Partida Rol por web

-El bombardeo ha comenzado- gritó un científico que corría hacia el capitán Dorgotiev para hablarle, esto al tiempo que los infantes del escuadrón Fox terminaban de abordar el taladro claramente listos y animados para lo que se les venia encima.

-La flota les esta ablandando la tierra para que su impacto se mas suave, asegúrense de no ir muy rápido- sentencio el capitán entre risas al tiempo que desviaba su mirada hacia los científicos y con un gesto de hombros aprobaba el inicio de las operaciones de descenso.

En su ascenso el capitán Dorgotiev había entregado una cojita que contenía las susodichas drogas para el valor y no sin antes recalcarle que las usaran cuando tuvieran que encontrarse con la reina de los arácnidos. A la par con el apoyo de algunos científicos, había entregado al zapador Canowicakte un total de 3 Pee Wees; las pesadas bombas eran cargadas por el algo nervioso infante quien era ahora conciente que esas cosas le pondrían todo aun mas difícil.

Los últimos en subir habían sido los infantes del escuadrón Alfa de la compañía Gladiadores de Sirius, y cuando estos apenas empezaban a ubicarse en sus asientos la compuerta del taladro se cerró por completo sellándose herméticamente y dejando todo a oscuras en el interior por breves segundos, segundos que no hicieron mas que poner nerviosos a todos adentro por el temor de que el aparatoste empezara a fallar en aquellos cruciales momentos.

El motor se hizo presente entonces, por ahora sumamente silencioso, y con el llego la luz. El taladro cobraba vida en todo su esplendor de cables y lucecitas parpadeantes que atiborraban todos sus rincones. Y entonces cuando menos se lo esperaban el vehiculo empezó a moverse y todos creyeron que había llegado la hora; pronto se dieron cuenta que realmente estaban siendo halados de forma lateral, probablemente con algún tipo de grúa. Al cabo de un largo minuto, sintieron como el vehiculo se asentaba en algún tipo de habitáculo para después se escucharse el crujir de piezas metálicas que aparentemente los envolvían, esto hasta que finalmente se escuchó un fuerte y sonoro “Crank” tras el cual todo quedo en silencio.

Un conjunto de luces rojas parpadeantes se encendieron súbitamente en el compartimiento de pasajeros y después la voz del Teniente James Smith se hizo presente por medio de un altavoz.

-La maniobra de descenso esta por iniciar, le aconsejo a todos ajustar lo mejor que puedan sus cinturones pues el “taladro nunca ha sido probado en un impacto tan real- lo que había querido decir el teniente con la expresión “tan real” era algo que desconcertaba pero que a aquellas alturas ya poco importaba.

-Mantendré la comunicación abierta por si llega a ser necesario una vez crucemos la atmosfera del planeta. La ojiva de misil nuclear estelar en la que nos han metido deberá protegernos en teoría del impacto inicial, esperemos tener suerte. Los veré  abajo-. Finalizó el teniente su transmisión dejando en claro algo que quizá muchos habían olvidado, el taladro seria disparado tal como si fuese un proyectil de bombardeo orbital y probablemente sería uno de los mas grandes.

Y si alguno no estaba aun seguro del significado de aquellas palabras, la forma súbita en que fueron expulsados al espacio se los dejó en claro innegablemente. Sufriendo del efecto de varias fuerzas G los infantes fueron comprimidos contra sus asientos antes de que pudiesen rehacerse para tomar un poco de oxigeno enlatado.

Aun cuando las fuerzas G habían disminuido tras el impulso inicial,  dichas fuerzas seguían siendo una carga pesada en el incomodo trayecto del taladro hacia la orbita del planeta. La comunicación abierta del Teniente Smith se había convertido en intenso ruido de estática debido al avance por el espacio a gran velocidad.

Con el tiempo, aquel ruido pasó a tener un poco mas de lógica hasta que pequeñas transmisiones se escuchaban por el interior de aquel compartimiento. Entre aquellas comunicaciones, los infantes pudieron enterarse de que aunque con grandes perdidas, las fuerzas en tierra se habían hecho con la zona A que no era otra que la zona del desembarco mismo y al parecer ahora con la llegada del amanecer empezaban a avanzar. Otras transmisiones relataban los problemas de la flota para enviar suministros, las dificultades para retirar a los heridos e incluso las confusiones que se producían a la hora de coordinarse con las fuerzas en tierra para llevar a cabo bombardeos estratégicos.

Las comunicaciones se detuvieron un  instante, al parecer el teniente había captado algo en las transmisiones que había llamado su atención y le pedía al cabo del castillo que reajustara la transmisión.

-Mayday, Mayday. He perdido el control- Se escuchó por el altavoz con poca claridad. Al parecer la voz era de mujer y su situación parecía ser mala pues se le percibía desesperada. El teniente intentando comunicarse preguntaba por su ubicación y trayectoria de impacto sin que aparentemente lograra ser escuchado por aquella piloto.

-Mi nave ha sufrido mucho daño, los controles no responden, voy a caer. Soy la piloto Megan Tae Hee, si alguien me escucha, por favor ayúdenme, mis…-. Sentencio la voz apagándose súbitamente en medio de una fuerte estática al tiempo que el teniente Smith le gritaba –Tae, sus coordenadas, dénos sus coordenadas-.

La estática se hizo mas fuerte entonces y la intensidad de las fuerzas G reapareció. Al parecer estaban entrando en la atmosfera de Galdonia VI.

Sentado en su asiento, Bockman reviso de nuevo sus correas, no queria convertirse en una pelota que rebotara por todo el compartimento en el peor momento. Comenzo a ponerse nervioso, los descensos no le gustaban y la ultima vez incluso echo el desayuno. Esperaba que dentro de aquella bala eso no le sucediera por no poder abrir la boca. Hoy iban a ver si aquellos cientificos locos de la federacion tenian razon y esta cosa podia atravesar la tierra. SI bien es cierto que les estaban ablandando como ellos lo habian llamado el terreno, eso no significaba que la tierra fuera a estar mejor para el impacto, ademas que iban a caer con bombas explotando al rededor. La maquina era transportada lateralmente y luego unos ruidos de carga como si fuera municion entrando en la recamara... y bajaban, la presion lo aplastaba contra la armadura metalica que al menos amortiguaba un poco la presion pero no mucho, los cinturones al menos no le destrozarian los hombros. No podia habla y se sorprendio que el piloto fuera capaz de hacerlo. Se escucho como un piloto perdia el control, parecia que se estrellaria, uno de tantos aquelos infelices que morian en la guerra. Pronto les tocaria a ellos. - Megan, no me suena - Dijo con la voz que pudo salir de sus pulmones, no es que conociera muchos pilotos y sin duda se alegraba de no conocerla por que no habia peor cosa que el no saber a ciencia cierta si aquella muchacha moriria o viviria en el planeta infestado aunque pudiera aterrizar.

Lo que parecía todo apuro y corridas para subir prestos al taladro se convierte pronto, una vez más, en esperas y ansiedad. Por suerte dura muy poco, apenas un eterno minuto. Luego la salida, escupidos en nuestra vaina hacia el espacio y con dirección a la atmósfera de Galdonia VI. Las fuerzas G me ayudan mucho, necesitaba esa sacudida, esa presión en todo el cuerpo para que las sensaciones sean físicas. Mi cabeza finalmente se detiene y por un momento es todo presión. Respiro hondo y tranquilo hasta que empiezan las transmisiones. Todo ha ido bien en tierra y nuestras fuerzas avanzan con el amanecer. Sólo una transmisión nos perturba, parece que lo hicieran a propósito para inquietarnos.La voz desesperada de la piloto me perturba. Por suerte vuelve la dulce presión, estamos entrando en atmósfera.

Wayan traga saliva y cierra los ojos cuando el taladro sale. Pronto siente que su estomago se empieza a rebelar. El bamboleo tampoco ayuda mucho y el pobre teniente tiene que hacer esfuerzos para no echar el café fuera. En realidad no cree que pueda aguantar mucho más... cuando:

Mayday, Mayday. He perdido el control

Agradeciendo la oportunidad cierra los ojos y se concentra en la voz, su cerebro se llena de números...

Esos momentos en los que nada podemos hacer son siempre como un lanzamiento al infinito. James solo pudo pensar ¿Cómo puede uno santiguarse con tantas ges? Efectivamente, no era capaz ni de mover los brazos.

Un momento de relajo, cuando la presión se estabilizó, y ya se había olvidado de para qué narices tenía que levantar la mano. Suspiró aliviado, en esa especie de incubadora que les llevaba ¿a qué nueva realidad? Se le había olvidado.

Las voces que comenzaron a sonar fueron como una leve pista de lo que en realidad estaba sucediendo. Pero aun estaba completamente perdido. El tiempo se dilató, y era todo de voces sonando en su cabeza.

Mayday, Mayday. He perdido el control.

Esa voz femenina le sacó de la vorágine. He debido estar inconsciente, ¿cuánto tiempo ha pasado? Comprobó que tenía todas las extremidades (de nuevo se olvidó de santiguarse). Luego fue recordando todos los detalles de la misión. Dolorosamente. El tiempo seguía dilatado, pues, razonó, no podían estar pasando más que unos segundos, mientras pensaba y repasaba todo.

Giró la cabeza con dificultad para comprobar que todos sus camaradas seguían ahí.

Tae, sus coordenadas, dénos sus coordenadas.

Se santiguó. Que Dios la tenga en su gloria.

Saludo con la cabeza a los miembros del escuadrón Alfa que van ocupando sus posiciones para la reentrada orbital.

Siempre he respetado a la infantería auxiliar, se sacrifican tanto por la infantería pesada que a menudo creo que ellos son los verdaderos héroes de la Federación.

Me pregunto si habrá "drogas del valor" para todos, mucho me temo que las vamos a necesitar.

Después escucho todo lo que pasa con expresión tactiturna, pero sin proferir palabra alguna.

El aliento se escapó de sus pulmones, y durante unos pocos segundos que le parecieron horas, su organismo luchó contra la falta de aire, amenazando con colapsar sus sistemas, uno a uno. Sin embargo, la aceleración y la gravedad artificial comenzaron a reacondicionarse, y Burnette pudo volver a concentrarse en agarrarse con sus fuerzas a las abrazaderas que impedían que se convirtiera en una mancha roja contra la pared del fondo.

Sin embargo, fue cuando escuchó una voz familiar que miró a todos lados, como si aquella mujer estuviera alli, junto a él. ¿No conocía él esa voz? Le sonaba terríblemente conocida... hasta que dijo su nombre y rango, y supo perfectamente de quién se trataba. Cuando la comunicación se cortó abruptamente, cerró los ojos y rogó que, si los bichos llegaban a ella, su muerte fuera rápida e indolora.

El explorador se había ajustado lo mejor posible todos los cierres de seguridad, esperando no acabar hecho papilla cuando aquella cosa empezara a avanzar hacia el planeta. Y, sobre todo, cuando el taladro impactara contra éste. Algo le decía que aquello no iba a ser precisamente una palmadita en el hombro. 

"Y seguro que es peor para los pobres diablos de la ligera... Nosotros al menos llevamos la armadura, que puede que algo amortigüe del impacto..."

Finalmente, fueron disparados, y la sensación fue increíblemente potente. A Mkoll le hacía gracia pensar que era ésto lo que debía sentir una de las balas de su rifle al ser disparada, pero el pensamiento sobre el futuro impacto le resultaba demasiado recurrente para centrarse sólo en la salida. Entonces, algo distrajo su atención, cosa que el hombre agradeció sobradamente. 

"Parece que alguien de la Flota va a besar el suelo..."

Se sentó en su asiento y se fijó bien el arnés de sujeción para estar segura de que no se levantaría de ahí durante el descenso. Claro, que cuando te van a disparar desde la órbita en un cilindro gigante con talagro y un motor nuclear, eso de la seguridad no estaba tan claro. No tardaron mucho en tener lo que les faltaba (las drogas y las bombas), y luego se quedaron allí dentro, con más tiempo del que podía considerarse necesario para sentir cómo se preparaba la bajada.

La voz del teniente sonó por los altavoces, informándoles de que iban a empezar (sin tranquilizarles nada con el comentario del "impacto tan real"). Y entonces... Sonia tuvo la sensación de que el estómago se le subía a la boca y que todo su cuerpo quedara pegado al asiento, como si fuera a fusionarse con el mismo. Aquello era un punto desagradable y completamente distinto a cualquier descenso... Mejor dicho... es que eso no era un descenso, era una jodida caída en picado.

Ruido de diversas transmisiones distintas invadió el aire, pero apenas era capaz de distinguir nada realmente. No hasta que sonó la voz de aquella mujer dando la señal de socorro. Estaba a punto de estrellarse. Y por las experiencias que tenía Ramírez con los choques a borde de una nave, podía salir muy mal parada con el impacto. Y si sobrevivía.... a saber qué podría ocurrirla.

"Espero que pueda apañárselas... o al menos matar a muchos antes de morir", pensó para sí, mientras escuchaba que el teniente Smith le pedía las coordenadas.

Antes de entrar a la nave, el capitán nos entrega unas pastillas especiales para resistir los influjos de la reina, algo que desde luego me hará falta para mi tarea sin tener que andar preocupándome porque se me metan en el cerebro. Sin embargo, también nos entrega algo que considero bastante más importante, las cargas de muerte que me toca repartir cerca de la abominación insectoide para evitar que su progenie se extienda por la civilización de Galdonia VI y mundos adyacentes. Son tres, pero llevarlas todas me preocupa ante cualquier problemática que pudiese ocurrir, así que dentro del taladro busco un momento para acercarme al Sargento Mayor. -Señor, entiendo que en condiciones normales -si es que se puede llamar normal a cualquier cosa en esta misión...- será mi labor colocar los explosivos y hacerlos detonar sobre nuestro objetivo. Sin embargo, solicito permiso para hacer entrega de una de las cargas a la técnico Billy por si hubiese algún problema ahí abajo, o en caso de que la velocidad sea primordial en la escena con la reina y tengamos que colocar las cargas en dos puntos distantes entre sí. -Una vez solicitado el permiso y con la respuesta que sea, avanzo hasta mi asiento y me coloco, asegurando todos mis pertrechos y con especial cuidado con mi paquete de la espalda, que ahora es mucho más mortífero y no querría que volase por los aires a causa de las turbulencias del descenso o el impacto.

Y entonces, las escotillas se cierran, el piloto nos avisa y el taladro, dentro de la ojiva, se suelta. O se dispara, no tengo muy claro cómo funcionan esas cosas, y los excesos de gravedad no son el mejor momento para pensarlo. Disfrutando de la sensación de múltiples caidas libres compactadas en una sola, me dejo llevar cerrando los ojos mientras la furia de los espíritus se desata sobre nosotros, cabalgando una ola de presión. Voces siguen sonando fuera, pero mi preocupación está centrada en mí mismo. Todavía no ha habido ninguna clase de impacto, y la estática no deja paso a mucho más. La voz de una piloto lanzando un mayday en todas las radiofrecuencias no hace sino mostrar cómo debe de ser la situación en el agujero, y la importancia de nuestra misión. Y entonces otro impacto de presión aparece, y no puedo evitar sonreir aún con los ojos cerrados, murmurando para mí. -Buenos días de nuevo, polo de hielo...

Todo se pone en movimiento, la misión da comienzo y espera no cagarla con la salida del taladro. Si la caga, retrasará todas las maniobras de los demás y no es que eso le guste demasiado.

-¿Me harás cargar con un muerto, Sonny? - dice mientras acaba de equiparse debidamente.

Entra en la cabina de pasajeros del taladro, se sienta en su lugar y se fija bien la seguridad porque sabe que esa caída va a doler bastante con o sin cintas de sujeción y es que el impacto no va a ser pequeño. Cuando se ancla el taladro en el dispositivo de lanzamiento, cierra los ojos, concentrándose en el que puede pasar a continuación que no es otra cosa que ser lanzados hacia el planeta cual bala de cañón y estamparlos contra el suelo como un bonito cuadro abstracto... si no funciona el plan como debe hacerlo.

Suerte que se han abrochado los cinturones porque si no ahora serían papilla de Infantería Móvil.

¿Cuántos minutos tarda en ponerse en su posición el proyectil del taladro?. Realmente no podría decirlo. Sin duda alguna a mi me parecieron más de los que realmente fueron. Entre giros y sonidos metálicos pienso en los de la ligera. No tengo los conocimientos precisos, pero soy consciente de que nuestro traje es capaz de aguantar varias G disminuyendo la presión sobre nuestros cuerpos, pero ellos...una cosa es una lanzadera y otra esto que vamos a hacer.

Casi puedo escuchar como se parten sus costillas...

Y entre pensamientos llegó la caída.

Sin duda una de las sensaciones más terribles que nunca antes haya vivido. La cabeza comienza a dolerme pareciendo que va a estallar. Tengo ganas de gritar, pero solo aprieto los dientes mientras las lagrimas se me saltan y me siento morir.

Cuando todo comienza a tranquilizarse, me doy cuenta de que tengo los oídos taponados. El resto parece que están en una condiciones similares, así que que echo un vistazo a los gladiadores esperando ver si están igual de bien de nosotros. Tal vez la federación esta vez no los haya tomado como prescindibles y les haya facilitado algo de equipo para que puedan sobrevivir...

Las correas de seguridad quedan sumamente firmes cuando termino de ajustarlas, listo para lo que debería ser uno de los descensos más bruscos que he hecho en mi vida y que muy probablemente jamás volveré a hacer, ya sea por la intensidad memorable de este o porque simplemente este sea el último. De una forma u otra, prepararme lo más posible para algo que supere mis expectativas es lo más sabio que puedo hacer.

Respondo a las palabras de Sonny apenas las formula, pues estoy de acuerdo en que no es una buena idea poner todos nuestros ases en una sola manga:

- "Permiso concedido. Dale una a Billy para que la lleve y si quieres, puedes designar a otro soldado u oficial para que lleve la otra carga, alguien que iría siempre contigo para situarlas llegado el momento. Es tu decisión."

Los sonidos me indican que comenzaremos y las palabras del piloto lo confirman antes de sentir como la gravedad me comprime contra mi asiento. Siento el poder de la velocidad sobre mi cuerpo y me alegro de ya tener una gran cantidad de experiencia en descensos orbitales, lo que te endurece al cabo de varias operaciones similares.

Aun así, es una gran cantidad de fuerza la que se esta ejerciendo sobre nosotros en este momento y me cuesta mantenerme totalmente sereno. En otros descensos podría dormir, pero esta caída más el hecho de que nuestra misión es prácticamente suicida, hace que el sueño sea difícil de conciliar en este momento.

En ese momento escucho la transmisión de la piloto que está cayendo y sé que ese grupo está perdido. Solo un milagro podría sacarlos de aquella roca con vida y en mi tiempo en el servicio, he dejado de creer en los milagros.

La fuerza de gravedad vuelve a asaltarnos, diciéndonos que ya entramos en la atmósfera de Galdonia VI, cosa que me gusta mucho y me enfoca al saber que nuestro objetivo está más cerca. Si puedo concentrarme en mi misión y en su resolución, todos los temores e inseguridades se irán. Así lo hago siempre y así es como siempre he salido exitoso del campo de batalla.

Espero que esta sea una más.

La realidad volvía a ellos en cuanto su cerebro pudo recibir la suficiente sangre como para procesar a conciencia lo que sucedía en su entorno. Las fuerzas G habían disminuido considerablemente de nuevo; sin embargo podían sentir a viva piel el turbulento movimiento que implicaba estar atravesando la atmosfera de Galdonia VI en algo que no estaba hecho para aterrizar sino mas bien para estrellarse.

La transmisión que el piloto de la “nave”, el teniente Smith, tenía con el ingeniero, podía escucharse a medias en aquel compartimiento debido al altavoz aun encendido; y lo que se comentaba no auguraba nada bueno.

-No puedo controlarlo…- decía el piloto mientras se hacia el silencio probablemente por que este escuchaba al ingeniero, el cual ellos no podían escuchar o bien la transmisión estaba fallando. -Esto no tiene frenos y lo sabes…, simplemente vamos demasiado rápido, quizá el casco no resista…- sentenció al voz del piloto tras el altavoz.

Preguntar en aquellos momentos era algo que a nadie le pasaba por la mente, sobre todo por que era poco probable que sus voces llegaran al piloto debido al ruido de la turbulencia. Las radios de los infantes por su parte estaban encendidas y el piloto debería estar sintonizado con ellos; no obstante nada les garantizaba que la tuviera prendida.

La turbulencia aumento más a medida que los segundos avanzaban lentamente mientras el “taladro” se aproximaba mas y mas a la superficie. Fue entonces cuando la voz del piloto se hizo se presente a gritos en un intento por advertir de lo mal que iban las cosas.

-Sujétense todos. Estamos fuera de control y nos estrellaremos…-

Su voz se quedo plasmada en las mentes de los infantes por unos instantes mientras sentían como sus cuerpos se estremecían y se revolvían en si mismos a medida que el “taladro” impactaba y se adentraba en la tierra. El crujir del metal y el entrechocar de las rocas eran claramente notorios, incluso aun dentro de aquel compartimiento.

Y después súbitamente todo se detuvo lentamente, tal como si sus vidas pudieran ser vistas en cámara lenta y sus cuerpos se desplazasen paulatinamente hacia delante y hacia atrás subsecuentes veces.

La oscuridad se hizo sobre ellos bañada por un silencio perpetuo. Silencio que a medida que pasaba el tiempo divagaba en imágenes y extraños sonidos.

Un zumbido se escuchaba a lo lejos, o quizá eran varios. Algo parecía crujir tan bien mientras una voz mecánica a lo lejos intentaba emitir palabras ininteligibles.

El teniente Smith, quien había sobrevivido milagrosamente al impacto al desprenderse su asiento y se arrojado varios metros hacia delante para ser detenido contra la dura puerta que daba al lugar donde el cabo del Castillo debería encontrarse. Intentando evaluar la situación, el teniente se dispuso de inmediato a comunicarse con el ingeniero que era quien tenia que encender los motores.

Algunos de los sistemas eléctricos estaban fallando debido al impacto otros por su parte, como era el caso de los altavoces, funcionaban con normalidad. Para su suerte, el cabo estaba también con vida y le informó que ya estaba trabajando en eso, sin embargo el motor no parecía responder al proceso de encendido.

Dejando atrás el asunto del motor del taladro, el teniente Smith se centro en los demás factores que involucraban a la misión, -¿Hay alguien conciente?- preguntó el piloto a través del altavoz con la esperanza de que al menos los pasajeros si estuviesen en condiciones de funcionar. –¿Están todos con vida?- el teniente había querido preguntar si estaban todos enteros pero desistió al considerar que de estar las cosas mal, sus palabras serian muy mal vistas.

- "¡Señor! ¡Aquí el Consejero Táctico Gawain! Me encuentro perfectamente. Listo y dispuesto para el combate, señor. Procedo a la inspección ocular de mis compañeros." -

Observo a todos los demás para ver si alguien necesita ayuda, de ser necesario me suelto de mi arnés de sujección para poder ayudar a cualquiera que esté inconsciente.