Partida Rol por web

Uno de tus contactos artísticos, un noble rankano amante delas Bellas Artes, te propone un trabajillo. Tiene pensado ofrecer una representación de un drama clásico de Ranke: "La honradez recompensada" (lo que ha provocado no poca cuchufleta aquí en Santuario), y quiere contratarte para un papel. Ha alquilado una casa en la Procesional para que haga de improvisado teatro, y la verdad es que no paga mal.

Estás citado allí por la mañana para los primeros ensayos.

Los inciertos gemidos del barrio rojo despertaron a Gaius, como el gallo despierta al campesino. Aunque aquí estas aves trabajan a jornada completa. Flaminia había ido a trabajar al alba, nosequé redada en algún lugar. Poco importaba, Tramos aceptaría el soborno, y quizás podrían comprar un colchón nuevo.

Tomando un chorizo de la cocina y unos ajos porros colgados en la cocina, Gaius acompaña su rústico desayuno con un chato de vino, mientras murmura -Más vale empezar el día con la boca sabiendo a sangre...

Devora rápidamente los restos sanguinolentos del chorizo empujando con algo de pan de hace tres días y se limpia con la manga. Al darse cuenta de su error vierte un poco de agua de un jarro sobre la manga, para limpiarla, con tan mala suerte de que el agua cae al suelo, rompiéndose  y filtrándose por las pútridas maderas con una sorprendente esponjosidad. 

Gaius se encoge de hombros, y tras limpiar un poco el estropicio de da un baño con el cántaro que Flaminia había subido a la mañana. Intenta repasar su papel sobre la marcha, y descubre una divertida pelusa por el ombligo, que deja caer a la calle por la ventana... Pegándose en el sombrero de un dudoso caballero. 

Se vuelve a encoger de hombros. -Ah... Flaminia...- Suspira, recordando a su bella compañera.

-¿sabes Gaius? Algún día de estos deberías casarte con ella. Bueno, ya, es tu esposa y eso, pero el anillo es de latón, y nunca ha habido boda así que... -Se dice, mientras guarda metódicamente en un petate un traje de lino basto que podría dar el pego del atuendo de un rey, un cortesano, un guerrero, un boticario, un adivino, un amante, un caballero, un trovador, un poeta, un barquero y, si se le echa un poco de barro por encima, un porquero.

¡Decidido!- Dice, con determinación -En cuanto consiga reunir mi elenco de autores para mi obra, y esta sea un éxito, (por supuesto; la escena del dragón es excelente) tendremos una boda como la fortuna manda. ¡Y hasta pagaré la comida!-

El estruendo de la puerta resuena a su espalda, y dándole una quíntuple vuelta de llave (otra cosa no habrá en Santuario; pero las puertas seguras tienen mucha demanda) se lanza a la voraz avenida del barrio rojo, en dirección del bucólico edificio de La Procesional.

Llegado al lugar, encuentras un caos a medio desatarse: gente que entra y que sale, operarios montando el escenario, colegas de profesión ensayando por los pasillos, y por fin el patrocinador del evento que te entrega tu papel (vaya birria de texto, por favor), y te indica dónde cambiarte.

Mientras hojeas el texto te das cuenta de que por lo menos tiene una parte buena: una escena amorosa con una actriz joven, a la que conoces de pasada, y y que es cualquier cosa menos estrecha.

-Ah, así que éste es el texto...  - con una mano ruda lo ojea rápidamente -Ujúm, ujúm... Oh, amante fiel... Antes muerto que... Detenéos...- Gaius pone una cara asqueada. Creo que preferiría hacer un teatro de marionetas con gatos muertos a interpretar esto...

-ahm... ¡Oh, que gran papel! realmente genial, estoy encantado de representar semejante clásico rankano!- Dice, con una amplia sonrisa.

-se besan- La cara de Gaius se ilumina, se ruboriza, y de haber sido una tetera implosionaría creando algún tipo de universo paralelo. - Mira a ambos lados, y al ver que no hay nadie mirándole aprovecha un poco de su saliva para dejar caer galantemente un mechón. Nunca se sabe donde hay que buscar el pan... Aunque Flaminia... ¡Bah! ¡Flaminia no sabe nada de teatro!- Y con un paso rechoncho y torpe va a su camerino, o sea, la calle de la esquina, para cambiarse y comenzar a trabajar el papel con sus amados compañeros actores.

El ensayo transcurre como era de prever, pero las cosas mejoran cuando toca la escena amorosa con Salima.

Tus mejores intenciones de llevar a cabo un trabajo profesional se van al garete cuando, durante el beso y de forma disimulada, te mete la lengua en la boca, a la vez que se restriega sensualmente contra tu entrepierna.

¡Atjú! ¡Atjú!- Dice el comediante, entre toses - Disculpad, creo que ha sido cosa del tabaco... -Dice enarcando una ceja y mirando a Salima. 

Con una extraña delicadeza y un erótico aliento vitivinícola Gaius se hacerca a Salima, y susurrándole al oído dice:

-Mi mujer sabe manejar una espada... Y créeme, no me gustaría negociar con ella una ruptura; porque no soy un baluarte de agilidad y presteza. Aconsejo pues, que tenga a bien de dejar de cortejarme señorita, o mis amados atributos aparecerán colgando junto con la ropa sucia.

Si no se lo cuentas tú... yo a tu mujer no se lo voy a contar, responde, pizpireta.

Pese a que la inesperada caricia ha provocado en tí una reacción fisiológica "elevadora" difícil de controlar, te fijas en que la temperatura corporal de Salima es un tanto elevada para la época del año y la hora del día.

¿Estará enferma?

Con un gesto más serio Gaius se aparta de Salima unos metros:

-Señorita, ¿Os encontráis bien? Bien conozco mis encantos, pero desde luego no son capaces de fundir acero, y vos podríais hacer arder todo el escenario. Deberíais dejar que un galeno os echase un vistazo.

¡Qué aburrido eres! dice Salima, girando sobre sus talones y saliendo con un portazo.

maldita juventud...  Piensa, Gaius, contrariado- Y yo pensé que seguía en el mercado... ¡y me sustituyen por una droga!

Bueno, allá ella- Dice, encogiéndome de hombros- Siempre podré ensayar la escena con Flavia... ¡Ñam!- Y dicho eso continúa con sus ensayos, con prisa por salir rápido para ir a tomarse unos vinitos en una tasca de cerca de su casa.

Cuando llegas a casa Flaminia aún no ha llegado (y es raro, porque hace rato que acabó su turno).

Al cabo de una media hora aparece, arrastrando los pies, y se deja caer en la primera silla que encuentra, resoplando.

¡Válgame Eshi, qué dia!, acierta a decir. Estoy que no me tengo en pie.

Parece que esta puñetera ciudad se haya vuelto loca, proclama mientras se quita el peto de cuero.

A lo que parece, tenemos una epidemia de ninfómanas, dice con gesto de preocupación.

Con un gesto galante, Gaius le ayuda a quitarse la armadura.¿cómo puede llevar este armatoste encima? Aunque siempre me ha gustado verla uniformada... Ña...

Sus cejas pegan un salto cuando menciona la epidemia:

¿De... verdad? ¿Epidemia de ninfómanas? Eso explicaría por qué Salima estaba tan interesado en mi. La última vez que la había visto había sido niebla para ella, y hoy, estaba que se subía por las paredes, Ya me entiendes. Noté que tenía la temperatura muy alta esa muchacha. ¿No pudo ser que se pasaría con el Krrrf o como se diga?

Espero que no tuvieras el mal gusto de tirártela, porque más bien parece que se trata de una enfermedad de transmisión sexual, dice la mujer.

Aunque lo del krrf tiene algo de sentido, es verdad que las que me ha tocado detener olían a algo parecido al krrf.

¡Claro que no, pastelito! -Dijo Gaius, ofendido- Yo sólo tengo ojos para una... - El hombre le guiñó el ojo a su esposa y añadió pegándole un buen mordisco a un bocadillo  -Quizás sea cosa de un envío de esa droga con algún tipo de defecto... En cualquier caso, prométeme que tendrás cuidado y no te meterás en muchos líos. La guardia no es la profesión más cómoda en esta ciudad...

Sí, entre eso y las armas mágicas que andan sueltas, las calles son menos seguras que en cualquier otra época de este agujero.

Y en cuanto a que sólo tienes ojos para mí, pues mira, ahora me tienes aquí delante, y me duelen mucho los pies de tanto estar de pie. Quizá un marido atento estuviera dispuesto a dar un buen masaje en los pies a su amante esposa...

-Mierda-pensó Gaius.... -He caído en la trampa... - Vale, vale, pero rápidamente, que luego tengo que bajar a la taberna, quizá con un poco de suerte logre que algún tipo importante se interese por mi obra. ¡Hay que hacer trabajo de campo!

No tengas prisa, cariño, dice Flaminia con los ojos brillantes. Se empieza por los pies, pero más arriba hay otras cosas que quizá también necesiten masaje.