Partida Rol por web

La noche del 28 de Septiembre de 1983, Maurice Stolker recibió una carta inesperada en su domicilio.

Martes de Septiembre de 1983. Se ha pasado lloviendo toda la tarde. Ha sido un día de esos en los que no apetece salir del sofá, con esa manta típica de cuadros rojos y negros mirando estúpidas películas de sobremesa y bebiendo algo de licor. No obstante, para tí es como cualquier otro día, en el que, tratar de superar los baches que te colocado la vida es suficiente meta como para no distraerse.

Te has instalado en una cómoda residencia de gama media de Massachusetts. Has decidio darte una última oportunidad para superar todo tu pasado.

La última oportunidad llega esta noche. Despiertas sobreltado en el sofá después de haberte quedado dormido por culpa de una ruidosa lluvia. Sobre la mesita, enfrente de ti descansa una carta que ya habías leído previamiente. Decía que una compañía estaba interesada en contratar tus habilidades como investigador.

No tenías muy buenas esperanzas pero por probar no perdías nada. Al lado de esa misma carta había una tarjeta con un número de teléfono, en el que aún no te habías fijado atentamente.

Srta. Meredich Silverstone

Directora de RRHH de la WCI

Teléfono: BO-2336

La carta, que te ha llegado esa misma mañana, finalizaba con un " Hable con mi secretaria en el número que le adjunto ".

Mirando la carta, Maurice volvió a echar un trago al vaso de Jameson. Estaba prácticamente vacío y ya no le quedaba más en la despensa. De hecho ya no le quedaba de casi nada ni en la despensa, ni en la caja fuerte, ni en el banco. Si esa carta le hubiese llegado hace unos años la habría quemado en la lujosa chimenea de su antigua casa victoriana. Se hubiera reido de la tal señorita Silverstone, maldita estúpida de recursos humanos,  y habría seguido con algún trabajo importante. Pero ahora era un apestado al que nadie querría contratar y aquella carta era una salvación más para salir del pozo. Sabía que era tarde y que parecería desesperado llamando a aquellas horas - Que diantres, estoy desesperado - pero aun así lo hizo. Descolgó el teléfono y marcó el número que ponía en la carta.

¿Winnipeng Chemical Inc. América? - se preguntó a si mismo Maurice. Era la primera vez que oía el nombre de esa empresa. Quizás fuera instaurada durante su periodo en la cárcel, no le parecería descabellado con lo rápido que corría ahora el mundo. - Hola, señorita. Soy Maurice Stolker y les llamo porque ha llegado una carta a mi casa remitida por una tal Srta. Silverstone. - dijo bajando la mirada hacia el papel. - Dice que llame a este número y eso estoy haciendo. Espero que no sea ninguna maniobra publicitaria ni alguna especie de broma. Creame si le digo que no estoy con ánimos para esas cosas.

La mujer secretaria hace una pausa, como si estuviera visualizando de manera agilizada una pequeña agenda sobre su mesa. -Un momento. Dejemé revisar... Al poco tiempo y tras la escucha de una de esas absurdas y repetitivas canciones telefónicas la voz de la mujer vuelve a ponerse al celular.

Disculpe la espera. En efecto, soy la secretaria de la Srta. Silverstone. Mi nombre es Alejandra Scott, será un placer guiarle y concederle una cita.

Antes de confirmarla, la Srta. Silversonte me dijo si podía eh... bueno si podía pasarse esta noche a las 21:45. y hablar con ella en privado. Al parece se le notava muy interesada en contratarle. En fin, quizá le parezca un poco tarde pero le aconsejo que no deje pasar esta oportunidad. Si pudieras ver la cara de la mujer, seguramente tendría una sonrisa de esas agradables por saber que está haciendo bien su tarea. ¿Estaría disponible para esa hora?-

¿Ahora? - pensó Maurice. ¿Tanto apremiaba aquel trabajo como para tener que entrevistarse a las nueve y media de la noche? Eso era bueno. Si el asunto no tenía truco podría cobrar bien por aquello y si la mujer se mostraba tan interesada en sus servicios el podría exigirle una buena cifra. No sabía la naturaleza del trabajo pero Stolker estaba demasiado desesperado como para dejarlo pasar. De todas formas, ¿qué le quedaba?, más que estar tumbado en la cama dando vueltas hasta poder quedarse dormido a las tantas de la madrugada. - De acuerdo señorita, dígame la dirección y me pasaré por allí. Como le dije antes espero que no me estén tomando el poco pelo que me queda.

La mujer se disculpa por si te ha parecido cualquier tipo de broma desagradable, así que no sabe muy bien que responder. Mete la primera excusa creíble que se le ocurre y finalmente da por hecho que te presentarás a la hora citada. Te da la dirección de donde se encuentra el edificio; Avennue Jhonstow s/n. Rápidamente por tu cabeza tratas de memorizas la avenida y deduces que tendrás que coger un transporte. No te gusta demasiado hacer ese tipo de cosas por las noches, no obstante una entrevista a esas horas te pica la curiosidad con el añadido de que debe de ser algo tremendemante importante.

Coges lo fundamental, y te arreglas lo suficiente como para no parecer una hombre de gama baja y al mismo tiempo agradable para los ojos de cualquier persona.

Estás listo para salir a al calle.

Con el unico traje que le quedaba medio en condiciones, Maurice bajo buscar al taxi mas cercano. No sabia donde se situaba exactamente el lugar por lo que prefierio asegurarse. Se subio al coche y le dio la direccion al taxista. Se encendio un cigarro y empezo a cavilar sobre de que podia tratar el trabajo que le iban a ofrecer.

Avisas a un taxi con un ligero movimiento de mano y te introduces en el coche. El hombre te da las buenas noches. Va vestido con ropas oscuras y una gorra que oculta su cabello engrasado y sucio. Lleva una barba descuidada y de vez en cuando te echa miradas sospechosas por el retrovisor interior.

Finalmente toma nota de la dirección que le mencionas y conduciendo con suavidad va hacia allí.

El hombre hecha un tufo a alcohol barato, su ropa deja mucho que desear al igual que su higiene personal. Llevas como media hora en el coche y empiezas a sospechar que el taxista está tardando demasiado para llegar al destino. Quedarán unos diez minutos para las 21:45.

Un nueva mirada inquietante se fija en ti por el retrovisor...

Lo que te faltaba, un maldito taxista intentando estafarte unos cuantos dólares. Lo que te extraña son las constantes miradas por el retrovisor. Entonces te pones serio y le dices: - A ver amigo, ¿sabe dónde vamos? Porque yo he ido mil veces en taxi y no se tarda tanto. ¿No me estará intentando sacar el dinero? le advierto que conmigo no hay mucho donde rascar...ya he estado casado. - Prefería hacer una pequeña broma para no enrarecer aun más el ambiente. De todas formas tampoco se quería dejar engañar de aquella manera.

El hombre tarda unos segundos en contestarte. Pasados esos segundos percibes como los pestillos del coche se bajan. Tu corazón empieza a acelerarse estrepitosamente, y empiezas a sentir las convulsiones que te llevan a temblar de pánico. -No pretendo sacarle nada... calvo de mierda... Su risa parece que no puede mejorar debido a lo quemada que debe tener la garganta por culpa del alcohol barato. Ves como alarga el brazo al salpicadero para desbrochar una botella de whisky y a continuación da un trago. Al lado de la botella percibes una escopeta, frente al asiento. Es una preciosa noche para que conozcas a mi sobrino- 

Los edificios de alrededor te indican que la Avenida de Jhonstow -un barrio rico residencial- ya las has cruzado buen tramo, hasta llegar afuera de la ciudad. Los letreros de advertencia te indican el camino a una granja, ya solo será cuestión de poco tiempo para llegar.

Te encuentras en las afueras, en medio de un bosque de árboles muertos, se encuentra una cabaña que a primera vista parece no estar habitada. Es un ambiente sombrío, tanto, que parece que el sol ni siquiera intenta brillar en este lugar. Los cuervos y las urracas se posan sobre las ramas secas, y el aullido de los coyotes resuena en la profundidad del bosque muerto cuando el hombre de pronto detiene el taxi.

Joder, lo que me faltaba. - Pensó Stolker. - No voy a conocer a nadie, maldito borracho. En un rápido movimiento Maurice sacó la navaja multiusos de su bolsillo, la cual siempre le acompañaba, y desde el asiento de atrás agarró con el brazo izquierdo el cuello del taxista y con el derecho puso la punta del cuchillo a poca distancia de su cara. - Ahora me vas a escuchar bien si quieres vivir. Vas a arrancar el coche y me vas a llevar al centro otra vez. Sino te juro por Dios que no tendré la más mínima compasión contigo. ¿Me has odio mamarracho? ¿ME HAS OIDO? - Para que el taxista se sintiera más amenzado acercó la navaja a su ojo derecho.

El taxista no se esperó esa reacción. Sin embargo le notas demasiado tranquilo, como si no tuviera pavor a la punta de ese cuchillo. -Uh... uh... uh... Yo de tí no movería ni un dedo, al menos que aprecies tu vida. ¿Qué vas a hacer?, apuñalamé con tu navaja de boy scout, nadie te lo impide. Levanta ambos brazos para que compruebes dónde se encuentran sus manos en todo momento. Está claro que solo trata de intimidarte con palabras sucias y baratas.

¿No podemos hablarlo?, reconozco que ha sido un error... He bebido demasiado alcohol y... y, bueno ya sabe aveces es una bebida que nos conduce a hacer cosas que no queremos y otras nos lleva a hacer amigos, ¿verdad?.

Venga, baja ese arma y seamos amigos.-

- ¿De qué coño me estás hablando? Si lo que quieres es robarme lo llevas claro. - Maurice empezaba a presentir que no llegaría a la cita a tiempo. 

El hombre empieza a romper a carcajadas burlonas cuando escucha eso de que pretende robarte, y después continúa con una tos seca. La tos es lo suficientemente pesada como para que desvíes la atención en el borracho.

En un momento de duda, entre clavarla la navaja o no, un sonido de bala penetra por la ventana y perfora tu hombro. Sientes un pequeño estallido de pinchazos concentrados en ese punto de tu brazo. El taxista aprovecha para coger su escopeta. Asustado desde el interior, el hombre va hacia el maletero pasando cercano a tu ventana. Lo abre y revuelve algo hasta que parece que da con lo que quería.

-Vamos baja. Te grita al abrir la puerta.

No tarda en tirarte del cuello con tanta fuerza que tropiezas en el suelo, saliendo por la puerta. Por si fuera poco, aprovechando ese pequeño momento en el que te ves indefenso se arrodilla tras de tí y te ata ambas manos con un cuerda.

Vas a hacerle disfrutar a mi sobrino, verás como te va a gustar.- El borracho te apunta con la cañón de la escopeta en la cabeza, con un ligero movimiento del arma te ordena que empieces a moverte hacia la cabaña.

El interior de la cabaña se encuentra casi vacío, solo la amueblan una mesa, una silla y una cocina que están en decadente estado. No hay luces, a excepción de un triste foco que por lo general, se encuentra apagado; sin embargo, el interior de la cabaña se ilumina por la poca luz del exterior que se filtra hacia dentro a través de las ventanas.

Y ahí, de espaldas, se encuentra un hombre, la luz de la ventana se derrama sobre él dejando entrever su silueta, su grotesca silueta; es un hombre muy desproporcionado y casi deforme, sus brazos y piernas son largas y delgadas en contraste con su cabeza y torso que son muy gruesos.

Olfatea el aire al notar que en el ambiente hay una hombre que desconoce su olor. Con gestos entre timidos y furiosos al mismo tiempo duda entre si acercarse al hombre que tiene secuestrado el taxista.

¿Por qué no me habré quedado en casa? - pensó Maurice cuando sus ojos se centraron en aquel tipo monstruoso. ¿Quién le había disparado? ¿Por qué aquel tipo quería secuestrarle?...y lo más importante...¿Qué iban a hacer con él aquellos dos locos? El hombro le dolía horrores y notaba como debajo de su chaqueta la sangre iba humedeciendo la tela. Encima no podía taparse con la mano para que el líquido no saliera a su antojo. Sino hacían algo se iba a desangrar. - Escúcheme, no sé lo que quiere de mí pero se está equivocando de persona. Yo soy un don nadie, no tengo apenas dinero, no tengo trabajo, no tengo nada. Se ha equivocado de persona. - Dijo nerviosamente dirigiéndose claramente al taxista. - Tengo poco dinero pero se lo daré si me deja ir. No tenemos mas que ir a mi casa y lo sacaré de la caja fuerte - mintió. Él no tenía caja fuerte.