Partida Rol por web

Te agachas, esquivando así su ataque, ya que el tuyo lo toma tan de sorpresa que no es capaz de reaccionar. Ya de por si estaba el tajo mal lanzado, pero lo enganchas de las piernas, y haciendo palanca con el palo, el tipo sale hacia donde querías. No ensarta a su líder, pero rompe su intento de recuperar el arma, cayendo ambos rodando juntos unos metros más abajo de lo que ya había llegado en un principio.

Varios orcos chillan como conejos y empiezan a correr directamente.

Los orcos empezaban a desbandarse presa de la confusión, pero no podía permitirse que se dieran cuenta de que en realidad solo una persona estaba atacando. Corriendo colina abajo hacia el líder, se dispuso a acabar con aquello de una vez por todas. Si lograba matar a su jefe, dudaba que esas viles criaturas mantuvieran el animo para reorganizarse.

El orco se interpone en tu camino, ya que está en medio. Te lanzas, usando tu "pértiga" y el golpe se centra en la base de la espalda. El orco líder se aparta por muy poco de que le caiga encima, pero el monstruo alcanzado se desploma inerte sobre unas zarzas que le tienen que estar perforando la piel. Quedas lista para atacarle otra vez, pero te das cuenta que su flacidez es real. O está muerto o se ha desmayado.

El otro está recuperando su arma, pero manotea y te das cuenta que aún está afectado por los golpes recibidos y la caída.

Nayira no dedicó mas tiempo al orco caído al ver que ya no se movía, centrando su atención en el líder, aun aturdido que intentaba plantarle cara. Sin darle un segundo de respiro, avanzó hacia el mientras la pesada vara giraba fugaz entre sus manos. Girando sobre si misma, proyectó su arma casi como una extensión de misma, en busca de desequilibrar a su oponente causándole el mayor castigo posible.

Al lanzar tu bastón te das cuenta que está haciendo de "treta", así que mientras mantiene su atención con el arma, lanzas una pierna que impacta en el costado. El "bicho" ya ha conseguido su arma, y se prepara para atacar, pero estás en posición que te permite atacar antes de que lance su filo contra ti.

Los soldados se han percatado de tu pelea, y algunos a oscuras, se lanzas a intentar ayudarte. Desde el campamento, algunos incluso han organizado un asalto y con teas, iluminan sus pasos, pero incluso los que vienen desde más cerca, llegarán tarde, para llegar al combate con el que estás enzarzada en estos momentos.

La presencia de los soldados al otro lado del río la animó, aunque sabía que aún tardarían un buen rato en alcanzarla. Por ese motivo, Nayira no le dio tregua al orco que ya tenía el arma en sus manos, y antes de que pudiera atacar, intento de nuevo lanzar aquella pesada bestia por los aires ayudándose del bastón. No tenía ganas de probar el acero orco su piel.

Al ver que su ataque se lanza alto, lo esquivas agachándote, aprovechando el giro para hacer que perdiera pie y se cayera nuevamente. Otra vez el tintineo se repite y esta vez es acompañado por un grito. Este de dolor pide clemencia. - Me rindo. Me rindo. Su voz era tosca. Era diferente.

Nayira se preparaba para lanzar un nuevo ataque sobre la criatura antes de que se levantase, pero descubrió con sorpresa que estaba rindiéndose. No tenia noticia de que los orcos se rindieran alguna vez, pero el caso es que le asqueaba terminar con la vida de nadie en semejantes condiciones, incluso si se trataba de un orco.

Situando la pesada vara metálica sobre su cuello, en una clara amenaza de lo que podría hacerle ante cualquier tontería, le hablo intentando vocalizar lo mejor posible.

- Ordena a los tuyos que se retiren. Ahora. No te lo diré dos veces.

Si así lograba acabar con el ataque de los arqueros, se daba por satisfecha.

 El ser te mira sorprendido. Tenía más miedo que sorpresa, pero un sentimiento alterna con el otro, cuando mira hacia los orcos que escapaban como vulgares ratones asustados.

Ya cerca escuchas a los soldados llegar y uno de ellos te grita en la distancia, que se acortaba por momento: - Mátarlo. Mata a ese también. Sonaba con odio. Con inquina. - Mata a ese vil orco.

El "bicho", con las manos en alto, cerca de su pecho, y atemorizado, a un par de metros de ti, y un poco más abajo en la ladera susurra, como dolido: - Yo no soy un orco. Te había costado entenderlo, pero sonaba a resentido. Como si le hubieran insultado y viejos rencores o acosos regresasen a su mente.

- Bueno, eso tenemos que discutirlo.

Te daba la sensación que el orbe le daba la razón, pero también se lo discutía.

Nayira no tenia la menor intención de acabar con la vida de una criatura desarmada que se había rendido, se sentía incomoda con tales actos, así que ignoró cualquier indicación de que lo hiciera. Sin embargo las palabras del supuesto orco y la medio confirmación del orbe la dejaron confusa.

- No soy ninguna experta en orcos - dice intentando vocalizar lo mejor posible -, pero la verdad es que lo pareces, y mucho. Ademas, seas orco o no, nos has atacado sin provocación alguna, eso es para mi mas importante que tu naturaleza. ¿que eres si no eres orco? ¿y porque nos habéis disparado?

- No soy orco porque mi madre no lo era...Lo dice con pena. Como un pesar que le atenaza un corazón que no imaginabas que una alimaña poseyera. ...pero tal vez un poco si lo sea. Te mira como si dijera que no es culpa suya lo que a su madre le hubiera sucedido antes de ser concebido. Para ti esos ojos, pueden ser de orco, pero cada vez te lo parece un poco menos, y un poco más simultáneamente. - ¿Será eso a lo que se refiere el obre?

- Los soldados,... hace un gesto con la cara, para señalar con una mota de desprecio el campamento ... han cazado muchos de los ... duda como decirlo, pero añade con un desprecio: - ...perros.

- Se debate entre dos mundos, dos culturas enfrentadas y dos idiomas, que aunque se asquean entre ellos, son hermanos ... al fin y a la postre.

- ¿Ahora se pone la bolita esta en modo "maestro"?

Ni siquiera sabia si eso era posible, una mezcla entre orco y ¿humano? tampoco es algo que pudiera saber con claridad. Sin embargo las palabras que dijo a continuación la molestaron profundamente.

- ¿Perros - pregunta presionando el bastón breve mente contra su cuello -? ¿Habéis atacado por que unos soldados han matado a unos perros? Ni siquiera sabéis si estos soldados son los responsables, y ademas habéis atacado sin distinguir, matando a gente inocente. ¿Tan importantes son esos perros que valen la vida de personas que no te han causado ningún mal? Si eso es así, importa poco que sangre corre por tus venas, no eres mejor que una alimaña.

- ¡Esos Perros muertos eran hermanos de los perros que escaparon como ratones!. Protestó. Y luego aclaró: - Si, hace tres días que seguimos a los soldados hasta este lugar.

Te miró con odio directamente a los ojos cuando le espetaste lo de alimaña: - Pues mátame. ¡Mátame ya! Y que se termine esta puta mierda. ¡Mátame y así dejaré de sufrir!

Los soldados se aproximaban, y además notabas que si no lo hacías tú, lo harían ellos. Seguían gritando.

Nayira no estaba segura de comprender del todo a ese ser. AL parecer esos perros eran importantes para los orcos, tanto para seguir a unos soldados durante tres días y luego emboscarlos. Finalmente se hizo a un lado y dejo que los soldados hicieran lo que quisieran con él. Ella no mataba a enemigos vencidos y desarmados, pero podía entender lo que empujaba a esos hombres y no hizo nada por evitarlo.

Tal vez debería buscar a ese líder con armadura y preguntarle por esos perros muertos. Si tales actos podían traer ataques como ese, quizá habría que evitarlos.

Empiezas a andar hacia el campamento fortificado, y dejas tras de ti a los soldados que han rodeado al tipo. Para cuando estás cruzando el curso del fluido vital escuchas unos gritos desgarradores. La voz la conoces y tu alma se hace trizas por haber condenado a muerte a un prisionero.

Algo te dice que has perdido una "llave" de una puerta futura.

Al pisar el agua, durante un instante, el reflejo del cielo le hace teñirse de rojo. Roja como la sangre de persona, no negra como la de orco.

Nayira tuerce el gesto al oír los gritos. La muerte innecesaria le produce asco, y aunque aquel ser se lo había merecido con creces, atacando a aldeanos desarmados, no por ello le resultaba menos desagradable. La extraña sensación de perdida es una añadido a ese malestar y empieza a sentirse molesta, ya que dudaba mucho que hubiera podido hacer nada por ese ser ¿por que demonios se sentía así entonces?

Intentó llegar lo antes posible al campamento alejándose de ese sitio para no tener que ver ni oír mas signos de lucha y muerte.

Lo único que podías agradecer es que al llegar al campamento los ruidos y gritos habían cesado. Quedaste un tanto extrañada y giraste, para poder observar, en la oscuridad, lo que podía estar sucediendo. La verdad es que a esa distancia no conseguías ver gran cosa, y la oscuridad no lo ponía fácil. Unas chispas refulgen en la distancia.

- Están encendiendo fuego.

En el campamento había una mezcla extraña de sentimientos, pero parecía predominar una alegría. Esta noche cenarían carne asada, a las brasas que ya se estaban formando, mientras que las reses muertas eran descuartizadas, para llenar los estómagos de los presentes.

Una vez en el campamento busca al líder de los soldados con el que había hablado. No pudo hacer nada por esa criatura infeliz, pero al menos podía intentar que dejasen de producirse ataques. El olor de la carne asada va llenando el ambiente, aunque ella no siente grandes deseos de comer. Supone que al final probara un poco por echarse algo solido al estomago.