligaba a no responder de forma ofensiva ante el sondeo como muestra de sumisión total.

Cuando liberó a Leah de su escrutinio, la inquisidora jadeó ligeramente despegando los labios para tomar aire mas no flaqueó, sino que inclinó la cabeza con respeto. Después de todo, se había hecho evidente que no tenía nada que ocultar a Feboss, pues de lo contrario ella habría sido la ejecutada.

Cuando llegaron las Thunderhawk, Leah se encaminó hacia la primera lanzadera. Total, era tan buena como otra cualquiera.
-No perdamos más el tiempo-dijo más para ella que para el resto en un susurro pensativo.

Dirigió una rápida y silenciosa plegaria al Emperador al ver como Isiah era ejecutado. Lo cierto es que sus palabras no habían sido apropiadas, había demostrado carecer de la suficiente fe y obediencia, y había pagado por ello. Pero su pecado había ido más allá, pues también les había restado tiempo para acabar la planificación. Sabía que debería acoplarse a la escuadra táctica que iniciara el asalto superior, pero no sabía qué escuadra sería, pues no había sido precisado.

A falta de otra directriz mejor, Septimus se encaminó a la primera Thunderhawk, siguiendo a lady Leah. 

Phalanax no podía creer lo que había ocurrido hacía unos instantes. Su servocasco no dejaba ver su expresión, que en un principio fue de incredulidad al ver la reacción del Hermano Isiah. Luego siguió el sentimiento de celo que buscaba reprimir esos actos que no estaban justificados, y el oficial de asalto recriminó a Isiah por ello. Sin embargo la mirada de la inquisición se había posado anteriormente en él, considerando sus palabras suficientes para marcarlo como hereje.

Era normal, las palabras que había expresado el marine de asalto se parecían más a creencias caóticas que a cualquier directriz del codex que hubiera podido leer Phalanax. Sin embargo no pudo pensar mucho sobre el tema. Los segundos que les habían sido robados eran cruciales para determinar la táctica a seguir. Luego la presencia del inquisidor hizo que no quedara más tiempo para determinar el plan. Así que solo quedaba la providencia divina del Emperador.

Ahora toda preparación no servía, solo la justicia Imperial y el deber.

Aun así antes de subir a la Thunderhawk, Phalanax miró una vez más a Blitz, por si tenía algo más que decir, mientras se dirigían hacia las cañoneras y andaban.

- Storm, alejar a los tiránidos del centro de control nos ayudaría a tomar las posiciones, de ahí la táctica de distracción, si nos metemos directamente puede ser una trampa demasiado evidente, no hay que infravalorar al enemigo - Dijo gritando por el ruido de las naves que les iban a llevar a su destino.

- ¡Llevaré la tercera escuadra y me encargaré de asegurar el piso inferior! ¡Nos vemos en la batalla hermano, que el Emperador nos proteja y nos guíe! - Acabó para despedirse del resto de marines, mientras señalaba a sus marines que entraran en la tercera cañonera Thunderhawk

Blitz intercambió la mirada con Lady Leah. A la mirada desafiante de Lady Leah, Blitz le contestó con una mirada serena. Valoraba el trabajo de la inquisidora, no quería tener motines en plena misión. Y mejor era contar con uno menos en la escuadra, que contar con un traidor en la escuadra.

Entonces llegó Lord Feboss y con él la tensión y la incertidumbre. Serían todos ejecutados allí? Blitz tomó el mando de sus pensamientos. Sólo la fe en el Dios-Máquina y su Emperador bastaría para llevar a cabo la misión.

Blitz escuchó a Phalanx y asintió.

-Tienes razón, pero también les daríamos tiempo a reaccionar. No tenemos ninguna información de esa Forja más que la que nos han dado. Con esa información tan escueta, sólo el Emperador puede darme la sabiduría para haceros volver a todos victoriosos.

Blitz se encaminó junto a Septimus Diomedes a la primera Thunderhawk.