Partida Rol por web

Os habéis despedido de los que ahora son vuestros amigos y os situáis en el principio del sendero que ahora os llevará a la explanada donde una vez os trajo el misterioso Gailhen.

Ahora vuestro objetivo es otro y no parece mucho más halagüeño.

- Anäril... Carster... amigos. Vamos a luchar juntos. Nuestras vidas dependen de lo hábiles que seamos ahí abajo. Sabed que si de mi mano depende vuestra vida, antes perderé la mia que vosotros perdáis la vuestra - dice Belegilf mientras saca su espada y os mira a cada uno de vosotros con un gesto sincero.

Frente a vosotros tenéis el camino que deberéis de seguir ahora. La batalla se presenta difícil pero no hay otra solución.

Héroes o no, el tiempo lo decidirá y hazañas como está os decantarán en que lado estáis.

Comienzo a caminar, no parezco especialmente preocupado

Belegilf, luchamos juntos, no quedara ninguno para hacernos daño a ninguno, para eso haria falta mucho mas

Si caemos, lo haremos con honor - digo con convicción, mientras desmonto el arco y vuelvo a colocarlo a mi espalda antes de haber tenido la oportunidad de usarlo -  y juntos. Tal vez nos superen en número, pero a nosotros nos sobran la  voluntad y el coraje.

Esperemos que sea suficiente, sería en verdad una lástima que la Tierra Media perdiera hombres tan valerosos como los que hoy están a mi lado...

Comienzo a caminar a la vez que Carster, dejando en el centro a Belegilf para proteger sus flancos.

Luchad con decisión y habremos ganado. Que la bendición de los Valar nos permita combatir con valor!

Ranëdhel camina empuñando sus armas mientras susurra una suave tonada, de palabras imperceptibles pero en el melodioso lenguaje de los elfos grises.

Una vez llegados al lugar donde se apostan los arqueros se sitúa al lado de Amrod y Elerin, dejándoles ver con limpieza la explanada. Deja el escudo en el suelo, para evitar cansarse antes de tiempo, dispuesto para poder ser recogido una vez suene la señal de Sadron o resulte necesario.

- Me quedaré aquí tal como dispuso Anäril, para combatir junto a vosotros. Pero si los hechos se tuercen en nuestra contra, no dudaré en avanzar.

Que tu cabeza no albergue pensamientos oscuros, amigo Ranëdhel - digo al elfo poniendo mi mano en su hombro - demasidas cosas malas se deben unir para derrotar a los guerreros que están al frente. Desde aqui, controlaremos la situación y no dudo que si tienes que intervenir, lo harás con valor.

Saco una flecha, la coloco suavemente en el arco y hago varios movimientos de soltar, para calentar el brazo. La vista desde nuestra posición es inmejorable y las flechas volarán sin obstáculo alguno.

La oscuridad de la noche os sumerge en un extraño pesar. Pronto vais a luchar, probablemente a morir y eso no os tranquiliza.

Los ojos de los elfos llegan a ver una patrulla de guaridas en la explanada mas ninguna luz ilumina el claro.

Lleváis casi una hora esperando cuando, de repente, una flecha incenciada se clava contra el pecho de uno de los orcos que vigilaba. Es la señal, la batalla va a comenzar.

Elentári Elbereth Gilthoniel al  awarthaammen! - susurro mientras desenvaino las espadas que llevo a mi espalda.

Elbereth Gilthoniel , tú que encendiste las estrellas, no nos abandones!

Ha llegado el momento. Están ahí - señalo hacia delante con la cabeza, consciente de que mis compañeros tienen más dificultades para ver en la oscuridad - Avancemos, la sorpresa nos ayudará!

Comienzo a caminar a la derecha de Belegilf, concentrado en la batalla que va a empezar.

Con el escudo clavado en tierra, y la espada en la mano observo el inicio del combate. Sólo Anäril se mueve con precisión, y aunque los humanos avanzan con decisión se nota que carecen de ojos como los nuestros. Pero los orcos no.

- Elerin, tal vez unas flechas inflamadas más ayuden a guiar el brazo de los Hombres. Tan solo ellos entre los combatientes se ven perjudicados por la oscuridad.

A por ellos, son solo orcos, serviran para hacer hambre para despues

Comienzo a avanzar, haciendo un verdadero esfuerzo para mantener la linea y no salir corriendo en busca del combate

La batalla ha comenzado, disparo la flecha que tengo cargada contra uno de los orcos centinelas que no saben lo que se les viene encima y rápidamente preparo otra.

-No estoy seguro que sea una buena idea Ranëdhel, disparar más flechas inflamadas de esas delataría nuestra posición ahora que los orcos están sobre aviso, pese a que la puntería de esos seres no sea nada buena una flecha disparada en la oscuridad puede encontrar un blanco por azar; En esta situación en la que nos superan en número el sigilo y la misma oscuridad son nuestras mejores armas.

Inmediatamente después del disparo de Elerin, lanzo una flecha contra el mismo orco que acaba de ser objetivo del elfo.

A pesar de la oscuridad, parece que las flechas han hecho blanco y recargo el arco con el siguiente dardo preparado para lanzarla otra vez.

Es mejor permanecer, escondidos y a oscuras, querido Ranëdhel. Nuestras artes en la espada no son ejemplares y es mejor que no nos descubran.

Belegilf os mira extrañado.

- Amigos, Ranedhel tiene razón. Debemos hacer que nos oigan. El objetivo de atacar en la noche es que los orcos se atrevan a salir de su cueva y aprovechar a nuestros arqueros. Sadron y los suyos ya habrán acabado con los centinelas. Ahora hay que hacer salir a los guerreros.

Vuestra mirada se dirige a la hondonada y véis a cuatro orcos en guardia mirando hacia el lugar por donde ha venido la flecha incenciada. Tenéis poco tiempo para aprovechar el factor sorpresa.

Pues vamos a hacer que vengan, vamos a ver si hacemos que esos se acerquen un poco y vengan algunos detras

Comienzo a caminar hacia los orcos golpeando el escudo contra la espada y hablando en voz mucho mas alta

Veis, son solo cuatro, y seguro que llevan oro, llevemosnos su oro y vayamos a comprar aguardiente

Entonces no tenemos ni para empezar! - contesto a Carster, también en voz muy alta, mientras hago simultaneamente sendos molinetes con las dos espadas.

Más despacio Carster, no conviene salir del alcance de nuestros arqueros - susurro, mientras continúo caminando a la altura del guerrero humano mientras nos acercamos a los orcos, tratando de atraerlos hacia nuestra posición.

Presto a proteger de inoportunos ataques a los dos arqueros, Ranëdhel aguarda oculto, con el escudo numenoreano clavado en el suelo para no cansarse con su peso y la espada lista en la mano, baja para que los brillos del metal no los delaten.

Su inhabitual silencio demuestran su intensa atención y alerta. Está preocupado.

Las primeras flechas surcan ya el aire. Amrod lanza una certera flecha hacia uno de los orcos que se clava entre los anillos de la cota de mallas que le protege.

Una flecha más vuela camino de los orcos pero no hace más que rebotar contra la pesada armadura del guerrero orco.

Unas palabras resuenan en la noche. Es uno de los orcos que parece dar una voz y acto seguido os señala ladera arriba. El grupo de orcos sale corriendo ladera arriba hacia vosotros con sus armas en ristre. El último hace sonar un cuerno que tira al suelo tras soplarlo.

Corren raudos ladera arriba hacia vosotros y tenéis poco tiempo para decidir vuestra próxima acción. Pronto, una flecha vuela certera sobre el orco que cierra el grupo procedente de la escarpada ladera del desfiladero que os rodea.

Belegilf levanta la espada y os arenga:

- Amigos, tenemos que luchar en el valle. En este camino angosto nuestros arqueros no tendrán buen disparo.

Tras las palabras comienza a correr ladera abajo hasta interceptar al primer orco y lanzarle su primer ataque que acierta con algo de suerte.