Partida Rol por web

El Narrador de Cuentos

Las historias

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12/05/2013, 19:52
Oscar Wilde

- ¡Buenos días, señor Dae-Hyun! -Saludó el muchacho que repartía los periódicos, aparcando su bicicleta en mitad de la acera. Con su habitual sonrisa se acercó hacia mi porche y me tendió aquella insulsa gacetilla local, llena de bazofia, a la que llevaba siglos suscrito gracias a mi mujer, en paz descanse.

- Buenos días -le repliqué, incapaz de recordar su nombre.

- Aquí tiene el periódico. ¡Que tenga usted un buen día! ¡Y cuídese! Mire que hace un calor exagerado... -hizo un gesto de despedida con la mano, desanduvo el camino andado y se marchó en la bicicleta colina abajo... y con él, el único rastro de vida humana en aquella parte de la ciudad.

Cogí el ejemplar del... "Blue Lake Newspaper", ni más ni menos, y no pude evitar soltar un bufido: aquel papel malgastado no valía ni para limpiarse el culo. Lo lancé al otro lado del porche y permanecí sentado, mirando al horizonte. De buena tinta sabía que nada se me cruzaría a la vista en lo que quedaba de mañana. Mi barrio de Blue Lake, Humboldt, California, donde me había exiliado del régimen dictatorial de Corea del Norte hace muchos años, estaba prácticamente deshabitado desde hace tiempo y aunque era el sitio preferido para pasear para muchas parejas, en una cosa el muchacho llevaba razón: este verano estaba siendo tan apestosamente caluroso que no se veía un alma por la calle. Las chicharras cantaban constantemente y su continuo rechinar levantaba dolor de cabeza. Del asfalto de la calzada parecía emanar el aire como volutas de una olla hirviendo... si seguía ahí acabaría por perder el sentido, pero últimamente me costaba tanto caminar que tendría que encontrar un buen motivo para entrar dentro de casa

- Hmmmm -me acaricié la barbilla pensativo y la noté rasposa. Hacía unos días que no me había afeitado. ¡Perfecto! Ahí tenía mi excusa.

Penosamente me levanté y, agarrándome a todo aquello que pudiera soportar mi peso, avancé hacia el interior de la casa, hacia el cuarto de baño. Saqué la navaja  de su cajón (las cuchillas siempre me parecieron una mariconada), el jabón, la brocha y me miré al espejo. El espejo...

El espejo me devolvió la imagen de un viejo decrépito, de ojos cansados. "Bueno, ¿y qué esperas? -pensé para mis adentros-, si ya estás cerca de los noventa". Negué con la cabeza. Lentamente, mojé la brocha y la froté contra el jabón para conseguir una espuma que se me antojó tan decrépita como mi imagen. Mientras embadurnaba mi cara flácida con aquella untuosa crema, en mi cabeza se dibujó vívidamente una recuerdo: la misma situación, algo más de sesenta años atrás. Aquella epifanía era tan agobiantemente vívida, que parecía verme rejuvenecido en mi reflejo.

Gemí y me lavé la cara con abundante agua fría, pero ahí seguía estando yo. No, yo no: el soldado Hyun. Yo ya no era aquel. No. No, yo no era aquel. ¡¡No!!

En el campamento de Corea, también me afeitaba a navaja. Una vez me mandaron afeitar prisioneros de guerra, para hacerles una foto. Los mismos prisioneros de guerra a los que unos días atrás, yo mismo junto con otros soldados habíamos metido astillas debajo de las uñas, quemado la piel con hierros al rojo, roto huesos, administrado purgantes y...

Me caí al suelo. El olor a piel quemada me llenó la nariz en una vaharada que parecía llegada del propio infierno. En mis oídos restalló el chasquido típico de los tarsos y metatarsos quebrarse y los gritos... los gritos. Los malditos gritos. Aunque me tapara las orejas no los podía dejar de escuchar. Así como las risas de mis compañeros y la mía misma, que se carcajeaban de mi estado. Me abracé las piernas y gimoteé. Los médicos lo llaman "choque post-traumático". Lo sé porque a mi amigo Min Ho le pasaba exactamente lo mismo y tuvo coraje para ir al psicólogo. Yo no pude sacarlo cuando supe que se había suicidado en la sala de hospital en el que lo acogieron. A veces veo todo aquello, de una forma tan real que parece que estuviera viendo la televisión. Entonces nada funciona, nada sirve para pararlo y uno se sume en desesperación, amargura y frustración.

Cuando vas a la guerra, te comen la oreja con esos mantras de "la seguridad de la nación", "los camaradas", "la protección del hogar" y llaman a los del bando opuesto "los cerdos", "los imperialistas" y otros tantos dulces apelativos... que de verdad llegas a olvidar que son personas, que sienten dolor y que pueden pensar racionalmente. No cabe en la cabeza una alternativa. Tú eres bueno, ellos malos. Tú estás luchando por un objetivo superior, ellos no. Yo, como tantos otros, hice y deshice, ejecuté y mandé ejecutar, creyendo en mi superioridad y en mi autoridad para hacer tal cosa. Al cabo de un año, en el frente, fuera de casa, la moral se resiente, la fe ciega se resquebraja y las cosas que antes hacías "por la patria" empiezan a cuestionarse. Los gritos de "los cerdos" suenan como los de cualquier compañero al retorcerse de dolor y cuando lloran... Dios mío, cuando lloran. Tantas lágrimas vertí como ellos en silencio, por las noches, ahogando el rostro en la almohada por vergüenza a ser escuchado... pero lo cierto es que escuché a más de uno hacer lo mismo. Sin quererlo, había industrializado la muerte, convertido mi mano en la misma mano que aquellos nazis de los que tanto había oído echar pestes: una mano que eliminaba seres humanos, que cuando tenían la oportunidad de mirarte a los ojos antes de morir, hablaban en tu mismo idioma. ¿Qué me diferenciaba a mí de esos asesinos, eh? ¿¡Qué me diferenciaba de ellos!? ¿¡Los ojos rasgados!? ¿¡El puto pasaporte!?

Súbitamente y algo desorientado, me encontré tendido en el cuarto de baño de mi casa de Blue Lake, Humboldt, California, empapado en sudor. La brocha rodaba por el suelo, el jabón se había deslizado hasta el otro extremo de la habitación, había espuma por todas partes y la navaja yacía estática junto a mi mano. La cogí y la observé de un lado, del otro... largo y tendido. ¿Tendría los cojones de Min Ho? Probé. La apreté contra mi brazo. El pulso me temblaba.

Finalmente me levanté, recogí los trastos desperdigados, acabé de afeitarme y salí de nuevo al porche. Cerré los ojos, suspiré y dejé que el acariciante sol de un país de "cerdos imperialistas" me acunara hasta la tarde.

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12/05/2013, 22:53

Listo. Si me llega otra historia antes de las 23 entra en concurso pero ya no creo. Tenéis hasta el miércoles o jueves a las 23 para votar.

Depende los votos que lleguen.

:P que cada vez llegan menos votos jaja.

Suerteee :D

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15/05/2013, 20:14
Tarumba

Nota de la Dire: Fuera de concurso pero ya que se escribió, aunque si queréis votarla lo dejo a vuestra discreción;

Mira, así mero se toma las manos Azim cuando está preocupado –dijo su madre.  Estoy segura, no está bien, lo se.  Lo sabe mi intuición de madre.  ¿Cuándo lo van a regresar? –y echó a llorar, desconsolada.   La intuición de madre no falla.  Es una desfortuna que no se pueden quitar ellas, una desfortuna.

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La ropa está buena, calientita, recién planchada.  Que delicia es esto.  Ya no me acordaba de que es tener ropa limpia.  Días y noches sin fin de ropa mojada, fría, oliendo a vómito, pegosteosa.  Quiero esto, lo quie-ro.  Ojalá que esto de la foto dure muchos días, Dios, ojalá.   Quiero una galleta esa que está ahí.  El deseo era enorme e insatisfecho.  El cuerpo era un animal.  Ahora caliente y seco.  Nada importaba.

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Esa cara de mi hermano está tan tiesa para la foto.  La sonrisa parece que se la hicieron con ganchos amarrados a los labios. No está bien.  No está nada bien.   Si es él sargento.  –dijo en voz alta.  Es mi hermano.  No se le ven golpes, no.  ¿Me dice que los quieren de intercambio de prisioneros, verdad?  Roguemos a Dios que así sea.  ¿Si lo harán, verdad?

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Les dije todo, caray. –quería llorar por dentro-  Todo, para que no me golpearan más.  Que pena.  –su mentón vibró.  Lo regañó el fotógrafo.  No, se que no harán nada con lo que les dije.  No están como para bombardear el lugar del batallón. –pero si lo harían, lo sabía.  Su dolor contra el de otros.  En ese momento no importó.  No tuvo fuerza.   ¿Quién callaría su conciencia?  Menos se callaría ella en este lugar limpio, mientras los enemigos atacaban al resto.  ¿Y Joe allá?  Mejor no pensar.  Mejor en blanco.  Mejor morirme.

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Je, les dije mentiras.  De algo me debía servir ser tan mentiroso, ¿no?  Me dijo Betty que así de mentiroso mejor que me fuera a Coney Island a ganarme la vida en los casinos, ¿no?  Que la dejara en paz para toda la vida.  Bueno, lo de prestatantito antes de irme enlistado no fue mentira, ¿verdad?  Y esa cogidita nadie me la quita.  Quesque  nada de buen tirador ni nada, pero a la hora de la hora uno sus talentos tiene, ¿no?.  Y, ja, con lo de que no-me-dieron-nada-de-verdad hasta me agencié otra galletita.   Va, hasta grito recio con los golpes para que me den menos duro.  Ja, y funciona.  No, si uno tiene sus talentos para algo, para todo.  Te mando besito Betty en esta foto.  El retrato pa’l recuerdo y el original pa’ti.  –la quería, ahora lo sabía.

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Rufus siempre había sido rudo.  Aun cuando lo golpearan en la cabeza en las frecuentes peleas del barrio, y le bailara un poco el mundo antes de que cayera el segundo, tercer, golpe.  Se levantaba.  Retaba incluso al tipo ese que era tres años mayor a él, el que molestaba a todos los chiquillos para quedarse la cancha de básquetbol.   Regresaba con la nariz sangrando, un día con el tabique desviado.  Pero no se dejaba.  Todos lo sabían.

Lo expulsaron de la escuela por peleonero.  Se golpeó con su padre una vez.  Nunca me dijo la razón.  Cuando lo enlistaron al ejército algunos dijeron que era el mejor lugar para él.  No, no lo es ni para él ni para nadie.  Y yo lo iba a extrañar, mucho.  Se lo dije.  El se despidió sólo con un See’ya, y ya. 

Al ver la peineta su hermano se rio y dijo:  Es un mensaje para mi, jajaj.  Quiere decir que los están madreando grueso, pero que está ahí aguantando.  Que aguantarán. 

- ¿Ay Casius, como sabes eso? 

Lo se, madre.  Sólo lo se.  Regresarán.

 

Notas de juego

Ey, se que es tarde.  No he leído las historias de los demás.  (Espero no haya otra como la mía, y si si, pues que padre :) )

Sólo la envío para que Melpémone no piense que no nos inspiró su foto.  ¿Se la posteas master?  ¿Para que la vea?  La pensé de hace días, pero tanto viaje.  En fin, sin pretextos.  La comparto.  

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21/05/2013, 15:32
Tarumba

 

Amor zoológico

 

Mi amor por ti se levanta con las alas del deseo, 

es habitado por los elefantes de la memoria, en manadas ordenadas y desordenadas, 

quiere tener a raya a los tigres de los celos,

y lo recorren aves antártidas que se deslizan divertidas, sin miedo, por sus orillas pedregosas.

 

Mi amor por ti tiene la fuerza de una cola salpicante de ballena al anunciarse, al decirme que está aquí.

es, quiere ser, firme como la roca misma, 

y sin embargo...

 

se mueve.

 

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26/05/2013, 01:15
Melpómene

Desde lo alto lo veo todo, pero ellos no me ven a mi. Habito por encima de ellos, por debajo, y habito en su interior. Les veo crecer cada día tras los espejos. Pero no hago nada. Yo no influyo.

Alli, en su mundo (mi mundo) todo parece normal. O lo que ellos consideran normal. Observo como la raza dominante de un planeta al azar de ese universo se comporta con el obsequio que les hice. La razón. Yo les regale una brizna de ese don. Y lo aprovecharon... Lo aprovecharon muy bien. Pero yo solo observo.

Cinco mundos fueron los que cree, tanto tiempo atras, que ninguno de los ellos tiene forma de acotarlo en fechas. Años, siglos, milenios, eones... palabras que no dicen nada. Yo estaba allí mucho antes, conozco la palabra que ellos no comprenden. Conozco la eternidad. Sin embargo, y a pesar de mi eternidad, aún sigo aprendiendo y me sigo sorprendiendo con mi propia creación. A todos les dí la misma base: un ecosistema que evolucionaba por sí mismo y una raza en cada planeta habitable dotada de razocinio. Lo único que cambié, fueron las leyes de la física.

El universo Gretny, donde surgieron entre otras civilizaciones la terricola, y donde se esforzaban por conocer las leyes de su universo. De todo el universo Gretny, los terricolas quizás fueron los más interesantes ya que su fascinación por el mundo era digna de admiración. Del mismo modo era muy curioso como intentaban ir en contra de la evolución, haciendo que aquellos menos aptos para la supervivencia se reprodujesen y elimininado así la selección natural. Cuando descubrieron la ingenieria genética para combatir lo que ellos llamaban "genes defectuosos" me llevé una gran sorpresa, sin embargo no fueron capaces de enfrentarse a los invasores de otros planetas más avanzados. Si tan solo hubiesen dejado el oscurantismo de un lado y hubiesen luchado todos por lo mismo, habrían tenido alguna oportunidad.

El universo Frtzard, un universo sin soles, y a pesar de todo con vida. Me maravilla como evolucionan los seres de ese universo, son francamente impresionantes, pero aquellos a quienes dí razocinio carecen de sentimientos. Tan solo la música despierta el interes de los ciegos habitantes de ese universo.

Lulry. El universo de la gravedad invertida. El lugar sonde no vive nadie. Los últimos que aguantaron con vida fueron los Güeijos. Unos seres extremadamente inteligentes, quienes al percatarse que cada mil años les costaba más quedarse pegados al suelo idearon un ingenioso sistema para impedirlo. Sin embargo no fue suficiente. Ahora está vacio.

Tjpone. El universo sin tiempo. Quise darles algo de mi eternidad, haciendo que cada ser vivo pudiese vivir miles de años, alcanzando la madurez mental a los veinte años. Ahora es un universo virgen: todos los seres racionales se suicidaron. No aguantaban el paso del tiempo. Curiosamente, los seres no racionales continuan su existencia con felicidad y calma.¿Acaso la razón será una carga y no un don?

Y el universo que ahora observo, Klippbu. El universo flotante. Allí no existen planetas. Unos simples trozos de meteoro se agrupan y se mantienen a una cierta distancia los unos de los otros. A los ojos de un profano de cualquiera de los otros universos, verían planetas hechos pedazos y mantenidos por una fuerza gravitatoria. Pero no es así. No hay un nucleo que les atraiga. Simplemente flotan. Claro que, a veces hay choques y toda la fauna y flora del terresco (el trozo de tierra flotante) muere, pero son cosas que psan. Tambien se estrellan meteoritos en Gretny, estallan en Lurly... ¿Porque iba a ser una excepción en desastres este universo? Las leyes de la física incluyen destrucción.

Sin embargo, los habitantes de Klippbu son ingeniosos y han utilizado su don para crear un maravilloso sistema de protección. Ejemplo de ello es el terrusco que observo ahora. Utilizando los materiales mas fuertes que han podido encontrar en su entorno, los habitantes de este universo colaboran unos con otros. Saben que si no lo tienen todo controlado moriran tosos y por lo tanto, la tecnología es compartida por los habitantes de los distintos terrescos. Al no disponer de mucho territorio para desarrollar grandes complejos metálicos, en todos los terruscos de Klippbu prefieren la tracción animal a la tracción motora. Es por ello que, haciendo uso de sus gigantescas y majestuosas aguilas, atadas con arneses del material mas flexible y resistente jamás conocido, se dedican a mover  los terruscos continuamente de un lado para otro para no chocarse. Es así como en un universo que otros verían inhospito, han colaborado y creado millones de pequeñas "arcas" donde poder sobrevivir.

Y sin embargo ¿Qué será de ellos? Eso es algo que ni tan siquiera yo sé. En muchos planetas, en todos los universos, creen adorarme, cada uno con una imagen y de una forma distinta pero solo porque no saben la verdad: no saben que no puedo hacer nada por ellos, que mi unico poder es el de observar.

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26/05/2013, 17:48
Gustavo Adolfo Bécquer

EL CONSEJO

Llovía. Hacía frío. Malos presagios. La reunión de jefes y chamanes se alargaba un día tras otro sin llegar a nada, y si no había acuerdo no se podía terminar. Lo mandaban las Leyes Antiguas que regían en todas las tribus. La tensión aumentaba entre todos y eso se reflejaba en el cielo negro y la lluvia persistente.
El sueño era esta vez indescifrable para todos. Y por eso las discusiones se alargaban y las posiciones de cada uno se mantenían inamovibles.
Desde tiempos inmemoriales los Espíritus se manifestaban a las tribus a través de los sueños de los chamanes. Cuando uno de ellos tenía un sueño especial y repetido en el tiempo informaba mediante mensajeros al resto de chamanes, y si todos habían tenido el mismo sueño era la hora de convocar el gran concilio de las tribus, donde se decidía el futuro de todas ellas en base a la visión de los chamanes y la decisión conjunta de los jefes de todas las tribus.
Pero esta vez no sabían interpretarlo. La visión estaba clara en su mayor parte, el enorme edificio catedralicio del cual surgían remos por ambos lados indicaba que las tribus debían emprender un viaje a otros territorios probablemente. Más allá de las montañas nevadas, que también aparecían en el sueño. A buen seguro los Espíritus también sabían de la escasez de la caza en los actuales territorios en los últimos tiempos, y querían que cruzaran la cordillera para buscar mejores zonas de asentamiento. Y que se llevaran consigo todo, por eso el edificio que aparecía era de altas torres y puntas, pues las tribus ornamentaban así los símbolos que erigían en honor de los Espíritus. Moverlos significaba que todo cuanto poseían las tribus debía de ser trasladado. Otra cosa en la que todos estaban de acuerdo es que este viaje debían de hacerlo todas las tribus juntas, pues en el sueño se veía claramente animales compartiendo el edificio. Y cada tribu tenía un animal que la representaba, la tribu del león, la del elefante, la de la ballena, la del pingüino etc
Nombres todos ellos derivados de muy antiguos acontecimientos que se perdían en la noche de los tiempos.
Pero faltaba una cosa, había un animal que salía en el sueño y que no tenía tribu ni relación alguna con ellas, el águila. Animal que además era el tiraba del barco en el sueño.Y era este punto el que  provocaba las fricciones, pues todos lo interpretaban de forma diferente.
Era temprano aún. Quedaban unas horas para que se reanudase el consejo, y Zaptec, el chamán de más edad de cuantos había en las tribus hacía rato que paseaba por los alrededores. Estaba inquieto, esa noche había dejado de tener el sueño, y eso no sucedía jamás hasta que no se llegaba al final del consejo. Por eso había salido a pasear para ordenar sus ideas, y la lluvia parecía haber querido castigarlo, arreciando sobre su cabeza justo en medio de su paseo, de forma tan torrencial, que no tuvo más remedio que refugiarse en un toldo pegado a una de las tiendas. No hacía ni un minuto que estaba allí cuando una carita se asomó por la puerta de la tienda, y al verle, una enorme sonrisa se pintó en ella y al instante un muchachuelo de unos 10 años se hallaba a su lado. Era Thualoa, su favorito.
"¿Que haces levantado tan temprano Thualoa?" dijo Zaptec mientras removía sus cabellos oscuros como la noche.
"Te esperaba" replicó el muchacho.
Zaptec sonrió "¿y eso?"
"Lo soñe anoche maestro" dijo muy serio el muchacho
Zaptec dejó su mano quieta, y miró al muchacho "¿que soñaste? le preguntó
"Eso mismo maestro. Soñe que vendrías por la mañana y me preguntarías algo" respondió Thualoa
"¿y que pregunta era esa hijo?" inquirió Zaptec.
"No lo se maestro. El sueño se terminó ahí" dijo Thualoa bajando la vista.
Zaptec levantó la cara del muchacho y sonriéndole le dijo "no te preocupes. ya lo recordarás. venga, entra que aquí hace mucho frío y yo voy a seguir mi camino".
"si maestro" respondió Thualoa dando la vuelta hacia la tienda.
Zaptec dio un paso fuera del entoldado, y al levantar la vista para comprobar las nubes que parecian haber aflojado la lluvia vió un pequeño claro, un pequeño agujero azul en el cielo, justo encima suyo. Y su mente actuó por él, y sin pensarlo, como un acto reflejo, se volvió a Thualoa preguntándole
"Thualoa, ¿quien es el águila"
El muchacho se paró en seco, se volvió, y con una enorme carcajada dijo "Hilouc, señor ¿quien va a ser?"
Zaptec tardó unos segundos en reaccionar, después miró a muchacho y le despidió con una sonrisa "gracias Thualoa, ya puedes ir dentro"
Después comenzó a caminar de vuelta a la tienda donde se celebraba el consejo.
Un par de horas después todos los jefes y chamanes se hallaban ya en la tienda y comenzaban de nuevo las discusiones sobre la interpretación del sueño. Zaptek se levantó, pidió silencio y cuando lo obtuvo habló:
"El sueño nos manda viajar a través de la inhóspita cordillera, el sueño nos manda buscar una nueva vida para todos más allá de las cumbres nevadas, el sueño nos dice que nos lo llevemos todo y nos llevemos a todos para el largo viaje hacia nuestro mañana. Y el sueño nos dice que el águila ha de guiar nuestra nave en esta travesía." hizo una pausa, y con un gesto ordenó a los guardias de la entrada que la abriesen.
Un joven alto y robusto hizo su aparición en la sala, y caminó hasta Zaptek que le esperaba con el brazo en alto.
"Este es Hilouc. El más fuerte de los guerreros jóvenes de mi tribu, el mejor explorador y el más certero cazador" se detuvo unos instantes mirando a los presentes " él es quien ha de guiarnos en esta larga travesía, él es quien ha de marcar el camino que recorramos"
Tomó por los hombros al muchacho y le obligó a darse la vuelta, a la vez que alzando la voz gritaba "porque ÉL ES EL AGUILA"
Y sus manos señalaban la oscura melena de Hilouc, negra como la noche, excepto por un enorme mechón triangular de color blanco y de pelo cano que tenía desde niño. Un murmullo recorrió la sala. Lentamente y uno por un,o todos los presentes se levantaron para certificar las palabras de Zaptek. "El Águila, los Espíritus han hablado, salve a los Espíritus"
El consejo había terminado por fin.

Notas de juego

No me ha dado tiempo a pulirlo nada. Pero lo importante es entrar en plazo !!!

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26/05/2013, 22:59
Orson Scott Card

Veréis, no recordaba mucho de cómo había llegado hasta allí. Era lógico y en su momento tenía sentido, pero el cómo nunca era importante. Lo importante es que había llegado a los pies de una inmensa montaña. Me dispuse a escalarla, sin tener ninguna clase de entrenamiento en la escalada ni temor a la caída.

Conforme subía, iba sintiendo cómo la temperatura descendía, los vientos se tornaban más gélidos y el aire me pesaba más en los pulmones. Sin embargo, no notaba el cansancio ni el sudor. Era curioso, pero estas cosas pasan.

Finalmente, empezó a nevar. Claro, en las cimas de las montañas nieva. De hecho, me pareció ver a un pingüino o dos con el rabillo del ojo. Así que, cuando alcancé la cima y puse un pie sobre la frondosa nieve, giré sobre mis talones y observé el mar de niebla que se extendía más allá del horizonte. ¡Qué maravilla! Pero… ¿dónde estaba el camino? Había subido a la montaña por un motivo… para ver mejor, ¿no?

Un momento… la universidad. En la cumbre había una gran universidad. Algunos podrían llamarla catedral, y estarían en lo cierto, pues era una catedral del saber. Una catedral inmensa con una cola de ballena como timón, claro… navegaba por las nubes y necesitaba un timón tan grande como una ballena. Y los remos para impulsarse por si se quedaban sin corrientes de aire… Y el águila como guía, un ave con una visión tan aguda que era capaz de dirigir El Saber a través de las nubes.

Después de admirar la estructura, me dispuse a entrar. ¡Cuál fue la sorpresa al encontrar guardianes en las puertas! Visto en perspectiva, casi parecía un sueño iniciático.

Los elefantes hablaron. Ni me lo cuestioné. ¿Qué buscas?, me preguntaron. Y yo les respondí.
Luego fue el turno de los leones. ¿Eres merecedor de entrar en este lugar?, rugieron. Y yo les respondí.
El rinoceronte abrió una puerta pequeña, no la grande como esperaba yo: la pequeña. Los monos gritaron, es lo que mejor sabían hacer.
Ya, por fin, entré. Mis pasos resonaron en las paredes vacías. Recorrí el espacio de techos abovedados durante una infinidad de tiempo (desde fuera no parecía que este lugar fuese tan grande). Hasta que al final, encontré una tortuga arrastrándose con lentitud. Me dirigí hacia ella y le pregunté por la biblioteca.

La tortuga me miró, como si comprendiese. Después, inclinó la cabeza:

-¿Para qué la quieres?

-Para encontrar la sabiduría -le dije, eufórico.

-Pedazo de mendrugo, la sabiduría eres tú. ¿Has llegado hasta aquí y no te has dado cuenta?

-Bueno, estamos en una universidad, en una catedral del Saber… Algo he de aprender aquí, ¿no? ¿No se trataba de eso?

-¿Y a mí qué me cuentas? Soy solo una tortuga que habla, fruto de tu imaginación.

-Se supone que eres un símbolo.

-Solo si tú quieres que lo sea. Las respuestas te las darás a ti mismo. No te puedo enseñar algo que tú no sabes. Yo soy tú. ¿Entiendes?
Empecé a escuchar unos ruidos muy fuertes resonando en el lugar y corrí a una ventana. A través del cielo vi dibujos blancos, como los de los aviones. Y el ruido no cesaba. Era insistente. Pesado. Cargado. Notaba presión en la cabeza.

Y desperté, en medio del aterrizaje, con los alerones de mi avión ya abiertos y el ruido del motor a todo trapo.

Y poco a poco empecé a olvidar.

Pero pensándolo bien… recuerdo una figura al fondo de la universidad, un hombre blanco, pálido… no, de color blanco, con ojos oscuros como el espacio, con estrellas y... ¿Quién sería?

Notas de juego

Ultimísima hora!!!

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26/05/2013, 23:38

Listas las historias, como siempre, tenéis para votar hasta el jueves a las 23

:)

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01/06/2013, 01:20
Lorelei Parker

Señales

Las mecedoras estaban afuera siendo acunadas por el fuerte viento que comenzaba a soplar desde el mar. Joaquín y su esposa, María, comenzaban a empacar, desde la casa. Miraban el paisaje con nostalgia y pesadumbre. Los tiempos pasados sí era mucho mejor. El hombre: canoso, con lentes redondos y pequeños, frente ancha y una barba incipiente pensaba en todo lo que había vivido allí. Su señora, una mujer unos cinco años menor que siempre usaba un rodete en el pelo plateado, no pensaba, su cabeza había hecho cortocircuito.

-No te apures, María.

Dijo él, tomando sus arrugadas manos con el inmenso amor que solo los años pueden otorgar. 

-Pero...

-No te apures. No vamos a llegar, ¿sabés? Lo que pasa es que los otros están corriendo, ¿para qué? No tiene sentido. No hay donde correr.

María dejó la maleta y se acercó a su esposo. Lo miró con sus ojos de almendra y una lágrima brotó mientras se fundían en un abrazo.

Porque no había dónde ir. El mar se estaba levantando y aunque para un alienígena pareciera un cuadro bonito, todos los terrestres sabían que era signo del final. Lo decían todos los diarios, los noticieros, los pastores en las Iglesias y los científicos en sus salas de trabajo. 

Primero el cielo se pondría de un color diferente, como si muchos pinceles se mezclaran y crearan un lienzo de otro universo. Las nubes se juntarían, desde la Patagonia Argentina hasta el norte de Alaska. Y Europa, y Asia, y ningún lugar podría escapar de lo que los religiosos podrían decir que era el sonido de las trompetas. Pues el asteroide que se acercaba a la Tierra en camino de coalición, el T456, podría ser interpretado de muchas formas. Más una era segura: el impacto no se podía evitar.

-Vayamos a sentarnos, María. Como hacíamos antes, ¿sabés? Vayamos a ver el mar.

-Tenés razón viejo. Tenés razón, total... ¿a dónde vamos a ir?

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04/06/2013, 23:22
Melpómene

La anciana se mecía lentamente en la mecededora mientras contemplaba al apuesto y músculoso joven que estaba frente a ella. Al joven que había pagado para que la hiciesen lo que nadie la hacía ya desde hacía mucho tiempo: escucharla. Había tardado cerca de un cuarto de hora en explicarle que no era sexo lo que quería de él, quería hablar.

El joven la miró extrañado pero un cliente era un cliente y siempre tenían la razon. Sentandose en la silla que estaba frente a ella, junto a la terraza abrió la boca pero la anciana levanto su fragil y casi transparente mano para hacerlo callar. Fue entonces cuando comenzó a hablar.

—A nadie le gusta hablar de la vejez. Oh si, oirás y verás en la tele muchos viejos activos siendo soeces, diciendo barbaridades y comportandose como adolescentes... incluso leeras sobre la muerte tranquila en la cama y de la sabiduria de los ancianos pero de la vejez real nadie habla. Hazme caso, he leido mucho, he vivido mucho, viajado y he visto muchas peliculas. No les gusta la idea de la demencia senil, de los babeos, la incontinencia o del olor a viejo. Si, lo se, los viejos olemos. Aunque nos pongamos perfume. Tengo la teoría de que es la putrefacción ¿sabes? No se, creo que las celulas o eso de lo que habla el canoso catalán en la tele no se regeneran, se pudren y por eso olemos así. Pero veo que no te molesta el olor o lo disimulas bien... Bueno, peores cosas habras hecho.

La anciana interrumpió su conversación para tomar un poco de agua y continuo hablando.— Si no ¿porqué nos encierran en estos sitios? En el fondo de su ser desean que muramos para no recordarles más que ellos acabaran igual. No me mires así, es la verdad, solo que su conciencia nunca les permitirá pensar siquiera en eso. Pero su corazón lo desea.

—No será para tanto...—contestó el moreno joven que la miraba algo incómodo.

—He vivido muchas cosas ¿sabes?—repitió— Ochenta y cuatro años dan para mucho: el hambre, la guerra, sufrir por amor (y quien no), la ocultación de mis sentimientos, la gente llamandome enferma por amar a una mujer, el matrimonio, el exilio de mis hermanos, la maternidad (si, me casé con un hombre que me amaba y que, afortunadamente, nunca supo nada de mis preferencias), la viudez... he sufrido mucho, como todos, como tu seguramente. Pero tambien he vivido buenos momentos— la mujer miró la sillas tras la ventana con anhelo.— Momentos que nadie quiere escuchar y que cada vez que comienzo a hablar me miran como si "la yaya estuviese tonta y contase batallitas"... bueno, si les hablase de mis preferencias si que me escucharian. Para escandalizarse, pero lo harían...—

—No veo nada malo, vivimos en el siglo XXI y la gente es liberal—trató de animarla el joven pasandola el brazó por encima del hombro, gesto que la anciana  impidió con un movimiento del bastón.

—No busco consuelo joven, sino oídos que me escuchen. Me hace mucha gracia eso que dices... Eso solo es verdad para los jóvenes. Como que me llamo Valentina que, si el sexo es un tabú para la tercera edad, la homosexualidad ni te cuento. Te contaré una historia...

Hace cinco años llegó a este hotel con "todo incluido" que apesta a desinfectante una nueva "inquilina". Era preciosa...bueno vale, tu no te fijarías en ella pero tenía los ojos de un bonito color aguamarina...y sus uñas, aunque algo machacadas por la edad eran perfectas. Sus hijos habían decidido dejarla para hacerla lo mismo que a mí. venir una vez o dos a la semana y al cabo de unos años olvidarse de ella.... Se llamaba Laura Maria, pero la llamaban todos Laura...

—Laura Maria....parece de telenovela mejicana

—Hijo, era la época. Yo soy Maria Valentina Fernandez de Ordoñez. "Eso" si que es telenovelesco". Pues bien...Laura y yo nos hicimos amigas, muy amigas. Lógico si te paras a pensar en la clase de gente que hay aquí. Al final siempre acabas haciendote más amigo de alguien que es tu pareja a la "birisca" o al dominó. La encantaba la "birisca." Pasabamos muchas tardes en esas sillas, charlando, tejiendo, riendonos... me encantaba, pero obviamente eso no es algo que se diga a una mujer de mas de 80 años. Entonces un día estabamos mirando una revista de cine y ahi estaba: Greta Garbo, la Divina

—¿Quien?

— Una gran acrtiz lesbiana, bueno bisexual que también iba con hombres, aunque le gustaban mas las mujeres. Deberías ver alguna pelicula suya, te recomiendo Ninotska

— Aha... entonces ella se confesó

— ¡Que va!— se río la anciana entre toses— se me escapó a mí. Dije algo así como que esa mujer era muy afortunada de poder haber estado con mujeres sin avergonzarse ¡y de haber tenido a la Dietrich entre sus brazos! y bueno...justo cuando yo me puse como un tomate y casí me orinaba encima, ella respondió... bueno— la anciana volvió  a ponerse roja— que quien quería a la Dietrich con alguien con unos tobillos y un pelo como el mio.

El joven prostituto esbozó una sonrisa, parecía que la historía le gustaba. Pero al fín y al cabo era su trabajo...fingir que otros le gustaban

—Mantuvimos una relación durante mucho tiempo...

—Pero vosotras teniaís...esto...

—Hijo, que tu si eres un chico del siglo XXI... dilo bien alto. Sexo. Pero no...mira...no es por falta de ganas ¿sabes? pero a estas edades no podemos bañarnos sin ayuda, imaginate de lo otro...Pero si hubo besos...y caricias...y amor... Claro que eso terminó el día que los celadores y enfermeras se enteraron y avisaron a la familia, claro. No me pusieron precisamente como la buena de la pelicula. Me insultaron y me llamaron arpía y bastantes cosas mas. Amenazaron con llamar a mi familia, cosa que me daba igual... solo que no hizo falta. Ellos lo prepararon todo para trasladar a Laura a otro geriatrico. No sobrevivió ni dos meses. Yo solo quería hacer punto a su lado y acariciar su muñeca—

La anciana se enjugó los ojos con un pañuelo de tela con una M y una L bordadas y el chico pasó su brazo por encima de su hombro. Esta vez la anciana no hizo nada por impedirlo y tardó unos minutos en recobrarse. Pero lo hizo. Cuando alzó de nuevo la mirada no había lágrimas en sus ojos.

—Bueno, ahora dime cuanto te debo y espero que el rato que he tardado en explicarte lo que quería no me lo cobres—dijo con una sonrisa triste— Pero me gustaría que vinieses cada semana...

El joven se levantó y negó con la cabeza. El aire del lugar le mareaba y le resultaba realmente desagradable y además el ambiente era sobrecogedor. Se sentía la muerte en el aire. Despacio se acercó a ella y se agachó a su lado:

—Valentina, hace usted honor a su nombre. No necesita pagarme...y por supuesto que vendré cada semana.

—Hijo, pero no me conoces y esto es un tra...

—No, escuche... Hoy me he dado cuenta de una cosa: de que jamás podré conversar con mi abuela como lo he hecho con usted. Ya no tengo esa oportunidad y escuchandola...bueno, me doy cuenta de que ya no está. Además, su vida parece interesante— añadió con una bonita sonrisa— Vamos, la llevaré a su cuarto.

Emocionada, la anciana se dejó ayudar por el joven, agarrando firmemente el bastón y el brazo del chico que la acompañaba a su habitación. Mientras se alejaban, el chico de dudosa reputación miró de reojo las sillas, ahora vacias que tanto amor habían mantenido sobre sus patas. Cuando ya se acercaban a la haitación escuchó los murmullos de la gente entre los cuales destacaba algún "invertida" o "viciosa"... y no todos de la gente mayor. También las enfermeras jovenes. Todos deseosos de contar su versión pecaminosa de la historia al chico. Entonces una voz se alzó sobre las demás.

—Valentina, que nieto tan guapo tienes... ¿Nos dejas charlar con él?

—No es mi nieto—respondió con bravura la anciana— es un chico de estos que tienen sexo por dinero. A partir de ahora lo vereís a menudo

"Valen", cielo. Lo dices como si fuese algo sucio— respondió el muchacho con la picardía que da las calles mientras besaba la arrugada y salada mejilla— Recuerda que a ti, no te voy a cobrar.

—Vamos a mi habitación, que voy a enseñarte mi Garbo— añadió la anciana siguiendole la corriente para luego susurrar en voz baja— vamos, que si tienes tiempo y ganas, nos vemos juntos Ninotska.

Notas de juego

perdón por el tostón.. pero es lo que me ha salido XD

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05/06/2013, 19:36
Orson Scott Card

Sillas vacías

Se levantó y se fue.
Así, sin más. Sin una sola palabra, ni una mirada. Nada.
Me quedé sola mirando la bella puesta de sol, como si se tratara de una despedida. Todo lo que habíamos construido juntos parecía quedar en el aire. Como si fuesen puntos suspensivos… ¿O tal vez un interrogante?
Busqué las respuestas en el paisaje de lujo que se extendía delante de mí. ¿Y mi futuro? ¿Qué hago ahora?
Y al girarme a un lado y ver la silla vacía, lo comprendí. Allí ya no hay nadie. Estás sola. Para bien o para mal, estás sola. Y tienes una playa inmensa delante de ti. ¿A qué esperas?, me dije. Ve a andar.

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08/06/2013, 16:46
Jules Winnfield

-¿Y qué es lo que dicen sobre mí allá fuera?-susurró Evyrin con un cierto temor en la voz.

-No mucho. Apenas sí saben de nuestra existencia. Algunos sueñan con nosotros…reminiscencias del nacer, lo llaman los sabios del consejo. Todas las criaturas que creamos las tienen, ya sabes. Las tuyas no sueñan mucho. Quizás debiste añadir más magenta.-contestó el metálico Vanerith.

Evyrin suspiró. No hay mayor tristeza para un artista que el que su obra pase desapercibida. Por supuesto, los demás Demiurgos conocían su obra, igual que él conocía las suyas, pero le habría gustado que sus propias criaturas conocieran y valoraran a su creador, y el regalo que les había dado al crearlos.

-¿Puedo verlos ya?-a un Demiurgo no se le permitía ver la evolución de su obra hasta que esta alcanzaba cierta madurez. El Dios sin Labios era tan estricto sobre esta norma, que no permitía siquiera que otros Demiurgos comentaran sobre la creación de uno de ellos delante de éste hasta que él así lo decretara.

Vanerith vaciló antes de contestar. El metal que componía su cuerpo se estremeció ligeramente, cambiando de un tono rosado a uno más amarillento.-Sí, si así lo deseas. El Dios sin Labios ha decidido que ha llegado el momento. Sin embargo…quizás debería advertirte sobre lo que vas a ver.-


La ovalada cabeza de Evyrin se volvió hacia su compañero. Sus grandes ojos se clavaron sobre el único visor de este. Había algo en la habitualmente monótona voz de Vanerith que indicaba que algo no marchaba como debía.- ¿Qué quieres decir?-

-Tus creaciones…la mayoría de fauna que creaste a tu imagen para su mundo, funciona tal y como la concebiste en tus bocetos…hay algunos fallos, claro, pero funciona. Los que no creaste a tu imagen, también, no siempre han avanzado tal y como hubieras deseado, pero por lo general no ha habido un desvío sustancial.-una pausa. El metal pasa de un color amarillento a uno violeta oscuro.-Sin embargo…tu obra maestra…-

-¿Sí?-preguntó Evyrin sintiendo un vuelco en el corazón. Llevaba milenios esperando oír de su obra maestra. Aquellos destinados a gobernar su mundo. Aquellos que serían una extensión de sus manos, de su mente. Ellos llevaban, más que ninguno de sus otros trabajos, parte de él en el corazón y en la conciencia. ¿Qué podía haber salido mal?

-Tú obra maestra…se ha desviado con respecto a lo que debería ser…El Consejo Mayor piensa que son demasiado…egoístas…estúpidos…aún cuando les diste la racionalidad…aún después de superar su fase animal siguieron matándose entre ellos…verás Evyrin, las cosas que se han hecho entre ellos…no te lo imaginas. Ningún Demiurgo pensaba que algo salido de nuestras manos podría causar tales atrocidades…no sin previa intención por nuestra parte.-

-¡Basta!-grito firmemente Evyrin.  No podía consentir que se dijeran tales atrocidades de su obra maestra. No podía aceptar, no podía siquiera creer las palabras de su compañero. Exageraciones. Envidia. Vanerith nunca pudo realizar una obra como la suya. No podía ni dar instinto a sus creaciones, sólo podía crear autómatas, fríos y sin alma. Él, en cambio, pintaba con la pintura que venía del bosque cuya semilla fue plantada por el Consejo Mayor en persona, creaba el sonido con el instrumento más noble jamás confeccionado por los Arlequines del Mundo Exterior, e infundía luz y vida con la luz filtrada por el cristal creado a partir del corazón de un titán muerto. Hasta el Dios sin Labios admiraba sus obras.

Tras un largo silencio, en el que Evyrin calmó sus nervios, este susurró-Llévame ante ellos-

Cuando un Demiurgo emprendía el camino que le llevaba a conocer sus mundos, las ventanas que daban a estos se cerraban, permitiendo que el artista tuviera cierta privacidad. Pero esta privacidad era limitada, pues alrededor de la puerta del mundo en cuestión, y una vez la había atravesado su creador, se congregaban cinco Arlequines del Mundo Exterior. Estos seres de enigmática belleza podían sentir en la distancia las emociones del Demiurgo en cuestión, y al son de estas emociones, emprendían una cautivadora danza alrededor de la puerta, danza que transmitía en cierto modo lo que el Demiurgo sentía. Los demás Demiurgos se reunían alrededor y observaban.

Con su túnica de gala, y un plumaje pintado especialmente para la ocasión, Evyrin atravesó el ovalado pórtico.

Aunque en el Jardín de los Demiurgos sólo pasaron unas horas, no era posible precisar cuánto tiempo pasó Evyrin en su mundo, pues el tiempo se percibe de forma distinta según en el pliegue en el que uno se encuentre.

Evyrin regresó al Jardín con la túnica desgarrada, cubierto de sangre, y con muchas menos plumas que cuando se marchó. Lo primero que vio ante él fue los cadáveres de tres de los cinco arlequines. Al parecer, estos se habían atravesado a sí mismos con largas espadas en el clímax de su danza. Los dos restantes se encontraban inconscientes. Uno de ellos se intentó arrancar los ojos a través de su máscara. El otro se había cortado el cuello, pero las Arañas del Mensaje comenzaron a curárselo en cuanto cesaron los bailes. No pudieron hacer nada por los otros tres, que murieron en mitad de la danza.

Nadie dijo nada. Todos sabían lo que debían hacer. Lentamente, todos los Demiurgos se retiraron, volviendo a sus talleres, aunque ninguno trabajaría ese día. Las Arañas retiraron los cadáveres. Sólo quedaron ante el pórtico los cinco miembros del Consejo Mayor y Evyrin.

Un largo silencio.

-Son…-comenzó Evyrin con voz quebrada.-Son…horribles. Es terrible. Las cosas que se hacen entre ellos…no sólo por supervivencia…son todo el mal necesario que tenemos que crear y todo el mal innecesario que nunca hemos creado…-el consejo continuaba impasible, con sus brillantes ojos clavados en el consternado Demiurgo.-Hay…algunas cosas…algunos de ellos son buenos…pero la mayoría están…son terribles…son egoístas…¿para qué les di raciocinio si la mayoría sólo lo usan para hacer más miserable lo que tienen alrededor?-Evyrin retrocedió unos pasos y se apoyó en el pórtico, mirando hacia el lugar que creó.-He pasado centurias entre ellos…había algunos que cumplían el propósito que les di…algunos estaban fuera de toda esa locura…usaban la cabeza como debían usarla…pero eran olvidados o asesinados. No avanzan. Sólo el temor absoluto a la muerte es lo que les salva. Cuando se ven acorralados, cuando no les queda más remedio, entonces cambian. Pero se las arreglan para hacer que un buen cambio acabe azotando a sus propios hermanos…-

Evyrin se llevó la mano ensangrentada a su destrozada túnica, y sacó una pequeña bolsita.-Al final, es más fácil encontrar en ellos la bondad en las pequeñas cosas. En esta bolsa, tengo las pinceladas y las semillas de esas pequeñas cosas. Y de aquellos que no se desviaron hacia la locura…Son muy pocas.-entonces se volvió hacia el consejo y suplicó.-Sé que puedo hacerlo. Puedo hacer que sean la obra con la que tanto soñé. Pero he de empezar de nuevo. Si lo hago en el mismo mundo ellos destruirán este bien. Y no puedo crear otro ahora que se lo que hay en este. No tengo fuerzas. No, he de borrar este error. He de…matarlos…a todos.-era una petición sin precedentes. La aniquilación de todo un mundo artístico era considerado una atrocidad hasta por el Demiurgo más amoral, por muy atroz que fuera el mundo en cuestión, y aún en este excepcional caso, seguiría considerándose una abominación. Y por ello, no fue sorprendente que el consejo compusiera con su música un largo y profundo “No”, que se llevó el viento poco a poco.

Sin embargo la moral de los Demiurgos, con su máxima representación en el Consejo Mayor, nada significaba para el creador de creadores. El viento se heló, la luz palideció, los consejeros se estremecieron y todo quedó cubierto por una finísima capa de hielo. De la pálida luz que se reflejaba en los cristales de hielo, una sombra luminosa ganó un contorno grandioso, pero apenas visible, que todo lo rodeaba, imposible de enfocar, apenas perceptible, pero que indudablemente estaba ahí. Y así fue como el Dios sin Labios se manifestó ante Evyrin y el Consejo.

Todos oyeron la voz silenciosa del Dios sin Labios en sus corazones. No con palabras, sino con sentimientos, todos entendieron lo que debían hacer. El mundo sería aniquilado, tal y como deseaba Evyrin. Pero no volvería a crear otro similar. Las semillas y pinceladas se almacenarían en la Gran Galería. Y nadie volvería a crear mundos racionales hasta que el Dios sin Labios lo permitiese de nuevo.

Después, la sombra desapareció.

Evyrin oiría para siempre en sus sueños los gritos de los millones de humanos a los que mató. Desde aquel día, nunca pudo realizar un mundo, una criatura, o siquiera un simple paisaje que no tuviera un reflejo de la profunda tristeza que tanto le quemaba.

Hasta que un día, Vanerith entró en su taller. Ese día, un color rojizo inundaba las brillantes placas. Cerró la puerta apresuradamente, y, sin decir palabra, se acercó y dejó sobre la mesa una sola semilla. Cuando los ojos de Evyrin la vieron, se abrieron tanto que las plumas de alrededor se tensaron de tal forma que parecían suplicar que los cerrase.-¿Cómo…?-comenzó a preguntar, pero Vanerith lo interrumpió.-No preguntes. –entonces simplemente comenzó a andar hacia la puerta.

-Gracias.-masculló Evyrin entre lágrimas. Vanerith suspiró y dijo-Ten cuidado, Evyrin. Todas las creaciones de un Demiurgo llevan algo de él grabado a fuego en sus almas. Su evolución viene fijada por lo que les hemos dado. Por lo que somos. Creo que antes de hacer nada, deberías preguntarte un par de cosas.-y entonces, salió del taller tan rápidamente como había entrado, dejando a un pensativo Evyrin tras de sí.

Notas de juego

Relato sobre la imágen de Tarumba.

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09/06/2013, 01:43
Gustavo Adolfo Bécquer

Era tarde. Muy tarde. El día había sido largo y difícil. Los párpados se le caían de puro cansancio. Pero aún le quedaba una cosa por hacer. Tomó en sus manos las esferas del arcoiris y las acercó a su pupitre. Extendió con sumo cuidado el tubo principal hasta que atravesó la ventana y su extremo se perdió en la oscuridad, para traer la esencia de las cosas. Tomó su paleta de colores y ajustó su posición en el pupitre para situarla bajo los pequeños conductos que venían de las esferas arcoiris.Luego se sentó. Suspiró. Colocó las cuartillas centradas en la mesa. Sacó su pincel del cajón y comenzó a dibujar. Su semblante se relajó por completo mientras repartía los trazos por la blanca lámina que tenía delante.
Cuando terminó, se paró unos instantes a observar su obra. Satisfecho, rebuscó en el cajón y sacó una lupa triangular que empuñó con su mano izquierda. A continuación buscó un pequeño hilo en el instrumento que llevaba colgado del cuello. Cuando lo tuvo entre sus dedos lo extendió lo suficiente para atar al otro extremo el pincel. Se concentró. Ahora venía la parte más dificil. Levantó despacio la lupa con su mano izquierda a la vez que trataba de captar los rayos de luna que se colaban por la ventana. Después dirigió la luz blanquecina hacia el dibujo y dejó que esta lo iluminara en toda su amplitud. Unos instantes y el dibujo cobró vida y comenzó a aletear. Con un rápido y certero movimiento su mano derecha colocó el pincel en el pico de la criatura, y al tocarla, un dulce sonido reverberó desde el instrumento de su cuello, a lo largo de todo el hilo, hasta el extremo
del pincel, la música entró en la criatura, y el pájaro cantó por primera vez. Luego voló por la estancia, picoteó un poco de comida, aleteó junto a los otros pájaros recien creados, y finalmente, tras un último revoloteo alrededor de su creador, todos salieron por la ventana cantándo una canción de despedida y se perdieron en la noche, camino de los mundos a los que estaban destinados.
Estaba exhausto. Agotado. Pero sonrió, dar vida siempre le hacía sentir bien. Plegó los tubos, volvió la esfera arcoiris a su esquina, ordenó su pupitre. Los rayos de luna se colaban aún por la ventana, y a lo lejos, recortadas contra la brillante luna, aún se podían percibir las siluetas de los pájaros. Su hacedor les dirigió una última mirada de despedida. Luego cerró cuidadosamente la puerta, y se fue a la cama.
Porque los dioses, también necesitan dormir.

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10/06/2013, 04:33

Pude meterme un rato y poner las historias para que las leáis y votéis. Yo voy a seguir intentando mantener la partida activa. Pero queda en pausa porque no sé qué va a pasar esta semana y no sé si voy a poder meterme. Pero como era solo ponerlas para todos, bueno, pude.

Si queréis id leyendo, si Dios quiere el jueves cuento los votos. Si no me veis ya sabéis por qué. 

Gracias chicos, por el aguante como decimos en Argentina cuando una tiene apoyo.

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23/06/2013, 21:25
Orson Scott Card

Repiqueteo rítmico, deslizantes gotas de otoño. Un té caliente y lectura amena: las mejores compañías. Sumergirte en otra realidad, placer.

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24/06/2013, 03:55
Lorelei Parker

Microrrelato 1

Atravesaré los caminos que surcan las hojas hechos de ríos de tinta y olas de letras. Déjame recorrer sus campos de papel y perderme allí.

Microrrelato 2:

Grulla, tigre, serpiente, jaguar, oso: mi alma se divide en sus partes. Soy todos ellos y ellos son mí ser fragmentado, dividido. Mi todo.

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24/06/2013, 20:09
Melpómene

micro-relato 1:

Golpear de la lluvia en los cristales
viejos libros en las rodillas
café caliente
amor
lectura
vida

micro-relato 2:

La vida es baile, la vida son sueños, la vida es una historia escrita en el papel del tiempo.

micro-relato 3:

Si existe algo mejor que leer en una tarde fría con la lluvía golpeando los cristales y una taza calentando las manos... ¡mostradmelo!

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27/06/2013, 13:41
Gustavo Adolfo Bécquer

Relato 1

La novela era absorbente,genial.Tomo tras tomo devoraba sus páginas.Pero las horas y el cansancio me vencían.Caía la noche y el bendito café me ayudó a terminarla.

Relato 2

Verano.Vacaciones.Maldita lluvia que nos encierra entre estas cuatro paredes.Menos mal que vine preparado.Les dejo.Mi café humea y tengo mi lectura esperando.

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28/06/2013, 09:40
Gustavo Adolfo Bécquer
Sólo para el director

Notas de juego

No me di cuenta de juntarlas ... igual mando alguna más .... juntalas al final tú si quieres por favor.

Nota de la Dire: listo, si luego agregas otra te la copio allí.

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30/06/2013, 23:28

Listo, recibí poquitas pero bueh :P tenéis para votar hasta el miércoles a las 23 horario del servidor.