Partida Rol por web

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Atiendo a todo lo que se está diciendo, pues quiero ver a mo Markele cuanto antes y que me aclarara el asunto.

Yo no os llevaré, la carantoña os guiará, yo le diré el camino.¿Con mi ayuda? Ya estoy haciendo más de lo que debo, a partir de ahora dependerá de vosotros como se solvente este asunto. Si no vuelve tu hermana y es cosa de ella no es asunto mio. Habéis hecho un trato y habréis de cumplirlo. Después mira a Luken y asiente, se dirige al bichejo y parece indicarle por donde ha de llevaros a lo que el bichejo asiente.Bien, listo está. Marchad. Que vuestro camino sea verde y dorado. Y dicho esto se pone en movimiento en la dirección contraria que el bichejo, va reuniendo sus ovejas y parece dispuesto a marcharse.

El bichejo os lleva pendiente abajo, recorréis varias millas y no sabéis dónde estáis, a duras penas recordaríais el camino de vuelta. Después de varias horas llegáis a una cueva, el bichejo os señala que es ahí dentro. Que ahí encontraréis al Maide y tal vez a Markele. Solo se oye el viento, una ligera brisa y unos sollozos que provienen del interior. Puede que sean de Markele. El bichejo se situa en un segundo plano dejandoos hacer mientras saca una bota de vino nueva que le ha dado el gigante y se dispone a empezarla.

Trato de recordar el camino para poder regresar, pero algo aturde mis sentidos y el terreno me es desconocido. Parece que tenemos todas las de perder y sin embargo algo hace que siga adelante, esperando ver a mi hermana con vida.

-¡Una cueva!- Diantres, el peor lugar para enfrentarse a una bestia. Si no fuese por Markele encontraria una forma de hacerla salir. Miro a Luken y a mi padre por si alguno se decide a actuar.

El viaje hacia aquella estrecha cueva había estado hacíendolo con desgana, blasfemando en Dios muchas veces, y en la madre de todos aquellos demonios (fueran pastores, cabras montesas parlantes o las madre que mil veces los parió). El Diablo en persona habríase de estar riendo de nosotros a carcajadas. No se me ocurre nada, Goio -le dije-. No se vosotros, pero yo he de averiguar si ahí dentro está la mía esposa...

Que entonces cogí el bordón y dispúseme a entrar sin miramientos, sin discreción y sin ganas de seguir jugando a aquel juego maldito, en el que las esferas de lo irracional hacían de las suyas con tres pobres hombres de campo.

Miro la entrada de la cueva, pues cuando veo alguna me entra el miedo en el cuerpo, a saber el tipo de monstruosidad haya dentro. Miro en el suelo y en los alrededores para ver si hay algo fuera de lugar, como huellas de animales o de lo que sea.

Os adentrásteis en la cueva, primero Luken bordón en mano y detrás Atanasio y Goio. No tuvísteis que ir muy lejos, pues al poco de entrar vísteis a dos figuras. Una de mujer, sollozando. Que al veros pegó un respingo y se calló de repente. La otra era otra aberración de este monte. Una criatura mitad bestia, mitad hombre. De colmillos prominentes, muy peludo, ojos de lobo. Vestía como un hombre normal, un hombre muy corpulento y llevaba los pies descalzos. Unos pies acordes al ser, mitad de hombre, mitad de bestia. Se dió la vuelta instintivamente cuando se calló la mujer. Cogió un garrote y con paso firme se dirigió a vosotros.-El marido, supongo. Y estos...¿amigos de la novia? Menudo genio tiene la moza-dijo sonriendo y mostrando los arañazos de la cara, el labio partido y un ojo hinchado-En fín, acabemos con esto de una vez.

A pesar de estar preparado me asusto cuando nos encontramos frente a la criatura con cuerpo de lobo. Sin embargo sonrio al ver viva a Markele, la que al parecer ha tratado a la bestia como se merece.

Aquel hombre de gran pelaje tenía retenida mi esposa, o al menos eso pareció, pues creí ver la suya silueta. Luego ese inhóspito personaje lo confirmó con sus palabras. Su vivencia debería estar siendo horrible, y no era mi Markele mala persona y mala esposa para sufrir lo que estaba sufriendo.

¡Suéltala hideputa! -le espeté, sujetando en alto el bordón violentamente- ¡Suéltala o te pegaré tal palos que las costillas te saldrán por la boca!

A pesar de la vision horrorosa mi hija es lo mas importante pero he de mantener la calma -Markele eres tu? Ven aqui vuelve con tu familia, somos lo único que tienes, ven con nosotros vuelve a casa.- digo mirando a la mujer sin saber si realmente se trata de Markele.

¡Padre, Goio...Luken!¡marcháos si no queréis acabar como yo!¡marcháos maldita sea!-Dice con lagrimas en los ojos la mujer que sin duda es Markele y con un tono mezcla de enfado y resignación. No entendéis lo que pasa. Parece que no quiere irse de aquí.

Yo la dejo que se marche, pero como puedes ver es ella la que no quiere irse.-Dice el ser entre carcajadas. Se está mofando de vosotros, está ahí de pie con su garrote mirando a Markele como os intenta echar y a vosotros que a su juicio estáis aquí para nada. Es grande, fuerte y está muy confiado en sus cartas, parece que os ha ganado la partida.

Mientras tanto el bichejo cabruno que os ha traido hasta aquí observa todo sin perder detalle dándole a la bota de vino. Una suave brisa corre fuera, si no fuera por la situación sería bastante agradable.

Crees que Markele está enamorada del Maide y que no quiere que le hagáis daño.

-Creo que no es nuestra intención pelear, mejor os dejamos, hablaremos más tarde.- digo y les hago un gesto a Goio y Luken mientras les susurro con la voz mas baja que pueda.-No podemos pelear, salgamos de aqui y hablemos-. Les digo con la esperanza de que hagan caso pués un enfrentamiento con semejante criatura supondría nuestra muerte, es mejor trazar un plan.

Sin más dilación, embebido en una ira irrefrenable (tanto como las intenciones de aquel demonio..., el tercero visto en pocos días, por cierto), me abalancé contra el Maide, intentándo darle un par de garrotazos severos. Si hubiera de quebrarle el bordón en las costillas que habría de hacerlo, sin dilación alguna y sin contemplaciones. Lucharía por mi amor Markele hasta que la vida me faltara. El primer estacazo bailó cerca de él, rompiendo el aire, pero el segundo le pasó demasiado cerca...

Luken no atiende a razones y se lanza como un poseso, apenas tengo tiempo de reaccionar. Pienso en sacar el cuchillo para luchar en este espacio cerrado, pero la criatura me impone respeto asi que prefiero intentar disparle. Aprieto los dientes con rabia mientras tenso el arco y apunto tratándo de no dar a Luken.