Partida Rol por web

Bueno, la pelirroja definitivamente estaba interesada, pensé mientras la veía guiñarme el ojo. Me intrigaba que hacia esta belleza sola en la posada, ¿sería sensato seguirla?.

El posadero seguía currando al herido y había conseguido que el resto de pueblo volviera a sus mesas, así que le pregunte discretamente a su hija - señora, puede decirme ¿quién es la doncella de pelo rojo? -

Hable también con mis compañeros de viaje, buscando una excusa por si finalmente decidía seguirla.

- Debieramos conseguir un lugar para pasar la noche, no creo que debamos continuar viaje con este tiempo -

Bendito seáis, posadero -dije en bajo mientras me coloqué junto a éste- ayudando a este maltrecho hombre.

Vi entonces a las dos jóvenes, una que debía ser pecaminosa cual diablo (y quien sabe si de ahí su color de cabello) y otra la joven recatada hija del posadero (que era todo lo contrario). Los parroquianos afanábanse con el vino para callar su lengua.

Cualquier cosa, pídala -le invité al posadero mientras entrecruzaba mis manos y me ponía a orar por aquel hombre-.

Erramun observó el discreto intercambio de gestos y miradas entre Tomás y la belleza pelirroja que había aparecido como de la nada entre los parroquianos de aquel local. Vaya, parece que el de Frías es de sangre caliente... 

Viendo que el posadero se hacía cargo de la situación del desconocido moribundo al que trataban de salvar, decidió que era momento de volver a pensar en ellos mismos. Trató de llamar la atención de la chica que ayudaba como camarera en el local, por lo que había oído, se trataba de la hija del posadero.

-Moza, cuando os sea posible, traed una jarra de vino también para nos. Que debiéramos templar el espíritu después de la terrible impresión que nos ha causado encontrar a aqueste pobre hombre a merced de los lobos.

La muchacha parecía asustada ante la presencia de los forasteros, pero al infanzón le había llamado la atención más que la pelirroja (que de todas formas parecía tener los ojos puestos ya en Tomás), así que cualquier excusa era buena para intentar cruzar unas palabras con ella.

La muchacha ante la pregunta de Tomás se puso como un tomate y apartó la mirada.-Es....es una....una....mujer de vida alegre, padre.-consiguió decirdespués se limpió las manos en el delantal y se fué a atender las mesas como avergonzada por lo que había dicho o por tener una mujer así en la posada de su padre, vayan ustedes a saber.

-Gracias padre, no se preocupe que este no se nos muere....ya casi está, así esto por aquí, coser esto por allá¡Listo! ahora sí, si alguno de ustedes-lo decía mirandoos a vosotros que érais los que lo habíais traido y pese a vuestro rango os consideraba mejor que a sus parroquianos.-me ayudan a llevarlo a una habitación para que descanse, ya está listo.

La peliroja echó una última mirada a Tomás mientras estaba en las escaleras con una sonrisa cautivadora. Después se dió la vuelta y subió. Su trasero se movia a derecha e izquierda de una manera maravillosa. Era un buen trasero. Un poco flaca para la época pero una mujer impresionante por belleza y cuerpo.

-Si señor-y se apresuró a limpiar una mesa para que os sentáseis y sacó una jarra de vino con cuatro vasos. La moza se movía con una gracia sin par entre las mesas. Uno de los parroquianos intentó tocarle el culo pera ella lo esquivó con gracia y luego le lanzó una mirada de reproche. -¿quieren algo de comer los señores? Tenemos guiso que está calentito. Que para entrar en calor después de la que está cayendo está muy bien. Si quieren otra cosa los señores se lo preparamos en un periquete.

Cójalo de los brazos, yo lo cogeré de las piernas y lo llevaremos -le dije sin remilgos-. Al fin y al cabo, pese a que muchos me temían y huían de mí por recaudador eclesiástico, en mi interior llevaba limpia la fe y sin tropiezos-. A la de tres: una, dos, ¡TRESS! ¡¡AGARRE!!

Tras la tensión inicial de la llegada a la posada con un hombre que estaba más cerca de ver al creador que en morar este reino y el caos de las preguntas, parece que poco a poco se iba tranquilizando la situación. El Goliardo intentó ayudar a la joven camarera, mediando por ella para que el airado tabernero pudiera hacer su labor en paz, pudiendo así finalizar su trabajo y desplazarlo a un lecho más cómodo.

Había varias miradas interesantes en aquél lugar, sobre todo la de una mujerzuela de cabellos de fuego, que con su sonrisa podría encandilar a más de uno de los que allí estaban. Uno de ellos fue Tomás. Otro podría ser Ramiro, pero al escuchar que era una mujer de faldas sueltas perdió algo de interés. Siempre podía pagarle más tarde si deseaba satisfacer sus lujuriosos deseos. Otra era la hija del posadero quien les ofreció bebida y comida caliente, también parecía presta en apartar las manos de aquellos que querían tocar de más. – Uno de esos guisos me vendría perfecto, buena mujer. – le comentó con una sonrisa a la joven. – Digan lo que quieran, pero no es posible acostumbrarse a las inclemencias del camino. Su padre parece estar avezado en las suturas y curas.  ¿Vienen muchos viajeros heridos por aquí? Si los guisos hacen honor a sus palabras, junto a la hija del dueño serían un buen reclamo para pasar una agradable velada a la vera de la lumbre.- volvió a sonreír tomando su copa y alzándola con el resto de la mesa. – Salud, amigos 

Gundane se mostró rápidamente dispuesto a ayudar al posadero a buscarle un mejor lugar de reposo al cuerpo malherido de aquel hombre. Aunque el propio Erramun se hubiera animado a ayudar, al adelantarse uno de sus compañeros no tenía intención de disputarle la tarea.
-Si necesitáis alguna cosa más, aquí estaremos reservándoos un sitio en la mesa.-Comentó mientras tomaba asiento a la mesa que les había despejado la muchacha.
Observó como Ramiro entablaba conversación con la hija del posadero, y seguramente tendría más labia que él para captar su interés. El infanzón, como todo hombre destinado a guerrear, era más bien parco en palabras y con pocas florituras entre ellas. Así que simplemente se animó a apoyar las palabras de su compañero.
-Como ha dicho Ramiro, ese guiso hará buena compaña junto a los tragos de vino. Otro plato para mí.-Si ya lo tenían listo, le parecía una tontería mandar preparar otra cosa y tener que esperar algo más por la comida.-Salud.-Respondió con poco ímpetu el brindis de Ramiro.

Relajó su atención nada más tomar asiento y servirse su vaso de vino. Había sido un día largo, con un final de jornada algo inesperado, así que iba siendo hora de recuperar fuerzas.

La vi subir por la escalera contoneándose mientras la hija del posadero me contestaba. Una mujer de vida alegre, me dijo. No me apetecía pagar por sus servicios, por muy tentadora que fuese.

Gundane se fue con el posadero a llevar al herido a una habitación. Era él que me preocupaba, Erramun y Ramiro no pertenecían a mi orden, ni les preocupaba mi comportamiento. Así que cuando ellos se sentaron a comer, decidí seguir a la pelirroja.

- Disculparme un momento, volveré en breve - les dije sin dar más explicaciones

Me dirigí a la escalera y subí tranquilamente. No tenía mucha intención de pagar, pero quien sabe si era capaz de convencerla. Y sino siempre podría volver a bajar a cenar.

Véis salir a Gundane del salón principal ayudando a llevar al herido hacia una supuesta habitación en la planta baja. También se disculpa Tomás que corre escaleras arriba intentando ser lo más discreto posible, pero no podéis evitar ver alguna que otra sonrisa entre los parroquianos que lo señalan con la mirada.

-Si señor, y que lo diga señor.-responde la hija del posadero a Ramiro, después se piensa la respuesta-¿muchos viajeros heridos? no señor, este es un lugar de bien. Pero mi padre tiene buena mano para curar y no es de extrañar que alguno de los del pueblo venga aquí si se hace alguna herida o tiene algún animal con algo roto va mi padre y que lo cura-Después espera solícita que pida Erramun-Si señor, está de rechupete ya verá-Se aleja y en breve os trae una olla y dos cazuelitas en las que sirve el guiso que viene a consistir en garbanzos, algo de verduras y un poco de matanza. Huele bien. Cuando Lo probáis sentís como recuperáis el calor corporal, todavía teníais el frio metido en el cuerpo. La muchacha se os queda mirando satisfecha esperando ver la reacción en vuestras caras cuando lo probáis-¿qué está bueno, eh?

Cuando subes te encuentras una puerta entreabierta, allí inocentemente la peliroja se peina el pelo. Te mira con picardía y empieza a desabrocharse el vestido. Cuando te das cuenta está completamente desnuda frente a tí. Tiene un cuerpo bonito, algún cardenal que debe haber sido propiciado por algún cliente o vete tu a saber. Lo cierto es que esa diosa está allí esperandote desnuda recostandose en el lecho invitándote adisfrutar de su cuerpo con una sonrisa maravillosa.-¿viene padre? he sido una chica muy mala-dice con picardía girando en el lecho sobre sí misma y dándose una palmada en el trasero.

Y llevando al hombre por las piernas y el posadero por los brazos váis a una sala grande en la planta baja donde hay un montón de paja. Es el dormitorio común. Quizás no sea lo más indicado, pero seguramente las camas buenas estén en la planta de arriba y sea más complicado llevar al hombre. De todos modos parece que la estancia está vacia de modo que descansará bien. Apoyáis el cuerpo sobre un montón de paja y ves que el posadero va a salir de la habitación-voy por unas mantas, necesita entrar en calor.-cuando va a salir se queda un momento en la puerta.

Tu también te dispones en dejar al pobre hombre descansar. Etónces alarga la mano y te sujeta fuertemente el brazo derecho. Da un poco de miedo, hace una presión fuerte, duele. El hombre se incorpora un poco y levanta la cabeza y con un marcado acento francés dice-Mi nombre.....es Eric....soy de noble cuna...cof....cof....me dirijo al "monasterio" en peregrinación....cof,cof....pero....Dios me ha castigado....cof.....pues no es la piedad....lo que mueve mis pasos......sino....cof.....la venganza-te mira con ojos de loco y se desploma, soltándote el brazo.-¿do están los que me ...cof...cof...salvaron....la vida? ¡que vengan!....tengo cof....que hablar con ellos.-dice dirigente, pese a las heridas es el tipo de hombre que está acostumbrado a dar órdenes y no a recibirlas. Se queda en el lecho esperando, intranquilo.

El posadero te mira y ve la posibilidad de sacar tajada y que a tí es a quien debe pedírselo.-Padre, mis cuidados valen dineros, así como el lecho y lo que coma. Yo no quiero problemas con pecadores sabe usté....-y alarga la mano un poco mientras mira hacia otro lado esperando que pagues sus servicios y que compres su conciencia.

Atendí las palabra del viajero, que decíase vengativo según sus palabras. ¿Estaría delirando el pobre infeliz? Sólo Dios lo sabía, pero no era yo nadie para negar las últimas palabras de aquel hombre ni de ninguno, si es que fuera a irse con el Altísimo (que esperaba que aún no). Luegro regresó el posadero, que tenía más rostro que sombra.

Puedo daros una hostia..., una hostia consagrada, vino para tomar la Sangre y mi bendición para la taberna. ¿¡De qué pecadores habláis!? Portero de la Diócesis de este Reino soy, y a hablar con los monjes de este pueblo vengo, asique cuidaos de las palabras. ¡¡VAYA!! ¡y avise a las tres personas con las que he venido, que saldar cuentas con este pobre hombre hemos de! ¡Viene ahora con pagas! -le espeté calzándole reprimenda-.

El posadero retira la mano y ves que refunfuña algo pero se marcha a hacer lo que le has pedido.

Veis que sale el posadero refunfuñando algo. Luego se dirige a vosotros y os dice-El hombre se ha despertado y les manda llamar...también lo dice el padre.-Hace una pausa y extiende la mano esperando que le echéis algo por los servicios prestados-El hombre está mejor, pero los cuidados y la estancia hay que pagarlos.

Comienza a degustar el guiso de la joven, haciendo que poco a  poco el frio que se le había metido dentro del cuerpo y que parecía agarrarse con garras y dientes a los huesos diera una tregua. En s lugar de origen estaban acostumbrados a ese tipo de clima, pero a veces gustaba de olvidarse de ello por unos momentos. – Diablos… podía acostumbrarme a este guiso  y permanecer aquí una temporada. Si me prometéis que vos siempre seréis la cocinera, claro está- Volvió a sonreír a la joven mientras degustaba un trozo de carne del guiso.

La deliciosa carne le pasó por el hueco que no debía cuando el posadero vino a cobrar sus servicios. Intentó tragar con disimulo y sonrió. –Creía que el pater ya le había dado sus honorarios buen señor. Hablaré con él para que recibáis justo pago por ello. –Cayó en las palabras y la solicitud de Gundane y el hombre herido. Pero un guiso caliente con aquel clima no podía dejarse escapar, había que darle nuevo cobijo en su tripa. – Nada más que acabe con este delicioso guiso, iré presto. – sonriendo amable terminándose el plato. Una vez terminado se levantó y se fue a ver a Gundane no sin antes volver a pedir. – Si encontrase otro plato de este estupendo guiso a la vuelta, tendría una cosa más que agradecer ene este día. O quizá podais sorprenderme con otro de vuestros platos, hermosa joven