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MITAD INVIERNO DEL AÑO 4708 RA.

DÍA DEL SOL, SEIS DE ABADIO.

POSADA DEL DRAGÓN OXIDADO, POR LA TARDE.

Giorgino se desilusionó ante la noticia de que la señorita Ameiko no los acompañaría al pantano, tampoco parecía que Hattori fuera a abandonar la posada y su abuela y Kelsier tampoco podrían ir.

Y Shalelu hace días que está desaparecida.

Parecía que el grupo anterior no iba a poderse repetir y lo habían pasado tan bien y hecho tan buen trabajo que sentía aquello.
Al menos le quedaba medio día para disfrutar de su abuela antes de marcharse, la pobre se mostraba abatida por lo que había pasado con Petunia.

-No te preocupes abuela, ya verás como todo se aclara. Además, si te vas a quedar en Punta Arena puedes hablar con ella tu también, eres una mujer muy sabia y todo el mundo te respeta, a ti te hará caso. Dile que no estoy enfadado y que sigo queriéndome casar con ella y que cuando volvamos del pantano traeré más tesoros y tendremos una boda mejor. ¡Seremos tan ricos que te llevaré a Magnimar abuela! ¡Y allí seguro que encontraremos un vestido bonito para Petunia! ¿Que te parece?

El joven varisio estaba entusiasmado por la idea y ya se veía regresando triunfante y lleno de tesoros. Quizás tantos que podría plantearse no trabajar más, aunque iría con su tío en la caravana igualmente en busca de emociones y aventuras, eso lo tenía claro, y podría inscribirse en alguna carrera de carros de vez en cuando también.

-¡Aquí estaré tito! ¿Queréis que pase antes por el campamento y os ayude con algo? No me importa hacerlo.

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POSADA DEL DRAGÓN OXIDADO, POR LA TARDE.

Hattori escucha las palabras de Ameiko, era de esperar y posiblemente lo mas sensato.
No puede ocultar sin embargo su decepción. Ayudar en la posada le ha permitido conocer a la gente y saber de su vida y eso le hace preocuparse. Siempre se ha preciado de no involucrase demasiado en las emociones, pero quizás se estaba haciendo mayor en ese aspecto, o quizás se debía a Ameiko.

Mira su nueva escoba y se prepara mentalmente para lo que le viene encima, espera que el tedio de quedarse en la posada no le haga volver a envejecer de golpe.

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POSADA DEL DRAGÓN OXIDADO, POR LA TARDE.

Sandru se detiene por un momento mientras sopesa la oferta de su sobrino.

- Mejor que no Giorgio, aprovecha y pasa un tiempo con tu madre y despídete de ella. Tus primos y yo nos apañaremos. - Ya en el umbral de la posada, el varisio se dirige a Ameiko.

- He pensado que sería buena cosa tener uno de esos cohetes que rescatamos de los Lamesapos a mano, bien para volar algo por los aires, y como añadido dar una señal de que algo grave ocurre. Se ha demostrado que se pueden oír y ver desde el pueblo. De tener que detonarlo sabríais que estamos en apuros. Si tienes a bien el dejarnos uno para ese fin Ameiko, te rogaría que nos lo dejaras mañana envuelto en una pieza de hule para evitar que se moje. -

Tras despedirse del resto con un gesto de la mano y palabras amables, Sandru parte del brazo de Koya camino al carro de ésta última.

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Devuelvo el abrazo a Sandru. Luego doy un par de sonoros besos a Koya a modo de despedida. Tal parece que, tan pronto vinieron, se fueron las cuitas de Gio. Creo que voy a tener una conversación de mujer a mujer con Petunia. 

—Lo tendré en cuenta, Sandru. Mañana te dejaré preparado algo para que se lo entregues a Walthus cuando paséis por allí. Un regalo de la casa. 

Me sitúo al lado de Hattori al que noto algo mustio por tenernos que quedar esta vez en Punta Arena. Ante las últimas palabras de Sandru, asiento.

—Lo tendréis preparado. También unas raciones para el viaje. ¡Y quiero ese petardo de vuelta!- digo sonriendo. No quiero que se lleve mala impresión.

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Cuando Sandru y Koya han salido, me encaro con Giorgino y, apuntando en su pecho con mi dedo índice, le "leo la cartilla" como si de su madre se tratase:

—Y tú, jovenzuelo, compórtate. Sigue las instrucciones de tu tío y no te separes del grupo- luego lo envuelvo en un abrazo fraternal-. Además, recuerda que sigo necesitando un ayudante de camarero- concluyo mientras le guiño un ojo con nuestra broma recurrente de los últimos meses.

Me voy despidiendo del resto. A Serveris lo saludo con afecto, pues su familia y la mía han estado relacionadas durante años. Lástima que su padre sea incapaz de entender lo que supone un legado familiar como el suyo. Lo tomo de las manos, algo bastante alejado de las costumbres Tian. Pero ahora también somos varisios y, aunque no sea de sangre, sí me siento en parte así en mi corazón.

—Te digo lo mismo que a Gio. Id con cuidado, el pantano es una zona peligrosa y no sabemos qué os aguarda en los barcos. Guíate por el honor, Serveris. Honra el apellido de tu familia. Tuyo es lo que haya en el naufragio y que perteneciera a tu abuelo. Te corresponde. 

Me dirijo luego a los dos hermanos Dalmuvian. También los abrazo, si bien en este caso, de forma mucho más escueta.

—Cubríos las espaldas el uno al otro y cuidad de Sandru. A veces piensa más en los demás que en él mismo. Sin duda es un rasgo familiar... - se me quiebra la voz por un momento y luego continúo- Sed precavidos y regresad. Por las provisiones nos os preocupéis. Yo os proveeré para el viaje. Vankor, sé comedido. No todo se soluciona con puños y patadas... Bevelek, ¿funciona bien tu ballesta?

Al lado de Kromdall me siento algo canija y no soy precisamente bajita. Le tiendo la mano y le estrecho el antebrazo con toda la fuerza de la que soy capaz.

—Es una gran oportunidad, viajero. Aprovéchala. Tú también tendrás provisiones preparadas mañana.

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Giorgino respondió al abrazo de Ameiko y subió la apuesta un par de sonoros besos mientras le sonreía. Para él era parte de la familia, tan solo esperaba el momento en el que ella y su tío decidieran dar el paso.

No se a que están esperando, ya son bastante mayores los dos.

Al menos su tío lo era, Ameiko no tanto aunque las jovencitas solían casarse incluso antes, como Petunia que seguramente se casaría con él en unos meses.

-Claro que si Señorita Ameiko, siempre hago caso a mi tío. En cuanto a lo de camarero... Creo que ahora estaré ocupado con las aventuras y los viajes en caravana ahora que mi tío me lleva con él, pero quizás cuando en invierno nos quedemos aquí me lo piense, eso si mi madre no necesita ayuda claro. Pero muchas gracias por su oferta, es muy generosa.

Dejó que la señorita Ameiko fuera despidiendo al resto y la siguió mirando con admiración. Estaba claro que se preocupaba por Sandru y los suyos al igual que Petunia se preocupaba por él y llegaría a ser una buena tía, estaba seguro.

-¡Eh Serveris! ¡Igual encuentras más armaduras y espadas como esas? ¿Que piensas? Eso estaría bien ¿No?

Mientras hablaba con su amigo, Ameiko seguía despidiendo y aconsejando a sus primos, así como hablando con Propiedad Transitiva. Giorgino estaba seguro que todo saldría bien, aunque le hubiera gustado que volvieran a ir todos juntos de nuevo al pantano.

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POSADA DEL DRAGÓN OXIDADO, POR LA TARDE.

Mi cerveza se acaba cuando escucho que Giorgino me pregunta acerca de encontrarnos con más armadura y armas de manufactura tien en los naufragios. Suena interesante, pero no pasa solamente por su utilidad material sino también por el significado que hay detrás de las piezas y su legado:

 - "La verdad es que las armas son pertenencia de una familia y usar las que pertenecen a otros es una falta de respeto. Supongo que podría hacerse una excepción si no queda nadie vivo que reclamarla, pero el honor me obliga a devolverlas al heredero por derecho. Las armaduras no son tan estrictas, pero igual no es tan simple. Supongo que la cultura Minkai tiene reglas distintas y complicadas."

Pero es cierto que puede que encontremos algunas piezas de equipo de esa índole y es muy importante para mí, honrarlas de la manera apropiada, la manea de un samurai como se debe. De todas formas, puede que mi influencia varisia esté nublando parte de mi juicio, pues pienso que no es tan mala idea utilizarlos si no sabemos a quien pertenecen.

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Giorgino no pensaba que fuera tan grave usar un arma de otro, pero ya había aprendido que los Tien tenían unas extrañas costumbres, en todo caso las respetaría.

-No creo que a parte de tu familia o la de la Señorita Ameiko haya más gente viva ya, así que creo que os podréis quedar con todas. Además... ¿Como saber de quien eran? ¿Es que vuestras espadas y armaduras llevan nombre?

Los varisios no tenían reglas tan complicadas, si encontrabas algo te lo quedabas, sobre todo si se trataba de un tesoro que había estado abandonado durante tanto tiempo, al fin y al cabo los familiares de las víctimas habían tenido tiempo suficiente para ir a recuperarlo.

Bueno, da igual. Iremos con el tío Sandru y recuperaremos el tesoro, después que la Señorita Ameiko y Serveris decidan que hacer con sus partes.

Para él la aventura en sí acompañando a su tío y sus primos era suficiente recompensa, aunque nunca estaban de más algunas monedas.

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POSADA DEL DRAGÓN OXIDADO, POR LA TARDE.

Hattori entiende rápidamente el gesto de Ameiko.

Encontraremos algo que hacer por aquí.

Mira de reojo su escoba y muestra una sincera sonrisa.

Hattori se ha dado cuenta que en su estado de desentreno, atestiguado en el pantano, difícilmente puede defender a Ameiko, por ese motivo quería ir de nuevo de aventuras. Sin embargo, nada le impedía entrenar en Punta Arena.

Observa con orgullo a Serveris y su tradicionalismo, su conocimiento de la tradición y su amor por la familia, la herencia, el pasado...

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POSADA DEL DRAGÓN OXIDADO, POR LA TARDE.

Kelsier observó las diferentes muestras de entusiasmo de los presentes, ya hablando qué harían con los botines obtenidos. El joven explorador pensó que tal vez deberían ser más prudentes.

No vendáis la piel del oso antes de haberlo cazado, recordó el consejo frecuente que le enseñó su madre hace tiempo, más lo que el grupo necesitaba eran ánimos y no miedos.

- Tened cuidado y traed las manos llenas, ya que otros no podemos - bromeó con su propia desgracia, mostrando su brazo en cabestrillo -. Pero lo más importante: volved y a ser posible de una sola pieza.

Al muchacho le hubiera entusiasmado viajar y conocer nuevas criaturas que combatir. Un defensor de Puntarena debía estar versado en combatir todo tipo de amenazas. Pero de alguna manera parecía que su destino era quedarse, por el momento, en el pueblo. Hubo, sin embargo, algo dicho por Ameiko llamó la atención del joven semielfo.

- ¿Los Szcarni? ¿Vos combatís a esos maleantes, Srta. Kaijitsu? - preguntó el muchacho, abriendo los ojos desmesuradamente y mirando a la mujer intensamente. Era la primera vez que oía que hubiera alguien tan valiente que les plantara cara. Por momentos, comenzó a considerar a Ameiko como una superheroína, a la altura de su madre.

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DÍA DEL SOL, SEIS DE ABADIO.

POSADA DEL DRAGÓN OXIDADO, POR LA TARDE.

Koya expulsó el aire de golpe con resignación.

- Sí, cariño, Hablaré con ella.- Si me la cruzo por Punta Arena, cosa que espero, por su bien, que no pase.- Estaría encantada de ir a Magnimar en compañía de su sobrino pero no pensaba malgastar un segundo de lo poco que le quedaba de vida en comprar un vestido para alguien tan insignificante para ella.- Sí, haz caso a tu tío, y ve a ver a tu madre.- Hizo un gesto envolvente en el aire, recogiendo a todos los valientes que se dirigirían al pantano.- Que Desna esté con vosotros.

Cuando el jovencito Kelsier preguntó a Ameiko por los Szcarni, Koya no pudo morderse la lengua y no meterse en la conversación.- Esos son la vergüenza de los varisios de bien, como nosotros. ¡Puaj!

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DÍA DEL SOL, SEIS DE ABADIO.

POSADA DEL DRAGÓN OXIDADO, POR LA TARDE.

Hattori tras barrer un poco la posada, se despide de los presentes asegurándose que Ameiko va a estar a salvo y acompañada.

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DÍA DEL TRABAJO (LUNA NUEVA), OCHO DE ABADIO.

POSADA DEL DRAGÓN OXIDADO.

MEDIODÍA.

- El resto de la tarde y la noche transcurrió con tranquilidad en la posada y en el pueblo de Punta Arena.

- Por la mañana, de nuevo Ameiko y Hattori abren la posada y atienden a la escasa clientela. Bethana tiene hoy turno de tarde y está descansando.

- Koya llega al mediodía. Poco después lo hace Kelsier. Nadie sabe nada de la elfa Shalelu.

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DÍA DEL TRABAJO (LUNA NUEVA), OCHO DE ABADIO.

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MEDIODÍA.

Kelsier abrió la puerta de la posada con su mano sana y entró. Lanzó una mirada somera al comedor y comprobó que en aquel momento había pocos parroquianos en el lugar. Saludó con la mano al viejo Hattori atendiendo en la barra, al primero que identificó claramente, e instantes después verbalmente cuando se acercó a él.

- Hola, Hattori. Ando buscando a Koya. ¿La has visto? Tengo entendido que se iba a pasar por aquí - comentó el muchacho al anciano mientras se giraba y comenzaba a mirar, ahora sí, detenidamente a los ocupantes de las mesas.

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DÍA DEL TRABAJO (LUNA NUEVA), OCHO DE ABADIO.

POSADA DEL DRAGÓN OXIDADO.

MEDIODÍA.

Estoy entre las mesas charlando distendidamente con los parroquianos. Cuando no hay mucho jaleo me gusta dedicar un rato a hablar con ellos, mantenerme al día de lo que sucede en Punta Arena. Y con un par de jarras de cerveza en el buche, la gente es mucho más proclive a contar dimes y diretes. Veo que Kelsier entra y se dirige a hablar con Hattori. Luego, pasea la vista con tranquilidad entre las mesas. Cuando me ve, lo saludo con la mano y, tras despedirme de los clientes con los que charlaba, me dirijo a su encuentro:

—Buenos días, Kelsier, te veo más recuperado. ¿Deseas desayunar?

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DÍA DEL TRABAJO (LUNA NUEVA), OCHO DE ABADIO.

POSADA DEL DRAGÓN OXIDADO.

MEDIODÍA.

El joven medioelfo localizó a Ameiko un instante después que lo hiciera ella con él, devolviendo el saludo a la hermosa posadera que se acercó interesándose por su herida.

- Sería un placer, señorita Ameiko - admitió con una sonrisa mientras sentía pequeños rugidos en su vientre -. Pero antes desearía que la Anciana Koya me hiciera la cura diaria. Ella me comunicó que estaría por aquí a esta hora. Y sí, mi brazo se mueve mejor y me duele menos - reconoció levemente eufórico -. La Anciana es buena sanando.

Tras hablar se quedó mirando fijamente a los ojos de la mujer, levemente embelesado, recordando unas palabras que ella dijera y el muchacho tenía bien grabadas en su mente. Creyó que Ameiko fruncía el ceño con una media sonrisa ante la mirada intensa del explorador y este se sonrojó repentinamente, bajando la cabeza. Después se aclaró la garganta y volvió a hablar, pero con voz muy queda, no sin antes mirar a los lados y asegurarse que no había nadie cerca.

- Me gustaría deciros algo, Señorita Ameiko - dijo con un punto de intranquilidad en su voz -. Cuando tengáis tiempo, claro está - se apresuró a añadir.

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MEDIODÍA.

Me extraña el tímido hijo de Shalelu me mire tan fijamente, pero tan pronto se da cuenta, baja la mirada y enrojece como un tomate. Con cuidado de no dañarlo, paso mi brazo por su hombro y lo siento a una mesa. 

—Koya no está, Kelsier, así que puedes ir desayunando primero. Dime, ¿la leche caliente o fría?-pregunto antes de ir a por un cuenco y un vaso que cojo de una alacena cercana. Los pongo delante de él junto con cubiertos y una servilleta- Y para acompañar... tengo pan con queso y cecina, ¿te parece bien?

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DÍA DEL TRABAJO (LUNA NUEVA), OCHO DE ABADIO.

POSADA DEL DRAGÓN OXIDADO.

MEDIODÍA.

Cuando Koya entró en la posada sólo había unos cuantos parroquianos junto a Ameiko y Hattori y, ente ellos, el pequeño hijo de Shalelu. Escuchó a Ameiko ofrecer algo para desayunar a Kelsier y la vieja enarcó una ceja visiblemente sorprendida. Los varisios no tenían horarios estrictos para las comidas pero el sol ya se encontraba en lo más alto del firmamento...

- No te has pasado por mi casa para las curas, jovencito.- Koya no estaba molesta aunque había un ligero tono de reprimenda hacia el joven. Tampoco es que hubiera estado pendiente esperando pero le parecía una falta de respeto, más típica de la madre que del hijo. Los elfos, como vivían tantos años, no pensaban que el tiempo fuera algo muy valioso. Pero Koya ya estaba en las últimas.

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DÍA DEL TRABAJO (LUNA NUEVA), OCHO DE ABADIO.

POSADA DEL DRAGÓN OXIDADO.

MEDIODÍA.

Su timidez desapareció momentaneamente cuando Ameiko le comunicó que Koya aun no estaba en la posada.

- Oh... Tenía entendido que ya estaría a esta hora en la posada... - dijo levemente contrariado.

Le resultó sorprendente que, cuando quiso revelar su confidencia, en vez de dedicarle atención, la Señorita Kaijutsu prefiriera agasajarle. Abrió la boca para añadir algo, pero la presurosa mujer pronto le sugería qué debía almorzar.

Ya he desayunado, pero a estas horas agradecería un almuerzo..., admitió para sí el muchacho.

- Fría, por favor. Es... es todo perfecto, señorita Ameiko - dijo con voz suave y creciente rubor en su rostro, siendo tan bien tratado por la posadera. Para él bastante más que una posadera.

En ese momento se abrió la puerta y apareció la Anciana Koya. Al localizar al medioelfo se dirigió directamente hacia él y lo reprendió por no haber pasado por su casa. La cara del pobre muchacho creció en rojez mientras miraba desconcertado a ambas mujeres.

- Anciana Koya... yo... creí oírte ayer que hoy al mediodía estarías aquí, así que quise aprovechar para invertir la mañana en... en unos asuntos y pasarme más tarde por aquí, pidiendo vuestra asistencia* - trató de explicarse el joven -. Perdonadme por no aclararos antes mis intenciones - se disculpó.

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DÍA DEL TRABAJO (LUNA NUEVA), OCHO DE ABADIO.

POSADA DEL DRAGÓN OXIDADO.

MEDIODÍA.

Apenas pronuncia las primeras palabras Ameiko, la camarera mediana hace su aparición desde detrás de la barra acercando una bandeja a la mesa de Kelsier. En ella lleva queso, algo de cecina y un poco de pan.

- "También tenemos huevos, salchichas y bacon si lo prefiere." - Sugiere a Kelsier. Después de todo es un cliente y un amigo de su jefa.