Partida Rol por web

-Hola de nuevo. ¿Cómo les ha ido? Por lo que he podido ver que parecía que les hubieran echado. ¿Han llegado a ver a Isaac? Yo sí le he visto. Atrás de la casa había un grupo numeroso de personas, con túnicas...

Les contó todo lo que había visto. Y el por qué había tomado la decisión de alejarse de allí:

-Creo que sí van a oficiar una ceremonia, para eso estaban bajando al embarcadero, deben hacerla en el mar, o algo así. Pero no llevaban el libro, y estaban todos. Es el momento de ir a la Iglesia, y buscarlo en el sótano. No creo que quede nadie allí, tal como era esta reunión. Si tampoco está en la Iglesia, entonces estará en la Mansión, aunque no lo hayan usado en la Ceremonia. Y eso nos planteará un segundo paso. Espero que no sea necesario. ¿Regresamos?

De hecho Greystone ya había echado a andar hacia el centro de la ciudad, en dirección a la Iglesia de las Profundidades.

-Hum...cuando nos contó que el señor Blech le había dicho lo de la ceremonia, había dado por supuesto que se celebraría en la iglesia, pero dijo algo de un rito de pasaje ¿no? Algo de un abrazo del mar. 

Charles miró hacia el mar, que quedaba a sus espaldas. 

-¿Recuerdan que varios de los libros que estuve consultando hablaban de los arecifes y rocas que rodeaban Kingsport como 'lugares de poder', haciendo especial hincapié en la Roca de Doyle? Si dice que han ido hacia el embarcadero para celebrar su ceremonia, apuesto que tendrá lugar en ese lugar. 

Cuando volvió la vista, Greyson ya había comenzado a alejarse. Apuró el paso para cogerlo. 

-Sí, desde luego creo que tendremos que registrar esos dos lugares para poder encontrar el libro. No esperaría que lo llevaran en la barca. Podría deteriorarse y entiendo que si su valor es enorme para nosotros, para ellos lo será todavía más. Probablemente no podamos registrar más de uno durante la ceremonia. No sé...me fío de su intuición. Además, sospecho que nos llevará menos tiempo. Ya estuvo usted allí y le será más fácil saber dónde buscar. 

- Vamos, no se quede atrás. - dijo a la señorita White mientras señalaba el camino que ya había cogido con buen paso el señor Greystone.

Cuando vio que la muchacha reaccionaba, correteó un poco para alcanzar a los otros dos.

- No me queda duda de que Bermont sustrajo el libro. - dijo James. - E insistía a la señorita White en que ahora mismo no era un buen momento pero que mañana explicaría todo... supongo que se referiría al rito.

Trató de disimular su preocupación cuando los dos hombres hablaron tranquilamente de allanar aquellos dos sitios y dudó de cuál era peor, si un lugar de culto o la mansión de los caciques del pueblo.

- Había una trampilla en la parte trasera de la Iglesia, con una cadena y un gran candado, que seguramente dé al sótano de la Iglesia. - indicó, recordando la vuelta de reconocimiento que había dado mientras el detective estaba en el interior.

Mientras hablaban habían desecho el camino hasta la iglesia. A esas horas no había casi gente por las calles por lo que no se cruzaron con nadie en su recorrido. Atravesaron el pequeño patio frontal de la iglesia para rodear la construcción y encontrar, tal como decía James, la trampilla que conducía al sótano cerrada con su cadena y candado.

Jeremy se asomó un poco para confirmar que no pasaba nadie por la calle en la parte delantera y que ninguna de las casas adyacentes tenía a mirones en las ventanas¹.

-Bien, parece que está todo tranquilo. ¿Alguien de ustedes tiene alguna herramienta que sirva para abrir este candado? O la habilidad de hacerlo de algún modo menos agresivo que a golpe de piedra...

-Me temo que me he dejado las cizallas en casa-bromeó Charles-Podríamos registrar la iglesia. Quizá la llave se encuentre dentro o haya algún acceso interior. O quizá encontremos algo que nos sirva. Se me ocurre que con una simple barra de metal podríamos intentar hacer palanca sobre la cadena y arrancar directamente el candado de la trampilla. 

James dejó escapar un suspiro de resignación pues ya había dado por hecho que llegarían a esa situación.

- Alguna vez hemos tenido que llamar a un cerrajero en la universidad... - reconoció a sus compañeros. - Pero una cizalla deja inservible el candado y a veces son puertas lo que el profesor es incapaz de abrir.

Sacó una navaja multiusos de y miró con cuidado el candado, buscando cuál de los distintos elementos encajaría mejor.

- Quizá la señorita White tenga una horquilla que me sirva para tratar de imitar lo que vi en aquellas ocasiones, salvo que alguno haya lidiado con situaciones parecidas antes. - esperaba que al menos el detective sí. - Si no, siempre se puede usar la palanca después.

James manipuló levemente el candado con la navaja, tratando de accionar el mecanimso interno para hacer saltar el resorte pero solo consiguió dejar unas muescas en la parte inferior de la pieza metálica.

- Ahora entiendo el importe de esas facturas. - murmuró sacando el pañuelo y limpiando primero la navaja y luego el candado que acababa de manosar*.

Miró a sus compañeros y se engoció de hombros, dejándoles vía libre para el destrozo de la entrada.

Charles dejó a James con su plan mientras él buscaba algo que sirviese para utilizar de palanca, dispuesto todavía a poner en práctica su plan. Un atizador de una chimenea o algo así podría servir. 

Charles rebuscó por aquel jardín y encontró unos restos de la valla de metal. ¡Aquello era ideal para lo que pensaba hacer! La cogió con satisfacción y se la tendió a James, que parecía el más dispuesto a trastear con aquel candado¹.

El joven empleado de mantenimiento hizo palanca y tiró con fuerza usando una piedra que el bibliotecario puso como apoyo. Por un momento parecía que aquella endemoniada cadena se iba a resistir pero finalmente se escuchó un sonoro chasquido y el candado se rompió en dos piezas. No había marcha atrás: acababan de allanar la vieja iglesia.

Apartaron la cadena y tras abrir la trampilla vieron unas escaleras de madera que descendían en la oscuridad.

Elizabeth palideció al ver las escaleras.

—Lo siento... no puedo.

Desde que había encontrado a Isaac todos se habían dado cuenta del cambio en la actitud de la muchacha.

—Esto no creo que esté bien. No sé hasta que punto la sospecha de un robo nos da permiso para allanar una iglesia. No quiero verme mezclada en este asunto. Prefiero pensar que Isaac cumplirá su palabra y mañana me lo explicará todo.

Retrocedió hacia el callejón que daba a la parte delantera de la iglesia.

—Debo volver a la pensión. Pensar. Esto no está bien.— repitió mientras se alejaba de los hombres.

James se quedó mirando a la señorita White y luego a las escaleras que habían aparecido al abrir la trampilla.

- No le falta razón. - dijo, tras lo cual llevó aquel trozo de valla al sitio donde lo había cogido Charles y se limpió las manos contra los pantalones. - No deberían encontrar a una señorita a estas horas en un sitio como este.

Volvió a mirarla a ella y a sus dos compañeros, mientras valorabana las opciones que tenían ante ellos y se preguntaba cómo había terminado tan absorbido por esa investigación que ni se había parado a pensar en las consecuencias.

- Quizá alguien debería quedarse vigilando, señor Greystone. - sugirió al detective. - Puedo cerrar la trampilla y colo el candado encima y dar unos golpes en caso de que vea que alguien se acerca...

Jeremy vio marchar a Elizabeth con la indecisión pintada en el rostro. No estaba seguro de si volver de noche una mujer sola era buena idea. Iba a decirle algo, pero lo pensó mejor, y calló. Después de todo allí tampoco estaría segura. Se giró hacia James cuando éste hizo su propuesta, y asintió, no sin un punto de desazón.

-Sí, de acuerdo. No es mala idea que alguien vigile aquí fuera, esperaba que nos mantuviéramos juntos y lo hiciera Miss White, pero entiendo su renuencia. ¿Qué quiere hacer, Charles? Yo, desde luego, bajaré el primero. Ustedes... bueno, no están habituados a correr este tipo de riesgos. Sin embargo es mi obligación, me pagan por ello. Y además tengo un arma y sé usarla, lo que no es ninguna garantía, pero por lo menos alivia pensarlo.

Se sacó del bolsillo una pequeña linterna, no tenía ganzúas, pero seguía siendo un detective y debía estar preparado. También volvió a comprobar su pistola, que dejó en la pistolera, desabrochando la chaqueta. Enfundada su arma, pero dispuesta para usarla si era necesario. Ya no estaba convencido de que esa gente fuera inofensiva.

Enfocó hacia los escalones que descendían, y se dispuso a bajar.

Charles sonrió cuando vió el candado ceder. Su idea había funcionado. 

-Bien hecho, señor Johanson. 

Las objeciones de la señorita White le parecieron razonables, pero lo cierto es que James se sentía embriagado por los acontecimientos y a estas alturas, quería más que nada llegar hasta el fondo de aquello, así que sin dudarlo un momento, se decidió a entrar. 

-Los acompañaré, naturalmente. Haremos bien en confiar más en la vista de la señora White que en la mía para esa labor de vigilancia. Y ya que no desea bajar, cosa que entiendo, podrá quedarse escondida vigilando. Por nuestra parte entramos, cerramos la trampilla para que no sea demasiado obvio el...hums...allanamiento. Y en cuanto a peligro, aquí no hay nadie, así que no creo que tengamos nada que temer de un sótano oscuro, a parte de torcernos un pie por pisar mal. 

Allanamiento. Al decirlo un escalofrío había recorrido su cuerpo. Así era, estaban cometiendo un delito por el que podrían acabar en el juzgado. Ese era en realidad el mayor peligro al que se enfrentaban. Esperaba que valiese la pena. 

Mientras James salía hacia la calle principal para ejercer su labor de vigilancia los otros dos hombres descendieron por las escaleras. Jeremy sacó su linterna y su arma, abriendo el camino. El haz de luz alumbró un sótano no excesivamente grande, en el que destacaba una gran mesa de trabajo de madera con varias herramientas y un armario en la pared. El armario estaba abierto y mostraba más de una docena de perchas vacías junto con un par de túnicas como las que habían visto que tenían los invitados de la mansión.

Por lo demás había otras escaleras ascendentes en aquel habitáculo que parecían conducir al interior de la iglesia o quizás a la sacristía.

Charles miró decepcionado al insulso interior del sótano. Esperaba encontrar algo de interés pero no había nada reseñable. Repasó las túnicas por si tuvieran algún tipo de bolsillo que pudieran albergar alguna pista y luego se dirigió hacia las escaleras, suponiendo que la trampilla estaría abierta. 

La revisión de aquel sótano fue anticlimática para el bibliotecario. No parecía haber nada realmente interesante salvo la existencia de las túnicas. Pero eso tampoco era nada especial: el culto estaba reconocido por los habitantes de aquella ciudad.

Así que subió por las escaleras y comprobó la trampilla. Estaba abierta y parecía conducir a la sacristía. Jeremy se aproximó tras él y alumbró el interior. Era el mismo lugar donde había tenido la entrevista unas horas antes con el padre Blech. Allí estaba la estantería con los libros y fotos, la gran mesa de roble y un par de cofres tras la misma.

La puerta que conducía hacia la iglesia estaba entreabierta.

Así que eso era todo. Un par de túnicas, y basta. 

Jeremy repasó de nuevo los rincones del sótano para asegurarse de que realmente allí no había nada más. 

Entonces cogió las dos túnicas y guardó su arma. Vio que Charles se dirigía a la otra trampilla, y le siguió. La Sacristía, tal como la había visto hacía poco. Y la puerta a la iglesia, entreabierta.

-Espera. -Susurró- Ponte esto. No sabemos quién puede vernos, pero aquí dentro prefiero pasar por sectario que por asaltaiglesias...

Él mismo se caló una de las túnicas, y con ella puesta cerró sigilosamente la puerta de la iglesia, encendió las luces y se dispuso a una revisión del sitio lo más exhaustiva posible. Incluyendo los cofres.