Partida Rol por web

Tras las explicaciones de Gailhen comprendéis que los hombres son montaraces y que pertenecen a la compañia de Maenist. Estaban siguiendo a los orcos ya que sospechan que no sean un simple grupo de caza. Viajan día y noche y aparentemente tienen un destino claro. Además, lo más extraño es que están comandados por un humano de ropajes negros que parece conocer el bosque casi tan bien como los propios montaraces.

Os han contado que la compañia cuenta con 10 hombres. Cuatro más el lider, Sadron, han seguido al grupo de orcos y cinco más permanecen en lo que llaman el "escondite" lugar donde encontraréis a Maenist.

Os escoltan hacia el lugar. Durante el trayecto (que no dura más de veinte minutos) no se escucha una voz de los montaraces e incluso os incitan a permanecer callados.

Vuestro viaje finaliza en una depresión natural a los pies de un valle de caliza formado por el paso de un rio, ahora seco, a través de la blanda roca. Un conjunto de árboles proteger el lugar de las miradas indiscretas. Un estrecho desfiladero rodea el lugar.

El desfiladero está encajado entre dos paredes de roca quebradiza y se abre al cielo por arriba. Las paredes del acantilado medirán unos 10 metros de altura y forman un anillo alrededor del claro donde os encontrais. Salpicando el acantilado llegáis a ver algunas bocas de pequeñas cuevas o túneles.

El centro del claro es dominado por una balaustrada circular que rodea una zona de grava blanca. En el centro del círculo encontrais una estatua de un hombre coronado con la mano alzada. La barbuda cabeza está muy castigada por lo años pero todavía es reconocible. Se trata de Elendil, el primer rey del reino en el exilio fundado por los fieles de Numenor. La estatua esta tallada en piedra negra y se levanta sobre un pedestal de granito.

Elendil el Alto, aquel que ama las estrellas -comento con solemnidad, recordando las enseñanzas recibidas cuando era un niño, después de tantos años, para ilustrar a aquellos del grupo que no puedan reconocer la estatua - El más majestuoso de los reyes humanos. Empuñó a Narsil, que segun dicen, se quebró bajo su cuerpo en su caída.

Después, Isildur la uso para herir al Enemigo, y quizá para arrebatarle el anillo único, pero de eso no hablaré aquí- pienso, consciente de que hay muchos oídos que podrían escuchar mis palabras.

Es una de las últimas cosas que esperaría encontrar en este rincón tan apartado, Belegilf. Dime, ¿con qué propósito se edificó este lugar originariamente y, si crees prudente compartirlo con nosotros...para qué se usa ahora?

- Poco he oido de las hazañas de los señores de los Hombres, pero a Elendil se le menciona en las historias de los elfos de la bahía de Lhûn.- Ranhëdhel se arrima a la estatua despacio para apreciar mejor sus detalles.- Sin embargo no era Historia lo que veníamos a buscar aquí. O al menos no esta historia.

Me giro hacia los montaraces manteniendo la voz en un susurro que no les moleste: -¿Dónde podríamos hablar con el sabio Maenist? Buscamos su conocimiento de los tiempos pasados.

Paseo mi maravillada mirada por el oculto valle, se trata de un lugar hermoso y debió haberlo sido aún más en su época de gloria, cuando se construyó la estatua y el río corría a su alrededor.

-¿Qué sería este lugar en sus buenos tiempos? Tal vez fue un lugar destinado al recreo y la meditación de la nobleza de Arnor, apartado de las grandes ciudades, o quizás un sitio en el que realizar secretas asambleas, donde se han tomado decisiones que afectaron a las vidas de muchos. -Poso mi mirada sobre la desvencijada estatua y esta se torna melancólica- ¡Cuánto daría yo por ver todo lo que los ojos de este Elendil han visto y oír lo que sus petreas orejas han oído! Sin embargo, dudo que todo ese conocimiento sirviese de mucho en los tiempos oscuros en los que caminamos; No, la única fuente de conocimiento que encontraremos aquí que nos será útil hoy nos espera oculta en algún lugar de este valle, apresuremonos a su encuentro.

De alguna manera este lugar os reconforta. El aislamiento del exterior es perfecto, los arboles consiguen evitar que este lugar sea visto desde el exterior del claro a cualquier caminante sin experiencia y la majestuosa estatua o encandila durante algunos instantes.

Pero hay algo más, la naturaleza fluye, casi mágicamente a vuestro alrededor. ¿Qué tendrá este lugar que no tenga el exterior?

De pronto, una voz acaba con vuestro trance, es una voz tranquila y sosegada. Viene de detrás de vosotros, de lo que antes habíais tomado como la escarpada pared que os rodea.

- Sana curiosidad, joven elfo - dice en respuesta a las palabras a Anäril - te encuentras en un lugar de culto, un lugar donde la naturaleza se venera, donde Yavanna vuelve a ser reina y cuida de la tierra que pisamos.

Antes de que podáis giraros y casi anticipandose a la pregunta de Ranëdhel, continúa.

- Me llamo Maenist y dicen que soy sabio. Habladme si es lo que buscáis y juntos buscaremos las respuestas que tanto ansiais.

Os hace una seña para que paséis a la estancia de donde él ha salido. Belegilf hace una sutil reverencia y se dirige al lugar que señala el elfo.

Entro en la zona, mirandola valorativamente, aunque la estatua es buena, pero me parece mas interesante el sitio por las ventajas como zona estrategica, aunque la verdad es que el sitio tiene algo mas que no sabria describir

Las palabras del elfo sin embargo me ponen un tanto nervioso, como ocurre con las cosas que no acaban de arreglarse con una espada y miro a los compañeros, esperando a ver si siguen teniendo tantas ganas de hablar

Ranëdhel ejecuta una ligera inclinación de cabeza con las palmas extendidas hacia adelante en señal de respeto a Maenist, y se dirige en silencio al lugar indicado por este sin siquiera un comentario.

Abro los ojos ante las palabras del recién aparecido Maenist, no me esperaba que este lugar fuese un santuario para honrar a los Vala, ¿Quienes lo construirían? Por un momento me dispongo a interrumpirle y lanzarle una pregunta que despeje mis dudas, pero en el último momento recupero los modales y me contengo, ya habrá tiempo para charla ociosa más tarde.

Cuando deja de hablar y nos invita a pasar hacia el interior de su morada hago una ligera reverencia manteniendo una mano en la frente y le saludo con respeto:
-Almarë heru Maenist, elen síla lúmenn' omentielvo. Ciertamente tenemos preguntas que requieren respuesta, te agradecemos que dediques tu tiempo a intentar responderlas.

Divertido con la inquietud de Elerin, fruto sin duda de su ansia por saber más sobre este lugar, contemplo con calma y respeto a Maenist durante unos momentos.

Maenist Ingolmo, alca undu avása ainu, Maestro Maenist, un rayo de luz bajo esta oscuridad enviado por los dioses. - haciendo una solemne reverencia, camino hacia el lugar que me indica.

No hay lugar a duda alguna en mi corazón, y la misma esencia de este lugar lo confirma. Él puede ayudarnos, allí donde nuestros conocimientos han fracasado.

Camináis dentro de las estancias de Maenist. Un fresco aire limpio os recorre las mejillas y el olor a hierbas os recuerda que más alla de vuestro corazón de aventurero una vez hubo un joven gustoso del resto de placeres de la vida.

La cueva está muy bien iluminada y los blancos muros ayudan a la perfecta propagación de la luz provinientes de unas lamparas que aún no habéis visto humear. En la pared más lejana llegáis a ver una poblada estantería que probablemente contenga mucho del conocimiento que habéis oido de Maenist.

En el centro de la caverna una mesa de fuerte madera rodeada de suficientes sillas parece reclamar vuestra presencia. Un gesto del elfo os invita a sentaros.

- Aquí estaremos tranquilos y quizá podáis hablarme de aquello por lo que habéis viajado hasta aquí. Decidme viajeros, ¿cuáles son vuestras preguntas?

- Mae govannen ai ngoll.  Mae togamem i lin nan msammath. (Bienhallado seáis sabio. Gracias por admitirnos en vuestros aposentos.)

Con un nuevo gesto de respeto a modo de reverencia realizado con la cabeza hacia Maenist, Ranëdhel toma asiento tal y como les ha indicado el sabio.

- Venimos buscando consejo, buen maestro. Traemos preocupaciones desde unas cuevas que se hallan en los dominios de Erethin Tirin y nuestro saber no es suficiente para iluminar nuestros hallazgos.

- Mae govannen ai ngoll.  Mae togamem i lin nan msammath.

Con un nuevo gesto de respeto a modo de reverencia realizado con la cabeza hacia Maenist, Ranëdhel toma asiento tal y como les ha indicado el sabio.

- Venimos buscando consejo, buen maestro. Traemos preocupaciones desde unas cuevas que se hallan en los dominios de Erethin Tirin y nuestro saber no es suficiente para iluminar nuestros hallazgos.

Aceptando la invitación, tomo asiento, por primera vez desde el comienzo de nuestra aventura no siento temor. El ambiente invita a mi espíritu a la paz olvidada hace tanto tiempo.

Graves son nuestras tribulaciones, sabio Maenist, desde que comenzó este periplo - comienzo, con un tono de voz sumamente respetuoso - Sin embargo, dejaré que sea Elerin, el más docto entre nosotros, con permiso del resto, quien te las exponga, pues será más conciso cuando haya de serlo y más prolífico en detalles cuando la ocasión lo requiera.

Solo añadiré que, desde hace tiempo, anida en mi corazón una sensación inquietante, como si el destino de muchos dependiera de nuestras acciones y decisiones. Nuestra preocupación es grande.

Ante las palabras de Elerin, el sabio Maenist abre los ojos. Elerin habla del lugar de descanso de un objeto y lo describe y casi inmediatamente Maenist comienza a hablar:

- ¡La vara de Annatar! ¡El portador de dones!

Inmediatamente comienza a contatos una historia:

- En el siglo octavo de la Segunda Edad, Celebrimbor, el nieto del gran herrero elfo Feanor, fundó el reino Noldorín de Eregion. Las habilidades en la herrería y la joyería del pueblo de Celebrimbor - Los Mirdain – eran solamente asemejables a las de los enanos de Khazad-Dûm y su fama se extendió hasta muy lejos. Cuatrocientos años después, los Mirdain comenzaron a recibir emisarios enviados por un misterioso extranjero que se hacía llamar  Annatar, un nombre Quenya cuya significado es "El Señor de los Dones". Annatar ofreció a los elfos un gran conocimiento en los campos de la creación y la artesanía y les obsequí con maravillosas habilidades para la construcción, habilidades que iban mucho más allá de su comprensión. Algunos de los elfos, como los señores Gil-Galad y Elrond no confiaban del todo del extranjero, pero la sed de conocimiento de Celebrimbor ganó la partida y aceptó la oferta de Annatar. A partir de entonces, Annatar marcó a Eregión para enseñar a los Mirdain.

Los Mirdain estudiaron el arte de la creación bajo la guía de Annatar durante trescientos años. Entro otros secretos Annatar introdujo a los elfos en la creación de anillos mágicos. Cerca del 1500, los elfos forjaron el primero de los Anillos de Poder, cada uno con una gema distinta con la ayuda de Annatar. Sin embargo, los propios elfos y Annatar forjaron secretamente sus propios anillos. Celebrimbor y su gente crearon tres Anillos que eran más poderosos que los dieciséis anteriores. Fueron llamados Narya, Nenya y Vilya, los anillos de Fuego, Agua y Aire.

Annatar, por otro lado, forjó tan sólo un anillo en secreto. Gil-Galad, Elrond y Galadriel hicieron bien en no confiar el Annatar pues en realidad no era más que el Señor Oscuro Sauron disfrazado bajo una hermosa forma. El Único fue creado para esclavizar y subyugar a los portadores de los otros Anillos de Poder pero Sauron no sabía de la creación secreta de los Tres. Cuando Sauron usó por primera vez el anillo, los Elfos se dieron cuenta y usaron los suyos propios para frustrar su ambición.

Furioso, Sauron marchó hacia Eregion con un gran ejercito. Eregion fue destruido. Celebrimbor fue asesinado mientras Sauron trataba de descubrir la ubicación de los Tres pero estos ya habían sido bien escondidos. Sin embargo Sauron se hizo con los otros 16 y los repartió entre los pueblos libres para someterlos. Nueve se los dio a los hombres que fueron usados hasta convertirse en los terribles Nazgûl. Siete fueron dados a los señores enanos pero estos mostraron mayor resistencia a su malicia y permanecieron libres.

Siglos después, a finales de la Segunda Edad, Sauron cayó en la batalla con Elendil y Gil-Galad en la Guerra de la Última Alianza, sin embargo ambos reyes hallaron la muerte en ella. El descendiente de Elendil, Isildur, cortó el anillo de la mano de Sauron y lo reclamó para si pero fue derrotado en el desastre de los campos de Gallader y el anillo maestro se perdió con él. Esto liberó a los Elfos para usar el poder de sus Tres anillos y estos dieron paso a la Tercera Edad.

Amigos míos la vara de Annatar es un poderoso artefacto contruido por el señor oscuro para modelar las mentes de los débiles y someterlos. Es un artefacto tremendamente útil para la causa contraria a la nuestra. Si vuestras suposiciones son ciertas y ese tal Gailhen ha cogido la vara para si, debemos ser rápidos.

Cuando entro le dedico una mirada ávida a la poblada estantería, cuánto daría yo por poder quedarme una temporada y estudiar esos libros bajo el tutelaje de Maenist. Pero pronto éste comienza su relato y me pierdo entre la magia sus palabras, ya conocía parte de la historia ya que yo mismo viví una temporada en Eregion, pero se trata de un tema oscuro y es raro oír a los sabios hablar de él tan abiertamente, de modo que escucho atentamente procurando no perderme ni uno sólo de sus gestos. Cuando termina la historia exclamo:

-Temía que lo que había en la caverna se tratase de un objeto maligno de terrible poder, enterrado allí por los elfos de épocas pasadas para no ser vuelto a encontrar, pero ¡Un artefacto forjado por el mismo Señor Oscuro! Ciertamente hemos liberado un mal terrible al mundo. ¿Qué podríamos hacer nosotros contra esa maldición? Probablemente Gailhen ya esté usándola para formar un ejercito con el que subyugar el norte. ¿Qué más puedes contarnos sobre esa vara, Maenist? ¿Dicen las antiguas historias cuales eran sus poderes o cómo puede ser destruida?

- Tal vez por ello hayamos visto humanos dirigiendo a orcos en su travesía por las montañas nubladas. Aunque seguimos sin saber que será ese snaga. Tal vez sea un vocablo orco que designe a su lider, o a un ejército.

Ranëdhel da la impresión de hallarse algo apesadumbrado. Pero, intrigado por la historia, continúa preguntando:

- ¿Pensáis que Ghailen esté solo en esto? Porque era conocido por los Numenoreanos negros, y estos hasta donde yo sé sirvieron al Oscuro y no a los Valar. Además, la bruja de Erethin Tirin manejaba fuerzas oscuras, y sus aves eran malignas al contrario que el resto de pájaros que vuelan en el aliento de Manwë. ¿Podéis contarnos más, ngolu (maestro)?

Demasiada informacion y demasiado recargada... los elfos resultan un poco aburridos en estas cosas, se nota, y sobre todo con demasiados nombres desconocidos, aunque parece que al final la cosa se pone mas interesante, tres datos quedan grabados

la vara es poderosa

La vara puede ponernos las cosas dificiles con los orcos, o la sombra o como quieran llamarlo

Hay que quitarle la vara a Galhien

Asi que lo que hay que hacer es encontrar al desgraciado que nos tomo el pelo y quitarle la vara

sin embargo tardaran media hora o asi en encontrar una forma adecuada de justificar el ir a por el montaraz, asi que me pongo comodo intentando que no se note demasiado el aburrimiento

Así que al fin, mi destino me ha alcanzado - digo, pronunciando lentamente cada sílaba, como si hubiera esperado mucho tiempo para decir esto - pues yo estaba presente cuando el Enemigo se quitó su disfraz y emprendió la guerra. Cuatro años luchamos contra toda esperanza, y al fin Eregion cayó y con ella llegó el final de los orgullosos Gwaith-i-Mírdain. Mucho perdimos allí. - la tristeza de mi rostro y el tono de mi voz hace evidente que esos sucesos me han dejado una profunda herida.

La vara y su portador han de ser destruidos - grito, levantándome bruscamente de la silla, una reacción poco usual en mi, con las dos manos abiertas colocadas sobre la mesa - una parte de la deuda de su creador será saldada, y evitaremos futuros males...

Tras unos instantes, ya más tranquilo, vuelvo a sentarme.

Nada sabemos sin embargo del paradero de aquel que se hace llamar Gailhen, ni siquiera podemos estar seguros de que tenga el artefacto en su poder... y sólo con buena voluntad no la encontraremos, ni tendremos la oportunidad de destruirla.

Aunque poco entiendo de fuerzas que no pueden ser vista y objetos que las posean,  supongo que una entidad tan poderosa como esa vara de Annatar, habiendo sido forjada por tan infame herrero...quizá pueda ser detectada de algún modo, ahora que ha salido de su arcano escondite. ¿Creeis que puede haber alguna manera de encontrarla, sabio Maenist?

Ranëdhel sigue cavilando, incluso tras la demostración de pesar e ira que inflama a Anäril por unos instantes:

- Y si el Enemigo cayó en la batalla ¿quién y porqué ocultó la vara en lugar de destruirla?