Partida Rol por web

Ella solo tenía ojos para la arpía, esa que había conseguido tirar al suelo. Camina hacia ella mientras cruza los brazos para sacar sus dos espadas cortas. 

Sus pasos son firmes, hace girar las espadas para poder cogerlas del mango, como si fueran cuchillos. Cuando llega a la altura de la arpía, se agacha con fuerza sobre ella, cruza los brazos a la altura de su garganta para descruzarlos y cortarle la cabeza.

Nanna se acerca con su fuerza natural del norte imparable, sin embargo, la Arpía se revolvió lo justo para evitar ser decapitada, aun así, la afilada cuchilla de Nanna corta levemente el cuello de la criatura.

Las arpías entonces empezaron su ataque al unísono. La Arpía que luchaba con Efreno extendió ambos brazos (uno aun sangrante y con un muñon) y gruñó con su voz molesta y chirriante, en sus afilados dientes perlados pareció dibujarse una sonrisa.

La criatura dio dos pasos hacia un lateral y luego buscó el lado donde Efreno portaba la espada, con un movimiento ascendente, trató de cortar su pecho, el Cretense agradeció tener aquella armadura cuando las garras de la bestia rebotaron por ella, haciéndole a esta una gran muesca.

La Arpía que combate con Bolverk  sujeta furiosa la lanza de su adversario y trató de arrojarlo hacia un lado.

La enemiga de Nanna alzó ambas piernas por encima de su propia cabeza y rodeó a la mujer con ellas a la altura del cuello luego trató de tumbar a su enemiga, girando su cuerpo hacia un lado.

La última Arpía se perdió en el mar, solo la silueta de sus alas negras avanzar bajo el agua hacia el barco daba fe de que aun estaba viva.

 La maldita arpía asió con fuerza la lanza que se introdujo en su abdomen para quitarsela. Chilló, y su chillido llenó de pitidos los oídos de Bolverk. Pero el hombre del norte no parece ceder ni un ápice a su enemiga. Ase la lanza con la fuerza de un gigante para clavarsela más hondo a la criatura. Entonces, cuando parece que Bolverk atravesará a la maldita criatura, ésta vuelve a chillar de forma aún más penetrante que antes... Y esta vez tiene éxito. Las rodillas de Bolverk parecen quedarse. Su cabeza parece estallarle y sus oídos parecen arderle. El hombre no puede hacer otra cosa que retroceder, perdiendo su lanza.

 - Agggggh....bastarda hija del Averno....

 Su cabeza le da vueltas y observa a la Arpía como si estuviera lejana. Su mano perdió la lanza. Pero aún sostiene el escudo y pende de su costado su falcata curva.

Bolverk, de fuerza titánica, solo igualado, quizá, por Efreno el Cretense, fue levantado en peso por aquella Arpía tullida, al parecer, las criaturas de Zeus estaban más allá de la fuerza de los humanos...no podía ser menos. El nordico salió volando hasta que su cuerpo dio contra el mastil, el cual casi parte.

Bolverk ahora yacía en el suelo, la cabeza le daba vueltas y bajo su armadura empezaba a notar como su costado se amorataba por el golpe, pero por suerte, no le había pasado nada grave.

El resto del grupo (los que no estaban ocupados) miraron con los ojos abiertos como platos la fuerza de aquel ser del averno.

Falló en su ataque, no hizo la suficiente fuerza como para poder cortarle la cabeza de cuajo y solo consiguió hacerle unos cortes en el cuello.

Apretó los dientes, enseñándolos, como si así hiciera más fuerza sobre la arpía, pero esta se revolvió de forma asombrosa cogiendola con las piernas por el cuello, con intención de tumbarla. Ella levantó los cuchillos para dañar a la arpía, pero no consigue hacerlo, le aprieta demasiado.. intenta mantenerse en pie, que no la tumbe, si no estará perdida.

Sin embargo, pese a toda la fuerza de la mujer nordica, su homólogo Bolverk y ella cometen el error de medir sus fuerzas con una criatura engendrada por la mano de Zeus.

La lucha de Nanna y la criatura se extiende durante interminables minutos de combate hasta que el azar se decantó por un bando:

La alada bestia consiguió enredar sus, de aspecto, flacidas piernas al rededor de la mujer, para luego, hacer impulso con estas y lanzarla; aun así, Nanna no se hizo daño en la caida, y tampoco fue lanzada demasiado lejos, ya que Nanna había debilitado a su rival en la lucha por ganar la batalla.

Pese a todo, la criatura le había devuelto la moneda a Nanna.

La arpía golpeó a Efreno en el pecho. Suerte de la armadura que llevaba, pues de lo contrario aquél ataque podría haber sido verdaderamente grave.

Las arpías estaban resultando más molestas de lo que parecían en un principio. No tenía tiempo de comprovar lo que los demás estaban haciendo, además de que en aquel instante tampoco le importaba mucho. Su pensamiento estaba completamente centrado en aquella arpía mutilada que tenía en frente. Quería acabar con ella en el acto; ya estaba cansado de aguantar sus chillidos. Por eso mismo blandió su espada con fuerza y, lanzando un grito de guerra, se avalanzó sobre la criatura dispuesto a ensartarla en la hoja de su arma.

Su fiel falcata penetró en la piel de aquel engendro del Averno, en su mismísimo corazón. La fuerza con la que Efreno cargó hizo que tanto él como la arpía se desplazasen hacia la borda del barco, impulsados por la fuerza del empujón del cretense. Aún gritaba de furia el guerrero, tanto que los lamentos de la criatura quedaron eclipsados, y sólo cesaron cuando está cayó a las profundidades del mar y, como una gran roca inerte, las aguas se la tragaron.

-¡Esto es lo que os espera a todas!-rugió Efreno volviéndose hacia las demás arpías que combatían contra sus compañeros.

La arpía ve venir a Efreno. Aquel titánico humano no podía, por su tamaño, ser más rapido que una arpía, sin embargo, antes siquiera de poder apartarse, Efreno atravesó al ser por el vientre y lo arrastró con fuerza sobrehumana hasta el borde del barco; los gritos de Efreno, eran como los de un león rabioso, los gritos de un heroe, soberbios y magnos.

La criatura cayó al mar, y su cuerpo se hundió en las profundidades para no volver más a ver la luz.