Partida Rol por web

Los vítores de José encontraron rápida respuesta en la tripulación. Había ganas de celebrar aquella victoria, y como quedaba poco para llegar a Santa Lucrecia, iban a vaciarse la mayoría de barriles de ron aquella noche.
¡Don José! ¡¿Cómo has hecho eso de las velas?! ¡Tienes que enseñarme! te dijo Augusto, uno de tus compañeros de cofia.
El Highlander gruñó frustrado, aceptando lo que el Zepeda le ofrecía.

Pero no todo eran buenas noticias.
Luca comenzó a hablar con el Capitán, y desde luego fue bastante cómico su cambio de expresión. De sonreír de oreja a oreja, a mirar al vodaccio sin saber de qué hablaba, hasta llegar a una cara en que los ojos parecían que iban a salírsele de las cuencas.
¡¿Q...qqq... quéeeeeee?! dijo en un grito histérico y salió corriendo hacia su camarote mientras iba diciendo que “no puede ser”.

No hizo falta esperar mucho, pues desde su camarote se oyó un grito que no sería de extrañar que se hubiera oído en Santa Lucrecia.
¡Noooooooooooooooooooooooooooooooooooooo! todo el mundo se detuvo de golpe en sus celebraciones, sin saber qué estaba pasando.

El Capitán Rodríguez salió corriendo de su camarote y agarró a Luca por las solapas, visiblemente exaltado.
¡¿Cómo que han entrado con Magia?! ¡¿Cómo es que...?! se detuvo de repente, dándose cuenta de algo.

¡¡Seguid al barco pirataaaa!! ordenó el desquiciado Capitán.

Capitán... hay demasiada niebla y humo de los cañones... no sabemos por dónde ha ido... se disculpó un cabizbajo Gracia.

El Capitán apartó de un empujón a su contramaestre y sacó su catalejo con el que estuvo oteando el horizonte unos instantes. Efectivamente, era difícil ver más allá de unos metros por la mezcla de niebla y humo.
¡Maldición! se quejó Rodríguez, pateando el cubo que antes había sido vaciado en la cabeza del Highlander.

Precisamente el fornido guerrero fue el objeto de las iras del Capitán. Se acercó a él corriendo mientras daba órdenes a Gracia y los marineros para que lo ataran con sogas, interrumpiendo la conversación que trataba de mantener con él Gizur.
Una larga cuerda fue atada a sus pies.
¡Don José! ¡Don José!
¡Decidle a esta escoria que nada de leyes de alta mar ni historias!
¡Que si no contesta a mis preguntas lo ahogaremos! le dijo a José con mal humor. Te dio el tiempo justo y necesario para que se lo tradujeras.

¡Colgadlo! ordenó a sus hombres, y el Highlander fue colgado de los pies boca abajo.
Estaba claro de que o respondía a gusto del Capitán o sería bajado al agua.
Sin duda, aquello que supuestamente le habían robado a Rodríguez debería ser tremendamente valioso a juzgar por airada su reacción.

¡¿A dónde ha ido tu barco?! Y, ¡¿cómo sabíais que estaba aquí el Orbe?! preguntó, esperando la traducción de José.

Sin duda, aquel escándalo organizado por el Capitán había atraído la atención de todos los presentes.

Las acciones de José causan una punzada de cargo de conciencia en Lola. Se para un momento dubitativa para terminar despidiéndose de Angy.

- Adelántate tú… - le dijo antes de volverse a echar una mano al cirujano del barco con las heridas. Si había alguna grave quizás incluso podría aprender algo.

Se puso manos a la obra enseguida obteniendo unos resultados que haría que su profesor de la universidad se sintiera orgulloso.

Entre vendar y limpiar heridas alcanzo a oír la palabrería del vodaccio que parecía relatar algo inverosímil de un robo con magia de por medio. Debía ser realmente importante lo que parecían haberse llevado por la reacción del capitán y la falta de decoro y honorabilidad que estaba mostrando ahora mismo.

No obstante, aquello no era cosa suya para interponerse y si quería que fueramos a jugar a los piratas un rato, por ella estaba bien. Seguro que Angy se apuntaba a una excursión… con suerte hasta acabaríamos explorando una gruta pirata y encontrando un cofre repleto de oro…

Mientras ella seguía a lo suyo limpiando heridas y vendando. Probablemente pronto los necesitarían de nuevo en forma para combatir contra los piratas.

Luca pasó por detrás de la castellana mientras esta limpiaba heridas y ayudaba al cirujano. Entonces sus pies perdieron pie tropezando, cayendo de rodillas al lado de Lola.

-Io...- dijo mirándola con una mano en el lado izquierdo del pecho. -..estoy herido.- Su mano apretaba fuerte esa parte. Puede que la chaqueta de cuero impidiera ver la sangre.

Su mirada se cruzó un instante con los de Luca. Un instante que quedó suspendido en el tiempo conforme la mano de Lola se posaba en la de Luca y sus labios se entreabrieron ligeramente. Parecía que en cualquier momento su cabeza comenzaría a moverse para acercar esos labios al rostro del vodaccio…

- ¡Joséeeee! – gritó poniéndose en pie y tirando de Luca con ella hacia arriba - ¡La señorita se ha roto un uña! ¡Mira a ver si necesita que se la cosan! – dijo ganándose alguna carcajada que pronto se apagó bajo la severa mirada del capitán que no estaba para gaitas.

-Iencantadora hasta el finale.- Luca había conseguido, por lo menos, que sus manos se juntaran. Asiéndola con ambas manos continuó. -Io he sido herido por vos, en mi cuore, per la tua gracia, vosa mirata brillante como estrella fugache desarmó mie defensas. Ni una ágile maiobare de cupido podría sere cuale vos maneja el sable. Ere mie sol, mie luna, mie cielo estrellato.-

La mano de Lola permanecía acunada suavemente entre las dos del joven, sobre su pecho, donde decía que le había herido el corazón.
Varios marineros se juntaron observando el desenlace que parecía más prometedor que el interrogatorio del capitán. 

Gizur frunció un poco el ceño y miró espectante al Capitán, que acababa de arrebatarle a su presa. Una vez hubo comprendido mínimamente qué era lo que estaba sucediendo, sonrió y se acercó al capitán, apoyndo firmemente una mano sobre su hombro en un intento de tranquilizando.

—Capitán —le susurró—, no lo ahogue tan pronto —comentó llevando su mirada hacia el Higlander colgante—. Tarde o temprano los peones siempre acaban rompiéndose con los métodos adecuados. Si no habla, yo puedo hacerle hablar...

Aunque Gizur disfrutaría en parte el desafío de hacerle hablar al hombre en caso de que se tratase de un hueso duro de roer, intentó maquillar lo más posible el hecho de que el motivo principal de su ofrecimiento era que sentía gran interés por oír de primera mano de qué se trataba todo aquello. ¿Magia? ¿Un Orbe capaz de hacer entrar al Capitán en tal estado de histeria? Debía sin duda de tratarse de un objeto importante... Miró a un lado y vio al calígrafo coqueteando con una de las dos -al menos en apariencia- hábiles espadachinas que viajaban en calidad de pasajeras. No había mentido cuando dijo que viajaba en busca de mujeres; aún así, el vendelaccio no entendía del todo cómo podía ser esa su prioridad en momentos así. «No... él es fiel a sus convicciones» pensó, entendiendo que la motivación principal en la vida de Luca eran las mujeres y que desde su punto de vista seguramente el mundo bien podría explotar en miles de pedazos si él podía estar hablando con una donna por tres minutos más. Por supuesto que aquel atisbo de admiración por la pasión del chico se derrumbó al ver su falta de hombría y exceso de quejas por tan solo unos pequeños raspones.

El estómago de Gizur rugió, amenazando con traer nuevamente aquellas asquerosas náuseas pero sin llegar a hacerlo... de momento.

Capitán, ese hombre es un guerrero de las tierras altas de Avalón no se quebrará a la tortura o la intimidación, se ha rendido porque lo han dejado solo, porque lo han traicionado y estaba siendo humillado por las diabluras de esas dos ángeles de la muerte que llevamos en este navío con forma de mujer.

 Tendremos más éxito con una aproximación más cordial, y teniendo en cuenta los daños que él solo ha causado incluso convendría ganarlo para nuestra causa pues vamos a meternos en su casa  para recobrar lo que han robado. ¿Usted no lucharía por su vida y para vengar  la traición de abandonarlo para morir solo y abrumado frente al enemigo?

Permítame ofrecerle una petición de perdón real por sus servicios, para recuperar y acabar con quienes han robado el objeto que transportaba y después déjelo bajo mi cargo y responsabilidad a mi servicio y obtendrá la información que desea y un importante activo para la ayuda en la recuperación del artefacto. 

 Señor Gizur, no lo tome como algo personal no dudo que con el tiempo necesario y determinadas dotes y habilidades  hasta el más resoluto, salvo los santos mártires, suelta la lengua pero dudo que dispongamos del tiempo para que sus dotes surtan efecto.

Así pués que me decis  capitán.

 Y justo en ese momento de tensión una tensión que vibraba en la atmósfera de la cubierta suena el grito de Lola con la puya  hacia el vodaccio y mi persona. Contengo una maldición y me esfuerzo por no mandarla con legión mientras espero la respuesta del capitán.

El Capitán escuchó las palabras de José entrecerrando los ojos. No parecía gustarle la idea, pero en cierto modo su compatriota tenía razón; el Highlander había sido abandonado a su suerte y no sería de extrañar que quisiera venganza.
Mmm... sois osado Don José al sugerirme lo que debo hacer en MI BARCO. Pero os haré caso... si esa escoria avalonesa os cuenta lo que quiero saber, os habréis ganado mi respeto.
Quiero saber a dónde ha ido su barco y cómo sabían que transportaba el Orbe de Yedoran. se cruzó de brazos esperando acontecimientos, mientras miraba a sus hombres

Soltadlo... Don José dice que lo convencerá por las buenas... dijo, en un tono algo sarcástico.

Señor Hroleif... ¿lo he dicho bien? Seréis vos el siguiente en probar suerte si Don José no logra convencer al avalonés... dijo, y sonrió al vendelaccio con cierta picardía.

Gizur entrecerró los ojos mientras miraba a José. ¿Que no se quebraría a la tortura o intimidación? Esa proeza sólo era alcanzable para un hombre incapaz de rendirse, cualidad de la cual el Highlander claramente carecía.

—¡Hm! —bufó— Como quiera, Capitán...

Gizur se cruzó de brazos entonces y se quedó allí, observando con una seriedad afilada al Highlander y a José, quien intentaría convencerlo de escupir lo que sabía dándole palmaditas en la espalda.

 *"Higlander, ¿ Cúal es tu nombre? yo me llamo José y he puesto en riesgo mi nombre y mi posición por tí, por darte una oportunidad para redimirte como el orgulloso guerrero de las Highlands que eres, yo he visitado esas tierras y se de primera mano la valía de sus gentes. Los que te abandonaron para morir han robado un precioso objeto de este barco,el Orbe de Yedoran.

 Ahora escúchame bien y piensa tus palabras antes de contestarme, pués de tus respuestas depende cuán larga sea tu vida y cuán doloroso e inútil su final. He pùesto en juego el nombre de mi familia intercendiendo por tí, dándote la oportunidad de vengarte de aquellos que te han usado como una bestia prescindible, no como un compañero de armas. Te abandonaron a tu suerte nada les debes, no me conoces y no tienes por qué creerme pero tienes mi palabra de que si colaboras, me dices donde esta la base del navío del que nos asaltaste y si sabes cómo accedieron a la información de que el Orbe iba en nuestro navío, el capitán te dará la oportunidad de luchar por tu vida contra aquellos que te dejaron tirado como como un perro, de vengarte, de volver a ser el dueño de tu vida y darle un servicio digno y honroso a tu espada bajo mi servicio hasta que el perdón real llegue y vuelvas a ser libre. Esta es la opción que te ofrezco y que en el peor de los casos significará que morirás reclamando tu honor y tu venganza contra los que te han abandonado y que en el mejor volverás a ser dueño de tu destino.

 La otra opción es una corta vida preñada de dolor insoportable, humillación y muerte inútil a manos del carnicero que está deseando poner sus manos sobre tí y causarte cuantos inimaginables tormentos tenga en su podrida alma, y no creas que se contentará  con la información que le des pues he visto en sus ojos una locura profunda y hambrienta que difícilmente se saciará con un poco de dolor y sufrimiento, eres su presa su deseo de llenar su vacua alma con tu dolor y tu humillación.

 Así pues ¿Cuál es tu contestación?"         

El guerrero de las Marcas Altas escuchó a José mirándolo a sus ojos de manera desafiante. El noble Zepeda debió hacer acopio de sus agallas para hablarle al fornido guerrero sin titubear y que su voz sonara lo suficientemente convincente.
Me llamo Wilfred McAllister.
El Capitán Sullivan me dijo que matara a cuantos castellanos pudiera y que él se encargaría de saquear las arcas del barco. Tenía que darme la señal para volver, pues la idea era un ataque rápido, saquear todo lo que pudiera y marcharse.
Pero no me avisaron... ¡hijo de puta! ¡Se cree que puede usar a un Highlander como carne de cañón! escupió las palabras con un tono enfurecido, apretando los puños.

¡Quiero venganza! ¡Como coja a ese sodomita, comprobará en sus carnes lo que corta un Claymore! añadió enfurecido.

No tengo ni idea de ese Orbe de no se qué. Sullivan no nos contó nada sobre un Orbe. Su plan era usar el caos que nosotros causáramos para infiltrarse en el camarote del Capitán y robar su tesoro.
Pero sé a dónde puede haber ido... un sitio llamado Tchaluk o como demonios se pronuncie. Habló de ese sitio con su contramaestre, supongo que es allí donde pensaba ir tras el golpe. Pero no tengo ni idea de dónde está, tampoco soy un marinero. respondió.
Algo le decía a José que el llamado Wilfred no mentía, es más, no parecía alguien capaz de hacerlo.

Le trasmití al capitán todo lo dicho y que confío plenamente en las palabras de Wilfred, diciéndonos todo cuanto sabía.

 Por cierto capitán, yo jamás os diría que hacer en vuestro navío, pero he servido en la academia de Altamira, y allí se nos inculcó que el deber de todo buen castellano es proponer a su oficial superior respuestas a los problemas que su oficial enfrenta, con respeto y lealtad pero también con el deber y a convicción de que estas haciendo lo que debes. Y ahora mi señor lo que  Usía disponga, aunque me gustaría interceder por él highlander, pensad en el golpe a la moral de tripulación pirata cuando vea a excompañero asaltar su borda y segar vidas como el campesino siega la mies.   

José le tradujo la conversación que había tenido con el Highlander al Capitán Rodríguez.
Éste entrecerró los ojos y miró al fornido guerrero avalonés con asco.
Finalmente suspiró y le hizo un gesto a su contramaestre para que se acercara.
Gracia, ¿te suena de algo un lugar llamado Tchaluk? le preguntó.

El contramaestre se cogió la barbilla y ladeó la cabeza pensativo.
En el tiempo que llevabais de viaje, aparte de saber que tenía muy mal humor, os habíais enterado que no era la primera vez que el contramaestre viajaba a Aztlan.
Mmm... ciertamente... he oído ese nombre alguna vez.
No recuerdo dónde... creo recordar que es una bahía al sur de Santa Lucrecia donde el Almirante Teodoro nos recomendó que jamás fuéramos.
No sé el motivo y tampoco sabría indicaros el camino mi Capitán. dijo el contramaestre, bajando ligeramente la cabeza.

El Capitán suspiró de nuevo y le devolvió la mirada al llamado Wilfred.
Finalmente miró a José y habló con un tono por fin más relajado.
Habéis hecho un buen trabajo Don José. Parece claro que ese energúmeno fue usado por su capitán para ganar tiempo y robar el Orbe. Don Luca dijo que irrumpió en mi camarote con brujería... es pues alguien peligroso al que debemos parar los pies.
Mucho me temo que ninguno de nosotros sabe cómo llegar a esa misteriosa bahía llamado Tchaluk, y por otra parte, nuestros recursos escasean, no puedo poner en riesgo a la tripulación buscando bahías recónditas. Además de que tenemos varios heridos tras el abordaje.
Seguiremos pues hasta Santa Lucrecia. zanjó el Capitán.

Don José, ya que sois una de las pocas personas que puede comunicarse con él, os pido que os encarguéis de vigilar al avalonés.
Supongo que no será tan necio como para intentar revelarse en medio del mar, así que no lo encerraré. Claro que voy a quedarme con su espada por el momento. añadió sobre el Highlander.

Finalmente, miró a todos en general, a las chicas, a Luca, a Gizur, Zelinda y Oleg.
Por favor, escuchadme un momento.
Lamento en primer lugar mi... airada reacción. Sin embargo, el objeto que me han robado es de gran importancia. Se llama Orbe de Yedoran y es un objeto sagrado para la iglesia de Theus.
El Arzobispo Dominicus de San Cristóbal me confió dicho artefacto para que se lo entregara al Obispo Amadeus en Santa Lucrecia... no puedo saber los motivos de la Iglesia a pedirme el traslado al Nuevo Mundo de tan importante reliquia, pero como buen cristiano solo pude aceptar. dijo, en un tono algo sombrío.

Oleg se comenzó a rascar la cabeza; posiblemente sólo habría entendido la mitad.
Desconozco para qué podría querer alguien un objeto religioso, y qué valor puede tener más allá de estar fabricado en oro. Pero me comprometí a llevarlo hasta Santa Lucrecia y así lo haré.
Una vez lleguemos a la ciudad, seréis libres para hacer lo que os plazca; sé que muchos de vosotros van a enrolarse con el Ejército Real para ayudar en la colonización, mientras que otros van en busca de oportunidades en el Nuevo Mundo.
Yo os pido que primero me ayudéis a recuperar el Orbe. Os recompensaré de forma generosa, y tendréis la gratitud de la Iglesia, ¿qué me decís? preguntó el Capitán, recuperada su serenidad.

Gizur sonrió ante el repentino golpe de suerte. No sólo podría avanzar en el cumplimiento de sus ambiciones sino que además contaría con apoyo extra mientras, paralelamente, buscaba ese valioso objeto. La oportunidad de hacer un favor así no debía ser nunca subestimado; llegado el momento, podría cobrarlo adecuadamente. Aunque todo dependía.

—Es una oferta interesante, Capitán —dijo inclinando un poco la cabeza hacia delante y entrecerrando los ojos—, ¿pero cómo piensa recuperarlo? ¿lanzándose a la boca del lobo?

La castellana se había quedado claramente muda, indefensa ante Luca. Sin embargo la conversación se torció de cariz y Luca soltó las manos de Lola en cuanto sonaron las campanas de iglesia.

-No, no, no, no. Mi no entendieri bene.- Luca se acercó al capitán. -Io amo la iglesia.- dijo santiguándose -mas mi prima non ta bene. Necesita de mie cuidados in santa Lucrechia, ¿capicci?.-

Lo que le faltaba, acercarse voluntariamente a la iglesia. Y el obispo... no sería... eso si que sería meterse en la boca del lobo. 

-¡Vaffanculo! - contestó Lola a Luca en un acento que no era del todo Vodaccio, pero dejaba claro que había tenido mucha cercanía con aquel país - Dejadme atender a quien de verdad lo necesita e id a zumbar a la cola de esa vaca que no deja de mugir - le espetó en dirección a José que la había ignorado vilmente con tanto lamer el culo del capitán. De buen seguro la comida le sabría a mierda al menos los próximos 2 días.
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Cuando terminó todo aquel parlamento, en el que había que reconocerle al pisaverde su lengua zalamera en castellano y a buen seguro en Avalonés también, al que había prestado como quien no tiene interés mientras atendía a los heridos, se acabó levantando cuando el capitán hizo su oferta.
Dirigió una mirada complice a Angy. Estaba bastante segura de que también se apuntaría, aunque solo fuese por matar el tiempo ensartando piratas, y la perspectiva de oro siempre era suficiente para convencerlas.
-Podéis contad conmigo, capitán. Necesitaréis algún hombre de verdad en la expedición. - añadiendo una breve mirada de reojo que dejaba claro que la pulla iba dirigida a José y no al resto de marinería. Que Luca estuviese ocupado en cualquier otro lugar era la guinda del pastel que se endulzaba con la promesa de ayuda de la iglesia; mejor tenerla a buenas que a malas.

Otra maldita puya de esa desvergonzada, Legión se la lleve al inframundo, ¿que le habré hecho yo?. Aguantando con toda mi voluntad me mantengo callado sobre la puya. Cierto es que es una belleza y que se mueve con una gracia y elegancia que cautiva y hace arder la sangre de cualquiera que se llame hombre,que se lo digan a Lucca, pero yo soy un hombre ligado a otra mujer y no debo caer en la tentación. 

 Capitán, podéis contar con mi persona para ayudaros en la recuperación del orbe, es deber de todo castellano que se precie de serlo ayudar a la iglesia y más aún esta el deber de ayudar a devolver lo robado a su legítimo dueño. En cuanto hayamos llegado a Santa Lucrecia  y me haya presentado ante su excelencia Don Diego alcalde de Santa Lucrecia, tengo una carta de mi madre para él que es un pariente lejano, una vez cumplido este deber estaré a su entera disposición.