Salís del castillo del Círculo Negro, el limpio aire de la montaña os hacer coger aliento y respirar aliviados, la presión de un lugar tan cargado de brujería como ese resultaba excesivamente duro, pero ahora al menos estáis fuera. Sonríes satisfecho. Todavía queda un buen trecho, cruzar el barranco y continuar andando, pero al menos ahora no parece que nadie vaya a crearos problema alguno.
De nuevo, pasáis entre los cadáveres de los irakzais y los acólitos negros, abandonados a su suerte en medio de las montañas, al borde del cañón en el que brilla la veta dorada con más fuerza, desvanecida ahora la bruma mortal que lo envolvía hasta el borde. Puesto que no estás seguro de si la Devi va a ser capaz de seguir semejante camino, te la echas al hombro y comienzas a descender con cautela. No le dices nada a la muchacha, pero sientes un apremio cada vez mayor, tienes la abrumadora sensación de que el peligro sigue acechando desde la guarida del Maestro de Yimsha, y cuanta más distancia pongáis entre él y vosotros mejor será.
-"A partir de aquí tendremos que caminar." Comentas cuando has llegado a la cima al otro lado del barranco, junto a la torre que se yergue como primera defensa del Círculo Negro. "Al menos será colina abajo, princesa."
Por un momento parece que duda, sus ojos se vuelven hacia atrás, para contemplar la pirámide que conforma el castillo de los Adivinos Negros, y después gira la cabeza para contemplarte con asombro.
-"¿Cómo un bárbaro como tú puede haber vencido a los Adivinos Negros de Yimsha?" Inquiere, la curiosidad impregnando por completo su voz. "No tienes aspecto de mago, ¿acaso posees una magia desconocida?"
-"Yo he puesto mi brazo derecho." Admites sin tapujos. ¿Para qué ocultar la verdad? "En realidad, he tenido la ayuda del cinturón que Khemsa me entregó antes de morir. Me lo encontré en el sendero, destrozado por la caída y las rocas. Es curioso, sirve contra algunas brujerías y contra otras no, ya te lo enseñaré cuando estemos a salvo de todo esto. En cualquier caso, donde esté una buena hoja de acero, que se quite cualquier magia: eso sí que no falla, un buen golpe y no hay brujo que se resista."
Ella te mira con un gesto entre admiración y desdén: parece no concebir la posibilidad de que un simple bárbaro pueda vencer a la todopoderosa magia de los Adivinos de Yimsha. La ves fruncir el ceño.
-"Pero... Si el cinturón te ayudó a vencer al Maestro, ¿por qué no ayudó a Khemsa?"
-"¿Quién sabe? Procuro no meterme en cosas de magos y brujos, tal vez el aprendizaje de Khemsa con el Maestro lo debilitó ante sus artes oscuras. Lo que puedo asegurar es que el Maestro no tenía el mismo poder sobre mí que ese mago de turbante verde. Y aún así, no puedo decir que lo haya derrotado, consiguió huir de mi cuchillo, tengo la sensación de que volveremos a verlo, así que voy a procurar poner la mayor distancia posible entre él y nosotros."
Al cabo de un rato de andadura, veis a los caballos que habíais dejado atados a unos tamariscos ramoneando tranquilamente.
-"Bueno, al menos ya no habrá que andar más." Comentas con expresión aliviada.
Sueltas las monturas, ayudas a Yasmina a subirse a una de ellas, y tú montas en la tuya; en cuanto espoleas al animal se pone en marcha, seguido por los demás.
-"¿Y ahora qué?" Demanda la Devi. "¿A Afghulistán, a negociar conmigo por la liberación de tus guerreros?"
Le dejas entrever una sonrisa que no acaba de entender.
-"Todavía no, ¡por Crom! Por lo que sé la magia los mató. No sé si habrá sido el gobernador, me cuesta creer algo así de él, pero alguien mandó matar a mis subjefes en la prisión. Mis afghulis están convencidos de que los he traicionado y ahora me persiguen como lobos por las montañas, tratando de cobrarse en mi pellejo la vida de los suyos."
-"Entonces..." La Devi te mira con expresión dolorida. "¿Qué va a ser de mí? Ahora ya no te sirvo como rehén, ¿qué ideas tienes ahora? ¿Me matarás para vengarte o me entregarás a los tuyos para ganarte de nuevo su respeto?"
La contemplas por un momento, su rostro serio, surcado por la duda y el temor, y al final te echas a reír. Nada de eso entra en tus planes. Ella parece entender tus pensamientos.
-"Entonces cabalguemos hasta la frontera." Sugiere. "Allí estarás a salvo de tus afghulis."
-"Por supuesto, Devi." Aseguras con una sonrisa irónica. "Me libraré de la persecución de mis montañeses para caer en una trampa vendhya."
Por un momento, Yasmina te mira con el ceño fruncido.
-"A la muerte de mi hermano Bunda Chand, soy yo la reina de Vendhya." Asegura recuperando su antiguo tono señorial. "Has salvado la vida de la reina, y por ello recibirás una excelente recompensa."
Gruñes por lo bajo, ella no llega a entender las maldiciones que pronuncias en cimmerio.
-"¡Guarda tus tesoros para tus perros, princesa!" Aseguras con una firmeza que le hace dar un respingo. "¡Si tú eres la reina de Vendhya, yo soy el jefe de las montañas! ¡No pienso llevarte hasta la frontera, de eso puedes estar segura!"
-"Pero estarías a salvo..."
-"Y tú serías de nuevo la Devi." La cortas en seco, con los ojos brillantes mientras la miras de arriba abajo. "No, muchacha, de ninguna manera, te prefiero como lo que eres ahora, una mujer de carne y hueso cabalgando a mi lado."
-"Pero no puedes retenerme..."
-"¡Espera y verás!"
-"¡Te daré una gran recompensa!"
-"¡A Arallu con tu recompensa!" Aseguras, acercando tu caballo al suyo.
Ella te mira entre alarmada y complacida.
-"¿Qué crees que podría ofrecerme tu reino que mejorara lo que tengo ahora mismo a mi lado? Te prefiero a ti antes que cualquier botín, arriesgué mi vida por ti, así que me parece justo que si tus cortesanos quieren recuperarte, que se acerquen a Zhaibar y derramen su sangre por ti."
La Devi se muerde los labios nerviosamente.
-"¡Pero es que ahora no tienes partidarios!" Protesta. "¡Te persiguen! ¿Cómo crees que puedes defender tu vida, y mucho menos la mía?"
Sonríes maliciosamente.
-"Aún me quedan amigos en las montañas." Comentas sarcástico. "Hay un jefe khurakzai que podrá encargarse de tu cuidado mientras yo discuto con los afghulis. Si insisten en su terquedad, ¡por Crom que lo mandaré todo al diablo y te llevaré conmigo hacia el Norte, hasta las estepas de los kozakos! Ya fui jefe de los Compañeros Libres antes de venir aquí, así que me acogerán como uno de los suyos y al final te haré reina del río Zaporoska."
-"Pero no puedo... No puedes retenerme..."
Sección 98
Si la besaste, pasa a la sección 119.
Si no la besaste, pasa a la sección 38.
Luego de explicarle como paso todo y de contarle del cinturón, Dormugth se rie de los ofrecimiento de la Devi sobre llevarla a donde ella quiere.
-No, no, antes te molestaste porque no te tome y ahora que quiero tomarte también te ofendes, quien entiende a las mujeres la verdad jajaja. No debi mía, aun queda mucho por resolver, mis hombres estan muertos y todos me persiguen, pero algo se podría hacer vas a ver.-
Luego de eso la miro nuevament a los ojos
Muertes: 2
Final Inesperado: 1
Paso a la sección: 45
-"Si esa idea te resulta tan repulsiva, ¿por qué veo que te sientes a gusto a mi lado?" Comentas con una sonrisa sarcástica.
La Devi te mira con una expresión indescifrable, notas que se pone tensa.
-"¿Cómo osas decir algo así?" Exclama. "¡Soy la reina de Vendhya, no lo olvides jamás, bárbaro! ¿A gusto al lado de un patán que solo encuentra disfrute en matar?"
-"Te recuerdo que este patán se ha jugado la vida unas cuantas veces para rescatarte de los Adivinos Negros."
-"Sí, después de haberme puesto en peligro por todos tus actos en Peshkauri."
Por su expresión, por su manera de evadir tu mirada, el nerviosismo latente que se esconde tras sus gestos, te das cuenta de que esperaba que te hubieras comportado de otra manera. La tentación de abrazarla y demostrarle que no es ni de lejos lo que piensa es muy fuerte, la mujer es deseable y parece predispuesta a ello. En un impulso súbito, descabalgas, te acercas a su caballo y, sujetándola por la cintura a pesar de sus protestas, la bajas y la besas. En un principio se resiste, pero poco a poco va cediendo y se entrega a un beso más profundo y prolongado.
-"Esto no significa nada..." Comenta azorada, con un intenso rubor tiñéndole el rostro. "Me debo..."
-"Sí, claro, a tu pueblo." Gruñes.
Sección 38
Pasa a la sección 136.
-"¡Pero yo debo regresar a mi reino!" Protesta Yasmina. "¡No puedo vivir en las montañas!"
Empiezas a sentirte un tanto molesto por la insistencia de la muchacha.
-"¿Para qué?" Adviertes. "¿Para asentar tus reales posaderas en tronos de oro y recibir con una estúpida sonrisa los aplausos de unos aún más estúpidos cortesanos engreídos cargados con lujos y terciopelo hasta la última uña que te adularán hasta que te aburras? Mira, princ... reina, yo soy un bárbaro, es cierto, nací en las colinas cimmerias, donde todos nos endurecemos ante una vida dura, hostil, en la que cada paso supone un desafío; falla uno de ellos y estás muerto o tullido de por vida. Solo siguen adelante los más fuertes, los más duros, los más avezados. Sí, esa vida es la que nos hace bárbaros. Decidí salir de mi tierra para ver mundo, ¿y qué he encontrado? Mucho más de lo que esperaba: he sido ladrón, kozako, mercenario, pirata y solo Crom sabe cuántas cosas más. ¿Qué rey de los que conoces puede haber viajado más, haber conseguido la fama que he adquirido y haber amado a más mujeres?"
La Devi te observa con interés mientras te tomas unos momentos de expresivo silencio.
-"Los rumores son ciertos, ¡claro que sí!" Continúas. "Llegué a Ghulistan con una idea clara: reunir un ejército de montañeses y conquistar los reinos del Sur, entre los que se incluye el tuyo, Vendhya. Mi alzamiento como líder de los afghulis es tan solo el comienzo. Si consigo que me escuchen y volver a ser su jefe, en poco menos de un año tendré a mi cargo a una docena de tribus. Si no lo consigo, mala suerte: regresaré a las estepas, me uniré a mis antiguos compañeros kozakos y saquearemos las fronteras turanias. ¡Al diablo con tu reino! Tú me acompañarás. Piensa que antes de que nacieras, los vendhyos se arreglaban perfectamente."
Observas con detenimiento el semblante de la mujer, las expresiones que cruzan por él sin solución de continuidad, y te das perfecta cuenta de que se siente atraída por ti, aunque su descendencia de una soberanía milenaria pese sobre ella como una pesada roca de mil toneladas.
-"¡No puedo!" Te suplica. "¡No puedo abandonar a mi reino!"
-"No tienes alternativa." Le contestas con firmeza. "Tú..."
Hasta vosotros llega el clamor de un combate. Desde vuestra posición, en una cima desde la que se distingue con claridad un valle a vuestra derecha, escucháis el sonido distorsionado de cascos de caballos y entrechocar del metal. Te fijas con más detenimiento en lo que está sucediendo: el reflejo del sol arranca destellos de lanzas y de cascos en espiral.
-"¿Qué diablos sucede?"
Distingues con más claridad un regimiento de unos tres mil soldados ataviados con cotas de malla acosando a un grupo manifiestamente menor, empujándolos por delante de ellas, mientras los atacados intentan retroceder defendiéndose como lobos.
-"¡Turanios! ¿Qué hacen aquí, por Crom?" Exclamas con un gruñido de furia. "Son escuadrones de Secunderam, ¿qué demonios buscan en las montañas?"
-"¿A quiénes persiguen?" Inquiere Yasmina, fascinada por la escena. "¿Y por qué no huyen? Jamás podrían hacer frente a una caballería tan organizada."
-"Malditos sean esos botarates." Gruñes, con la vista clavada en el combate. "Son quinientos de mis afghulis, y saben perfectamente que están en una trampa de la que no pueden escapar."
Te fijas en que, en efecto, el valle es un callejón sin salida. La única escapatoria por la que se puede salir de él está cerrada por los soldados, que conducen delante de ellos a los montañeses como pastores a un rebaño de ovejas para aplastarlos contra las paredes rocosas. Desde tu posición ves como los afghulis contraatacan una y otra vez, intentando romper el cerco, luchando como lobos acorralados, sin éxito alguno, retrocediendo sin remedio hasta un punto en el que van a ser aplastados sin misericordia. Distingues también la estrategia turania: no están presionando con toda la fuerza que podrían, conocen la furia devastadora de las gentes de estas montañas cuando se lanzan a la desesperada, y no necesitan sacrificar más soldados de lo necesario, los tienen cogidos en una trampa y solo tienen que aplastarlos.
-"¡Malditos necios bastardos, perros sarnosos de un buitre descarnado!" Exclamas con fiereza. "Andaban dándome caza, se han metido en todos los valles que han encontrado y al final han acabado en éste, atrapados por los turanios de Secunderam."
Te sientes inquieto, te remueves sobre tu montura, acariciando la empuñadura de tu cuchillo.
Sección 136
A pesar de que se hayan revuelto contra ti, no puedes dejar a tus hombres abandonados a su suerte. Pasa a la sección 87.
Han intentado matarte sin darte opción a explicar qué está pasando, así que consideras que tu labor aquí ya ha acabado. Pasa a la sección 171.
LA conversación con la Devi no va como dormugth hubiera deseado.
-No princesara, no y no. Te vas a ir conmigo si o si. Viviras como una reina pero de verdad no de mentira- dice cuando se calla ante el sonido de la batalla.
Mirando encuentra el orign de la bulla y al reconocer las cosas el ardor le come por dentro.
-Lo siento Devi, a pesar de que se han vuelto contra mi, son mis hombres y me necesitan- dices mientras te lanzas en pos de ellos
Muertes: 2
Final Inesperado: 1
Paso a la sección: 87
Si quieres forjar un imperio, no puedes dejar que estos hombres mueran sin más: debes defenderlos a toda costa aunque mueras en el empeño.
-"Devi, tengo que hacer lo que me dicta mi código." Comentas a Yasmina. "Aunque esos perros sarnosos hayan desertado de mí, sigo siendo su jefe, y como tal, he de demostrar que puedo seguir siéndolo, luchando a su lado. Es una batalla imposible, pero debo estar al lado de mis hombres. Encontraré un lugar donde puedas permanecer escondida hasta que todo esto termine y pueda regresar contigo."
-"Pero, ¿qué va a ser de mi?" Se lamenta la mujer. "Me has apartado de mi pueblo y ahora me vas a dejar morir en las montañas en tu empeño de sacrificar tu vida inútilmente en esa batalla que tú mismo calificas como imposible."
Reflexionas sobre sus palabras, sabes que en parte tiene razón, aunque esperas que no todo sea tan negro como se ve. Puede que por algún azar consigas librarte de morir, puede que la encuentren los kshatriyas y la devuelvan a Vendhya... Demasiadas preguntas, demasiadas condiciones y demasiadas pocas certezas. De repente, a vuestros oídos llegan unos estridentes sonidos de trompetas surcando el aire. Vuestras miradas se giran hacia el extremo del valle en el que se halla la única entrada, y distinguís brillos arrancados por el sol en el acero: una larga hilera de lanzas y cascos pulidos avanza internándose en el valle.
-"¡Son los jinetes de Vendhya!" Exclama la joven con alegría.
Observas con asombro y preocupación como filas, filas y más filas de soldados se van disponiendo en orden de combate a medida que penetran en el valle, dirías que hay varios regimientos.
-"Jamás había visto que los kshatriyas penetrasen en las montañas con semejante ejército." Comentas con admiración y respeto. "Miles y miles..."
-"Me están buscando." Asegura tu compañera con una sonrisa enigmática. "Déjame ir con ellos, déjame unirme a mis guerreros, creo que veo un sendero por el que bajar hasta ellos, tú puedes unirte a tus afghulis para intentar resistir un poco más y de esa manera atrapar a los turanios entre los dos grupos. ¡Rápido! ¿Prefieres sacrificar a los tuyos en aras de tus deseos? Tú mismo has admitido que sigues siendo su jefe y debes ayudarlos... Ahora tienes la oportunidad de hacerlo y seguir vivo, de demostrarles que eres digno de ser seguido."
Dudas, te sientes tentado de coger a esta muchacha y partir hacia las estepas, pero al final meneas la cabeza y asientes con un gruñido.
-"¡Está bien, Yasmina!" Admites. "¡Tú ganas! ¡Vuela como si el mismísimo diablo siguiera tus pasos!"
Miras a tu alrededor en busca de una manera rápida para llegar hasta tus hombres y te das cuenta de que has de abandonar tu caballo y descender a pie por un terreno verdaderamente abrupto. Acabas cayendo de un salto en medio de la batalla, agachado como un felino, el cuchillo dispuesto en tu mano. Un caballo con un jinete engalanado y cubierto de mallas se cruza en tu camino y una cimitarra se abate sobre tu cabeza, pero eres más rápido y destripas al jinete; un turanio que cae de la silla sin exhalar el más mínimo quejido, muerto antes de tocar el suelo. En un instante has agarrado las bridas, montado de un salto y te lanzas en medio de la batalla, derribando soldados mientras los afghulis te observan con asombro, los ojos abiertos ante el hombre al que perseguían y que ahora parece estar a su lado. Cuando ven la masacre que estás haciendo entre los enemigos, comienzan a envalentonarse y a aullar como lobos, acercándose a ti y flanqueándote para formar un bloque homogéneo contra los jinetes de Secunderam.
La situación es la más favorable para vosotros: os habéis afianzado en un estrechamiento del valle, una garganta en la que podéis haceros fuertes y resistir con cierta facilidad a vuestros atacantes, aunque si los vendhyos no llegan pronto, no habrá nadie a quien salvar. El caos a la entrada de ese lugar es absoluto: quien cae no tiene opción a sobrevivir, lo aplastan los cascos de las monturas, tanto amigas como enemigas, no hay cuartel ni piedad. Los minutos van pasando lentos, como si el tiempo se estuviera congelando, el número de vuestros rivales es excesivo y os obliga a retroceder despacio pero sin remedio. Te preguntas si la Devi cumplirá su palabra, has confiado en ella y esperas que no traicione tu confianza mientras partes cascos, miembros y torsos ante ti. Cuando parece que ya está todo perdido, oyes un gran clamor de trompetas y ves cómo la presión empieza a aflojar. ¡Por Crom, que se ha tomado su tiempo la muchacha para actuar! Los turanios, cogidos por sorpresa, apenas tienen tiempo para reorganizarse cuando el ejército kshatriya cae sobre ellos como una lluvia de acero, momento que aprovechas para guiar a tus afghulis a una carga que los desconcierte todavía más y asegurar una victoria definitiva.
A no tardar, los soldados turanios han sido abatidos y tratan de huir del valle como buenamente pueden; mientras montañeses y vendhyos los aniquilan sin piedad ni cuartel. Poco después, el suelo del valle está repleto de cadáveres. Empieza ya a ocultarse el sol cuando la batalla finaliza y avanzas entre cuerpos destrozados hacia Yasmina, a caballo entre varios de sus nobles.
-"¡Has cumplido tu promesa, Devi!" Admites con una fiera sonrisa. "Si bien es cierto que ha habido momentos en que lo he pasado mal es esa condenada garganta, al fin..."

Sección 87
Si tu instinto te avisa de que se cierne un peligro, pasa a la sección 200.
Si estás tan pendiente de la Devi que no te das cuenta de lo que sucede, pasa a la sección 149.
Las palabras de la Debi se las lleva el viento.
-Son mis hombres- susurra mientras se separan ante la promesa de una ayuda.
El descenso es peligroso pero una vez con los suyos. Dormugth pudo soltar toda la ira contenida, la rabia y la frustación. La cantidad de muertos que dejo tras su paso, fue suficiente para que sus ex hombres se animarpan y empezaran a seguirlo.
Juntos empezaron a ganar terreno, aunque el numero de los enemigos era suficiente.
Cuando ya todo empezaba a flaquear la Devi y su gente llego para ayudarlos y juntos lograron derrotar a todos.
Sin embargo, todas las traiciones que había sufrido en estos días lo mantenían alerta. Confiaba en la Devi, pero no en su gente
Muertes: 2
Final Inesperado: 1
Paso a la sección: 200
Tu instinto te advierte de que algo anda condenadamente mal: desenvainas de inmediato tu cuchillo y miras en todas direcciones, para ver un buitre gigantesco que cae como una flecha sobre vosotros, derribando a varios hombres de sus caballos y dirigiéndose raudo hacia la Devi, dispuesto a acabar con ella. Sin embargo, a pesar de un ataque tan imprevisto, reaccionas con una presteza y rapidez envidiables: con una rápida carrera saltas contra el ave, propinándole una cuchillada salvaje; se oye un terrible aullido y la criatura cae rodando por la pendiente del río que fluye varios cientos de metros más abajo. Ves que mientras cae revolotea violentamente, esparciendo plumas negras por todas partes, tratando de mantener el vuelo, al tiempo que va adquiriendo la forma de un hombre de túnica negra con copete igualmente oscuro, que queda inmóvil, boca arriba, con los brazos y las piernas extendidos.
-"Se acabó Yimsha por fin." Gruñes.
Te vuelves hacia Yasmina, los ojos brillando bajo tu negra melena, lleno de sangre tanto tuya como de todos los enemigos que has matado hoy. Te fijas en la túnica bordada en oro que la mujer se ha echado por encima para tapar los miserables harapos que quedan de sus ropas tras el azaroso viaje y sonríes fieramente.
-"Eres otra vez la Devi." Aseguras. "De nuevo la estrella lejana e inalcanzable."
Miras a los nobles que la rodean sin preocuparte por ellos.
-"Debo agradecerte que hayas salvado la vida a mis afghulis." Continúas. "Me quedan trescientos cincuenta, convencidos de nuevo de que no ha habido traición alguna por mi parte, sino por otros derroteros que no pude controlar. Vuelves a poner en mis manos las riendas de la conquista que ando buscando."
-"Todavía te debo mi recompensa." Añade la mujer. "De nuevo, te pido que pienses en mi oferta: puedo hacerte rey de Vendhya. Es una oferta muy generosa, aunque sabes lo que conlleva."
Sección 200
Si aceptas el ofrecimiento, pasa a la sección 46.
Si no aceptas el ofrecimiento, pasa a la sección 89.
El ataque, la caida del mismo y la muerte del mago hace que sonria
-Ahora si todo termino- dices en un susurro. Luego de acercarte a la Debi y de agradecerle por lo que ha hech escuchas sus palabras y vuelves a sonreir.
-Del mismo modo que tu no querias ser llevada a las montañas yo no podría ser llevado a un cuarto de 4 paredes princesa. Ni ser puesto en una mesa. Lo siento mucho- le dice con un gran pesar en su cara
Muertes: 2
Final Inesperado: 1
Paso a la sección: 89
-"Devi, me temo que he de rechazar vuestra magnánima oferta." Comentas como quien no quiere la cosa. "Y no precisamente porque no me apetezca una vida de lujo y placer a vuestro lado, que es algo verdaderamente de tener en cuenta. Siempre he pensado que mi destino no es el de ser rey consorte de nadie, sino el de conquistar un reino por mi propio brazo y que en algún momento se me presentará esa ocasión. Yasmina, esa vida de lujo y placer estaría llena de sombras. ¿Cómo creéis que aceptarían vuestras gentes a un extranjero bárbaro? Tan solo por los rostros de vuestros nobles, puedo imaginarme que no sería una vida demasiado cómoda, sino que tendría que andar cada poco tiempo defendiéndome de cuchillos en la oscuridad, venenos y demás asechanzas que se esconden en los laberintos de palacio."
-"Entonces, bárbaro, acepta diez mil monedas de oro por haber salvado a Vendhya del caos de los Adivinos Negros." Sugiere ella, con un mohín que indica que tu respuesta, aunque la entiende, no le complace demasiado. "Por haberme salvado a mi, y en compensación por la muerte de tus guerreros en la prisión de Peshkauri. Estoy convencida de que Chunder Shan no tuvo nada que ver."
-"Mi señora, así es." Interviene el aludido, con un brazo en cabestrillo. "Mi honor está por encima de cualquier otra consideración, jamás habría puesto en peligro vuestra vida por ejecutar a esos peludos montañeses, aparte del hecho de que no usaría un medio como el que he visto en las celdas, una magia que parece proceder del Círculo Negro."
Atas cabos y empiezas a sospechar que los hilos de esta conjura estaban más extendidos de lo que parecía: Khemsa, la doncella que iba con él, Kerim Shah, Turan... Miras al gobernador a los ojos y compruebas que no hay ninguna doblez en sus palabras, que ese viejo zorro ha actuado en todo momento bajo su lealtad a la Devi y a Vendhya.
-"Puedo entenderlo." Admites. "Está bien, aceptaré esas diez mil monedas, pero me la cobraré a mi manera, cuando llegue el momento: acudiré a tu palacio de Ayodhya con cincuenta mil hombres para asegurarme de que la balanza esté equilibrada y cobrar esa recompensa."
Ella te mira por un momento, y acaba por echarse a reír.
-"¡Te recibiré a la orilla del Jhumda con cien mil hombres!" Exclama, mientras ajusta las riendas para ponerse en marcha.
Te apartas mientras la miras con admiración. ¡Ah, qué buena reina de los kozakos podría haber sido!
- TU AVENTURA TERMINA AQUÍ -
Sección 89
Has vencido y sobrevivido. Espero que te haya gustado la aventura. Ahora hay dos caminos posibles a elegir: dejar la partida con el buen sabor de boca que te ha dejado el final de Dormugth o volver a empezar de nuevo en una sección anterior que elijas.
¡Tú decides!
Muchas gracias, me gusto. Aunque me he quedado con muchas curiosidades de que hubiera pasado siiii jajaja