Partida Rol por web

15 Febrero 1812 T.E. 09:23 Muchas nubes de Tormenta. -1ºC. Gran Bosque Verde. ("Bosque Negro"). Entrada de Caras Armath (Râd Amon).

Escapaste del "efecto troll", y al salir de aquel patio y aquellas oscuras estancias, saliste al patio, lleno de charcos. Por lo menos la tormenta había cesado. Al tirar hacia las escaleras, allí yacía el cuerpo de la troll fallecida. No lo podías creer, pero al verla te dio un susto que te sacó los colores. Por un lado, avergonzado por dejarte asustar, otro, por no recordar lo que allí había y haberte dejado sorprender.

Inspiraste profundo el frio aire, mientras caminabas. Los escalones de metal estaban mojados, y tras la experiencia … preferías ir con cierto cuidado. Serían duros, pero también resbaladizos. Incluso intentabas, ahora, con algo de luz, ir por el filo, y apoyarte en el limo (no era barro, era limo de los empapadísimo que estaba) del exterior en ciertas ocasiones. Incluso descubriste los lugares donde os ocultasteis para saltar sobre la troll.

Riéndote levemente de esos recuerdos algo te llamó la atención. No lo podías creer.

¿Habías visto una tipa, casi desnuda, cabalgando … un tigre? Sacudiste la cabeza incrédulo. Su velocidad era mucha, y seguía la misma ruta que el camino, pero a una velocidad impensable. Hacía el oeste habría algo que le traía mucha prisa.

Hacía ya dos días que sabías que no la alcanzaríasi jamás. Tras varias jornadas de persecución te diste cuenta de algo. Estabas llegando a las antiguas estancias, y te detuviste en seco. Era inútil seguir con una persecución. Las huellas cada vez eran más viejas. Os sacaba distancia por momentos y aunque Raban no se hubiera dado cuenta, no había huellas de la chica. Sólo del gato … así que una de dos, o la habíais dejado atrás, cosas improbable, o cabalgaba sobre el felino. … y eso le daba una velocidad que vosotros no podíais ni soñar.

La noche anterior había caído un chaparrón de escándalo. Había tantos charcos que incluso había zonas inundadas que hubisteis de tener que rodear. Vadearlo era peligroso en el mejor de los casos, y meterse en el agua fría tampoco era algo especialmente inteligente.

Un extraño y nauseabundo olor te impactó de sobremanera. Hacia el Noroeste. Hacia donde debía estar la entrada a Caras Armath. Sabías que había que "casi escalar" unas escaleras de metal, que seguro ahora, estarían especialmente resbaladizas.

No podía ser.

¿Sería familiar?

¿Sería de sus misma tierra?

¿Igual se conocieron, aunque fuera de niñas?

Muchos pensamientos habían corrido esta semana por tu cabeza, pero ya no podías más. Otra insana carrera que no te servía más que para perder el rastro a cada paso que dabas. Ya ni encontrabas huellas.

El elfo se paró en seco, y miró hacia el noroeste de una manera muy extraña e inquisitiva. Algo había visto. No es que lo conocieras mucho, pero ya … más de un mes con él, te había dado para aprender alguna cosa de esta peculiar raza. Además, a noche anterior había caído un chaparrón de escándalo. Había tantos charcos que incluso había zonas inundadas que hubisteis de tener que rodear. Vadearlo era peligroso en el mejor de los casos, y meterse en el agua fría tampoco era algo especialmente inteligente.

Fram se agachó. Aterido de frío como estaba, prefería no llamar en exceso la atención y, por tanto, dejó pasar a la mujer montada sobre un tigre. Fue tan rápido que la sorpresa le llegó de manera retroactiva: comenzó a abrir la boca y a gesticular, ahí agachado como estaba, tras el arbusto.

Entonces, le pudo la curiosidad, y tomó el camino hacia el oeste, para ver, lo más rápido que pudo.

Para cuando llegaste abajo, hacía más de un minuto que la tipa había pasado ya por allí. No sabías bien lo que habías visto, pero tenías en la mente … o en la retina aún... la imagen de la tipa (que estaba para hacerle un cumplido) y su "gato".

Tras dos días de persecución frenética, en la que, con la paciencia que solo alguien de una raza tan longeva como la mía, dirigí la persecución de la exótica y tan extrañamente fuera de lugar humana y su compañero felino. No pude si no reconocer el tesón y la entrega con la que los herederos de los Edain de antiguo podían llegar a acometer las cosas que les motivaban, sin duda una valiosa cualidad que solo podía entenderse desde una perspectiva de vida tan corta como la suya.

Durante esos dos días, el frío y la lluvia nos habían acompañado, casi como si fueramos una jauría en persecución de la presa..., solo que en este caso, la presa era un enorme felino de mas de trescientos kilos, que nos iba sacando cada vez mas y mas ventaja. Acostumbrado a moverme por el bosque, y sobre todo por este bosque, enseguida pude entender que, en su huida, felino y humana se dirigían hacia Caras Amarth, las antiguas estancias que los mios habitaron tras partir hacia el norte, desde la colina en la que ahora un profundo mal se extendía por el otrora magnífico bosque. O al menos pasarían cerca, así que, en cierto modo, la persecución nos acercaba a nuestro destino.

Finalmente, empapado hasta los huesos, miré de soslayo las últimas huellas dejadas, claramente, por el felino en su huída: no había huellas de mujer:

— Para, Raban, es inutil. Mujer monta pantera. Mas veloces que nosotros... Debe saber que le seguimos. Si quiere hablar, volverá hacia nosotros — dije, en mi torpe oestron, poniendo una mano en el hombro del humano, mientras le miraba con gesto comprensivo.

Tras recuperar el resuello, giré sobre mi mismo, orientándome, hasta que quedé observando un grupo de viejas hayas que se hacinaban sobre un pequeño promontorio del bosque:

— Sigamos en esa dirección: allí es hacia donde nos dirigíamos. Hemos de encontrar a un grupo de los tuyos... — concluí, haciendo un gesto con la mano al adan para que me siguiese.

Fue entonces, encarado hacia el noroeste, donde sabía que estaría la entrada a la Ciudad Maldita, donde me golpeó, casi fisicamente, un hedor nauseabundo, pese a la baja temperatura del invierno en el norte. Enseguida me eché la mano hacia la nariz, mientras arrugaba la misma:

— Por Eru Iluvatar, que hedor!! — dije, mirando de nuevo a Raban — Veamos que huele tan mal... — continué, entrecerrando los ojos, como si con ello pudiese ver a traves del enramado y la floresta. 

— Hay que encarmarse a la "gran escalera" para entrar. No será fácil, con la humedad... — le informé, recordando la estructura metálica que daba acceso a los antiguos recintos construidos en la Segunda Edad del Sol.

El olor me escamaba, pero no dejaban de ser unas ruinas devoradas por el bosque, era probable que algún animal hubiese fallecido por allí, pero aun así, me puse en guardia, elevando un dedo hacia mis labios, y empezando a moverme en silencio hacia la fuente del olor, mientras me concentraba en tamizar la amplia gama de sonidos que daba vida al bosque. Esperaba que Raban hiciese lo mismo.

Hay unas huellas de troll. Unas que vienen del bosque, y se dirigen al paso del rio seco (que se llena en riadas y poco más) que antecede a las escaleras de metal antes de subir.

Hay otras muchas huellas, pero no puedes decir nada de ellas, ya que las precipitaciones las han destrozado. Pero las de troll se hubieron de hacer bajo la lluvia. Las zancadas eran largas y no sabrías identificar el momento, preciamente por el chaparrón que les ha caído encima, pero sabes que con dos días de lluvia que ha habido fuerte ..... por donde (tiempo) se hubieron de generar.

Raban estaba en forma tras el descanso con los elfos, por lo que pudo aguantar bien la carrera, al menos al principio.

Pensaba que iba a ser cosa sencilla perseguir a una chica por el bosque, pero estaba muy equivocado, la muchacha era realmente veloz y no había forma de pillarla. En un momento dado el elfo señaló las huellas y no había que ser un gran rastreador para darse cuenta que solo estaban las de la pantera, la chica iba montada.

Raban maldijo por lo bajo. Lo normal es que un ser humano tuviera más resistencia a la carrera que un felino cargado, pero la velocidad era otro punto y la ventaja era grande. Además, no convenía presentarse ante una pantera exhausto, lo mismo no eran amigables y se liaba la cosa. Convenía estar a tope.

Asintió, el elfo tenía razón.

Raban siguió al elfo, estaba malhumorado pero su compañero realmente había hecho lo que podía.

Su compañero se paró y un fuerte olor nauseabundo fue percibido incluso por el humano, para el elfo sería infernal. Raban hizo además de dar la vuelta cuando vio que su compañero se acercaba lentamente a la fuente del hedor.

Con cara de asco y ademán de resignación siguió a su amigo. Cualquier persona en su sano juicio se alejaría de esa pestilencia.

Durante un rato en que solo mi fino oído quedó de guardia, pendiente de nuestros alrededores, el resto de mis sentidos se fundieron en el suelo, entrelazandose con aquellas huellas: sus formas, su profundidad, cualquier pequeño detalle que pudiera contarme la historia de cada una de las criaturas que las habían dejado. Hice una mueca, contrariado, pues las anteriores de los últimos dos dias se habían deteriorado, desvaneciendose en el rico suelo del bosque como arena frente a un fuerte viento: pero no la del troll.

Me giré hacia Raban, llevando un dedo a mis labios, mientras parafraseaba la palabra que en estron designaba a esas viles criaturas creadas en la Primera Edad por el infame Morgoth, ruina de los Noldor, y por ende, de todos los demás Quendi, pues la soberbia de esta casta había provocado consecuencias nefastas para el resto de nosotros, que nada habían tenido que ver en sus disputas:

— T-R-O-L-L...

Tras lo que volví a sumergirme en las historias que el herboso suelo pudiera contarme, aunque el hediondo olor era muestra mas que suficiente de que la odiosa criatura estaba cerca...

Tiradita oculta de SEGUIR RASTROS y te cuento algo más (dependiendo del resultado).

Pues a ver si sacamos algo mas en claro!! Ahí va la tirada de Seguir Rastros!! ;) 

Esto RABAN no lo sabía. Te lo quito de tu post.

15 Febrero 1812 T.E. 09:25 Muchas nubes de Tormenta. -1ºC. Gran Bosque Verde. ("Bosque Negro"). Entrada de Caras Armath (Râd Amon). Puente de acceso bajo las escaleras.

El camino te espera. Parece bastante … claro que te va a tocar viajar otra vez solo. El beornida y sus animalitos se adentraron en la espesura para no regresar...al menos con vida; o como lo que entendemos por "vida".

Al pasar junto a la troll, ya dándole algo de sol y no se ha transformado en piedra. Está en el suelo, y no hay moscas revoloteando, pero hay unos gusanos blancos, del tamaño de un grano de arroz por todas las heridas abiertas. Te asquea y terminas de bajar la escalera del todo. Estás en el puente que cruza la "zanja" (Por que llamar riachuelo a eso es mucho) que te da acceso al camino.

15 Febrero 1812 T.E. 09:25 Muchas nubes de Tormenta. -1ºC. Gran Bosque Verde. ("Bosque Negro"). Entrada de Caras Armath (Râd Amon).

El olor es más intenso que antes y eso que faltarán como 300 metros para llegar al puente de acceso, antes de las escaleras que llegan al patio de entrada. El riachuelo, o mejor dicho, la zanja por la que este transcurriría, está algo inundada por las lluvias. Además está repleto de juncos y otras plantas. Tendrá como 8 metros de ancho, y su profundidad, al menos de la parte superior de las plantas, estará como 3 metros más abajo. No es fácil bajar sin una cuerda y el firme no está especialmente claro, ya que no se ve el fondo. Para amenizar el paisaje, el agua de estos días de lluvias, no lo pone nada fácil; incluso el borde no es muy seguro y se desmorona lentamente, cuando se pisa cerca.