Partida Rol por web

—Venga, venga, venga. Vamos rápido...

Muchas preguntas acudían a su mente, pero el pánico que sugería el que los orcos dejaran todo ese equipo atrás le metía prisa. Mucha prisa.

escuchas a Fram vocear levemente.

—Venga, venga, venga. Vamos rápido...

Un gorgoteo, como el que emitía alguien que tiene los pulmones perforados se escucha a donde se encamian vuestros pasos.

Una leve voz y el tintineo metálico os reta: - Venid perros, y pagaréis la osadía. Su voz, que se asemeja a un susurro, a parte de su fuerza, también denota carácter ... y poco tiempo de supervivencia. Igual es un superviviente, o alguien que sabiendo cercana su muerte, ya no la teme y piensa vender cara su piel.

Ahora entendió el por qué. Los enemigos habían sido rechazados, y temían a quien estuviera por ahí.

—No somos enemigos. Si deseas que nos marchemos, así lo haremos. Pero quizá podamos ayudarte.

Entre esfuerzos y dolores el hombre contesta. - Veo que no sois orcos ni sus hermanos mestizos, pero, eso no desquita que los hombre no sean malvados ... y si tus intenciones son buenas, creo que llegan tarde. Y tose.

Había orgullo y determinación, pero también resignación del destino que le esperaba.

—Cuenta tu historia y haz tu testamento, pues venimos de estar con los tuyos, en la Carroca, y si podemos, en el regreso, les haremos saber lo que nos quieras contar.

- Hemos venido hasta aquí a ayudar a los tuyos. Nos acogieron sin reservas y, a parte de eso, si podemos matar orcos siempre estamos dispuestos.

Tras toser y escupir comenta: - Entonces acercaos.... Si queréis matar orcos, esta es mi arma. Es vuestra, hasta que se la pueda alguien entregar a la Que más Sabe. Tose y empieza a debilitarse por momentos. - Esos cabrones han quemado lo que no se han podido llevar, pero, muchos de los suyos, ya no les seguirán. Era una caravana, que portaba algo importante para "El Nigromante", porque lo ocultaban con lonas, y decían algo de "La Monaña Pelada" y "Dol Gulduro" ... o algo así. Se gira levemente hacia vosotros. - Que mi hijo porte el hacha, y así no será una carga para vosotros. Que de sus manos sean entregada a la Suma Sacerdotisa.... o Al Rey. Empieza a borbotear sangre y se está asfixiando con ella. 

Intenta decir algo más, pero no se le entiende nada.

—Debes saber que nuestro camino va hacia el peligro, pues debemos ir a ver al mago pardo, y esa colina de espectros se nos interpone. Solo tras hacer ese recado, y dependiendo de lo que diga el mago, podremos volver a la Carroca. ¿Donde está tu hijo? Preséntanos. Si accede a acompañarnos estaremos honrados.

El hombre se está asfixiando con su propia sangre. Es complicado que consiga hablar....si nadie lo consigue ayudar.

A pesar de no conocerle de nada, ver como se le iba escapando la vida, no era nada agradable. Sentí como una pena me invadía el interior. Me acerqué a él con mucho cuidado intentando que pudiera respirar un poco más y nos dijera algo más para poder ayudarle.

- Aguanta un poco más. Tienes que decirnos donde está tu hijo para que podamos encontrarle.

Me acerco lentamente al muchacho, procurando no despertarlo hasta estar a su lado y me siento de nuevo, poniendole el brazo ligeramente encima, despertándolo.

- Venga, tenemos que irnos de aquí... ven con nosotros.

Hasta ahora no se había acercado, por si acaso al hombre todavía le salía el instinto asesino de su gente y los acogotaba de un par de golpes, pero cuando vio que se estaba ahogando, se precipitó a ayudarle junto a Elegorn.

—Antes de seguir, cuando estabilicemos a nuestro amigo, creo que debemos avisar a Raban, para que también sea testigo. Ten, usa mi amuleto. Puede que te ayude.

Tenía un amuleto colgando de una cadenita de plata con un colgante que representaba un hurón bailando una giga en un metal desconocido y pesado.

Te acercas al muchacho, y tras moverlo, intentas incorporarlo. Falta de la mitad para abajo. - Coñe, ahora entiendo porque no se levantaba. Te ha dado tanto asco que te has retirado de él, soltándolo como si hubieras tocado .... una mierda. Parecía que ya no había mucho que hacer. Cuando recobras la estabilidad estomacal, intentar mirar por el otro lado del arbusto y no tardas en ver que las piernas están como a un palmo y medo del resto del torso.

- Hijos de puta. Lo han cortado a la altura del ombligo.

Apartas la mirada y te cubres el rostro con la manga izquierda, para evitar sufrir un "ataque" como el de antes. Lo que descubres es que el corte no ha sido fino ni de combate. Miras un instante más. Ha sido tortura. TE fijas bien y hay huellas de botas claveteadas. Bastantes. El muchacho habrá llegado allí a arrastrones por sus captores, que lo han mortificado, hasta que lo dieron por muerto tras destrozarlo.

Se murió.

Con cierto asco y mucho enfado me retiro del lugar. Regreso a una zona desde la que pueda ver la casa y si mis compañeros vuelven.

Oh, mierda. Puagh. Se había puesto lleno de sangre. El vómito negro que le sobrevino no había sido nada elegante. Pobre. Miró el hacha aquella. Como la de Borgvir... Bueno, ehem. Joder. Siempre le tocaba enterrar a gente de esta.

—¿Dónde estará el "hijo"? ¿Será un hijo de verdad, o será algún animal familiar? Busquemos. —Envolvió el hacha aquella en cualquier tela que encontrara, tras limpiarla de sangre y buscó.

No tenía muchas esperanzas en que pudiera aguantar y así fue. Le cerré los ojos con las manos y me incorporé. No podíamos demorarnos mucho más. Aparte de nuestra misión, ahora teníamos que buscar a su hijo.

- Mucho me temo que a Raban no le va a hacer gracia tener que hacer otra misión, si conlleva retrasar nuestra llegada a ver al mago.

—Busquemos durante un par de horas. Llamémosle para que nos ayude. Así le damos la noticia.