Partida Rol por web

Jeremy se movió hacia un árbol cercano desde el que esperaba tener una mejor perspectiva de lo que allí estaba pasando pero, para su desgracia, no estuvo atento a una rama que pisó haciéndola crujir. Se deslizó rápidamente tras el tronco nudoso, esperando que no lo hubieran escuchado¹...

Mientras tanto en el interior Isaac palidecía ante las palabras de James:

—¿Robo? ¡Como se atreve!— pero estaba claro por su cara que la acusación había dado en el blanco —¿Ha usado a mi novia para encontrarme y acusarme de un robo?

Se acercó a la muchacha:

—Escucha querida: lamento que mi repentina deasaparición te alarmase pero ahora mismo no te puedo explicar lo que ha sucedido. Mañana te juro que te lo explicaré todo. Ahora debes volver a Kingsport, puedes alojarte en la posada de Bruma Costera. Es un sitio muy acogedor.

Nuevamente se giró hacia James intentando parecer ofendido, pero el chico era mal actor:

—Si desea hacer algo realmente útil podría acompañarla hasta allí. Y si la universidad me quiere acusar de algo que manden a un agente de la autoridad y no a un... a un... ¡acompañante!

- Por favor, Señor Bermont, no me malinterprete. - dijo tratando de no alterarse pero colocándose ligeramente delante de la señorita White, al ver que Bermont se alteraba con facilidad.

Había tenido situaciones parecidas con señoritos de familia bien que se creían que estaban por encima del resto de los mortales y a los que habían acostumbrado a ser servidos y obedecidos desde que nacieron.

- Yo simplemente le he informado que había preocupación en la Universidad tras el robo y que el Director me había encargado acompañar a la señorita White, no le he acusado de nada. - miró a la chica de reojo, esperando que ella consiguiera no alterarse. - Acompañaré sin ningún problema a la señorita.

Se giró hacia la puerta, tratando de no evitar un escándalo en una casa ajena pero sabiendo que habían localizado al muchacho. Justo antes de la puerta, se giró de nuevo hacia Bermont.

- Asumo entonces que no sabe el paradero del Necronomicon, ¿no? - lanzó la pregunta observando la reacción del muchacho, quizá mirase hacia algún lugar de la casa como esos niños que han escondido algo y su mirada les delata.

¡Maldita la ramita!

No la había visto, centrado como estaba en la pareja de las túnicas, y la madera se quebró bajo su zapato. Se encogió detrás del tronco, esperando que lo que él había percibido como un enorme crujido fuera en realidad un imperceptible sonido más en la finca.

Parecía que así era, pues tras unos interminables segundos nada dio la alarma. Volvió a sacar la nariz, acechando la gente de las túnicas, intentando vislumbrar lo que sucedía en ese lado de la casa.

Se preguntó cómo les iba a la otra pareja, y esperó que hubieran podido mantener la pantomima de "novia preocupada busca novio perdido", sin más. Nada de levantar la liebre con el verdadero motivo de la visita, claro.

Charles seguía esperando agazapado a ver qué hacían los sectarios a los que había visto aparecer. Cerró los ojos con temor cuando escuchó una ramita partirse por allí por donde había visto marcharse a Greyson, ¿lo notarían los sectarios? Se mantuvo alerta.

Por un momento que pareció eterno Charles y Jeremy se quedaron totalmente inmóviles. Pero los sectarios seguían a lo suyo: charlando y fumando. Desde su nueva posición el detective pudo ver que había al menos seis personas más, aparte de la pareja que charlaba en la esquina. Todos tenían aspecto de gente adinerada: cutis bien cuidado, los hombres pulcramente afeitados, las mujeres con el pelo arreglado. Y todos llevaban aquella misma túnica sobre sus ropas como si estuvieran en alguna convención social de graduación o similar. En el jardín habían dispuesto incluso unos canapés y alguna bebida, aunque no había personal de servicio que los atendiera. Parecían estar esperando a algo o alguien.

En ese momento tanto Charles como Jeremy vieron como sus compañeros salían por la puerta principal. Elizabeth parecía un tanto azorada, casi al borde del llanto, mientras que James miraba hacia atrás con cierto descaro. Tras plantearle la última pregunta a Isaac el joven había negado vehemente con la cabeza —demasiado vehementemente para lo opinión de James — y luego había llamado al mayordomo para que los acompañase hasta la puerta de forma amable pero firme. Parecía tener prisa por algo y ni siquiera las súplicas de su novia lo convencieron para que los acompañase, aunque estaba claro que aquel encuentro había dejado a Isaac bastante nervioso. No sólo por la acusación del robo, sino que parecía sentirse mal al ver allí a Elizabeth.

El mayordomo permanecía en el umbral viendo marchar a la pareja.

Ahí estaban sus otros dos compañeros. No le gustó lo que vio, no le gustó nada. Les vio salir de la Mansión, y aunque estaban lejos, era evidente que Miss White estaba casi a punto de llorar, y que ella y James eran convenientemente "escoltados" fuera por parte del mayordomo. 

No sabía si habían llegado a ver a Bermont, o no, o si habían podido sacar alguna conclusión, o alguna pista. Pero les echaban. 

Eso le hizo afianzarse aún más en su decisión de esperar y ver. 

Había bastante gente allí reunida, iban a realizar una ceremonia, recepción, o sesión, o algo así. Pero valía la pena quedarse oculto e investigar. No sabía si aquello era una preliminar a lo que iban a "celebrar" en la Iglesia luego, y si el Necronomicon estaba o no relacionado con la Secta en cuestión, pero era evidente que se habían topado con el nido de esos sectarios, y ahora no iba a irse sin más. Otra cosa era Charles, se giró con cuidado, haciéndole un gesto con la cabeza para que se retirara con discreción. El muchacho no estaba habituado a esto.

Se encogió, aún más, tras el árbol. Quieto, a excepción de que palpó comprobando que, efectivamente, llevaba su arma dispuesta. No había creído que la necesitaría, no le gustaba usarla. Pero ahora... ya no estaba tan seguro...

- Tranquila, señorita White. - trataba de consolarla un James un tanto apurado, poco acostumbrado a ataques de nerviosismo de esa índole.

Avanzaba por el camino, sin atreverse más que a dar un par de palmaditas en el brazo de la muchacha, a modo tranquilizador.

- Ya verá como seguro que tiene alguna explicación. - lo dudaba. - Y que seguro que el haberle visto hace que recapacite.

Mientras salían de la propiedad, echaba un ocasional vistazo hacia atrás, buscando al detective y al otro estudiante pero mirando también a la casa por si veía a Bermont asomarse.

Charles seguía observando con cautela desde la distancia. Parecía que nadie se había fijado en ellos, por suerte. La tensión lo estaba matando. Por fin vio salir a sus compañeros por la puerta principal. Por suerte, parecían estar perfectamente. Se contratuló por ello. Sería mejor que se fueran. Su plan tenía sentido en su cabeza, pero al llevarlo a la práctica había resultado inasumible. Intentó comunicarse con Greyson a ese respecto, pero el detective le hizo ver que no se retiraría. 

Charles se retiró con cuidado hacia la salida, buscando reunirse con sus otros dos compañeros. Los buscó fuera de la propiedad, donde pudieran estar a salvo de la mirada del cauteloso mayordomo. Le sabía dejar solo al detective, pero lo cierto es que sabía que solo sería un lastre. 

-Hay mucha gente ahí dentro. No lo esperaba-se lamentó-Quizá tengan previsto comenzar la ceremonia aquí y luego trasladarse a la Iglesia. Greyson ha decidido quedarse vigilando. Creo que quiere entrar. 

La cara de Charles denotaba preocupación pro su compañero y cierto sentimiento de culpa y quizá impotencia, por no quedarse a apoyarle. 

-¿Cómo les ha ido a ustedes ahí dentro?

Charles se reunió a la salida con James y Elizabeth. Mientras se apartaban a un lado del camino, fuera de los muros donde no pudieran verlos, ponían cosas en común.

Jeremy, por otro lado, estaba decidido a saber que sucedía allí. Permaneció oculto tras el tronco del árbol hasta que vio salir a Isaac Bermont acompañado por el mismísimo Robert Blech. Al primero lo reconoció por la foto que le había enseñado el director Fisk cuando le presentó el caso del robo. El segundo había tenido oportunidad de verlo en la exposición y en la foto de la iglesia. Era cierto que ahora el patriarca mostraba un rostro más ajado por la edad y denotaba el cansancio en sus pasos. El joven Bermont parecía algo aturdido, como si su cabeza estuviera en otro lugar. La gente del jardín se había arremolinado alrededor de los recién llegados como si fueran estrellas de cine y todo el mundo, en general, parecía bastante nervioso.

En ese mismo instante un coche se aproximaba a la mansión por el camino que llevaba a Kingsport. James, Charles y Elizabeth podían ver que era conducido por el muchacho que antes había aparcado delante de la iglesia. De hecho a su lado iba la señora que tanta prisa tenía y en la parte de atrás se sentaba el sacerdote Efrain Blech.

James se alejó unos pasos con Charles, intentando que la señorita White no escuchara sus palabras ahora que por fin se había tranquilizado un poco y los sollozos habían dado paso a un triste ensimismamiento.

- Estaba Bermont y se puso rápidamente a la defensiva cuando mencioné el robo, sin que hiciera falta siquiera acusarle. - explicó a Charles, mirando hacia la casa cuando vieron pasar el coche y darse cuenta que el señor Greystone seguía dentro.

- El libro tiene que estar allí dentro, seguro, tenemos que telefonear al Director Fisk para informarle. - sugirió, nervioso por la situación. - Aunque no lo hemos visto personalmente...

Dudaba sobre cuál era el mejor metodo para actuar, por lo que optó por esperar a que el detective saliera de los terrenos de los Bermont, quizá él si lo hubiera visto.

Media docena de personas, más la pareja de fumadores, más...

¡Robert Blech! No cabía duda, era el patriarca en persona. Los rasgos no distaban tanto de los que había visto en fotografía, aunque los años habían dejado sus huellas. Y acompañado por quien sin duda era Bermont, después de las horas estudiando su rostro lo habría reconocido en cualquier parte. Incluso ahora, que el muchacho parecía pendiente de otra cosa, quizá, supuso el detective, de su novia. Así que era más que probable que sí hubiera visto a Miss White, aunque no sabía si ella lo había visto a su vez. Pero la actitud de la chica parecía indicar que sí que lo había hecho.

Siguió en su sitio, inmóvil como una piedra, deseando que la oscuridad cayera pronto y lo ocultara con mayor eficacia. Charles le había hecho caso y se había retirado, ahora debía estar con los otros dos, aunque ya no podía verles. Escuchó el ruido de un automóvil acercarse directo hacia la Mansión. Se preguntó si vendrían a buscar a los sectarios y les llevarían a la Ceremonia en la Iglesia. O si, tal como estaban montadas las cosas, en realidad la Ceremonia en sí tendría lugar allí mismo. 

En cualquier caso su decisión hacía rato que estaba tomada. Ver, escuchar y callar. Y no ser detectado, claro...

-Claro, pero es que no veo ningún teléfono público cerca...y no creo que a estas horas podamos localizarle en la universidad-dijo Charles antes la sugerencia de James-Creo que lo mejor es que esperemos a ver qué descubre Greyson y en base a lo que nos diga, pensar lo que hacer. Sospecho que se llevarán el libro a la iglesia en un rato para oficiar la ceremonia que nos comentaron. 

Charles se encogió de hombros con timidez. 

-Bueno...es solo una conjetura, claro. Mejor esperar. 

El coche atravesó el camino, pasando cerca de donde se ocultaban Charles, James y Elizabeth, pero sin llegar a verlos. Entró en el terreno de la casa y aparcó en la parte frontal. La señora se bajó con rapidez, como ansiosa, y le hizo señas al joven que también descendió mientras el mayordomo se subía al vehículo para llevarlo a las cocheras.

Jeremy seguía oculto en el mismo punto, observaba con avidez lo que estaba pasando. Vio entonces como los sectarios, pues no podrían ser llamados de otra manera, dejaban los canápes y empezaban a formar con cierto nerviosismo, formando dos hileras en la zona trasera. El detective siempre había imaginado este tipo de situación como en las novelas: con malvados que sabían exactamente que lugar ocupar y dispuestos a despedazar a cualquier intruso. Pero lo que veía en este caso era a un montón de gente evidentemente nerviosa, como los familiares en una boda, comunión o evento importante.

En ese momento salió por la puerta trasera el muchacho que había conducido el coche. Iba vestido de blanco, igual que su madre. Ambos caminaron solemnes hasta encontrarse con Blech. Se fijó entonces Jeremy que al lado del anciano estaba ahora Efrain Blech. Isaac, por su parte, se encontraba junto a los que parecían tener menor rango, que seguían firmes esperando a que los recién llegados fueran recibidos por el patriarca.

Luego todos se pusieron en movimiento hacia la zona trasera de la finca, que lindaba con el mar. Jeremy recordó haber visto un muelle de piedra en lo profundo del acantilado. Quizás fuera allí donde se celebrase la ceremonia. Lo que no había visto por ningún lado era ningún libro. Sí que llegó a ver, en manos del sacerdote, una caja de metal. Pero el tamaño de la misma era claramente insuficiente para guardar el Necronomicon¹.

No había duda, allí no estaba el libro. Con lo que representaba hubieran dispuesto un atril, o un soporte que presidiera el lugar para oficiar la ceremonia, pero no. 

No, la ceremonia, si es que eso es lo que era, parecía que tendría lugar abajo, en el muelle de piedra que antes había visto, porque todos empezaron a moverse hacia allí formando una especie de procesión. 

Bien, que hicieran lo que quisieran, no le importaban los ritos religiosos por raros que fueran. La cajita de metal era pequeña para el tomo del Necronomicon, así que descartó quedarse allí observando, siendo que lo que estaba buscando debería estar en otra parte. Probablemente en la Iglesia, en el sótano que no había llegado a investigar, dado que tampoco estaba arriba, a la vista. Y ahora, con todos los feligreses, o sectarios, ocupados en la Mansión, era un momento excelente para regresar allí.

Con mucho cuidado, al abrigo de los árboles y de las incipientes sombras, retrocedió. Esperó que todos los invitados de túnica y sus anfitriones estuvieran lo bastante centrados en lo que estaban haciendo ellos mismos como para no fijarse en su movimiento de regreso. 

- Tengo el teléfono de su casa* si hace falta. - indicó James sin más explicaciones, al fin y al cabo era un trabajador de la Universidad.

Pero asintió al estudiante y se mantuvo escondido, esperando al señor Greystone.

Charles asintió. 

-Bien. Entonces esperemos por Greyson y luego veremos qué hacer. 

Así que Charles se dispuso a esperar intentando permanecer atento por si veía algo desde su posición.

Y así fue.

El señor Greyson apareció entre las sombras del muro de la hacienda tras haberse alejado de los celebrantes de la ceremonia quienes, al parecer, se dirigían hacia los acantilados cercanos.