Partida Rol por web

19 de febrero de 1700 T.E. 20:12h. Noche. Gondor. De camino a Rhovanion. Despejado 16ºC. Calma chica y niebla (No muy densa). Colina 11/017.

El guardia asiente, más asustado que otra cosa, y vigilante, con ambas manos en su lanza, escudriña la oscuridad, dejándose los ojos.

La cadena para portear agua da su resultado y calderos suben y bajan, con la intención de acercar el fluido de la vida al puesto. Los que están haciendo de pastores para abrevar y se relajan: unos mojan los pies, otros, simplemente se encienden una pipa. Unos con los animales de los soldados, otros, sus propias bestias de tiro, e incluso un pequeño rebaño que el propio asentamiento militar dispone. El cacharreos es constante. Los animales beben, y algunas personas también aprovechan para refrescarse o lavarse.

Tu sensación sigue igual.

Los pastores realizan la tarea con rapidez y sin entretenerse, y aunque pasa el rato y nada extraño ocurre, Nayira es incapaz de quitarse la extraña idea de la cabeza. Por un lado lamenta haber sobresaltado a los guardias con sus avisos, pero por el otro no deja de experimentar la sensación de peligro inminente y no deja de controlar cada sombra o arbusto a su alrededor hasta que todo el mundo haya vuelto al campamento.

La tentación de bañarse es grande, recuerda las agradables sensaciones del agua cubriendo todo su cuerpo, pero no esta dispuesta a bajar la guardia bajo ningún concepto.

19 de febrero de 1700 T.E. 20:28h. Noche. Gondor. De camino a Rhovanion. Despejado 16ºC. Calma chica y niebla (No muy densa). Colina 11/017.

Unos pastores empiezan ya a subir, otros, están haciendo relevos entre las diferentes reses. Algunos incluso han bajado todo su rebaño a cargo y están abrevando en masa. Tras unos minutos de incertidumbre, en los cales tu tensión no se reduce un buey gime de dolor. Es uno de los que está en el agua ... y un pastos no lejos de ese animal grita mostrando el mismo sentimiento.

Un guardia cercano grita: - ¡FLECHAS! FLECHAS NEGRAS!. No se veían en el aire. No se veían incluso cuando impactaban. Pero el dolor que producían era especialmente consistente.

Nayira apretó los dientes, lamentándose por haber tenido razón. No podía ver de donde provenían los ataques, de modo que tras inclinarse para ofrecer un blanco menos claro empezó a examinar las proximidades, usando mas el oído que la vista, aunque procurando no pasar ningún detalle por alto.

Su instinto la empujaba a correr en dirección al enemigo pero debía de proteger a los pastores, así que empezó a indicarles que se movieran, y que se llevaran al ganado de allí.

19 de febrero de 1700 T.E. 20:48h. Noche. Gondor. De camino a Rhovanion. Despejado 16ºC. Calma chica y niebla (No muy densa). Colina 11/017.

La primera andanada no fue especialmente precisa, pero entre los gritos de las personas y los mugidos de las reses atinaron mejor. En la segunda tanda cayeron al suelo o al agua 2 animales y 5 personas. Además 6 bueyes, asustados empezaron a correr. Uno de ellos hacia ti de manera descontrolada. Algo tenías que hacer ... o dejarlo que te arrollase.

Nayira observaba impotente como los pastores iban cayendo uno tras otro con las flechas, así que decidió que debía encontrar a esos arqueros como fuera. Sin embargo antes de que pudiera moverse, una de las bestias aterrorizada cargó contra ella intentando huir de aquel lugar, asustada sin duda por los gritos y el olor a sangre.

Rememorando parte de su entrenamiento, la luchadora rodó por el suelo para apartarse del camino procurando acabar rodilla en tierra fuera del peligro que ese inconsciente animal había resultado ser.

Te dejas caer hacia un lado, como si fuera una maniobra evasiva de una pelea. Para ti era un combate, y como tal actuaste, pero una piedra pasó ciertamente cerca de tu cabeza. No la vista hasta ... que ya había pasado. Durante un instante se te apretó el estómago, pero las pezuñas de la res te hizo regresar a la realidad de un golpe. De un golpe que esquivaste, para tu gusto, bastante bien.

- Bueno, algo falta de estilo, pero bien. Te amonestaste a ti misma.

Al terminar la voltereta ya estabas en pie, en una posición de combate, presta para lo que fuera, pero no esperabas que el orbe te espoleara.

- A por ellos. Notas incluso la emoción del combate en los sentimientos del Orbe. Incluso durante un instante te da la sensación que has podido verlos. Ha sido como un destello. Será como unos 40 metros tras cruzar el curso del agua. Son unos 12, y son orquitos. Uno de ellos tal vez algo más grande y mejor equipado, pero ... parecen escaramuceadores, no tropas de línea. Tras eso, la oscuridad regresa a lo habitual.

Había pasado muy cerca, pero ya estaba a salvo, al menos de la carga del animal. De pronto tuvo un destello de visión en la oscuridad y distinguió a los responsables que no eran otra cosa que orcos.

- ¡Están al otro lado del río, cubrios!

Y mientras gritaba intentando dar algo de información a los guardias y pastores, corrió agachada hasta la orilla, intentando discernir la mejor manera de cruzar cuanto antes al otro lado.

El rio en su parte más profunda ... igual ni te cubre del todo.

Tras dar indicaciones a los demás, Nayira respiro profundamente y empezó una carrera a toda velocidad, manteniéndose agachada en todo momento. Con aquella luz y sin tiempo para mirar, era imposible saber por donde el río era menos profundo, así que se guió mas por intuición que otra cosa, para poder cruzar el cauce lo mas rápido posible.

Mantenía en la memoria la ubicación aproximada de los arqueros, y esa fue la dirección que tomo a la hora de trazar una ruta lo mas directa posible.

19 de febrero de 1700 T.E. 20:48:30h. Noche. Gondor. De camino a Rhovanion. Despejado 16ºC. Calma chica y niebla (No muy densa). Colina 11/017.

Pasas el riachuelo chapetenado. No te lo explicas, pero el agua no ha llegado en ningún momento a tus rodillas. Bueno, si descontamos los salpicones de la carrera, pero no has llegando a hundirte casi nada. Media pantorrilla y poco más. Lo que si notas mojada es la espalda, ya que la carrera ha sido ... todo lo que tu cuerpo daba.

Nada más salir del agua y los cantos rodados, pasa a una cuesta de tierra bastante empinada, con algunos arbustos sueltos y piedras ocasionales de diferentes tamaños. En el momento de dejar de chapotear y empezar acumular barro en las suelas notaste otra andanada de flechas que sobrevolaron tu cabeza, pero tu mente no acompañaba a los ojos, y cuando te percatas, estás justo a un metro de la fila de arqueros. Justo en el centro de esta. A tu derecha, el último está el jefe de estos viles seres.

Los de los laterales no se habían dado cuenta, así como el líder, pero los que tenías más cerco ya habían soltado los arcos y estaban desenvainando sus pesados alfanjes y rebanadoras. Para ti está muy oscuro, pero sabes que estos monstruos ven perfectamente.

Nayira dudó por unos segundos mientras terminaba de acortar distancias. Si atacaba el entro disminuirían el numero de ataques, pero si se lanzaba hasta el jefe con suerte podría poner fin al ataque en unos segundos. Se trataba de un mayor riesgo, pero aun podía oír el zumbido de las flechas y los gritos de dolor de pastores y ganado, así que desvió ligeramente su carrera para lanzarse a toda velocidad contra el mas grande de los orcos mientras aferraba con firmeza el cayado de metal.

Si le era posible golpearía con todas sus fuerzas al jefe para derrotarle lo antes posible, pero si alguno se interponía en su camino y no le dejaba, opción procuraría abrirse paso hasta él.

Nada más llegar te impulsas con el apoyo del cayado. Este te hace de pértiga y vas a caer entre los pies del orco que estaba alzando su arma. Al abrir tus piernas este se espatarra y cae de bruces, ladera a bajo. No es que llegue muy lejos, pero escuchas tintinear y golpetear varias piedras tanto de su armadura, como de la gran espada. Girando las piernas, ruedas sobre tu espalda y te pones en pie con una postura defensiva, usando tu arma, cosa que deja muy sorprendidos y parados a los monstruitos. Su líder protesta ladera abajo, pero parece bastante perjudicado por la caída. 

Estaba segura de que el orco líder se levantaría y entraría en combate con rapidez, así que antes de que reaccionaran los demás, se acercó hasta uno de los arqueros y ayudándose de su vara, que introdujo entre sus piernas, intento lanzar a la criatura contra este, impidiéndole así levantarse.

Con un poco de suerte, tal vez lograra desmoralizarlos y hacer que se retiraran, y en el peor de los casos dejarían de disparar a los pastores.