Partida Rol por web

Ante ti se alza la hermosa figura de un enorme árbol. De sus ramas cuelgan numerosas manzanas de distintas variedades, todas ellas con aspecto jugoso. La boca se te hace agua. Alargas la mano y tomas una. Su sabor dulce llena tu boca. El jugo cálido salpica tus mejillas. Resbala por tus dedos manchándolos de carmesí. Sangre. Mana del interior del fruto, espesa y cálida. Lagrimas de color rubí brotan de las manzanas. Fluye con intensidad creciente. Los frutos comienzan a pudrirse en sus ramas. Separas los dedos de una masa informe y oscura. La podredumbre se adhiere a tus dedos, los cubre sin detenerse, fluyendo hacia tu muñeca…

…despiertas cubierta de sudor. Te miras las manos, están limpias. No queda ningún rastro. Parecía tan real.

Miras a tu alrededor. Estas en algún lugar de paredes blancas. Tus ojos recorren la estancia sin comprender hasta que se detienen en una franja rosada que atraviesa la pared. Entonces recuerdas. Las pruebas, tu habitación. En los últimos cuatro días te han sometido a tres tratamientos. Te advirtieron que podrías sentirte desorientada, confusa, débil, dolorida. Esas palabras no describen suficientemente tu estado.

Sientes nauseas. Te levantas y llegas al baño con el tiempo justo para vomitar una masa blanquecina que se pierde por el inodoro. Eso no es lo peor. Te vuelves para lavarte la cara y apenas te reconoces a ti misma. Estas terriblemente delgada, puedes ver tus costillas dibujadas bajo la piel, una piel pálida, fláccida. Apenas reconoces el rostro del espejo, solo los ojos y el cabello parecen tuyos. El resto pertenece a un cadáver que se agarra a la vida.

Una voz masculina te sorprende.

- Lo lamento.

La reconoces, es la de Carlos. Te asomas y le ves plantado de pie cerca de la puerta. En los últimos días habéis hablado varias veces, pero no dejas de estar sorprendida por la confianza que se ha tomado entrando sin llamar.

Despiertas cubierta de sudor. Los ojos te duelen y te ves obligada a cerrarlos. Poco a poco vuelves a abrirlos para que se acostumbren a los leds. Hoy parecen más brillantes. Sientes una punzada de dolor en el estomago. Pese a la insistencia de la doctora ayer apenas pudiste probar bocado. Es comprensible. En los últimos cuatro días te han sometido a tres sesiones de tratamiento y los efectos son devastadores.

Llegas al baño y tratas de arreglar el desaguisado que encuentras en el espejo. Tu rostro alargado incluso cadavérico es apenas reconocible. Observas unos ojos apagados devolviéndote una penosa mirada. Te sientes agotada. Tu aspecto ha cambiado tan rápido que apenas puedes creerlo. Esto no es lo que esperabas, pero si funciona habrá valido la pena. Tratas de quitarte el mal sabor de la boca y descubres que las encías te sangran abundantemente. Para colmo de males llevas cuatro días sin fumar.

Oyes como se abre la puerta de la habitación. El leve crujido de unas zapatillas de goma. Te asomas para encontrar el rostro de la Doctora Neville. Aun joven, aun saludable. Viene para otro examen. Mas preguntas.

- Buenos días Maia. - dice mientras se sienta a los pies de la cama, observando el clavel mustio que adorna tu dormitorio. - ¿Lo cogiste del jardín? Es una pena que duren tan poco.

Subes. Bajas. Vuelves a subir. Tu padre te empuja con fuerza y el columpio parece llevarte al cielo. Te sientes feliz. Si no fuera por ese zumbido. Mueves la cabeza, para tratar de alejarlo pero aumenta. Entonces sientes un cosquilleo en la oreja.

Despiertas. Te sientes bien, incluso feliz, aunque algo enojada con lo que sea que te ha despertado. Estabas teniendo un sueño muy hermoso. Vuelves a escuchar el zumbido. Te vuelves para encontrar una pequeña mosca posada sobre la almohada, muy quieta. Te incorporas pensando que la espantaras con el movimiento, pero no es así. El pequeño insecto sigue en el mismo lugar, como aguardando. ¿Habías visto alguna vez una tan quieta? 

Te revuelves incomodo en la cama. Hace ya un rato que te has desvelado. Miras de nuevo el reloj. Las cuatro de la mañana. No lograras volver a dormirte. Es el agotamiento. También el malestar y las nauseas. Todo se combina para dificultarte el descanso.

Comienzas a desesperarte cuando la puerta de la habitación se abre para dejar pasar a una enfermera. Se trata de una mujer joven a la que no has visto antes. Probablemente forma parte del turno de noche.

Cierra la puerta tras de sí con cuidado de no hacer ruido y se te acerca.

- He oído ruido y supuse que no podía dormir señor Mae. - Dice con tono amable - Si lo desea puedo traerle un vaso de leche caliente. Si lo prefiere puedo hablar con la Doctora y ver si puede recetarle algo.

Remoloneó un poco antes de incorporarse un poco sentandose y reposando la espalda para luego estirarse.

-Mmmm...pues no diría que no a un buen vaso de leche, pero prefiero la leche fría, la verdad.- Y mantuvo una pausa sonríendo mientras debatía interiormente si contestar o no con lo que realmente pensaba- Y bueno, antes de venir aquí, conocía una forma muy práctica de solventar el asunto del insomnio, si puede recetarme un poco de cannabis estaría geníal, que sea Indica a ser posible. -Clavó su mirada en la cara de la enfermera esperando su reacción de sobresató o incredulidad- Esa debe ser la causa de que no pueda dormir.

La sensación es tan agria como la mirada que le devuelve el espejo. Tan angustiosa que cualquier sujeto que se encuentra a su alrededor se vuelve insignificante. Su cuerpo le pide muchas cosas y necesita acallar todas esas llamadas de necesidad; pero la que mas le cuesta callar es la de la nicotina.

Escupe la sangre en el lavabo y se lava la boca con absoluto asco, y se mira una última vez en el espejo. Se peina con los dedos, viéndolos temblar ligeramente, pero prefiere ver ese movimiento en el cristal a su cara, esa cara tan familiar que prefirió dejar de verla hace muchos años, regresa y no le gusta el encuentro.

Intenta regresar a la sala principal de su habitación, pero no lo consigue por lo que se queda pegada a la puerta del baño, lentamente se deja caer deslizando la espalda por la pared hasta sentir que el piso se pega a su cuerpo, apoya la espalda al marco de la puerta.

Observa a la doctora, y piensa: Mírala... tan feliz... tan sana... seguro que ha comido carne... chocolate, apuesto a que se ha fumado un cigarro la muy...

Cierra los ojos con cansancio y los vuelve a abrir dejando la cabeza caida hacia un lado. Ante esa frase sonríe de forma leve, de lado y alza las cejas - Como la vida misma, doctora...

Julia mantuvo su mirada en el rostro de Maia mientras asentia lentamente.

- Bueno, llevamos ya cuatro tratamientos y tu evolución es bastante buena dadas las circunstancias. La enfermedad se encuentra bastante avanzada, y aun tendrás que empeorar un poco mas físicamente antes de mejorar. - El tono de la doctora sonaba cercano y a la vez sincero. Costaba dudar de lo que decía - Soy optimista respecto a tus posibilidades Maia. Pero tenemos que cumplir el protocolo. Empecemos con las preguntas.

Saco una tablet del bolsillo y un lápiz óptico del bolsillo.

- Bien, describe tu estado actual y cualquier síntoma nuevo que hayas tenido. Recuerda que por extraño o poco importante que te pueda parecer, tenemos que ser meticulosos y reflejarlo.

La chica no se sobresalto ante la atrevida petición de Richard. Más bien al contrario escucho con absoluta atención asintiendo con la cabeza.

- No estoy facultada para recetarle nada, Sr. Mae, pero veré que puedo hacer. - Se dio la vuelta hacia la puerta añadiendo - Voy a por la leche.

Pasaron varios minutos antes de que la chica regresase. Sostenía un vaso de leche que le tendió a Richard. Sin embargo su rostro parecía algo compungido.

- Lo lamento Sr. Mae, pero no tenemos mariguana. - Se mordió el labio - Puedo tratar de conseguírsela cuando salga del trabajo, si puede esperar hasta mañana.

Jadeante, con la frente perlada de sudor, Caroline dio un respingo sobre la cama justo antes de abrir los ojos y despertarse bruscamente. Inmediatamente, miró sus manos, girando las palmas hacia arriba y de nuevo hacia abajo. Nada, no había rastro ni de sangre ni de podredumbre. Estaban limpias.

Giró la cabeza, examinando el lugar en el que se hallaba, y sintió mareos. -Sólo ha sido un sueño...- musitó, llevándose ambas manos a la frente y frotándose las sienes con las yemas de los dedos. Instantes después, sintió un malestar en el vientre y el reflujo ascendiendo por su estómago. Apartó las sábanas y corrió, tapándose la boca con la mano, hacia el baño, para vomitar.

Se había hecho a la idea de que el tratamiento sería duro, pero nada la había preparado ni física ni mentlmente para aquello. Se acercó al lavabo tras tirar de la cisterna, para lavarse la cara. La mujer que vio en el espejo, era una completa desconocida para ella. Palpó sus mejillas, ahora casi cadavéricas por la pérdida de peso y volumen. Se tocó las oscurecidas ojeras y bajó la mirada, resignada, a la par que apoyaba las manos en el borde del lavabo. Se estaba consumiendo en vida...

Se giró, sobresaltada, al escuchar una voz. No sabía qué hora era, pero no esperaba que nadie entrara en su habitación mientras dormía. Confusa, se acercó a Carlos, quien estaba cerca de la puerta.

-Carlos... ¿qué haces aquí?- preguntó, cruzando sus brazos sobre el pecho para ocultar sus senos, o lo que quedaba de ellos, ahora marcados por el frío. Frunció el ceño -¿A qué te refieres con lo de "lo lamento"?

"Evolución buena pero hay que empeorar... estupendo doc" piensa mientras mira los pies de la doctora, parpadenado lentamente aún sentada en el suelo en la misma postura.

Se pasa el dorso de la mano por la nariz para rascarse así y luego la sorbe, se mira la manicura azul desgastada y luego vuelve a mirar la doctora con pesadez.

- Estado actual... hecha una mierda. Síntomas... me sangran las encías. ¿Sirve o son pocos detalles? Bonita tablet...

Los ojos del hombre se clavaron en los de Caroline, y esta percibió tristeza en ellos.

- Quería despedirme. - Respondió - Lamento que no hayamos tenido más tiempo.

Tras la sorpresa inicial, Caroline reparo en que Carlos tenía mucho mejor aspecto que el día anterior, de hecho no mostraba delgadez, palidez, ni ningún otro síntoma. Incluso el pelo, que en los últimos días se había blanqueado, volvía ahora a su color natural.

La mujer ladeó la cabeza y lo miró confundida.

-¿Despedirte...?- preguntó. Entonces se percató de la mejoría física del ilusionista. Su piel tenía un color más saludable y no tenía los pómulos tan marcados como días atrás -Espera... ¿ha funcionado?- un brillo de esperanza se alojó en los ojos azules de Caroline, antes de esombrecerse con la misma rapidez. No, no puede ser. ¿Cómo iba a actuar tan rápido? Caroline se dio la vuelta para sentarse en el borde de la cama. Cualquier esfuerzo físico parecía agotar sus ya menguadas fuerzas.

-Gracias por todo, Carlos- musitó, mirando al hombre, incluso esbozando una sonrisa cansada -. Echaré de menos nuestras charlas.

Ante su sorpresa, la chica no se sobresaltó por mis palabras tan directas, es más, le dijo que intentaría hacer algo al respecto. Por dentro sentía como si hubiese vencido en una pequeña batalla.

-De-de acuerdo, gracias. -Se despidió algo aturdido.

Aquella preciosa enfermera volvió a la habitación tras unos minutos, Ricky cogió el vaso de leche de buen gusto y viendo que la enfermera no venía con buena cara, dio rápidamente un gran sorbo a la leche dejando el vaso por la mitad.

Y la mala noticia se confirmó, no podría fumar en aquel lugar. Apoyó el vaso entre sus piernas, sujetado por ambas manos en un largo suspiro, y cuando estaba a punto de decir algo, la chica continuó hablando haciendo que se le abrieran los ojos de par en par, entonces alargó el brazo hasta coger su muñeca y tirar suavemente de ella.

-¿Enserio? ¿Harías eso por mi? ¿Qué... qué puedo para agradecértelo? -Hablaba un tanto entusiasmado y algo nervioso- Gracias, ¿Puedo darle un abrazo? -Y la miró con los ojos de un niño.

Carlos no respondió a la pregunta de Caroline. Se quedo en la puerta mientras ella volvía a su cama, y la observo en silencio mientras se acomodaba. Tampoco le devolvió la sonrisa ni dio muestra alguna de emoción mas allá de la atenazante sensación de pesar que transmitían sus ojos.

 - Cuídate. - Respondió finalmente, aunque sonó como un deseo tan bienintencionado como inalcanzable.

No alargo mas la despedida, se dio la vuelta y salió de la habitación en silencio. Transcurrieron solo un par de minutos antes de que las suelas de goma delataran la llegada de la Doctora Neville, que una mañana mas venia a comprobar el estado de Caroline.

- Buenos días. ¿Puedo pasar?

La mujer no se resistió cuando Richard la sujetó, mas al contrario se acerco hasta el, y le estrecho fuertemente con sus brazos. Richard pudo sentir los generosos senos de la mujer apretados contra su pecho. Los delicados dedos enredándose en su pelo, los labios dejando escapar un aliento cálido contra su mejilla.

Tras un instante sorprendentemente largo la mujer libero al paciente de su abrazo y dio un paso atrás. Sentimientos encontrados de alegría y azoramiento se dibujaban en el rostro, y el color le bañaban las mejillas de la joven.

- Yo… debo irme ya. - dijo con súbito nerviosismo - Necesita descansar.

La actitud de Carlos la desanimó bastante. Bajó la mirada y escuchó cómo el ilusionista abandonaba la habitación. Poco después, la voz de la doctora Neville la hizo alzar la mirada.

-Buenos días- su voz sonaba apagada -. Pase...

Esperó a que la doctora entrara y la siguió con los ojos entristecidos. Ya era difícil soportar todo aquello, más ahora que Carlos parecía que se iba. Sus conversaciones los días previos, habían sido un frágil pilar sobre el que apoyarse, pero ahora...

Ahora se sentía perdida.

Julia observo a Caroline, pero si se dio cuenta de su estado animico no lo demostró. Sus labios parecían paralizados en sonrisa amable, pero demasiado artificial para resultar reconfortante.

- Bueno Caroline, seguro que debes estar agotada asi que no nos alargaremos con la evaluación ¿de acuerdo?

La doctora saco su pequeña tableta del bolsillo derecho de la bata, y tras desprender el lapiz óptico se preparo para tomar notas.

- Cuéntame. ¿Cómo te encuentras hoy? ¿Algún efecto secundario? ¿Algo que te haya parecido extraño?

Algo sonaba distinto en la voz de la doctora mientras preguntaba, aunque Caroline no fue capaz de concretar que, le produjo un claro rechazo hacia la mujer. Puede que fuese su propio estado de ánimo, o incluso su imaginación. La sensación ceso al cabo de unos instantes. 

Una sonrisa falsa... Caroline sabía por su profesión que a veces era necesaria. Asintió con la cabeza ante la mención de la evaluación, esperando a que la doctora le hiciera las preguntas y el chequeo pertinentes, tal y como había sucedido en los días previos.

Pero percibió algo diferente en Neville. No sabría decir el qué, pero era una sensación que la hacía recelar. Clavó sus ojos azules, ahora apagados, casi sin vida, en la doctora mientras ésta le preguntaba.

-Pues... la verdad es que he tenido un sueño muy desagradable y, al despertar, he tenido que correr al servicio para vomitar- dijo, sin saber muy bien si era lo que la doctora buscaba con su cuestionario -. A parte de eso... estoy muy cansada, casi anémica podría afirmar.

La doctora asintió ante algo que era normal en el proceso.  Pero sus ojos mostraban también algo mas, algo que a Caroline le pareció decepción. Anoto rápidamente algo y asintio.

- De acuerdo - dijo mientras pulsaba el botón del pequeño avisador que llevaba en el cinturón para llamar a una enfermera.

No tardo en llegar, y una vez mas dedicaron los siguientes diez minutos a realizar pruebas de reflejos, visión, audición, y memoria. La primera vez que Caroline pregunto, la doctora le había explicado que preferían ser exhaustivos respecto a posibles efectos secundarios. Por suerte los análisis los hacían durante los periodos de sedación posteriores al tratamiento, por lo que el paciente se libraba de sentir los pinchazos.

La enfermera dejo la habitación con el instrumental que había traído pero la Doctora no se fue inmediatamente, sino que en esta ocasión aguardo a quedarse de nuevo a solas con Caroline. Su rostro se ensombreció visiblemente.

- Hay algo más que debo decirte. - Pareció valorar la mejor forma de continuar durante unos segundos, y opto por ser directa - El paciente Carlos Fresno falleció durante la noche…

Caroline se quedó estupefacta ante la noticia del fallecimiento de Carlos. Sacudió la cabeza en señal de negación.

-Doctora... si esto es alguna clase de prueba mental, no tiene gracia- dijo, con suma seriedad -. Carlos acaba de estar en mi habitación. De hecho, se fue antes de que usted entrara.

No, era imposible que hubiera muerto. ¡Acababa de hablar con él!

-De hecho, vino para despedirse de mí...- se negaba a creer las palabras de la doctora -Al verlo con mejor aspecto, supuse que se iba porque el tratamiento había funcionado.

Recordó las palabras de Carlos. "Lo siento..." "Siento que no hayamos tenido más tiempo". No, en su cabeza no podía saber que él había fallecido y tener una alucinación tan lúcida... ¿o sí?

-¿Acaso me está diciendo que vi un fantasma?- de nuevo negó con la cabeza. Cada vez estaba más alterada -¡Éso es absurdo!