Partida Rol por web

Algo inseguro y con cierto tartamudeo, el cabo del castillo respondió –mmm, creo que si, con eso bastará-.

Girando la vista entonces al soldado 0´Flaggerty les dijo –Ese es mi trabajo, por eso nos envían allí. Ustedes no tienen que analizar el terreno ni encargarse en lo absoluto del “taladro”. Si les explicamos su funcionamiento base es solo por que el capitán Dorgotiev lo ha exigido a inteligencia. Por tanto no necesita usted calcular ninguna resistencia relativa. Además, se que ustedes son los expertos en la misión pues nosotros solo somos lo pilotos temporales; pero, ¿que no se supone que aun no hay zona de descenso fijada?, me parece que aun estamos a la espera-. Era claro que al cabo no le había gustado que alguien intentase hacer su trabajo; no obstante, todos en el escuadrón entendían las preocupaciones del O´Flaggerty.

-No sargento mayor, con eso hemos terminado- respondió el capitán algo apresurado a fin de darle fin a una conversación que podía acabar en discordia, despidiendo con ello a los pilotos.

-Para finalizar habrá que familiarizarse con el vehiculo. Haremos una serie de pruebas de ascenso y descenso para que sepan como proceder en un momento de apuro. Posteriormente saldremos para descansar un momento y después haremos una prueba de resistencia-. Culminó sin dar muchos detalles sobre lo que tenia pensado para ellos.

Guiados por el capitán, el grupo conformado por los infantes y el aun de cierto modo desconocido agente de inteligencia, se adentro en el taladro. Para esto hubo primero que subir por un par de escaleras colocadas a cada costado del “taladro”, justo donde estaban las puertas. Estas, de gran tamaño, eran lo suficientemente grandes como para que dos infantes con armadura y equipo pudiesen salir rápido y con soltura.

Aunque había claramente problemas logísticos en eso. De entrada habían subido por escaleras un largo tramo, y una vez dentro notaron que había mas escaleras. Los asientos estaban posicionados sobre un soporte central y por sobre las paredes laterales de lo que parecía ser un cilindro vertical. Bajar de allí a prisa y salir seria un serio problema. Y eso sin duda explicaba el interés del capitán en hacer prácticas.

Dentro el compartimiento de pasajeros además de ser poco cómodo en apariencia debido al acomodo de los asientos, era algo oscuro y estaba lleno de cables que iban de un lado a otro de forma un tanto caótica. Era claro que el aparato aun no estaba del todo terminado; probablemente aun se encontraban haciendo pruebas.

Tal como el capitán había amenazado, el grupo tubo que hacer tres pruebas consecutivas para salir con rapidez del vehiculo. Lo primero era ubicar su asiento colocarse los sistemas de seguridad, nadie quería caerse acabar rebotando de un lado a otro mientras esa cosa que llamaban “ciclón” avanzara por las profundidades del nido arácnido.

Una vez fijados, el capitán hizo que encendieran una luz roja dentro del compartimiento que indicaba que era hora de salir. La primera vez se hizo lento y con calma, pero aun así fue todo un caos. Solo había dos salidas y nadie les había dicho por cual habrían de salir. Algunos se tardaban mucho en quitarse los seguros mientras que otros tenían casi pasar por sobre de ellos para poder tener acceso a las escaleras interiores y así poder salir. Para colmo a un par de infantes se les cayó su arma y tuvieron que bajar hasta el fondo a recogerlas. Al final, habían invertido mas de 30 minutos en el primer ensayo.

El segundo ensayo fue algo mejor, el grupo ya empezaba a coordinarse y ya tenia mas conocimiento de su salida, aun así, el tiempo no fue del gusto del capitán quien esperaba que la tercera prueba fuera suficiente para pulir los detalles.

James se quedó un tanto cortado por el tono del cabo Del Castillo, pero procuró disimularlo.

Por supuesto, mi cabo.

No añadió más, sobraban las excusas. De todas maneras guardó sus cálculos como referencia.

Pudieran ser de utilidad a Canowicakte. Pensó. Conocía hasta cierto punto lo que se podía esperar de las construcciones subterráneas de los bichos. Por otro lado, todo esto le había recordado un tipo de bicho cavador, muy eficiente... Si pudiera recordar también cómo se llamaba el maldito... Este cavador era ideal, ahora que pensaba en su tamaño y su maniobrabilidad estimada bajo tierra, para dar muchos problemas al taladro. En la escuela llamaban estos datos "especificaciones técnicas" como si el bicho fuera una máquina, aunque él prefería pensar en la criatura como un ser vivo, ya que encontraba poco edificante moralmente matar sin un verdadero conocimiento de lo que se estaba haciendo.

En todo caso, si mato a un bicho de castas inferiores, estoy mutilando a uno de esos cerebros, como si cortara un brazo de ese... cabo. Siguió elucubrando. Pero si ese bicho nos da problemas es que el factor sorpresa está anulado, ya que no tienen mucho cerebro que digamos. Si encontramos un bicho de esa clase dándonos por culo, es que uno de casta superior tiene información que no debería, y nos lo manda de regalo.

Pero el capitán Dorgotiev estaba dando órdenes y explicaciones, así que James se guardó sus pensamientos y se dedicó a la noble tarea de quitar y poner cinturones de seguridad, amen de pisar y ser pisado en el intento de abandonar el diabólico aparato, todo ello sin arrancar ningún cable de los que colgaban por ahí, ni perder el equipo, o activar sin querer los jump jets (pensar en ese accidente en particular, en un sitio tan estrecho, le hizo sudar verdadero hielo). Cuando hicieron la tercera prueba de salida ya tenía el mecanismo bastante claro. Estaba bien situado en su asiento, con los arneses de seguridad bien apretados, esperando que se encendiera la luz roja. El ambiente era estrecho y opresivo. A través de los conductos de ventilación del casco, a pesar de los numerosos filtros, le llegaba el olor a lubricante y componentes químicos de los equipos de sus camaradas, todo ello sazonado con una buena parte de sudor.

Mientras pasaban los segundos, que parecían horas, se le ocurrió una estupenda idea para salir más rápido... entonces se encendió la luz roja.

Todo comenzó bien... se le había ocurrido desatar los arneses por un cierto orden, en vez del que le había recomendado el capitán Dorgotiev, de manera que se le quedara una mano libre para recuperar sus cosas mientras con otra desataba los demás, creyéndose muy listo por cómo había discurrido en tan poco tiempo... a punto estuvo de dejarse la mochila y la mitad de las cartucheras por culpa de una incómoda esquina en la que no había reparado, esquina que le impedía hacer los movimientos proyectados.

¡Mierda!

Al final le salvó la pura rapidez de hacer un completo ridículo. Había que soltar todos los arneses antes de dedicarse al equipo, estaba claro. Tras haber hecho el trabajo dos veces, consiguió salir, disimulando la pifia como pudo, en un tiempo más o menos digno.

Después de que el Sargento Mayor Focker le dejara unas cosas claras a Gawain y a todos los que pudieran dudarlo, así cómo a los nuevos, que nunca estaba de más, O'Flaggerty hizo otra pregunta que podía ser importante, pero que el cabo del taladro restó importancia y dijo que eso era un asunto de ambos pilotos. Bueno, como ellos quisieran, pero desde luego no había que ponerse así. Si se hacía la pregunta era por algo.

Por su parte, Dorgotiev aclaró lo de la radiación a Kurt, así cómo el que seguramente iba a ser el rango de seguridad que deberían tener para evitar que les pillara la detonación de seguridad. A continuación, les indicó que iban a hacer unas pruebas para la que sería su salida del vehículo, acercándose al mismo. Y una vez cerca, cualquiera podía ver, claramente, que no iba a ser nada fácil.

El primer intento fue algo desastroso, en opinión de la Cabo. Treinta minutos para salir de ese cilindro podía acabar convirtiéndolo en una lata de sardinas con los bichos esperando a que cada uno de los aperitivos saliera. Había que mejorar ese tiempo, sí o sí.

- Vamos, chicos, esto hay que hacerlo mejor.- animó a los demás, suspirando y buscando centrarse unos segundos antes de que se volviera a encender la luz roja. Y, de nuevo, para su gusto tardó demasiado. No tanto como antes, desde luego, pero seguía siendo bastante. Se maldijo un poco así misma, pero decidió que aún podía hacerlo.

Burnette sonrió mientras accedía al módulo de pruebas para demostrar de qué eran capaces. En aquel momento, demostraría a sus compañeros y a su Capitán de qué era capaz el recién llegado. 

Sin embargo, las cosas no fueron tal y como él se había imaginado.

El habitáculo era mucho más pequeño de lo que imaginaba, e inmediatamente empezó a sudar y a sentirse ligeramente acobardado. Quizás un miedo instalado en lo más profundo de su mente había decidido salir a dar un paseo, o era una mezcla de tensión, calor, y olores que resultaron en una combinación fatal para el artillero. Como resultado, no contribuyó en absoluto a que sus compañeros y él obtuvieran un buen tiempo promedio. Esto no ayudó a que el muchacho se relajara, sino que empezó a ponerse cada vez más nervioso, y cuando pudo demostrar que la primera vez sólo había sido un poco d mala suerte, tardó casi dos minutos en poder desengancharse sólo del cinturón de su seguridad, mientras sentía cómo la mirada del Capitán se clavaba en su nuca...

Aquel cacharro no gustaba nada al explorador... Pero si había sido capaz de correr entre la maleza persiguiendo presas, cuando aún era cazador antes de alistarse, ahora podría salir de aquel maldito taladro. En los primeros intentos, procuró memorizar la situación de los cables, qué correas debía desabrochar y en qué orden, dónde quedaba el equipo y como salir adecuadamente. 

Éso le fue útil en el tercer intento, pues consiguió desabrochar todo relativamente rápido y estar listo para ponerse en marcha antes que muchos.

-¡Vamos, joder!-gritó cabreado, mientras intentaba abrirse paso hacia el exterior de la máquina. 

El momento de las preguntas terminó y ahora es el tiempo de la acción. Nos subimos al taladro e inspeccionamos bien la máquina en la que descenderemos. Vemos la forma de descender, la forma en la que viajaremos y nos ponemos a practicar la manera de hacer un despliegue veloz.

La primera prueba a cargo del Capitán Dorgotiev tiene muy malos resultados. Levanto gritos hacia mis subordinados para instarlos y apresurarlos, para que se muevan bien y a la velocidad necesaria. Yo mismo no soy de lo más veloz, pero no lo hago tan mal.

Luego la segunda prueba da mejores resultados, a medida de que nos acostumbramos a la infraestructura y a los espacios que nos rodean. Comenzamos a cometer menos errores pero aun no estamos en condiciones de efectuar el descenso con un tiempo de despliegue digno de la Fox.

Finalmente viene la última prueba, en la que deberíamos tener un tiempo adecuado para salir y asegurar el perímetro. Me preparo, sentándome y asegurándome, listo para el despliegue, intentando analizar un patrón o un buen plan para hacerlo, pero la estructura es muy desorganizada y no logro visualizar una buena ruta o curso de acción para hacerlo, por lo que me decido solo a seguir mi instinto, como tantas veces lo he hecho.

Cuando nos dan la señal, me saco la seguridad y tomo mi equipo lo más rápido que puedo, luego me acerco a la escalera y la subo a paso ligero, para luego cruzar el umbral esquivando los cables y otras construcciones inacabadas. Atravieso y salgo al exterior atento de haber hecho un tiempo digno.

Durante las pruebas elementales para subir y descender del vehículo me siento torpe y lento, casi como atrofiado por el tiempo que pasé en la enfermería de la nave tras la última misión.

En un momento poco oportuno me asalta el recuerdo de cuando salté del muro del fuerte helado, para caer al suelo rodeado de malditos bichos.

Me sobrepongo a esos pensamientos mientras voy contando los pasos metódicamente del proceso de soltarse y avanzar. Mis movimientos no son rápidos, pero sigo una disciplina casi de manual.

Finalmente consigo salir del vehículo. Sin duda no seré el primero, pero espero tampoco ser el último.

El comentario de O'Flaggerty interrumpe mis cavilaciones sobre un tema similar, aunque ligeramente distinto, y ante la respuesta que le dan considero que prefiero con mucho haber hecho el estudio de los planos por mi cuenta en vez de preguntar. Aun así, supongo que luego le daré las gracias de pasada por haber preguntado con buena intención algo que era claramente de mi campo. Y entonces las preguntas y las respuestas se acaban y nos metemos de verdad en el asunto: Aprender a utilizar el taladro, o al menos lo que nosotros vamos a usar de él, salidas, entradas, colocaciones y asientos.

En la primera de las pruebas, casi se me cae el arma en uno de los movimientos, salvado únicamente por la cinta que siempre lo agarra a mí, y no puedo evitar torcer el gesto cuando oigo un arma caer como podría bien haber hecho la mía. Por lo demás, el asunto parece costoso no por complicación sino por suma de cosas que hacer en una orientación compleja y un espacio no demasiado grande pasada la cámara de salida. Aun así, el Sargento Mayor hace bien en repartir unos cuantos gritos e indicaciones, hablando como siempre lo hace para conseguir que nos esforcemos.

Y anda que si funciona. El segundo intento va mucho mejor, la gente sabe dónde agarrarse y dónde apoyarse para moverse de un lado a otro y, en general, podemos decir que ha sido un éxito raspado frente a la catástrofe anterior. Sin embargo, tengo que decir que ahora que tengo una oportunidad mayor, esperando a que Mkoll salga de delante mía mientras hacemos este ejercicio, para contemplar los planos modelo exteriores con el armazón real y poder entender dónde va cada cosa, lo que en definitiva se traduce en lo que creo será un mejor desempeño en el tercer proceso.

Y ahí llegamos. Tercer intento. Y todo lo que podía salir mal, sale mal. Los cinturones se me quedan enganchados, salgo por el lado malo del asiento en vez del bueno por un despiste, la mano se me resbala en el agarre bueno y acabo teniendo que dar dos pasos para hacer lo que bien podría haber hecho en uno. Casi, casi, lo único que me ha faltado ha sido caerme. Cada vez que me pasa una de esas maldigo por lo bajo, queriendo aplastar algo, y así hasta que llego a la salida, sintiéndome un estorbo. Pero no será así en la próxima, seguro. Y aun así, no soy el último, aunque no se puede decir que haya sido porque tenía espacio para adelantar a nadie, sino porque mi posición en la escuadra no es para nada la de final de la fila.

Dereck se mantuvo callado durante las explicaciones sobre el taladro y su "funcionamiento" -lo poco que les habían contado-. No era el momento de bromear y mas teniendo en cuenta que aquel era el vehículo que les llevaría a por la reina y por el que deberían volver... si es que todo salía bien. De todo lo escuchado, la idea de ir montado con un motor nuclear era algo que no le agradaba mucho. Pero el cacharro necesitaría mucha energía para moverse, y suponía que solo con el material nuclear podía cumplir con su funcionamiento.

Mientras no estalle todo irá bien- y si lo hacía, esperaba que le pillase tanto a él como a su grupo bien lejos de allí. Preferentemente a mas de un kilómetro, que uno no se podía fiar de la radiación ni de la onda explosiva. 

Pero ahora su preocupación era para tareas mas sencillas o al menos eso pensaba: salir del taladro con la máxima rapidez posible. Lo que debía haber sido coser y cantar se complicó bastante. Quitarse los seguros no era tan fácil como uno podía pensar. Luego había que recoger su equipo y si se te caía ibas a andar jodido para recogerlo. Por si eso fuera poco el hecho de no haber tenido una salida fijada desde el principio provoco un buen caos en las puertas que se subsanó a base de algún que otro empujón. Luego, ya solo quedaba correr hasta salir de allí. El segundo intento fue algo mejor que el anterior pero aún así podían hacerlo mejor. 

Los dos intentos previos sirvieron bien a Dereck: en su segunda prueba logró pillar el funcionamiento de los seguros, de ahí que no esperaba tener problemas para desabrocharlos con facilidad. De ahí que cuando se encendió la luz roja no tuvo muchas dificultades en desabrocharse y salir de su asiento. Tras esto, recogió su equipo con rapidez, aunque estuvo apunto de caerse su arma -sus reflejos evitaron eso- y tras esto, corrió por las escaleras hacia la salida y tras llegar allí empezó a descender para salir. En esa última parte estuvo algo lento y el fusilero pensó que debía moverse con mas rapidez la próxima vez. Aún así y todo, no lo hizo del todo mal. 

La ronda de preguntas finaliza con la intervención de los dos oficiales y del Capitán que les indica que ahora van a hacer una especie de prueba para salir del taladro, a modo de simulacro de misión. Ese taladro está diseñado bastante mal y se nota que pues los accesos son bastante difíciles. Se nota que han añadido esa cabina de pasajeros deprisa y corriendo pues tiene demasiadas escaleras para ser práctica. Además la sala de pasajeros está llena de cables. Vamos, un trabajo mal acabado. Pero se supone que ya está todo pensado para poder llevarles hasta el planeta y al nido de la reina.

Los simulacros son un auténtico desastre, principalmente favorecido por las barreras físicas como las escaleras que hacen que les lleve como media hora en el primer intento y otro tanto en el segundo. Quizá el tercero sea mejor, pero la cosa pinta mal, incluso para ella, que haciéndolo en un tiempo aceptable, siente que quizá en el momento de la verdad no lo consiga con tanta rapidez. 

-Maldita estructura - murmura cuando consigue llegar al exterior del taladro.

Como allí abajo sea así, lo tienen más bien crudo.

-¿Quién ha diseñado algo así? -murmura más para ella misma que para cualquiera que pueda escucharle.

Wayan no parece atender en absoluto a las explicaciones, juega con su munición, contando colocando y recolocando los cartuchos, nervioso y sin hacer mucho caso a todas las explicaciones técnicas. Sin embargo se coloca cerca, como si quisiera oírlas aunque no preste atención.

Cuando llega la hora de los ejercicios de salida taladro los hace con soltura y facilidad. Esta claro que no es el más rápido del grupo, pero no se lía con los seguros y los cintos, elige el camino más sencillo evitando los atascos y en general actúa con calma y de forma muy organizada. La verdad, es que sin bichos disparando no es muy complicado.

La idea de practicar la entrada y salida me parece lo mejor y más, viendo cómo es el taladro por dentro. Sin duda alguna, los que hicieron la modificación para transporte, lo hicieron lo mejor que pudieron, pero nada útil.

Tras las primeras practicas llega la hora de la verdad y me doy cuenta que no tengo ni idea de por donde empezar. Seguros, todo el equipo y poco espacio no son una buena combinación y he de reconocer que me encuentro nervioso, nervioso de fallar, de hacer que otro compañero se retrase, de fastidiarla...

Se enciende la luz y los cierres comienzan a sonar al liberarse y mis pocas ideas de cómo salir, se van por la borda, así que simplemente me doy prisa. Tal vez no haya sido muy lógica mi actuación, por la falta de costumbre de desplegarme desde cualquier vehículo, pero mi equipo bien ajustado y el nervio del momento, hacen que no tenga demasiados problemas.

-Joder...casi me cargo los cierres...- pienso mientras salgo con el resto a un hangar "en paz" y en ese instante pienso que pronto será distinto...inspiro profundamente y espero la siguiente practica.

El artillero se sentó en el asiento asignado nervioso. Era uno de los que más material tenía debido a querer llevar el arma montada para la cual no disponía de soporte ya que la infantería móvil no lo había visto necesario y él en un principio no había reparado en aquel pequeño detalle. El taladro era de todo menos fiable al menos a la vista. Todo parecía estar hecho deprisa como la colocación de las salidas o los asientos. Lo habían ido modificando al seguir distintos objetivos. La primera vez el arma se le enganchó en el asiento delantero por lo que a parte de tardar hizo retrasarse a otros infantes. La segunda vez no fue mucho mejor pero había conseguido entender como iban los cierres de seguridad.

La tercera prueba iba a ser la última y definitiva.Sin duda los altos mandos los estaban vigilando en esos momentos y hightower se recordó que la Fox no podía perder puntos por un ejercicio estúpido como ese. Se sentó abrochado y esperó paciente a la luz. Cuando esta se encendio retiró el enganche con una mano mientras que con la otra agarraba el arma pesada y se levantaba. Fue un movimiento fluido que desde su perspectiva parecía haber sido el primero. Con la felicidad rugiendo en el interior, levantó el arma como si fuera de plastico y se dirigió a la salida. Las escaleras le parecieron ya viejas amigas y la puerta más ancha que las veces anteriores. Muy contento con sigo mismo, el artillero cargado hasta las alforjas salió de la nave con una sonrisa. Su pregunta era si sería capaz de realizarla tan bien a varios metros bajo tierra conbichos acercándose por agujeros cercanos...

La primera salida fue un caos. Se tardó treinta minutos en salir del vehículo y eso no podía ser bueno en un túnel infestado de arácnidos. Pero la segunda vez Evans intentó dirigir a los infantes hacia la salida. Unos no hacían caso, otros se le quedaban mirando esperando órdenes y por último el propio Evans olvidó recoger su equipo y eso hizo que se ralentizara la salida mas de la cuenta. El sargento sabía que el cronómetro de Dorgotiev no se detendría. 
Una vez fuera no pudo reprimir sus palabras.
-Joder, la próxima vez me callaré y que salgan por donde quieran. Al final el instinto y la práctica será nuestra mejor baza.- 
 

Sigo al grupo oyendo sin escuchar. Por fin entramos en el prototipo, por dentro es evidente que todo lo han arreglado a último momento. El encierro con tan poco espacio no me ayuda en nada. Me tiemblan un poco las manos y apenas consigo entender las instrucciones. En el primer ensayo me quedo trabado, en el segundo mi arma cae hasta el fondo y debo buscarla, para cuando logro salir todos están esperando. Debo ser más inteligente si no consigo ser menos torpe.

Consigo entender cuándo es conveniente levantarme en mi turno sin entorpecer a los demás, se ve sencillo. Cuando lo intento tropiezo y casi caigo, demorando a todo el pelotón. Al bajar me encuentro muy cabizbajo y nervioso.

No había sido un gran logro tal como el capitán esperaba, no obstante al menos había conseguido hacerlo dentro del tiempo establecido para la misión. Sin amargo bien sabía el capitán como el resto de los infantes que en el campo de batalla cada segundo contaría por lo que no se trataba simplemente de cumplir los tiempos.

Cuando vio salir al agente de los servicios especiales antes que muchos de los infantes su enfado se hizo presente, mas aun debido a que justo durante el entrenamiento le habían entregado de ultima hora una hoja de reporte acerca del mismo. Para el capitán era inaudito que aquel inútil agente que les habían enviado le hubiera ganado a muchos de sus experimentados infantes, el capitán Tsumina no estaría nada orgulloso de aquello.

Considerándolo un poco, era claro para el capitán que los mas retrasados necesitaban de una fuerte reprimenda, y había estado apunto de indicárselo al sargento Evans cuando justamente lo vio salir ultimo; -ojala y estuviera coordinándolo todo desde dentro- pensó para si en una intención de no estallar en un acto de furia. El escuadrón Fox había tenido hasta ahora un gran líder y un símbolo a seguir, ahora quedaba en manos del sargento Evans quien a su parecer empezaba con un mal pie.