Partida Rol por web

Lord Kennegan se pone delante vuestro mientras empieza a canturrear palabras arcanas. Como si el símbolo del suelo reaccionara a estas palabras, se pone a brillar con mas fuerza mientras notáis como el entorno se vuelve mas frío.

A medida que pasan los minutos en los que el tiflin efectúa su ritual, os da la sensación que se está abriendo un portal a otro mundo, pues poco a poco, no solo el frío pasa, si no también la ventisca y la nieve que mancha tímidamente el suelo de la sala.

La luz del circulo empieza a teñir vuestras ropas y poco después vuestros propios cuerpos empiezan a brillar.

El tiflin abre los ojos y os mira con determinación mientras pronuncia las ultimas palabras y de repente notáis una terrible sensación de vacío en vuestros estómagos mientras vuestras consciencias vuelan a través del mundo, sobrevolando nubes, montañas y bosques, en una fracción de segundo totalmente impactante.

Cuando la luz termina, os encontráis en otro lugar. El frío hiere vuestros pulmones y podéis notar como vuestras extremidades empiezan a protestar.

No obstante el lugar es un poco menos hospitalario del que Kennegan habría deseado. Estáis en una especie de cueva, aunque está tiene el techo abierto por el que entra la ventisca y cuelgan enormes carámbanos de hielo.

Estáis en una posición elevada ... en una especie de pasarela mezcla entre piedra, hielo y nieve que termina en una plataforma que recuerda demasiado a la esquelética caja torácica de algo realmente grande.

Alrededor de la plataforma hay una caída de centenares de pies que destrozaría cada uno de vuestros huesos contra el suelo de la enorme caverna.

Por si fuera poco, vuestras botas pisan los restos de decenas de calaveras, y solo calaveras, que crujen ante el mas mínimo movimiento. Como si alguien se hubiera dedicado a coleccionarlas y dejarlas en este lugar.

Delante vuestro, la pasarela se pierde en la oscuridad, lejos de la luz azulada que proviene del techo abierto y sus rayos de luz que se proyectan hacia el vacío de abajo.

Los segundos que dura el ritual se me hacen eternos. Esa luz cegadora, esa extraña sensación en el estomago... todo parece pasar muy lentamente cuando de repente nos encontramos en mitad de una pasarela, suspendida a varios metros del suelo y azotados por una helada ventisca.

Pues ya hemos llegado. Comento más para mi misma que para mis compañeros. Observo detenidamente hacia donde conduce la pasarela, también me fijo en la caida que hay desde nuestra posición hasta el suelo y no puedo ocultar mi cara de horror al ver tantas calaveras a mis pies. Trago saliva intentando no pensar qué clase de criatura amontonaría tal tesoro, al menos hasta que estemos en lugar más seguro. Creo que salvo la deva, ninguno de nosotros somos de altos vuelos, asique cuanto antes salgamos de aquí mejor. ¿Avanzamos en aquella dirección - digo señalando el final de la pasarela - o tratamos de descender hasta el suelo?

Shelkis podía sentir el frio como frías puñaladas, quitándole del mismo modo el calor del cuerpo. Para no terminar muriendo nada mas empezar, la mujer junta sus manos y hace uno de sus trucos de mago más simples, el de producir calor mágico hasta que su cuerpo se acostumbre, juntando sus manos y entrando un poco en calor. Mientras la mujer toma estas primeras medidas no pierde la ocasión de estudiar su entorno, de analizar cada detalle.

-Si no fuera porque la técnica de Kennegan es de alto nivel, diría que cometió un error de cálculos… -Comenta la deva.

Lástima que tras mi encarnación perdiera la facultad de volar, veamos que podemos hacer…

El viaje no había hecho más que empezar y ya empezaban las complicaciones. Aun así la deva siguió estudiando el entorno e intentando tramar un plan que les hiciera la hazaña de cruzar más segura.

Shelkis utiliza su magia a desconfianza de sus compañeros para hacer que un extremo de la cuerda brille y luego la hace avanzar serpenteante por la pasarela.

Lamentablemente el conjuro de Shelkis no es capaz de hacer llegar la cuerda mas allá de unos 7 u 8 metros y la pasarela parece tener mucho mas.

La cuerda con luz que avanza por la pasarela parece asustar a las sombras, como si estas se apartaran un poco ante su presencia.

La magia nos producia sensaciones desagradables, sobre todo sumado a la desconfianza natural que le tengo a la magia, basada en no comprenderla. El viaje fue extremadamente corto, lo que no me esperaba y asi fue como llegamos a esta cueva que no era otra cosa que un pequeño infierno helado.

Me sacudo de mis cosas y comienzo a protestar:

 - "¡Ya, se acabo! Puedo aguantar que le magia me lance y me traiga como un hacha arrojadiza, o que me de frio antes de tocar el hielo. Pero lo que jamas aguantaré es que me vacie el estomago. Oh no, eso si que no, jamas te metas con la panza de un enano."

Examino el lugar antes de continuar, y miro con un poco de desconfianza el intento de la deva. Luego, hablo para el grupo:

 - "Amarremonos la cuerda a la cintura de todos y si alguien cae, el resto lo afirma."

Espero la respuesta del resto antes de continuar.

La idea de la deva se veía frustrada por el limitado radio de control sobre la mano. Para antes de que esta fuera a desaparecer la mujer le dio la orden de regresar y para que le entregara el otro extremo de la cuerda.

Cita:

…y así, si cae uno caemos todos. –se guarda para sí la estudiosa arcana.

-Parece ser que al final tendremos que arriesgarnos… -Dice a la vez que ata a su espalda la vara para no perderla al cruzar. Tras ello entrega a la mano mágica una piedra que previamente había hecho brillar.

-Espero que aunque lo que origine la luz sea debido a la magia sea preferible a esa extraña oscuridad…

Grácias a una gran dosis de inconsciéncia, Ûrahit pasó por el círculo. Quizás la próxima vez no le sea tan fácil.

Sobre las desagradables experiéncias del viaje mágico quedaron inmediatamente olvidadas cuando el enano se dió cuenta de los cadáveres.
No eran las primeras calaveras que había visto, y sobre cadáveres... habia llevado en brazos restos de un amigo en un estado muy desagradable.
No, lo que realmente acobardó al recio bárbaro era el grotesco espectáculo en sí. Sabía innumerables cuentos de magia maléfica que acababan en pilas de huesos similares. Y la oscuridad reinante... bueno ayudaba a la imaginación.

-¡Tenemos que largarnos de aquí! -sudaba pese el frio- Ya llevaré yo un extremo de la cuerda al otro lado si hace falta.

Era muy consciente de la altura de la pasarela, pero la fuerza de la gravedad era un simple detalle al lado de esta cueva de mal fario.
Sacó una simple hacha, con intenciones de usarla de gancho por si resbalaba

Os atáis la cuerda entre vosotros y os preparáis para avanzar por el precario puente hasta una supuesta salida.

Vuestras botas hacen crujir las calaveras a medida que avanzan, aunque el sonido apenas es audible debido al aullar del viento que entra por la parte superior lanzando nieve hacia vosotros y dándoos una sensación de inseguridad mayor a  medida que os acercáis al angosto paso.  Detrás vuestro quedaran las costillas y delante la oscuridad solo rota por la luz de Shelkis.

En vuestros primeros pasos ya os queda claro que un traspié os mandará rápidamente al foso.

Atado en segundo lugar despues de Ûrahit, caminaba con inseguridad intentando mantener el equilibrio. Con unos movimientos de pies más rapidos que los que acostumbraba dar, logré mantenerme donde debia y no caer en el oscuro destino que nos aguardaba allá abajo.

"Menudo lugar, nos podria matar el coleccionista de craneos o la misma infraestructura. ¡Adoro este lugar! Espero poder esparcir unos sesos antes de irnos."

Sigo caminando con cuidado para asi no tropezar.

Me ato la cuerda a la cintura y salgo detrás de mis dos compañeros de raza, en tercer lugar. La escena era realmente dantesca, con las calaveras partiendose bajo nuestros pies, lo que ayudaba a desequilibrarme un poco. Trato de mantener el equilibrio pero al dar un traspies resbalo. Rápidamente me agarro al saliente de la pasarela y consigo no caer, pero ha faltado poco para que viera mi cabeza estrellada contra el suelo...

Shelkis no tenía el don de los dioses de ver el futuro, solo la capacidad de vivirlo y sufrir la suerte que le deparaba el futuro, y tenia demasiado claro cual seria. Aunque sabía que tras la muerte terminaría regresando, salir de este mundo rompiéndose los huesos y reventando los órganos era una muerte poco agradable.

La habían dejado la ultima, grave error pues las actividades físicas no eran su fuerte y si tropezaba nadie estaría detrás de ella para tenderle una mano a tiempo, simplemente arrastraría con ella al desafortunado trio de enanos que le precedía.

La maga resbaló, pero su mano se agarro de un afilado saliente de hielo. La punzada de dolor y el peligroso traspié fue una inyección de adrenalina que le hicieron reacción con fuerza y velocidad. La maga desenfunda rápidamente la daga que nunca utilizaba y la clava para tener con que fijar su posición.

El hecho que el grupo tuviera las ideas claras ayudó al supersticioso enano a centrarse en la tarea. Avanzó decididamente, no por que fuera mejor que sus compañeros en un suelo helado, si no por que estaba acostumbrado a peligrosos barrancos y sabía que estos casos como menos mires abajo mejor.

Pero también era cierto que estaba acostumbrado a ropajes más livianos (la aldea nunca estaba demasiado lejos), detalle que fué su perdición, pues durantes unos instantes sus botas perdieron agarre y amenazaron en deslizarse hasta el precipicio...