Partida Rol por web

En cuanto vea comentario de nuestro elfo, actualizo.

Escuché al extraño adan mientras se explicaba: — Atropelladamente, como la mayoría de sus congéneres, de vida corta e intensa... — pensé, mientras hilaba las partes del relato que el hombre parecía dar por sentadas. Me tomé mi tiempo pensando, observándole fijamente, tras lo que me giré  hacia las escaleras de metal que ascendían por la escarpada pared hacia lo que otrora habían sido, si bien por breve tiempo, las estancias de mi pueblo.

— Habitualmente la venganza suele atraer desgracias, pero habiendo sido prisionero de estos seres, entiendo tu encendida postura, Fram. Además, si pretendemos arribar a la tierra de los beórnidas, o beijabar, como los has denominado, con la triste noticia de la muerte de uno de ellos, quizá sea buena idea llevar un trofeo de aquellos que le dieron muerte... — concedí, aunque para eso podíamos llevar quizá la calavera de la hembra de troll que ya habían abatido, con la intención de no negarme a todas sus pretensiones:

— Dado que no gustan de mostrarse bajo la luz del día, por miedo que a que el sol les convierta en roca, tendríamos tiempo de sobra para preparar una emboscada para cuando pretendan  salir, cuando la luz de Elbereth e Ithil ilumine el cielo sobre las copas de los arboles del bosque, así podríamos ahorrarnos el suplicio de soportar ese olor durante todo el trámite... — agregué después, arrugando la nariz. No me consideraba un petimetre de salón, ni mucho menos, y mi instrucción como montaraz me había enseñado a que muchas veces tenía que fundirme con el entorno para pasar desapercibido, pero para ello, afortunadamente, contaba con el apoyo de Kementari y de Oromë, así que no, no aceptaría apestar como lo hacía aquel humano — Sin embargo, — continué tras meditar un momento, mirando hacia las copas de los árboles, tratando de establecer la hora del dia en la que estábamos — es pronto aun, y perderíamos mucho tiempo hasta que llegara el ocaso, en caso de esperar. Es verdad que no tenemos prisa..., o sí la tenemos, Fram?? — finalicé, sin haber decidido aun cual sería el curso de acción mas apropiado.

──Podríamos hacer eso o entrar y tratar de sorprenderles dormidos que era lo que estaba pensando, pero no me importa mucho qué se haga. La emboscada de la que hablas tampoco no me parece mal.

Desconocedor de las cualidades de sus nuevos aliados, prefería que ellos mismos, al ser mayoría, decidieran la estrategia. En ese caso, además, podría guardar algo de su apestosa ropa para ocultar su olor... la capa, por ejemplo, y lavarse luego, para estar más cómodo. Luego la utilizaría para enmascarar su presencia, durante la emboscada.

15 Febrero 1812 T.E. 09:29: Muchas nubes de Tormenta y está empezando a caer agua-nieve. Viento totalmente quieto. -1ºC. Gran Bosque Verde. ("Bosque Negro"). Entrada de Caras Armath (Râd Amon). A unos 30 metros del puente que cruza hacia "Los Peldaños Resplandecientes".

Mientras decidís que hacer, y discutís o comentáis, un maullido extraño os saca del vuestros pensamientos y conversación. Un maullido grande, pero infantil. Es como si dijera: "Estoy aquí", de manera tímida, discreta, y con algo de miedo.

¿Un león del norte? ¿Qué porras hace aquí un bicho de estos?

Sabes que su vida son las montañas heladas del norte (Montañas Grises) pero sin llegar a los Páramos Desolados donde moran algunos Dracos Mayores y Dragones (O sea, norte y hacia Angmar, pero no hacia oriente, o por lo menos, no mucho)

También sabes que es la mayor, o la mejor de las compañías, de los Montaraces Beornidas. Sólo Príncipes, elegidos, y los de mayor fortaleza mental son capaces de tener como "amigo" (No son mascotas, son compañeros de viaje, y en algunos casos, incluso como hermanos) (Y los príncipes, sin son de gran fortaleza, que si no, tampoco. Se suelen quedar sólo con su capacidad de transformarse en oso, y muchos ni si quiera son capaces de conseguir un "compañero". Aunque sea un puñetero y apestoso hurón).

Ojo, es un cachorro.

¿Un cachorro de gato blanco? Coño que grande.

Puedes ver la cara de estupefacción en el rostro del elfo.

- Ostrás, ha conseguido escapar uno de los cachorros de Borgvir.

Está todo empapado.

──Oh, vaya.

Fram escuchaba ese especie de gañido tan típico de los amigos de Borgvir. ──Ese es uno de los dos cachorros de león de las nieves de mi amigo el Beórnida. Ha viajado conmigo lo suficiente, espero. Voy a ver si le tiento con algo de comida, apartaos a un lado, por favor, para que no tenga tanto miedo.

Dicho eso, Fram se acercó muy despacio hacia donde se escuchaba al león, con un poco de carne seca y una galleta de viaje.

Fram trató con un gato bien grande para ser un gato. Venía empapado y manchado de sangre. Una vez reanudada su relación de confianza, Fram trató de mirar si estaba herido, aprovechando que comía con ansia. También procuró hacerle todas las carantoñas que, sin duda, necesitaba tras perder a su hermano.

──¿Tu hermano no ha sobrevivido? ¿No puedes llevarme a él, si está vivo?

Le dejó suelto, por si quería señalarle algo, también siguió dandole trocitos de pan del camino, pero poco a poco, esperando que se fuera saciando su hambre despacio, porque no tenía tanta comida.

Raban contempló estupefacto a la criatura. Su primera reacción hubiera sido sacar sus dos hojas y partirlo por la mitad, pero al ver que Fran lo trataba con naturalidad, se relajó.

De hecho se fijó en el animal, aunque se separó un poco para no ahuyentarlo. Era un magnífico gato.

- Está manchado de sangre, mira que no esté herido. - señaló pero sin acercarse - ¿Y dices que hay otro?

Les dejó su espacio. Si Fran era capaz de amistarse con la bestia quizás pudiera él mismo acercarse más tarde. Le gustaba ese felino.

──No parece herido. Y si, había otro. Espero que no esté por ahí medio muerto. Me gustaría que su hermano me guiara, si es posible. Estoy seguro de que Borgvir les quería como a hijos, literalmente. Sus hermanos nos agradecerán que cuidemos de la familia. ¿Seríais capaces de comunicaros con él con algo más de precisión de lo que soy yo capaz?

Sabía que las gentes que frecuentaban las tierras ásperas a veces poseían dones curiosos. Quizá...

Entre tanto, procuraba que el animal estuviera cómodo, y le rascaba detrás de las orejas, y le seguía dando trocitos de comida.