Partida Rol por web

El Narrador de Cuentos

Las historias

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09/03/2013, 05:40

Aquí pondremos las historias que se vayan escribiendo para cada semana. Recordad que el largo no sea más de una carilla de word, aunque si os pasáis no pasa nada. Lo que sí es que el mínimo es de diez renglones. Menos de eso dudo que se pueda escribir nada, aunque nunca se sabe :)

CONCURSO 1 

La imagen de los elfos

(Finalizado)

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11/03/2013, 23:47
Melpómene

Por pedido de Rahel he sacado la historia y puesto el enlace a su blog en donde la tiene posteada. Estáis invitados a seguirla.

http://veintisieteletras.wordpress.com/2013/12/28/revisiones-del-flautista-de-hamelin/

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16/03/2013, 09:16
Elmer "don palabras" Mendoza

MITOS Y LEYENDAS DE LOS REINOS CAIDOS
 

-Aún recuerdo, aún puedo hacerlo, me sorprende el poder lograrlo aún después de tanto tiempo, sacudir las telarañas y soplar un poco el polvo de ese cacharro, sí de ese cacharro que suelo llamar cabeza… doy unos golpecillos a mi polvorienta cabeza e inhalo una larga bocanada de esa vieja pipa de maderas aromáticas mientras les hago algunos ademanes para que tomen asiento, frente de mí –y es que claro, hay cosas en esta vida que son imposibles de olvidar, cosas que marcan nuestras existencias de una forma tal!!! Exhalo todo el humo, un humo gris y espeso que no alcanza a ninguno de los escuchas simplemente sube hasta tocar y desvanecerse en las hojas de los árboles, continuaba hablando sin fijarme siquiera en aquellos frente de mí –tanto como el significado de ese cuadro, saben ustedes el porqué de esa pintura?, ese cuadro es la memoria para generaciones futuras de una gran historia de años pasados… ¿por dónde comenzar? Esta vez el humo que exhala se torna espeso, tanto así que incluso toma forma, lentamente este humo nos muestro todo aquello que el viejo narra.
La vida en este lugar era tranquila, le tierra era noble con aquellos que se prestaban a convivir con ella, para los elfos esto no era esto sino una bendición, para los seres como nosotros esta clase de vida es la perfección “el humo comienza a formar lentamente un bello paisaje de árboles frondosos, pastos espesos y pájaros que cruzan de una rama a otra sin contemplaciones” la vida en verdad era bella, pero como en todo ciclo de la vida, las cosas no se podían mantener así por siempre alguien rompió el equilibrio y las vidas de miles cambiaron radicalmente “el humo se torna en un gris más obscuro, el viejo sopla con más fuerza, ahora los árboles parecen estar en llamas y las ramas se agrietan y caen, en algún lugar se mira a un conejo correr… ahora también se vislumbra un camino” –la guerra siempre trae consigo dolor y sacrificio y ese cuadro pequeños míos es el doloroso camino que cada padre y cada madre debe hacer en esos tiempos, es el gran costo que conlleva poder seguir existiendo y habitando el lugar donde estamos “el humo se torna menos oscuro, esta vez parece estar vivo toma la imagen del cuadro y muestra a una madre despidiéndose de sus pequeños hijos” –en esas condiciones (carraspeo) es como perdí a mi padre, esa de ahí (señalo el cuadro) es muy similar a mi amada madre (mis ojos se tornan tristes) tampoco la volví a ver, (tomo un poco de aire para continuar mientras me acomodo de nuevo) mi hermana y yo crecimos huérfanos y nos convertimos en uno con la aldea, pocos años después fue nuestro turno de hacerle honor al cuadro, por suerte para mis sobrinos pequeños en ese tiempo su madre logro volver sana y salva, ese cuadro lo pinte para recordarle a todos que lo que hacemos lo hacemos para cuidar una forma de vida, para cuidar lo más valioso (mis ojos brillan y mi mirada va al cielo) –benditos aquellos que logran la felicidad permanente… mi mujer no logro regresar cuando fue su turno… mis hijos tampoco volvieron… con el paso del tiempo me quedé más y más solo, más y más triste… es por eso que me acerco hoy a ustedes para que tomen consciencia de su historia y de sus posibles futuros y se pregunten si vale la pena… miren a su alrededor esto es ya un yermo de tierra estéril, ¿a caso vale la pena cuidar este pedazo muerto de tierra?... aquel cuadro de humo se fue disolviendo al primer chiflón de aire junto con el regordete anciano; esa noche fue una noche de luna llena.
 

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16/03/2013, 16:26
Jules Winnfield

-¡Tía Lauren, tía Lauren, cuéntanos esa historia otra vez!-dijeron a la vez los dos hermanos. Habían llegado a la hora oncena de la mañana, como todos los Sabas, es decir, el sexto día del calendario de los elfos de las setas, y, como todos los Sabas a esas horas, recibieron con abrazos y babosos besos a su querida tía Lauren.


-Está bien.-dijo la tía Lauren con una sonrisa.-Sentaos.-ella se preguntaba cómo era posible que no se cansaran de esa historia. Al fin y al cabo no eran más que viejas leyendas.- ¡Víctor, más zumo!-dijo antes de sentarse con sus sobrinos. Tan pronto como acabó de pronunciar la frase, una criatura, parecida a los elfos, sólo que más alta, fea, y sucia entró en la brillante habitación. Llevaba unas cadenas alrededor del cuello, muñecas y tobillos, una máscara de hierro cubría su cara, y portaba una bandeja en sus manos, la cual tenía unos vasos con el rojo zumo en ellos. Lauren la cogió y la puso en el suelo e hizo un gesto con la mano para que la criatura abandonase la habitación. Cuando esta se marchó, miró a sus dos sobrinos, se sentó junto a ellos y comenzó la historia con voz risueña.


“Hace muchos años, la luz no provenía de nosotros, los elfos de las setas, sino de una enorme bola de fuego, allá en el cielo. En aquellos tiempos, grandes ciudades se extendían por el mundo, y extrañas máquinas discurrían por tierra, mar y aire. Cuenta la leyenda que los dueños de estas ciudades eran los humanos. Sí, los mismos humanos que nos sirven su zumo cada día. No me miréis así, ya sabéis que sólo son leyendas. Y además, lo habéis oído miles de veces. Oh, es igual.


El caso es, que entre esos estúpidos humanos, comenzó una guerra. Primero mandaron a sus soldaditos, y sus maquinitas, y el zumo cubrió las calles de sus ciudades. Luego lanzaron sus gigantescos pepinos de la muerte. De los pepinos surgieron las primeras setas. Y de las setas surgió un terrible veneno invisible para los humanos.


Pero, cuenta la leyenda, que de entre los humanos envenenados nació algo distinto. Nació el primer elfo. Sus orejas eran afiladas y un brillo dorado le cubría. El niño elfo, nadie sabe cómo ni por qué, consiguió sobrevivir a sus padres y a la guerra. Él fue el que descubrió que podía alimentarse del zumo de los humanos, y aprendió también que podía reproducirse con ellos. Se cuenta que tuvo muchos vástagos, los cuales crecían más rápido que los de los humanos. Poco a poco, los elfos de las setas se extendieron por el mundo, pero siempre escondidos, en las cuevas que los humanos construyeron bajo sus ciudades.


Cuando las guerras acabaron definitivamente, el cielo quedó cubierto de nubes, sumido en la oscuridad. Entonces quedaban muy pocos humanos, y si estos morían el zumo dejaría de fluir hasta nuestras gargantas. Fue entonces cuando los elfos de las setas surgimos de nuestros escondites, trayendo luz al mundo de nuevo, y dando paz de nuevo a los humanos. Ahora, ellos están contentos de servirnos su zumo y de cuidarnos. Detrás de las máscaras de hierro que les ponemos siempre están sonriendo, ya lo sabéis.


Y así, niños, es como los elfos de las setas trajimos la felicidad al mundo.”


-¿Ocurrió realmente, tía Lauren?-preguntaron al unísono sus sobrinos. Lauren sonrió. Siempre le preguntaban lo mismo.-No son más que cuentos, pequeñajos. Y ahora a la cama.-


Tras acostar a los niños Lauren, se sentó en el suelo de su salón. Hambre. La habitación no tenía ningún tipo de iluminación, pero la elfa, como todos los de su raza, emitía un intenso brillo dorado. Hambre. Su mirada estaba perdida. Hambre. Cada día más. Y cada día había menos zumo. Se levantó y salió de la casa. Comenzó un largo paseo por los bosques. Tomó rutas que sólo ella conocía, pues de entre todos los hijos que tuvo su padre, sólo a ella le contó la verdad. Le contó donde nació él y por qué nació. La verdad fue insoportable para Lauren, y en un arrebato de rabia lo mató. Aún recuerda su zumo fluyendo por su garganta, cubriendo el suelo y las ropas de su venerado padre. Y le repugnó ver que su zumo y el de los humanos eran prácticamente iguales.


Era una bella imagen ver a la mujer elfa caminar por el bosque. Allí por donde pasaba quedaba cubierto por una luz dorada que se reflejaba en las hojas de los árboles de colores. Se movía con gracia, pero un brillo animal se adivinaba en sus ojos. Una pasión que la dominaba.


Al cabo de un rato, llegó finalmente al claro donde su padre nació. Antes había una casa allí. Ahora sólo había unas pequeñas ruinas.


Lauren caminó hacia ellas, evitando los cráteres cubiertos de hierba e iluminando la noche eterna con su brillo dorado. Buscó la trampilla que daba al sótano de la antigua casa. Y, como cada noche, la encontró. Bajó por las escaleras, sonriente. Escuchó los murmullos de los enmascarados humanos y sonrió aún más. Se relamió sus afilados dientes y avanzó hacia a uno de los asustados hombres que estaban encadenados en la pared. Su reserva personal.


Se acercó a su cuello, y, con dulzura, bebió su zumo.

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16/03/2013, 23:53
Gustavo Adolfo Bécquer

 

Incontables habían sido las taras en su camino. Imposible de contar, los caídos en la guerra.

Aquellos que dieron su vida por las tierras de Eleandor serán recordados como héroes. Sus cuerpos exánimes, derrotados, viajan en carros hacia el camino de la despedida.

Resultaron victoriosos de una guerra en la que todos perdieron. Y aun así, sus rostros congelados, sin lágrimas, recordaban a los que descansaban en aquella alejada villa una encarnizada batalla contra el azote final del mundo.

Los cascos de los caballos retumbando en los caminos de piedra. Los sollozos de las mujeres, y la duda de los niños, que buscaban entre los supervivientes a sus padres, invadían una escena en un día soleado.

El quejido de los heridos, mientras eran asistidos en las campañas. Los gritos de dolor de aquellos que perdieron en la batalla mas que su honor: Su familia. El pesar de aquellos que se perdieron eventos importantes de la vida de aquellos que realmente importan.

Los que llegaban ahora, en el final de la tenebrosa travesía, eran varios hombres escoltando un carro decorado con milhojas, y dos velos que no permitían ver su interior.

La expectación se volvió mayor. Y en ese mismo instante, la compañía se detuvo.

Dos niños corrieron a ponerse en primera línea. Con lágrimas en los ojos, esperaban a ver a quien salía de su interior.

Descorrió el velo una bella mujer ataviada en vestimentas ceremoniales. Su cabello rubio, sus ojos celestes, pero sobre todo sus ropajes, la hacían inconfundible.

La reina Qui´bel. La mujer por la que había sido iniciada la guerra. El escudo de su tierra, el alma de los caidos.

Y fue esta quien dio sus primeros pasos, con la cabeza gacha, arrepentida. En ese mismo instante, los que se encontraban allí, ardieron en vitores.

Ella hacía que todo aquello cobrara un sentido. Humildemente asintió con la cabeza, mas sus ojos se llenaron de lágrimas cuando consiguió ver a aquellos dos chicos que había pensado no volvería a ver nunca mas.

Pareció detenerse el tiempo. Los dos chicos, dubitativos, se fueron acercando a ella, quien sonriente, rompió a llorar. De cuclillas, extendió los brazos. Y la tensión se liberó.

Los dos niños fueron a parar a sus brazos, para fundirse en un abrazo eterno....

La luz había vuelto a Eleandor. Estaban a salvo.

La guerra había terminado, y entre vitores y aplausos, aquel evento quedaría siempre recordado por generaciones y generaciones. Los vientos volvían a soplar a favor... Y el mundo era un lugar seguro, una vez mas.

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17/03/2013, 09:37
Oscar Wilde

- Este sitio me asusta, Nastya.
- No te preocupes, Gricha, todo va bien...
"Todo va bien", me ha dicho, pero he notado cómo su mano apretaba aún más la mía, se ponía de puntillas para intentar ver algo entre la muchedumbre y fruncía los labios y el entrecejo, frustrada al no encontrar lo que buscaba.

No puedo evitar que se me contagie su mal disimulada desesperación. Nastya cambia continuamente su peso de un pie a otro, nerviosa, y eso me acelera el corazón. Bueno, eso y los monstruos que pasean a nuestro alrededor, riendo y fingiendo no vernos.

- Nastya, ¿por qué Rozaliya Mijailovna nos ha dejado solos aquí? ¿Es que ya no nos quiere?
- ¡No digas bobadas! Dijo que mamá estaría aquí, no tienes que preocuparte... ¡y deja ya de rascarte las orejas, que se te van a caer! -Me amenazó histérica. A mí esas amenazas me aterrorizan, así que dejé de rascarme aunque me picaban un montón.

Rozaliya Mijailovna es la hija mayor de mi padre. Vive con nosotros y es muy buena, aunque a veces pierde la paciencia conmigo. Creo que es un hada. Se pasa el día de un lado para otro, con su bolsito repleto de libros y otros cachivaches extraños, seguramente llenos de poder mágico. Se está esforzando mucho para ser institutriz, creo. Mamá dice que es normal, que lo lleva en la sangre. Yo, sinceramente, no he visto nada raro en su sangre. Pero sé que lo que ella querría ser es patinadora. Me encanta ir a patinar con Rozaliya Mijailovna, patina tan bien...

De repente, tengo que dejar de pensar en Rozaliya porque escucho a uno de los monstruos gritar. Doy un respingo. El grito ha sido tan espeluznante que he notado un escalofrío por la espalda. Me agarro al brazo de Nastya con ambas manos. Cuando me giro en dirección al sonido, veo que el monstruo se aproxima a gran velocidad hacia nosotros. Es imposible evitarlo. Lleva un traje hecho de trozos de tela distintos y escogidos sin mucho gusto y tiene una cara fea, verde, verrugosa y de boca ancha. Se me escapa sin querer un gemido. En cambio, Nastya permanece inamovible... ¡es tan valiente! Me escondo tras ella.

- ¡Gricha! ¡Me vas a destrozar el vestido! -Murmura entre dientes.
- ¡Pero qué niños tan guapos! ¡Si están para comérselos! ¡Ven, Svetlana! ¡Mira qué niños tan guapos! ¿No te los comerías?

Otro monstruo se da la vuelta hacia el primero y se acerca. Éste tiene orejas puntiagudas, como las de un gato, y hasta bigotes y cola. Agarro con más fuerza el vestido de mi hermana.

- ¡Ah! Sí... -dice el segundo monstruo con una sonrisa terrorífica- son los hijos de Ekaterina Arkadievna.
- ¿En serio? ¡Qué mayores y qué guapos! -Responde el primer monstruo mientras pellizca la cara de Nastya. Nastya sonríe durante un breve instante-. ¿Y cómo se llaman estos duendes?
- Yo soy Anastasiya Mijailovna, señora. Y éste es mi hermano, Grigorij Mijailovich. Discúlpelo, es que es un poco tímido.
- Ya veo... -dice el monstruo de cara de sapo ensanchando su bocaza-. ¿Cuántos años tienes pequeñín? -Pregunta apoyando su asquerosa pata de rana sobre mi cabeza. Noto mis labios temblar involuntariamente. No puedo creer todo lo que está pasando. Me siento abandonado por mis hermanas y mi madre está perdida en algún sitio entre esta manada de monstruos. ¡La conocen! Seguro que le han hecho alguna maldad. Soy incapaz de contener el llanto, aunque lloro muy bajito, para no atraer la atención de más monstruos.
- No llores, Gricha... lo siento es que... es que es muy pequeño y no está acostumbrado a estar sin nuestra madre. Va a cumplir tres años el próximo mes.
- Pero no llores, criatura -ronronea el monstruo gato-. Natty, le estás asustando. Hija, con esa cara que no te extrañe.

- ¿Saben dónde está mi madre? -Pregunta Nastya. Sé que sería capaz de plantarle cara a todos los monstuos de la gruta ella sola, pero ¿y si ya es demasiado tarde para mi madre?
- ¿Ekaterina? Pues... -el monstruo sapo se vuelve hacia el monstruo gato- ¿la has visto tú?
- Aún no ha llegado -dice el monstruo gato con un poso de pesadumbre y negando con la cabeza-. Tuvo un accidente con Dolenka y tuvieron que ir al hospital.

Nastya, hasta ahora impertérrita, se estira mucho al oír las últimas palabras de la conversación entre los monstruos. Noto sus músculos tensarse a través del fino vestido de muselina roja.

- ¿Le ha pasado algo a mi madre? ¿Está bien?
- ¿Con Dolenka? ¿La bruja? -Dice el monstruo sapo sin inmutarse un ápice por las preguntas cargadas de angustia de mi hermana. Señala discretamente a un extremo del salón, donde hay, efectivamente, una mujer vestida de negro con un gorro picudo y una escoba de rafia basta. Su nariz es grotescamente grande y su piel no tiene un color natural. Además, no sabría decir de qué color es exactamente, porque la luz de la gruta se ha atenuado e ilumina caprichosamente aquí y allá, haciendo nacer sombras fantasmagóricas por doquier.
- Pues sí, la misma -contesta el monstruo gato extrañado-. Vamos a ver qué ha pasado. Vosotros quedaros aquí, niños... vamos a preguntar por vuestra madre.
- ¡Pero...!

Se marchan, dejando a Nastya descompuesta y con la palabra en la boca. La bruja ha secuestrado y malherido a mi madre. Veo cómo se ríe con otras dos brujas y se da la vuelta para recibir al monstruo sapo y al monstruo gato. Los abraza y les muestra unos harapos con restos de sangre en su mano. Continúan hablando entre ellos un buen rato y después se vuelven los tres hacia nosotros, sonriendo con malicia. Se me hace un nudo en la garganta. Nastya está reteniendo las lágrimas y su cuerpo se estremece con emoción contenida.

- Mamá no está aquí... -es lo único que puede decir antes de que se le caigan de los ojos dos lagrimones enormes. Mi último consuelo, mi pilar de seguridad se desvanece, y ya no tengo motivos para ocultar el llanto. Lloramos los dos, apretados entre nosotros. 

Como compadeciéndonos, una pequeña orquesta de saltamontes gigantes comienza a interpretar una música lúgubre. La horda de monstruos ejecuta unas danzas infernales, sin ninguna armonía entre ellos. Parece que se han olvidado de que estamos allí. ¿Cómo vamos a volver a casa?

- ¡Gricha! ¡Nastya! -Dice alegre una voz familiar, gritando para hacerse oír entre el ruido.
- ¡Mamá! -Grito yo también, lleno de felicidad. Nastya y yo corremos a abrazarla.
- Mis tesoros... ¿por qué lloráis? Perdonad que haya llegado tan tarde, pero una compañera de la oficina se cortó con unas tijeras y fui a llevarla al hospital. Uf... qué incómodos son estos guantes. Gricha, se te han caído las orejas. ¿Estáis disfrutando de la fiesta de disfraces? ¡Rozaliya ha hecho un trabajo estupendo con los vuestros!

Muerde un dedo de sus guantes y tira de la mano hacia afuera para liberarla. Noto su caricia reconfortante en el pelo. Sus dedos suaves peinándome. Me coloca las orejas de poliexpán en su sitio y me da un beso en la frente. Sus ojos azules me miran con su paz habitual. No me podría sentir mejor ni más seguro.

- ¿Nos vas a contar cómo te has escapado de la bruja? -Le pregunto muy intrigado. Mamá nos lleva a cada uno de una mano y me mira sorprendida.
- ¿Bruja? ¿Qué bruja?

Notas de juego

ION

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17/03/2013, 12:04
Stieg Larsson

El miedo era la única compañía que habían tenido durante un tiempo que parecía una eternidad. Solos en una oscuridad que no tenía fin, sin encontrar a nadie en su camino, sin nada que aguardar, sin nada que ofrecer. La velocidad, la luz, el choque. Esos eran los últimos recuerdos que conservaban, pero incluso éstos se esfumaron a medida que se imponía el silencio. Hermano y hermana, juntos en una misma oscuridad, tan profunda que ni siquiera son capaces de reconocerse entre ellos.

Hasta que por fin, una voz rompió con todo:

- Luz

Como invocada, se abrió paso hasta ellos, derrotando al miedo. Y apareció una figura mágica, llena de serenidad, de rostro bondadoso y cabellos de plata. Les tendió la mano, por fin estaban a salvo, y ellos se quebraron en lágrimas hasta llegar a ella en abrazo. Aquella figura que se aparecía en sus sueños más hermosos y felices, los acompañaba también en su fin. No era sueño ni ilusión, tan solo una guardiana que se aparecía en sus sueños para velarlos hasta que llegara el momento. Quizás temprano, pero jamás estarían solos en la eternidad.

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17/03/2013, 17:11
Sherezade

El atardecer va cayendo sobre el bosque, inundando la escena con su luz anaranjada. El sol se oculta entre los árboles léntamente, el viento susurra entre las hojas y los seres nocturnos van despertándose para una nueva noche de vida y aventuras.


En lo más profundo del bosque, las luciérnagas se preparan para una nueva velada dando luz al mundo. Slig, nuestro protagonista, acaba de llegar a su casa, dentro del pequeño hueco en la corteza de un árbol. Sus hermanos pequeños corren hacia él para desearle suerte en una nueva noche dando luz al bosque, lo que no saben es que Slig les tiene preparada una sorpresa que jamás olvidarán.


- ¡Suerte esta noche hermano! -Le dice Luzy la pequeña de los tres.
- ¿Suerte? -Le contestó Slig mientras reolvía su pelo sedoso -Deseate suerte a ti misma, hermanita ¡Porque esta noche me acompañareis!


Sus hermanos comenzaron a saltar emocionados, a abrazarse entre ellos, abrazar a Slig tan fuerte que casi caen todos al suelo, mientras lágrimas de alegría corrian por las mejillas de las pequeñas luciérnagas. Y es que no es normal que a luciérnagas tan pequeñas les dejen alejarse mucho de su tronco por las noches. Pero esta noche era especial y Slig había decidido darles una sorpresa y llevarles a ver una curiosa fiesta humana que se celebraba todos los años por esta fecha. Una fiesta llena de música y colorido que sus pequeños ojos amendrados jamás ovidarán.


Volaron durante varios minutos, en un viaje un poco largo para sus alitas pequeñas. Slig llevaba a cada uno de sus hermanos cogido de una mano. Sus ojos como platos mientras cruzaban un bosque que nunca habían tenido de oportunidad de explorar lo suficiente. Pasaron el bosque, cruzaron algunos campos de cultivo hasta que llegaron al conjunto de pequeñas islas que forman la famosa ciudad de Venecia. Y mas allá el mar, azul y oscuro. Vestido de gala , un enorme manto bordado con los surcos que dejan las góndolas adornadas para el carnaval. Las estrellas se reflejaban como si diamantes cosidos a su superficie fueran.


Y Venecia ¡Que contar de Venecia! Los canales bullían de actividad. Góndolas que van, góndolas que vuelven, llevando a sus habitantes a los lujosos palacios donde se celebraban voluptuosas fiestas privadas. Y las calles llenas de color, ciudadanos disfrazados de toda guisa, sin distinguir al rico del pobre, al cura del militar, al honorable del villano. Todos bailaban al son de la música. La plaza de San Marcos bajo la atenta mirada del apostol bailaba al mismo son. Los niños corrian con sus máscaras, las jovencitas paseaban en grupo mientras sus abanicos lanzaban velados mensajes destinados a cada uno de sus admiradores. Los jóvenes se armaban de valor, amparados por el anonimato que solo esta noche puede proporcionar, para deslizar mensajes en las manos de sus enamoradas.


Y nuestras pequeñas luciérnagas bailaban entre ellos, al son de la música, corrían por delante de los niños, siguiendo sus juegos. Inspiraban a enamorados con su simple presencia. Patinaban sobre la superficie del mar y colaboraban con su luz al festival de luz y color que era la noche.

Casi no se dieron cuenta cuando el sol comenzó a salir por oriente. Muchos habían marchado a dormir y algunos aún seguían bailando, pero nuestras jóvenes luciérnagas, cuyo bautizo con el mundo había sido tan espectacular, estaban cansadas. Volvieron a su bosque medio dormidas. No recuerdan como llegaron a su diminuta cama, dentro del pequeño tronco que era su hogar, pero eso da igual, porque lo que nunca olvidarán fue aquella noche mágica, cuando vivieron la magia del carnaval.

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17/03/2013, 18:03
Truman Capote

Corrían hacia mi. Mis queridos hijos. Todos llorábamos. Aunque los notaba como distantes. Sus caras las veía borrosas. No notaba el roce de su piel. Ni el calor de sus abrazos. Sólo los veía en el fondo de mis párpados. Entonces abrí los ojos. Y aunque fue una milésima segundo, una parte pequeña de un segundo en la que vi como el gran hacha de la ley de los elfos acercaba su filo a mi cuello y lo separaba del resto del cuerpo. No recuerdo bien cuando dejé de ver la realidad, cuando se fusionó con la ilusión de mis pensamientos, cuando todo se volvió negro...

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17/03/2013, 20:52
Orson Scott Card

Se hacía tarde. Era bien entrada la noche y aún se escuchaban a lo lejos la música, las risas y el crepitar del gran fuego. El pueblo seguía de fiesta y bailaba. Se acababa el verano. Me deslicé en silencio hacia la cabaña. Me había despedido de mis amigos, de mis numerosos tíos y tías, de los abuelos y los ancestros.

Necesitaba un rato a solas para despedirme de mi vida. Cuando regresara todo habría cambiado. Todo, empezando por mí.

Ya eres mayor, dijeron un día. Es la hora.

Yo no había notado ningún cambio perceptible, pero las estrellas no engañan. Y las hojas de los árboles al llegar el otoño no mienten. “Es la hora” era una certeza.

Vivimos en árboles y en comparación con otros seres, se diría que somos muy menudos. Pero no nos ven, no porque seamos pequeños, sino porque quedamos pocos y porque los humanos ya no se acercan a los bosques. Nos llaman cuentos, leyendas, fantasías. Vestimos hojas y cortezas de los árboles. Nuestro hogar, el árbol en el que habitamos, nos provee de todo lo que necesitamos. Y, a cambio, nosotros lo protegemos. Somos los guardianes invisibles de los árboles.

Pero cuando llegamos a cierta edad, debemos abandonar “el nido” durante un año y un día. Iba a ser duro. Dentro de unas semanas llegaría el frío. Tenía que buscar una buena madriguera y reunir nueces y frutas y raíces para pasar el invierno. Cuando fuera primavera podría explorar otros lugares.

Estaba tan inmerso en mis pensamientos que no les oí llegar y se me echaron encima. Los dos pequeños de la casa: mis hermanos, N’aelda y Okartzi. Los que más me echarían de menos. Los que más me querían. Yo era su mundo, su ejemplo a seguir. Creo que en el fondo no alcanzaban a comprender por qué me marchaba durante tanto tiempo. Las razones poco importaban para ellos.

Les abracé fuerte. No quedaban muchas palabras que no nos hubiésemos dicho ya. No tenía sentido que les dijese que no hicieran enfadar a nuestros padres o a los mayores; lo harían, eran demasiado traviesos.

Sed felices, dije en cambio. Era la hora.

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17/03/2013, 22:55

CONCURSO 2

Imagen del Zorro y del Caballero

(Finalizado)

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23/03/2013, 03:33
Gustavo Adolfo Bécquer

 

El corazón dolía con cada paso, como mil agujas que atraviesan una frágil barrera hecha de carne. Ya habían pasado doscientos setenta y cuatro días desde su marcha de los tiernos brazos de su amada: Doscientos sesenta y cuatro días sin que su corazón parara durante un instante, conmovido, mientras quedaba, sin querer, atrapado por la mirada de aquellos iris color amatista. Casi un año desde que sus caminos tuvieron que separarse, quizás para siempre.

Su misión, quizás, jamás terminaría. Quizás hallara la muerte intentando encontrar la esperanza para su pueblo. Los días parecían mas largos, las noches parecían mas frías sin el contacto de su piel... Mas no podía detener su lucha. No podía simplemente fallarse a si mismo. Debía seguir andando, apostando por un futuro mejor.

Desfallecido, hambriento, con sed y cansado, buscó cobijo ante las poderosas arremetidas del viento. Ni siquiera sus vestimentas conseguían protegerlo de aquello, pero no era su cuerpo, sin embargo, el que se encontraba mas dolorido.

Era su alma.

"¿Estará bien?" Aquel era el pensamiento que cruzaba en su cabeza cada mañana al despertarse, mientras la luz del alba iluminaba su rostro. "¿Se acordará de mi?" "¿Y si no vuelvo?" "¿Conseguirá enfrentarse sola a un mundo que cada vez es mas hostil?"

A veces, incluso los hombres mas fuertes caen ante heridas, heridas que no pueden verse.

Y mientras recorría ahora unas ruinas, en busca de algo que llevarse a la boca, dejándose guiar por el sonido reverberante del agua en algún lugar cercano, encontró una grieta por la que colarse al interior de una edificación. Era de noche, y apenas podía verse su alrededor, pero allí pudo lavarse y tener, por primera vez en todo aquel tiempo, techo sobre su cabeza.

Se dejó caer en la hierba. Podía ver entre los huecos de aquella construcción las estrellas, que parecían dejar una estela a seguir, como pequeñas luces en un oscuro firmamento.

Mientras se dejaba llevar por el sonido de las cascadas que se encontraban en algún lugar cercano, contó estrellas, y se preguntó si, por alguna casualidad del destino, ella estaría, ahora mismo, mirando el cielo, pensando en él. Tal y como él estaba haciendo.

Finalmente, cayó rendido en un profundo sueño.

-----------------------------

La luz se filtraba por aquellas ruinas, bañando su rostro en tonos ocre. Sus ojos se encontraron, directos, con un espectáculo que le hizo sonreír. Y es que todo a su alrededor..

..Era vida...

Aquella luz que se filtraba permitía ver el interior de aquel mágico lugar. Las cascadas caían a su alrededor, y él, que tan cerca se encontraba del agua, caminó hacia el último rincon donde la tierra llegaba ante tal espectáculo.

Allí, en lo alto de una piedra, clavó su espada, mientras, sonriendo, dos lágrimas recorrían sus mejillas.

Quizás no era todo tristeza. Quizás merecía la pena luchar por un futuro mejor. Quizás, un día, el mundo sería ese paisaje: Algo tan hermoso, tan pacífico, y a la vez, tan lleno de vida...

"Ojala ella estuviera aquí" Pensó para si. Y se imaginó abrazándola, en aquel mismo instante, mientras el rumor de las pequeñas variaciones en el agua tan cercana a el dibujaban una melodía que lo transportaba a un maravilloso lugar.

Respiró profundamente, y asintió con la cabeza.

-Se que muchas veces he estado a punto de desfallecer. Casi me rindo. Pero juro, desde hoy, y para siempre, que lucharé por que mi vida contribuya a hacer del mundo un lugar mágico, justo, y lleno de vida. Este lugar será mi testigo...

Dicho lo mismo, buscó y encontró una rama, cercana al lugar. Se agachó a recogerla, y la clavó en el surco que había creado con su arma. De ella, entonces, colgó la túnica que llevaba en su haber. El rumor del viento provocó que ondeara, y volvió a sonreír. Tomó aire de nuevo, y se dio media vuelta, recogiendo la espada y colocándola en un sitio seguro...

El mágico lugar fue quedando atrás aunque en su mente, durante cada día de su vida, permaneció como un recuerdo vívido.

Así, el guerrero siguió su camino, renovado, feliz, y motivado. Había encontrado allí el descanso que necesitaba.

Notas de juego

¡La de esta semana!

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23/03/2013, 19:55
Lorelei Parker

El zorro y el desierto.

La pequeña criatura asomó su cabeza desde detrás de unas rocas justo para ver a los turistas que habían venido a visitar este paraje desértico. Eran dos hombres de unos veinte y tantos vestidos con colores chillones, shorts cortos y zapatillas. Uno de ellos, el más alto, tenía un gorro marrón sobre su cabeza que lo protegía de los rayos del sol.

-Mike, ¡hey Mike!- dijo el más bajo, -mira allí, debajo de las rocas. Está asomando una Crotalus scutulatus.

El otro hombre sacó unos binoculares, de una mochila color caqui, bien gorda de provisiones y artefactos y se los puso para ver mejor a la serpiente amarronada que se movía en un pequeño sector de sombras.

-No, no. Ben, yo no creo que sea. ¿Ves los dibujos que se forman en sus escalas? No corresponden. Me parece que no...

Ben se sintió algo ofendido de que se ponga en duda su palabra y pidió los binoculares. A todo esto, la pequeña criatura peluda salió de su escondite. Se acercó a los dos hombres y olfateó el aire.

-Heyyy!! Mike, pero mira a esto. - el hombre bajito estiró una mano con la esperanza de hacer contacto con el pequeño zorro.  Era un animalito bastante pequeño, más que un perro chico; sus orejas eran muy grandes lo que le daba un aspecto simpático a más no poder. Tenía una cola espesa y el color de su lomo era dorado, como las arenas del lugar.

-No lo toques, Ben. Es un animal salvaje. Aunque podemos sacarle una foto.

-Una foto es lo único que tendrán- dijo el zorro y los dos hombres se quedaron mudos, como si el viento del desierto se hubiera robado sus palabras.

-... creo que nos estamos insolando, Mike.

-No.- contestó el zorro. -Sólo les advierto del futuro próximo. En él, nosotros, las criaturas de la Tierra, seremos sólo un recuerdo. Cosas que apareceremos en fotos, en cámaras, en estatuas y dibujos pero nunca más en la realidad. Usen el conocimiento de tales cosas. Ayuden a que eso sea sólo un futuro alternativo y no el real. No me olviden, pues soy un mensajero. Soy más que un zorro en el desierto.

El animal desapareció de las miradas de esos hombres. Se fue en un pestañear, como si nunca hubiera existido. Muchos años pasaron y Ben y Mike trabajaron arduamente en la defensa de la naturaleza. Uno de ellos incluso formó parte del gobierno, al que dotó de un grandioso departamento de ecología y medio ambiente.

Pero aún conservan la humildad de esos años y todas las noches hacen una plegaria silenciosa.

Piden que el mundo nunca conozca ese futuro siniestro. Piden que siempre que quieran ver a un zorro puedan volver al desierto,; que para ver a un tigre, a la selva. Pero sobre todo que jamás, nunca de los nuncas, de esta hermosa naturaleza sólo quede una simple foto.

Fin

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26/03/2013, 22:33
Melpómene

RELATO 2

Por pedido de Rahel he sustituido el relato por un enlace a su blog para que lo leáis allí n.n

http://veintisieteletras.wordpress.com/2014/04/20/una-visita-inesperada/

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29/03/2013, 09:22
Elmer "don palabras" Mendoza

-Se dice que las civilizaciones sin excepción al llegar a su cumbre están destinadas a desmoronarse, suena ilógico, pero si se mira más de cerca se podría dar uno perfecta cuenta de que en verdad son víctimas de ellas mismas, de ese crecimiento escalonado pero grande y es que una vez llegado su límite lo único que resta es bajar, todo en exceso es malo inclusive la prosperidad…  ¿qué hace avanzar a una civilización? Terminó por soltar esperando que alguien respondiese.
-¿la guerra? Se escucho una vocecilla tímida y muy dudosa, -por supuesto respondió una voz ronca con mucha seguridad gastar grandes recursos en la industria bélica, descuidando valiosos recursos para el mejoramiento de la ciudad, de los edificios, de las artes, ¡¡¡de todo aquello que pudiese ser un grandioso ejemplo al cual imitar!!! Un coro de voces se escuchaba decir: sí, sí, claro que sí, así debe ser.
Un tosido interrumpió el palabrerío –sólo le recuerdo que este reino es famoso por su nula expansión bélica, por sus enormes aportaciones a la arquitectura, sus sistemas de riego y sus exquisitos jardines… una risa burlona interrumpió a ese expositor –si bien es cierto lo que usted argumenta, esas palabras no responden mi pregunta, ¿Qué hace avanzar a una civilización?, pues bien lo que hace avanzar a cualquier civilización es ¡¡¡EL PROGRESO!!!, progreso caballeros, la resolución de problemas y necesidades por la vía de comodidades, mientras más avanza el progreso mayores problemas se originan: sobrepoblación, escases de alimentos, de recursos, de valores… un aplauso interrumpió a este comentarista cuando todo estuvo en silencio comenzó -si mal no recuerdo, en el momento que una ciudad llega a ese nivel, a los padres les da por criar a los hijos con todo lujo de libertades, olvidan la mano dura que impulso la creación del imperio, degradando así cada generación: los nobles “se sienten dioses”, los trabajadores “se vuelven flojos”, los profesores “permisivos”, los políticos “corruptos”, los militares “déspotas”, los hombres “canallas”, los jóvenes pierden el ama” y los niños “dejan de ser la esperanza del mañana” una pausa siguió a esa frase.

Una voz con cara de ser reflexiva agregó –cuando la civilidad de los habitantes muere, la gente se hace estúpida, pierden el criterio y comienzan las malformaciones mentales: psicópatas, sociópatas, enfermos sexuales, asesinos seriales…  la voz fue callada por una voz aun más fuerte que parecía ser de un viejo –están ustedes dementes caballeros, si me permiten hacer una observación, esas “teorías” suyas son erradas puesto que esa clase de corrupción y depravación tardan no poco tiempo en diseminarse dentro de una sociedad y un tanto cuanto más en hacer el apocalíptico efecto al que hacen referencia…  ¡no! Eso no debió ser todo…  una nueva voz corto la pausa –¡¡¡¡bor subuesto que no!!!! Buede ser que la medrópolis corrupta tambaleara pero lo que la extermino bueron: Djins!!!!, una horda de Djins enojados con los humanos bara demostrar su boder absoluto!!!!, una sola noche y sin dejas ningún rastro, jaja salvo la ciudad vacía. La cansada voz exploto de nuevo –señor mío, es usted ¡¡un bufón!!, ¿sin dejar rastros dice? Y entonces ¿qué son esos enormes hoyos a los largo de la metrópoli?  -emmm este… este… la voz con acento extraño se quedo sin más que decir y de nuevo todas las voces comenzaron a cuchichear aquí y allá: si eso debe ser, no eso no es lógico, pero tiene un cierto grado de razón; se convertía en un juego de locos cuando una voz sobresalió del resto, una voz juvenil con mucho ahínco –Aliens la respuesta a eso son aliens, llegaron abdujeron a algunos habitantes y liberaron su ira con el resto, usando sus armas espaciales de gran poder, eso explicaría los hoyos, en ese momento se sintió muy sabio, al menos por unos segundo en lo que la vieja voz rechazo su argumento –Jovencito, nadie en este lugar es tan ingenuo como para pensar siquiera en esa posibilidad, si algo sabemos sobre los aliens, es que cuando deciden atacar una civilización no dejan rastro alguno de ella y bien aquí tenemos ruinas. Una pequeña voz gritaba su aporte -¡DINOSAURIOOOOOOOS, ellos tuvieron la culpa, uno enorme luchando contra uno más grandote, grandototote, GRRR ARGGGG BURRRRR una caída y un hoyo, un empujón y una casa menos, con tatos HURRRR BARRRR y RAAAAACKKKKK, la gente se murió y se fue de aquí…


En este momento es cuando el investigador sacude su cabeza y de súbito calla y desaparece a todas las voces, se detiene frente a las rocas que anuncian el borde de la ciudad, contempla asombrado la magnitud y detalle de las ruinas, da un suspiro y saca su libreta de apuntes y se dirige al puente “es hora de comenzar con el reporte”
 

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31/03/2013, 17:21
Orson Scott Card

La civilización perdida


Fue duro. No el llegar hasta allí, sino estar en ese lugar. En ese momento. Ahora que solo quedaban memorias, atisbos del pasado y lenguas muertas.

La atmósfera estaba cargada, de partículas acuosas, de polvo y de magia. Sobre todo de magia. Sentía la tierra y las rocas adormecidas bajo los pies. Las palomas volando y los pequeños peces plateados eran el único signo de vida. Había llegado demasiado tarde. Toda una civilización perdida. Un lugar del que solo hablaban en los libros más antiguos, su objetivo y su sueño, y había llegado demasiado tarde. No nació cuando tocaba. Las palabras de los profetas, las señales de los cielos se equivocaron, pues nació milenios más tarde.

El último mago de una tierra sin magia. Se escondía en las sombras, ocultando su poder, mezclándose con el gentío para no destacar. Buscó y buscó, investigó, nunca conoció un hogar, una familia. Dejó de lado el amor. ¿Y todo eso por qué? Porque, pobre diablo, su única meta había sido llegar hasta allí para salvar una tierra que lo había esperado...

Existió, por fin era testigo de ello. Ese lugar había sido real. Ya no podrían llamarlo loco. Ahora sabía el porqué de esas imágenes grabadas en su mente, de esas palabras en un idioma extraño que recordaba y que había repetido desde niño, sin haberlas escuchado de otra boca.

 

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31/03/2013, 18:13
Oscar Wilde

Llevábamos once años caminando de un lado para otro, evitando encontrarnos con la guardia enemiga, escondiéndonos como vulgares criminales. El simple pensamiento me hacía arrugar la nariz, me llenaba el corazón de repugnancia y de rabia.

Aquella noche había sido especialmente cansada para mí. Sabíamos que estábamos cerca del final de nuestro viaje y, por tanto, habíamos caminado sin parar, cada vez más y más deprisa, ansiosos por llegar. Y, de repente, se apareció ante nosotros. Aunque me la esperaba, la escena me conmovió. Era sobrecogedora. La ciudad capital, la perla del reino, el monumento a los dioses, la cuna del agua, la dadora de vida... todo estaba velado por el humo de la destrucción y de la soledad. No quedaban más que ruinas y dolor allí donde se apoyaba la vista. Sólo el rumor constante del agua caer parecía no haber cambiado.

Quise sollozar pero no pude. El desasosiego era mucho para mí. El peso de estos once años cayó súbitamente sobre mis hombros... y la idea de haber perdido todo este tiempo para... ¡para esto! Esa idea me quemaba las entrañas como si me hubiera tragado una tea. Mi maestro permanecía de pie, impávido.

- Es muy hermosa, maestro -la lengua me sabía a la amargura del polvo del camino. Le miré. Se mantenía inmóvil, los ojos perdidos más allá de las brumosas líneas de los edificios, que se recortaban pobremente contra la luz del amanecer.

- Es muy hermosa -repetí-... vuestra ciudad.

Silencio. Tragué la poca saliva que me quedaba. ¿Cómo no mentirle? ¿Cómo decirle que toda nuestra lucha había sido en vano? ¿Cómo decirle que después de tanto tiempo detrás del cascanueces la nuez estaba vacía?

En su rostro se dibujó una sonrisa. Cerró los ojos y aspiró el aire rancio con un hálito que me hizo estremecer de pies a cabeza. Su figura era solariega. Era la del Señor que vuelve a casa; y su porte, el del general que lleva con orgullo la batalla perdida. Su hermoso pelo negro se agitaba con el céfiro matutino y su capa de paño grueso se mecía con el mismo son, moviéndose apenas. Expelió el aire con fuerza por la nariz y se sentó sobre los despojos de lo que fue la columna de un templo, después de tantear la piedra torpemente. Dejó su cayado a un lado, aferró con ambas manos el pomo de su espada, el último vestigio de su poder, y la hundió diez centímetros en el suelo.

Yo no podía quitarle ojo. La boca me sabía a bilis. Mi maestro, el ser al que yo más amaba en el mundo, el que me había rescatado y recogido a su lado, el que me enseñó a sobrevivir, el rey que soñaba con recuperar su reino, el desposeído cuyos ojos azules habían sido cegados al fuego por las hordas de nuestros adversarios, el hombre cuyo contacto anhelaba por encima de todas las cosas, estaba sentado ante el fantasma de su antigua supremacía, que se extendía ante mis ojos con una majestad abrumadoramente vacua. Mi impotencia competía con un sinnúmero de sentimientos encontrados. No sabía qué iba a pasar ahora.

Repentinamente, sentí sus brazos rodeándome. Me estrechó contra él y me besó en algún feliz punto de mi rostro.

- Gracias por mentirme, pequeña... -susurró.

Lloré.

Notas de juego

ION

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31/03/2013, 22:36

CONCURSO 3

Imagen: el trébol

(en curso)

Notas de juego

Ojo, la historia de Jules quedó intercalada pero es del concurso anterior. Empezad a leer desde la historia del tata.

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31/03/2013, 22:39
Jules Winnfield

Es difícil intentar transmitir el silencio con palabras. Al menos eso creo, pues cuando yo leo, imagino una voz en mi cabeza. Así que por favor, imaginadlo. Imaginad un alto cañón en medio del desierto, atravesado por un pequeño arroyo, iluminado con la tenue luz de las estrellas y rodeado por el más completo, absoluto y envolvente silencio.


Estoy en ese lugar, llorando quedamente junto al arroyo. Pero no estoy solo. Hay varios ojos brillando en la oscuridad. Me rodean. Me miran. Apenas los distingo en la negrura, pero sé lo que son.


La primera vez que estuve aquí, era un joven alegre y despreocupado. Como ella. Aquí la encontré a ella. Y aquí volvimos varias veces antes de casarnos. ¿Para qué os voy a contar como nos enamoramos? No tuvo nada de especial. Fue una historia como tantas otras que hay en el mundo. Y es nuestra, no vuestra.


No, el por qué estoy aquí se remonta a tan solo unos años. Había pasado muy poco tiempo desde que estalló la guerra. A alguno de los psicópatas que manejaban los hilos se le ocurrió la magnífica idea de lanzar una serie de bombardeos con el mero objetivo de aterrorizar. Nuestra pequeña ciudad fue la primera en sufrirlos.


No importa cómo, ni por qué, pero conseguimos escapar de aquel infierno. Corrimos y corrimos, y llegamos hasta nuestro cañón. Pero el infierno nos siguió. No sólo el fuego, sino los gases tóxicos que habían lanzado con el fin de arrasar todo aquello que aún viviese en este lugar. Nos rodeaba.


Buscamos refugio en la cueva donde nos abrazamos por primera vez.  Nos abrazamos de nuevo, y procuramos no respirar esa abominación gaseosa. Yo sobreviví. Ella no.


Lloré durante horas. Cuando la saqué de esa cueva, el viento había limpiado el ambiente. No me importaba. En esos momentos hubiera preferido morir intoxicado allí mismo.


Comencé a cavar una tumba. No sé si fue ese día o al siguiente. No estaba allí realmente. Mi mente había entrado en coma.


Pasé muchos días ante esa tumba. Y no fue hasta el cuarto cuando reparé en los pequeños animales que estaban a mí alrededor. Todos me miraban. ¿Cuánto llevaban allí? No lo sé. Uno de ellos salió del grupo y se colocó ante mí. Había algo en su mirada. ¿Un brillo de inteligencia? Quién sabe. Mi cerebro pareció despertar. Y por primera vez, observé a mí alrededor. Todo estaba totalmente destrozado. Más allá del cañón sólo había humo, cráteres y ceniza.


Los ojos de las criaturas seguían clavados en mí. Especialmente la del que se acercó. Mi mirada se encontró con la del animal. Entonces bajé la cabeza y murmuré “Lo siento”. Levanté la cabeza y ya no estaban allí.


Volví a ese lugar cada poco tiempo. La guerra terminó y la ciudad se reconstruyó. El pequeño mundo que rodeaba al cañón se recuperó.  Yo no. Siempre que volvía, ellos me rodeaban. Pero en esos momentos no me sentía observado, sólo acompañado. En cierto modo me reconfortan. Pero ya no hay nada que pueda aliviar este pesar.


Sé que ellos lo saben. No sé cómo, ni por qué, pero lo saben. Me encuentro ante la tumba. Y ellos me rodean. Como hace cuarenta años. Cuarenta años solo son demasiados. Sobre todo si has perdido la persona a la que amas.


Saben lo que está pasando. Uno de ellos sale del círculo. Se coloca ante mí. Un brillo de inteligencia en su mirada. Arranco una flor del suelo y se la tiendo. Él se acerca, la recoge con la boca y la coloca en la tumba. Luego me mira. Su mirada parece decir algo. “Lo siento”.


Sonrío levemente. Luego, me disparo en la cabeza.

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07/04/2013, 04:49
El Tata, narrador del pueblo

Grandeza
Mientras camino bajo esta hoja veo esa gran… “cosa”, eso que estuvo a punto de aplastarme y que ahora mismo me hace sentir miedo. Después del miedo viene la fascinación, al ver algo tan majestuoso que hace que tu vida parezca insignificante, aunque como todo ser vivo me pregunto que se sentirá tener el poder; el ser tan grande que el mundo no parezca un obstáculo, que las cosas, los animales, el mundo se encuadre al verte pasar; que tu único obstáculo sea otro de tu misma especie, porque eres capaz de convertir al mundo en lo que tú quieres que sea, que él se adapte a ti y no tu a él; que lo que sea que quieras solo debas tomarlo, y si no te gusta, solo debas aniquilarlo, eso es una buena vida… una cómoda vida.
Me imagino su vida en eso que ellos llaman ciudades, tan diferente de mi “hogar” rodeado de millones de su especie donde solo tiene que preocuparse por sí mismo, vivir para sí mismo; sin preocuparse por lo que quieran los demás, lo que digan los demás, solo tu propio bienestar, que vida tan cómoda.
Me pregunto, ¿cuáles serán sus responsabilidades?  Responderán a una superior, ¿tendrán que cargar con cosas todo el día? ¿Ellos mismos armaran sus casas? No lo creo, su vida debe ser solo comodidad, haciendo una pequeña aportación a su gran ciudad para mantenerla en pie, parece muy simple, muy cómodo.
He oído de ellos que hablan sobre cosas malas, palabras raras que nunca he podido entender; “guerra”, “epidemia”, “crisis”, ¿Qué será eso? No debe ser muy malo, una sociedad tan avanzada no debe tener muchos inconvenientes.
El ver esa “cosa” me intriga tanto que no puedo evitar salir de mi escondite, ya no estoy bajo la protección de la hoja y él nota mi presencia, me voltea a ver, nuestras miradas chocan aunque no sé si él lo note…
Camino por el parque agotado después de un cansado día de trabajo, no me gusta este camino pues ensucia mi ropa, pero estoy tan exhausto que no me importa con tal de llegar más rápido, de verdad fue un día agotador. Me detengo a contestar una llamada y al voltear hacia abajo me le quedo viendo, esa “cosa” tan diminuta cargando una hoja, tan simple, tan insignificante, aunque como todo ser vivo me pregunto que se sentirá ser así de insignificante…